Pensamientos, palabras, obras y omisiones

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Pensamientos, palabras, obras y omisiones, … tal cual es la vida.

domingo, 10 de noviembre de 2024

El rol del proveedor

Las cosas que tiene Eloisa

El rol del proveedor
se refiere a la persona o entidad que ofrece bienes o servicios a otras personas o empresas. En este contexto, un "proveedor" puede ser alguien que vende productos, como alimentos o ropa, o una empresa que brinda servicios, como electricidad o internet.

El proveedor es importante porque asegura que las personas tengan acceso a lo que necesitan para vivir y trabajar. Su función incluye:

  1. Suministrar: Ofrecer productos o servicios de calidad.
  2. Cumplir con acuerdos: Respetar los plazos y condiciones acordadas con quienes compran.
  3. Atender necesidades: Escuchar y adaptarse a lo que los clientes requieren.

El rol del proveedor es fundamental en la economía, ya que conecta a quienes producen con quienes consumen.

Las cosas que tiene Eloisa

Proveer, bonito verbo y que se utiliza en mucho contexto, incluso en el jurídico, … me viene a la mente la frase "que Dios te provea" que expresa el deseo de que no te falte de nada, que todo te vaya bien, que no pases penurias. 


Voy a dar un paso más para saber en que otros contexto se utiliza el rol del proveedor y qué significa de manera más extensa porque es un rol que me llama la atención por lo que significa y las connotaciones que puede tener.

Lo voy a utilizar en masculino porque se denomina así, el rol del proveedor.

El rol de proveedoren términos sencillos, se refiere a la persona que se encarga de aportar los recursos económicos y materiales necesarios para el bienestar de un grupo, que puede ser una familia, una pareja o incluso un grupo de amistades. 
Tradicionalmente, este rol ha estado asociado a la figura masculina, lo que ha llevado a que muchas personas lo relacionen sólo con mentalidades patriarcales y machistas, sin embargo, hoy en día, este rol puede ser ejercido por cualquier persona, independientemente de su género. 

La persona busca cubrir las necesidades básicas y otros gastos del grupo; esto puede incluir desde pagar la vivienda, la comida, la educación, actividades recreativas, etc.,  incluyendo también ofrecer apoyo emocional y estar presente en la vida de quienes dependen de esa provisión.

Ser el "proveedor" en lo social significa ser esa persona confiable que siempre está ahí para ayudar a las y los demás, ya sea con apoyo moral, recursos o soluciones, y se suele admirar y valorar a la persona proveedora porque da seguridad y estabilidad al grupo. Son vistas como personas generosas y solidarias que siempre tienen algo útil que aportar.

En el ámbito laboral, un proveedor es alguien que suele liderar, guiar y, en general, hace que las y los demás se sientan respaldadas/os. Estos proveedores ayudan con ideas, recursos o apoyo moral. Suelen ser vistas como personas fuertes y confiables, que ayudan a que el equipo logre sus metas y dan el ejemplo, algo que muchas personas aprecian y respetan.

En la amistad, el rol de proveedor implica ser esa persona que está siempre dispuesta a ayudar, a escuchar y a dar una mano cuando se necesita. Esto hace que sus amistades se sientan seguras y acompañadas. Suelen ser personas que ofrecen ayuda sin pedir nada a cambio y que buscan el bienestar de sus amigas/os, lo que hace que su presencia en el grupo sea muy valiosa.

En el ámbito familiar, el proveedor es quien cuida de su gente, ya sea económicamente o con apoyo emocional. Suele ser alguien que ofrece estabilidad y seguridad, haciendo que el resto se sienta protegido. Los proveedores familiares son aquellos que velan porque todos estén bien y cubren las necesidades del grupo, y esto genera mucho respeto y cariño en el entorno familiar.

En una relación de pareja, el proveedor es quien cuida y apoya, ya sea con recursos o con estabilidad emocional. Este tipo de personas hace sentir a su pareja segura y atendida, porque siempre están pendientes de su bienestar y buscan crear una vida cómoda y sin sobresaltos. Su presencia suele hacer que la relación se sienta estable y confiable.

¡Qué persona más maja la proveedora! ¿verdad? Y es que sí, tener alguien al lado dispuesta a proveerte de lo que necesitas es una maravilla, pero … ¡no se vayan todavía, aún hay más!

Es que esto de ser el proveedor y adquirir el rol del proveedor es muy cansino para quien lo coge y hasta para quien tiene al lado a un proveedor en su vertiente inconscientemente complicada. Ahora lo vais a entender.

¿Qué puede sentir la persona que está en el rol del proveedor?

Cuando alguien asume el rol de proveedor en lo social, puede empezar a sentir que siempre debe cuidar de las y los demás y, sin querer, asumir demasiada responsabilidad. 
Esto a veces lleva a que se sientan agotados o a que el resto espere que siempre estén ahí para solucionar problemas. Además, es común que esta persona pase a un segundo plano, ya que prioriza tanto a las y los demás que sus propias necesidades y deseos quedan olvidados.

En el trabajo, el proveedor puede acabar asumiendo más tareas de las que le corresponden porque siente que, si no lo hace, el equipo no avanzará bien. Esto lleva a que se sobrecargue y, en ocasiones, a que sus colegas se acostumbren a depender de él o ella sin aportar tanto. A la larga, esta actitud también puede dificultar el desarrollo de las habilidades de otras personas en el equipo, ya que confían en que siempre habrá alguien que resuelva los problemas.

En las amistades, la persona con el rol del proveedor puede empezar a sentirse utilizada si sus amistades acuden ella solo cuando necesitan algo. Este rol, sin darse cuenta, puede atraer relaciones desequilibradas, donde siempre esa persona está dando y apoyando, pero no recibe el mismo nivel de apoyo en retorno. 
Esto puede generar resentimiento o frustración, especialmente si se siente poco valorada o si sus amistades no están dispuestas a estar ahí de la misma forma.

En la familia, asumir el rol de proveedor puede llevar a que esta persona cargue con el peso de muchas responsabilidades familiares. Suele pasar que, al asumir tanto, la familia deje de buscar su propio camino o de tomar sus propias decisiones, esperando siempre el apoyo de quien provee. 

Esto puede llevar a que en ese rol del proveedor, se sienta presionada o que su vida gire en torno a cubrir las necesidades familiares, dejando de lado sus propios deseos o metas personales.

En una relación de pareja, el proveedor puede crear un desequilibrio sin darse cuenta. Al asumir la responsabilidad de cuidar y resolverlo todo, la otra persona puede llegar a depender emocional o económicamente, perdiendo independencia o dejando de expresar sus propias ideas. Esto también puede hacer que el proveedor sienta que su esfuerzo no es reconocido, o que, al final, sus propias necesidades y emociones no son atendidas.

¡Oh, oh! ¡vaya, vaya! resulta que aunque el rol de proveedor tiene buenas intenciones, puede ser un peso cuando se convierte en una responsabilidad constante que el resto da por hecho, algo que suele afectar tanto a quien lo asume como a quienes lo rodean, limitando la igualdad y el crecimiento personal de todas las personas involucradas.

¡Ya se me ha roto el cuento, con una sola dirección a un final feliz, de la persona que adquiere el rol del proveedor! Resulta que es un cuento interactivo que puede tener más de un final, a veces feliz y a veces no tan feliz, incluso con una trama y un desenlace complicado y difícil para todas las personas protagonista del cuento.

Sigo contando cositas de este rol, porque saber todos los componentes que tiene y elegir con cuales nos queremos quedar para acabar nuestro cuento, me resulta atractivo, tanto para la persona que adquiere el rol del proveedor, como para quienes están al lado de la persona proveedora.

A nivel social, el rol de proveedor puede reforzar ciertas expectativas y estereotipos, además, por un lado, puede generar una sensación de seguridad y estabilidad en el grupo (contar con alguien que se encargue de los recursos puede facilitar la planificación y el desarrollo de proyectos), sin embargo, también puede llevar a la creación de dinámicas de poder desequilibradas y de dependencia, donde las personas que no son proveedoras pueden sentirse menospreciadas o limitadas en su autonomía.

En el ámbito familiar, la historia puede ser tanto positiva como negativa. Por un lado, puede fomentar un ambiente de apoyo y cuidado, donde sentirse protegida/o, y por otro lado, puede generar tensiones si la persona que ejerce este rol siente que su valor se mide únicamente por su capacidad de proveer, llevando a un desequilibrio en las relaciones familiares, donde las contribuciones no económicas o más emocionales (como el cuidado del hogar o la crianza de las hijas e hijos) pueden ser subestimadas. Si a esto le añadimos de nuevo que se crean unos vínculos relacionales con dinámicas de poder desequilibradas, ¡el cóctel esta servido!

En las amistades, el rol de proveedor puede manifestarse en situaciones donde una persona asume la responsabilidad de organizar actividades o cubrir gastos. Esto puede ser visto como un gesto generoso, pero también puede crear expectativas poco realistas o generar resentimientos si no hay un equilibrio en las contribuciones al grupo. 
Lo que en un principio es algo que se hace de manera voluntaria y generosa, acaba convirtiéndose en una carga si no se comparte el rol, además de crear vínculos emocionales basados en tanto me das, tanto vales, donde se pueden dar situaciones no equitativas.
En un entorno más equitativo, donde todas las personas contribuyen de manera justa, el rol de proveedor es menos relevante y fomenta un ambiente de colaboración y apoyo mutuo, donde cada persona se siente valorada por sus habilidades y aportes, no solo por su capacidad económica.

En el ámbito laboral, el rol de proveedor puede influir en la forma en que una persona se relaciona con el resto y su entorno. Aquella persona que asume este rol pueden sentir una presión adicional para sobresalir y mantener su posición, lo que puede llevar a un estrés considerable. Además, si se identifica fuertemente con su rol de proveedor, puede descuidar otras áreas de su vida, como el desarrollo personal o las relaciones interpersonales.

En una relación de pareja, el rol de proveedor puede tener un impacto significativo en la dinámica de la relación. Quién asume la responsabilidad principal de proveer, puede generar una sensación de seguridad y estabilidad, sin embargo, también puede llevar a que la otra persona se sienta menospreciada o que su contribución no sea valorada, que no se tengan en cuenta sus aportaciones y que se sienta anulada.
Es importante que en la pareja haya una comunicación abierta sobre las expectativas y las responsabilidades, así, cuando ambas partes se sienten valoradas y reconocidas por sus aportes, ya sean económicos o emocionales, se crea un ambiente más saludable y equilibrado.

Ya tenemos algún ingrediente más para conformar la idea del rol del proveedor, … y sigo con lo que he encontrado:

Pros y contras del rol de proveedor

Pros para la persona que ejerce el rol de proveedor:
Sentido de propósito- Puede generar una sensación de logro y satisfacción al poder cuidar de los demás.
Estabilidad económica- Proveer puede llevar a una mayor seguridad financiera para el grupo.
Reconocimiento social- En muchas culturas, ser proveedor es visto como un rol honorable, lo que puede traer reconocimiento y respeto.

Contras para la persona que ejerce el rol:
Estrés y presión- La responsabilidad de proveer puede ser abrumadora y generar ansiedad.
Desbalance en la relación- Puede llevar a una dinámica desigual si no se reconocen otras formas de contribución.
Identidad limitada: La persona puede sentirse utilizada y tan sólo valorada por lo que aporta, aunque no sea real y sus valores puedan estar en algo muy distinto a las meras aportaciones.

Es evidente que todo tiene dos caras; una buena y otra no tan buena o incluso mala. Saber identificar y no pasarse "al lado oscuro" cuando una persona es proveedora, no es tan fácil de detectar porque, como la intencionalidad con la que se hacen las cosas a nivel mental, quizás no tengan nada que ver con la intencionalidad inconsciente que les lleva a adquirir el rol del proveedor, la cosa se pone complicada.

Algunas personas sienten que necesitan demostrar su valor personal, otras realmente disfrutan cuidando de los demás, algunas están movidas por el deseo de ayudar, por el sentido de la responsabilidad,  y algunas veces, simplemente se acostumbran a estar ahí para el resto de personas. 

Tienen muchos aportes positivos y no siempre es algo negativo, pero cuando no hay equilibrio, puede causar desgaste o crear dinámicas complicadas con las personas a quienes ayudan. 
Para las personas que tienen al lado una que ejerce el rol del proveedor, pueden ocurrirles:

Dependencia 

A largo plazo, quienes están cerca de un proveedor pueden llegar a depender demasiado de él o ella. Esta dependencia puede hacer que sientan que no son capaces de tomar sus propias decisiones o enfrentar desafíos sin ayuda, lo cual limita su autonomía y confianza en sus capacidades.

Pérdida de voz y espacio propio 

Cuando alguien asume el rol de proveedor, puede terminar tomando todas las decisiones importantes. Esto puede hacer que las personas a su alrededor se sientan menos escuchadas o que sus opiniones no tienen tanto peso, porque el proveedor suele liderar en todo.

Dificultad para desarrollarse

Quienes dependen del proveedor pueden sentirse estancados, ya que no desarrollan ciertas habilidades o hábitos, como el manejo del dinero o la resolución de problemas. Esta falta de experiencia puede hacer que se sientan inseguros al enfrentarse a situaciones en las que el proveedor no esté para ayudar.

Desequilibrio en la relación

A largo plazo, el rol de proveedor crea una relación desigual; una persona da mucho y la otra recibe sin corresponder de la misma manera, bien porque se acomoda, bien porque no la dejan. Esto puede generar tensiones o resentimientos, ya que el proveedor puede sentir que no recibe el mismo nivel de apoyo o consideración, y quien recibe puede sentir que le piden la sumisión y la voz y el voto en las decisiones.

Pérdida de iniciativa: Con el tiempo, las personas a su alrededor pueden dejar de tomar la iniciativa porque están acostumbradas a que el proveedor asuma ese rol. Esto afecta su capacidad para proponer, organizar o resolver por su cuenta, y puede hacer que pierdan parte de su independencia.

¡Qué complicada es la vida! Bueno, la hacemos quienes la vivimos, tanto al hacer por exceso como por defecto.

La sociedad tiende a admirar y a depender de estas personas que actúan como pilares, pero eso mismo lleva a dinámicas desequilibradas, ya que la carga suele recaer mucho sobre ellas y en muchas ocasiones, el pago que tienen que hacer las personas que les rodean, es la sumisión o aceptación a que sus criterios o aportaciones no valen.

En cualquiera de los contextos vitales, contar con una persona proveedora es beneficioso porque brinda estabilidad, cuidado y apoyo, eso sí, siempre y cuando no fomente una dependencia, donde otras personas no pueden desarrollar la iniciativa de colaborar.

A largo plazo, la dependencia no saludable creada desestabiliza, ya que para la persona proveedora resulta una carga de la que quiere escapar y para el resto resulta una inestabilidad sentir que la persona que les daba seguridad y confianza, quiere escapar o huir.

Aunque el rol de proveedor tiene raíces fuertes en las expectativas tradicionales y en el patriarcado (donde a los hombres se les esperaba ser los proveedores y protectores), como ya he dicho, hoy en día este papel puede ser asumido por cualquier persona. 
Ser o tener cerca una persona proveedora en sí mismo es un factor de tranquilidad, el problema viene cuando el rol se convierte en una carga constante para la persona que lo ejerce y por otro lado, cuando a largo plazo se convierte en un foco de  relaciones no equitativas en las dinámicas de poder

En una sociedad machista, el rol del proveedor está cargado de expectativas de control, fuerza y autosuficiencia, lo que afecta tanto a la persona que asume este rol como a quienes están a su alrededor. A través de la socialización jerárquica a la que hemos sido todas y todos sometidas y sometidos, nos han impuesto un sistema totalmente descompensado y desequilibrado que trae unas consecuencias. Este sistema limita la igualdad y el crecimiento personal de ambas partes, ya que fija a las personas en roles rígidos donde la autonomía, la colaboración y la reciprocidad son menos valoradas.

Socialización jerárquica

Las cosas que tiene Eloisa

Estos temitas "feministas" que tan poco gustan por ser incómodos, por transgredir las creencias, por ser una exageración hoy en día y por ser cosas de mujeres resentidas, … estos temitas son los que a muchas mujeres nos hacen darnos cuenta de en dónde estamos y qué estamos haciendo con nuestras vidas. No voy a excluir a los hombres porque los que están viviendo con otras masculinidades, también siguen en la línea de querer conocer dónde están y que hacen con sus vidas.

Uno de estos maravillosos temas es la socialización jerárquica a la que estamos sometidas todas las personas, seamos del género que seamos, y más tirana o menos tirana dependiendo de la cultura en la que nos encontremos.

¿Qué es esto de la socialización jerárquica?

La socialización jerárquica es un tipo de educación o enseñanza que recibimos, desde pequeñas/os y a lo largo de la vida, en la que aprendemos a ver a las personas como "superiores" o "inferiores" según ciertas características, como su rol, su estatus, su autoridad, o su riqueza. Este tipo de socialización nos enseña a relacionarnos y actuar de acuerdo con estas jerarquías.

La socialización jerárquica afecta nuestra manera de ver el mundo y nuestras relaciones porque nos enseña a respetar y valorar a las personas en función de su posición en una escala de poder, en vez de basarnos en el respeto mutuo o en el valor de cada persona como ser humano. Este enfoque puede limitar la igualdad y la colaboración, ya que fomenta relaciones de autoridad más que de equidad (las dinámicas de poder).

Si bien las formas más simplistas de la socialización jerárquica han cambiado, hay un trasfondo que permanece casi inalterable y llegar a él es perturbador para las personalidades formadas en ella, incluso para aquellas que han sido capaces de hacer otras serie de cambios, incluso muchos cambios, pero de la capa de arriba, sin llegar a capas más internas. 

Es evidente que, hay que ir quitando capas para llegar al meollo, con el tiempo y esfuerzo que conlleva y sobre todo, por los cambios relacionales que conlleva. Por esta razón, muchas personas nos quedamos con la satisfacción y con la convicción de que si hemos quitado parte de la primera capa, ya está todo hecho.

Los siguiente puntos que voy a poner, son parte de los que están en la capa superior de la socialización jerárquica que han cambiado y que incluso hoy en día nos cuestionamos si para bien, porque la realidad es que al ser cambios superficiales, dan resultados superficiales y no satisfactorios para un cambio social necesario.

Vamos con alguno de estos cambios superficiales:

En la familia: ver a las personas adultas como las máximas autoridades a las que hay que obedecer siempre, sin importar el contexto o la situación. Esto nos hace ver la relación entre personas adultas y menores de edad de forma jerárquica, sin que ambos tengan el mismo derecho a expresar sus opiniones o a decidir.

Cambio- el criterio de las hijas/os también importa, pero ojo, no es el momento de indagar las consecuencias por no haber otro grado de límites, pero "haberlos, haylos".

En la escuela: Es común que se enseñe a las y los estudiantes a ver a sus profesoras y profesores como figuras de autoridad absoluta, mientras que su propia voz o capacidad para tomar decisiones queda en segundo plano. La socialización jerárquica aquí enseña a aceptar la autoridad sin cuestionar o participar.

Cambio- el criterio del alumnado también importa, pero ojo, no es el momento de indagar las consecuencias por no haber otro grado de límites, pero "haberlos, haylos".

En el trabajo: En un entorno jerárquico, se espera que las personas "de menor rango" sigan siempre las órdenes de quienes están "por encima" de ellas, sin mucha libertad para proponer sus ideas o tomar decisiones. Esto crea una estructura donde las personas sienten que algunas valen más que otras por el cargo que ocupan.

Cambio- Las empresa ya buscan una manera de relacionarse diferente, con directrices empresariales que superficialmente animan al cambio de jerarquías, pero ojo, no es el momento de indagar, pero las razones no son siempre todo lo honestas (socialmente hablando) que algunas personas puedan pensar. La productividad empresarial, la manipulación económica, promover el consumismo, etc. también son alguna de las razones mayores.

Ya estamos viendo que esta socialización jerárquica es diferente en sus formas más externas, dependiendo de los tiempos en los que nos haya tocado vivir, ¿Qué tal si indagamos un poco más?

La socialización jerárquica moldea nuestras relaciones de manera que asumimos que hay personas “más valiosas” o “con más derechos” que otras, según su rol o su posición en una estructura de poder. Este enfoque jerárquico puede afectar tanto nuestra autoestima como nuestra autonomía y capacidad para colaborar de manera equitativa.

¿Qué consecuencias tiene?

Muchísimas y variadas, además de trascendentales en las relaciones entre personas; voy a tocarlas de forma general, porque de forma relacional entre el rol de hombre y rol de mujer, lo veremos más tarde:

Dificulta la igualdad

Cuando nos educamos con esta visión, es fácil que asumamos que la igualdad entre personas no es algo natural ni posible. Nos acostumbramos a ver a la autoridad como algo incuestionable y a creer que quienes ocupan roles más altos son inherentemente “mejores” o más importantes. Esto limita nuestra capacidad para relacionarnos de igual a igual, tanto en la familia, como en el trabajo y en otros espacios.

No es fácil de ver que mantenemos parte de estas "reglas no escritas", tan dando permiso a que continúen por ignorancia de no verlas, como ejecutándolas por esa misma ignorancia de no verlas.

Inhibe la autonomía y la participación 

Al aprender a relacionarnos de manera jerárquica, nos acostumbramos a ceder el poder de decisión a quienes están en posiciones de autoridad y asumimos que nuestras ideas o deseos son menos importantes. Esto nos vuelve menos propensos a participar, a cuestionar o a tomar decisiones de manera independiente. 
La socialización jerárquica nos condiciona a aceptar las normas y las estructuras tal como están, en vez de desarrollarnos como personas autónomas y activas. Es curioso ver la fuerza que tiene porque es bastante habitual que personas que en ocasiones han sido capaces de salir de esta normativa de socialización, vuelven a caer en ella en otros contextos.

Refuerza las diferencias de poder y dependencia 

Este tipo de socialización fomenta la dependencia y el apego a la autoridad. Nos acostumbra a buscar el visto bueno o el permiso de quienes nos han hecho creer que ocupan posiciones “superiores” antes de actuar, y puede hacer que sintamos que no somos capaces o merecedores de tomar decisiones importantes por nuestra cuenta. 
Además, quienes están en posiciones de poder suelen mantener esa posición y reforzarla porque, culturalmente, se les ha enseñado que tienen “derecho” a ejercer autoridad sobre quienes se perciben como “inferiores”.
Ojo, que dejar de tener algo que crees que tienes por derecho, es cuando menos desconcertante, porque se ve injusto e injustificable. 

¿Por qué es importante cuestionar la socialización jerárquica?

Cuestionar esta forma de socialización es importante para construir relaciones más justas, en las que el respeto y la dignidad de cada persona no dependan de su posición o rol. Al reconocer y desarmar estas jerarquías, nos abrimos a nuevas maneras de relacionarnos donde se valoren la colaboración, la participación equitativa y el respeto mutuo.

Esta socialización jerárquica es muy patente en una sociedad patriarcal, en la que el hombre heteronormativo está en una posición superior frente al resto de los mortales, con la implantación de unas dinámicas de poder que se perpetúan generación tras generación.


Algunas y algunos ya estaréis pensando que todo esto es un poco desproporcionado y exagerado hoy en día, que estar todo el rato con las mismas cosas aburre, pero es que, seguimos viviendo las cosas que están en la profundidad igual que hace años. 
Repito que estamos rascando superficie para llegar a lo que importa limpiar, y de verdad, que lo que importa limpiar está en un sitio de difícil acceso porque lo llevamos impregnado en los huesos con esta socialización jerárquica heredada desde tiempos demasiado remotos. Si queréis saber más sobre ello os dejo este enlace "Socialización jerárquica en término de igualdad de género".

jueves, 7 de noviembre de 2024

Dinámicas de poder en la amistad

Las cosas que tiene Eloisa

Sigo con las dinámicas de poder,, leyendo como son en los diferentes contextos en los que las encontramos y esta entrada es para las dinámicas de poder en la amistad, que aunque se supone que es todo más libre y fluido, también existen.

Las dinámicas de poder en la amistad pueden parecer algo raro o rebuscado, pero, en realidad, están presentes en muchas de nuestras relaciones sin que nos demos cuenta. Básicamente, como ocurre con todas las dinámicas de poder, una dinámica de poder es cuando una persona  tiene más influencia o control sobre la otra, pero en este caso dentro de una amistad. 

Esto no significa necesariamente que alguien esté "mandando," pero sí que una persona puede tener más peso a la hora de decidir cosas cómo dónde ir o qué hacer, de llevar la conversación, o de cómo fluye la relación en general. 

He elegido algunos puntos para saber un poco más sobre este tipo de dinámicas; cómo se dan, por qué suceden, y algunas diferencias que se ven entre amistades de mujeres y hombres.

Por qué se dan estas dinámicas de poder en las amistades

Hay muchas razones por las que una persona puede tener más poder en una amistad, y no siempre es de manera consciente o intencional:

Personalidades distintas: Si alguien es muy extrovertida/o o segura/o, puede que tome más decisiones o hable más. Mientras tanto, la persona más tranquila o que no le gusta el conflicto puede preferir seguir la corriente.

Experiencia o conocimiento: Si una persona ha vivido más o tiene conocimientos que la otra no, es posible que tome el rol de consejera/o A veces, esto hace que la otra persona se sienta más dependiente y tienda a seguir los consejos de quien considera "experta."

Seguridad emocional: Algunas personas son más seguras o independientes emocionalmente, mientras que otras pueden necesitar más apoyo. La persona que da apoyo suele asumir una posición de “poder” simplemente porque es quien sostiene la relación en los momentos difíciles.

En todo esto que está descrito no hay absolutamente nada que no sea normal y beneficioso para todas las personas integrantes de los grupos de amistad, porque es la forma de nutrirse el grupo con la aportación individual de cada persona, es algo enriquecedor. 

El problema viene, como siempre, en el predominio no pactado de que sea sólo una persona la que ejerza el poder mayoritariamente. Es lo que llamaríamos las dinámicas de poder desequilibradas en la amistad y curiosamente, este desequilibrio suele darse de forma gradual y muchas veces sin que las personas lo noten al principio.

Cómo son estas dinámicas de poder

Las dinámicas de poder en una amistad pueden manifestarse de muchas maneras, y como he dicho, no siempre son negativas. A veces, ese “desequilibrio” puede ser natural y sano, siempre que las personas se sientan cómodas y respetadas, pero, en otras ocasiones, puede hacer que una de las personas se sienta incómoda o que sienta que no es escuchada.

Ejemplos de estas dinámicas pueden ser:

Decisiones y planes: Cuando siempre es una persona la que decide a dónde ir, qué hacer o cuándo verse. Si siempre una toma la iniciativa y la otra solo acepta, eso puede mostrar una dinámica de poder.

Apoyo emocional: Si siempre una escucha y da apoyo, pero no recibe el mismo apoyo de vuelta, puede sentirse como un "desequilibrio". Las amistades fuertes funcionan mejor cuando el apoyo es mutuo.

Validación y autoestima: A veces, en una amistad, una persona puede depender mucho de la otra para sentirse segura o aceptada. Esto crea una dependencia en la que una se siente en posición de dar (o negar) esa aprobación o validación.

Diferencias entre grupos de amistad entre mujeres, amistad entre hombres y grupos mixtos

Hay ciertas diferencias en cómo se ven estas dinámicas en amistades entre mujeres y entre hombres, aunque, claro, cada amistad es única y esto no aplica a todos los casos.

En amistad entre mujeres 

Suele haber más intensidad emocional y profundidad en las conversaciones, lo que significa que las dinámicas de poder pueden aparecer en cómo se ofrece y recibe el apoyo emocional. 
En estas amistades, es común que una persona pueda volverse la "protectora" o "consejera," mientras que la otra asume un rol de "aprendiz" o de quien recibe el consejo. 
También puede darse una situación en la que alguien siempre se “adapte” a las decisiones o preferencias de la otra, pero sin confrontarlo para no “romper la armonía.”

Lo más reseñable es que en grupos de amigas, las dinámicas de poder se enfocan en la conexión emocional y en cómo se cuidan unas a otras y el poder puede estar en manos de quien sea la más empática o la que se considera "la protectora." En algunos casos, hay una persona que asume el rol de líder emocional: aquella a la que todas van cuando necesitan consejo o apoyo.

Pero también pueden aparecer otros roles, como la “organizadora” (la que siempre propone los planes), la “pacificadora” (quien se encarga de suavizar las tensiones) o incluso la que “mantiene la amistad unida” (la que se asegura de que todas sigan en contacto). A veces, si una persona en el grupo siempre asume el liderazgo, puede empezar a surgir un poco de resentimiento de las demás si sienten que no tienen voz o que siempre se hace lo que esa persona quiere.

Además, en estos grupos puede haber dinámicas de “alianzas” o subgrupos, donde algunas personas se vuelven más cercanas entre ellas. Esto no siempre es negativo, pero en ciertos casos puede hacer que alguien se sienta un poco aislada del grupo o fuera de la conversaciones principales.

En amistad entre hombres

Es común que el poder aparezca en forma de liderazgo o en temas de competencia, por ejemplo, en quién organiza las actividades o en quién sobresale en ciertas habilidades. En lugar de apoyo emocional directo, es más probable que la dinámica de poder se base en estatus o en algún tipo de respeto mutuo por las habilidades o la personalidad. 

Algunos hombres pueden evitar hablar de sus emociones, y entonces el poder puede depender de quien se sienta más “seguro” y mantenga las cosas en términos más superficiales.

Estas dinámicas de poder, también suelen girar más en torno a la "jerarquía" o a quién es más influyente o “respetado” en el grupo. A veces, la persona que destaca en habilidades, como ser gracioso, bueno en deportes o tener cierta "sabiduría," termina ganando un lugar especial en el grupo, y las decisiones giran un poco en torno a él.

En estos grupos, los roles tienden a ser menos emocionales y más basados en la “practicidad.” Uno puede ser el “planificador” (el que organiza salidas o actividades), otro el “experto” (en quien se confía para arreglar problemas o dar consejos prácticos), y también suele estar el “pacificador” (quien mantiene la armonía o reduce tensiones). La dinámica aquí no suele centrarse en hablar de emociones o en buscar apoyo emocional, sino más en actividades o intereses compartidos, en dar soluciones.

Eso sí, cuando hay conflictos, pueden pasar desapercibidos o no ser discutidos abiertamente. Esto hace que algunas tensiones pasen por debajo de la superficie y terminen afectando la amistad sin que el grupo sea consciente de ello.

Grupos de amistad mixtos

En grupos mixtos, se da una mezcla de las dinámicas anteriores descritas. Muchas veces, la comunicación y el tipo de actividades se adaptan para que todas las personas se sientan incluidas. Aquí, las dinámicas de poder pueden variar mucho porque se mezcla el apoyo emocional, típico de los grupos de amigas, con la practicidad y “competencia” que puede aparecer más en los grupos de amigos.

Algunos roles pueden ser más claros: a veces, una mujer puede asumir el rol de apoyo emocional, mientras que un hombre se convierte en el que organiza las actividades. Pero, en estos grupos, también pueden surgir liderazgos rotativos o compartidos, ya que muchas veces el equilibrio depende de que no se le dé más importancia a un género que a otro, o a una persona que a otra.

Sin embargo, también pueden surgir algunas complicaciones si una persona acapara el liderazgo o si se forman alianzas entre personas del mismo género o no, creando subgrupos. Estos subgrupos pueden llevar a que algunas/os se sientan excluidas/os o menos escuchadas/os, especialmente cuando se juntan en grupos más pequeños dentro del grupo general.

Dinámicas de poder que producen situaciones de conflicto en grupos de amistad

Las dinámicas de poder desequilibradas surgen casi sin que nos demos cuenta y, cuando no se manejan bien, puede terminar afectando a la amistad y generando tensiones, malestar e incluso la ruptura o disgregación del grupo. 

Algunas de las causas por las que puede haber tensiones dentro de los grupos debido a las dinámicas de poder:

Liderazgo “invisible” 

A menudo hay alguien que parece tener la última palabra sobre qué se hace, qué se decide, o incluso qué temas se tocan. Esto no siempre es algo malo, especialmente si el grupo prefiere tener a alguien que organice o tome decisiones. Pero, si siempre se impone la preferencia de una sola persona, otras pueden empezar a sentir que no tienen voz ni voto, que su opinión no cuenta o, peor aún, que sus intereses no son bienvenidos en el grupo.

El liderazgo invisible es un fenómeno donde una persona acaba teniendo una influencia significativa sobre las decisiones o el ambiente general, pero de una manera no declarada ni necesariamente buscada. Este tipo de liderazgo no es oficial, ni formal, y muchas veces se da de forma involuntaria, pero su impacto es real.

La causas del liderazgo invisible pueden ser muchas y variadas, pero si que hay unas cuantas que son habituales, como por ejemplo:

La `personalidad y el carisma de algunas personas extrovertidas o con facilidad para comunicarse suelen asumir, sin proponérselo, un rol de liderazgo en el grupo. A menudo, su capacidad para expresar opiniones con seguridad hace que otras personas las sigan o adopten sus ideas.

La experiencia o conocimiento de una persona sobre ciertos temas, lo que hace que el grupo le consulte o confíe en su opinión. Esta confianza crea una dependencia sutil, y esa persona se convierte en una referencia de consulta que, sin proponérselo, toma cierto liderazgo.

La historia del grupo también influye, ya que si alguien lleva más tiempo en el grupo o fue una de las personas que lo formó, suele tener más influencia debido a la conexión emocional e historia compartida. Otras personas del grupo que se han ido uniendo, pueden sentir que deben seguir sus ideas para “respetar” ese vínculo más antiguo.

Puede existir la necesidad de guía, alguien que “organice” o decida, especialmente cuando hay inseguridad o falta de confianza en las decisiones propias. Esto puede ocurrir más en grupos donde no todas las personas se sienten cómodas proponiendo ideas, y entonces siguen a quien parece tener un plan.

Igual que sucede en otros campos, las personas cuando estamos en grupo adquirimos roles diferentes; la organizadora, la sabia, la mediadora, la sumisa, la dependiente, la emocional, la graciosa, …Cuando alguien del grupo decide dejar de hacer su papel habitual y la líder o el líder no está de acuerdo, suelen aparecer tensiones porque ella o él sienten que el equilibrio se rompe o que pierde el control. 
Esto pasa porque el grupo ya tiene una dinámica establecida propia y cualquier cambio o alteración que no sea bien vista por la persona líder, no es bien recibida, ocasionando muchas veces el aislamiento de la persona que ha decidido cambiar su rol en el grupo e incluso la expulsión o la provocación (manifiesta o sutil) para que se aparte del grupo.

Es muy curioso que entre personas adultas con una amistad de muchos años, estas dinámicas de poder y estos roles grupales tengan tanto peso y sean tan poco reconocidas e incluso negadas, hasta el punto de dejar perder una amistad de muchos años con una de las personas integrantes del grupo, dejando al margen las aportaciones grupales que haya hecho.

Estas situaciones se pueden entender mejor si analizamos que son una consecuencia de este liderazgo invisible que ha provocado en el grupo una falta de autonomía en las personas que lo integran, además de una dependencia emocional o grupal que hace menos tolerante y flexible al grupo. También provoca tensiones que no se hablan o que se manifiestan de forma jocosa para no alterar a la persona líder si es que no le parece bien lo que se dice.

Grupos dentro del grupo

Es común que algunas personas se sientan más cercanas entre sí y generen “mini-grupos” o alianzas. Puede ser que las chicas se unan más en ciertos temas o que los chicos lo hagan en otros. 
Esto no tiene nada de malo mientras no sea excluyente, pero si esas alianzas se convierten en el foco de las conversaciones y de los planes del grupo, las personas que no forman parte de ellos pueden sentirse fuera de lugar o, en el peor de los casos, ignoradas.

Roles de género tradicionales 

En algunos grupos mixtos, sin que la gente se dé cuenta, se pueden asumir roles de género tradicionales. Por ejemplo, las chicas asumen más la escucha y el apoyo emocional, mientras los chicos lideran los planes o deciden las actividades. Estos roles se pueden dar de forma natural, pero cuando una persona no se siente cómoda con su rol o se espera que siempre haga algo determinado por razón de género, se convierte en una dinámica desequilibrada. Esto puede hacer que alguien sienta que su participación no es auténtica o que no puede ser totalmente libre dentro del grupo.

Se puede dar el caso de que un hombre del grupo adquiera la posición del líder proveedor, del cual se espera que haga generosamente para el grupo, pero que ha su vez le otorga el papel de líder que en ocasiones puede resultar un peso y motivo de conflicto tanto para el grupo como para dicho líder que tiene que mantener su papel.

El rol de "el proveedor" en un grupo es la figura que se responsabiliza de solucionar problemas, dar ayuda y cubrir necesidades prácticas o emocionales (es un rol común en muchos círculos de amigos o familiares). 
A veces esta persona es la que organiza, aporta recursos o actúa como el "soporte" al que el resto recurre, y aunque este rol se ha asociado históricamente con el estereotipo masculino de “hombre proveedor,” hoy en día puede recaer en cualquier persona del grupo. 
Pero, ¿por qué se da este rol? hoy en día, principalmente porque quien adquiere el rol lo necesita y quienes permiten este rol, lo necesitan también. Si todas las personas integrantes del grupo están de acuerdo, todo va bien, pero en el momento en que alguien discrepe, puede haber conflicto, y si la persona o personas que discrepan son mujeres, el líder proveedor se siente más no entendido u ofendido o atacado.

Vamos a ver por qué existe este rol en concreto porque tiene mucha miga:

Expectativas sociales y culturales- En muchas sociedades, especialmente en generaciones pasadas, el rol de proveedor recaía sobre los hombres, quienes eran vistos como responsables del bienestar material y emocional de los demás. Estas expectativas culturales pueden influir en cómo se estructura un grupo, haciendo que ciertas personas (a veces, sin ser hombres) asuman ese rol.

Características personales- La persona en este rol suele ser alguien que se siente cómodo tomando el control y se preocupa genuinamente por los demás, porque es su forma de sentir que es visible y que importa a través de lo que aporta al grupo. Puede tratarse de alguien que busca ser valorado y reconocido a través de su ayuda, lo que lo lleva a asumir este papel de forma natural.

Necesidad del grupo- En un grupo, siempre es útil tener a alguien que ayude a resolver conflictos o cubra ciertas necesidades, como es la de entretener al grupo con sus ocurrencias, ser la persona chistosa, la confiable, la emocional, la detallista, la proveedora, la trabajadora,... Si hay esta figura que siempre se encarga de ciertos aspectos, las demás personas no sienten la necesidad de asumir esos roles, … o sí.

Normalmente se crea una especie de “equilibrio” donde cada persona asume lo que se le da mejor y lo hace, algo que en sí mismo enriquece al grupo y lo dota de recursos. Pero también se corren riesgo al no rotar o compartir los papeles, dando lugar a estancamientos, algo que si todas las personas están de acuerdo no genera conflictos, pero que sí puede haber lugar a ellos si hay discrepancias.

Dentro de estos roles necesarios en un grupo, la figura del proveedor es muy curiosa por favorable y por castrante en su versión menos favorable. La persona proveedora ofrece seguridad y estabilidad, y las otras personas del grupo pueden comenzar a confiar o incluso depender de esa persona para solucionar problemas, mantener la unión, asumir responsabilidades o por ser el proveedor altruista del grupo, y a su vez, el proveedor acaba absorbiendo más responsabilidades que otras, lo que puede dar lugar a ciertas incomodidades para ambas partes. 
Estas van desde el cansancio de la persona proveedora por no permitirse descansar o fallar, la falta de reciprocidad entre adultos que puede provocar frustración en alguna de las personas que integran el grupo (incluido el líder que puede pensar que no es correspondido por igual), la dependencia hacia el líder proveedor, la competencia o rivalidad por el excesivo protagonismo del proveedor, o el malestar en el propio líder si se le cuestiona que no comparte las responsabilidades de proveer al grupo. 

Aceptar la existencia del rol de proveedor puede ser cómodo, pero también se puede llegar a ser una aceptación de sumisión con el desequilibrio relacional que conlleva. 
Esto es muy habitual si se trata de mentalidades arraigadas en los roles del patriarcado que marcaban una masculinidad determinada y la posibilidad de vivir en otro tipo de masculinidades no se contempla porque, en su foro interno, se siente menos hombre y menos persona, aunque exteriormente y de pensamiento, se sienta liberada, no machista e incluso feminista. No nos olvidemos que este rol de "hombre proveedor" es muy del patriarcado, con un arraigo tan profundo en la sociedad, que aún marca y delimita a muchos hombres y a muchas mujeres, por lo tanto a todas las relaciones sociales incluyendo los vínculos de amistad en grupo.

Competencia o comparación

Hay veces surge una competencia sutil que no siempre se habla, especialmente si alguien percibe que otra persona tiene más poder en el grupo o recibe más atención. Esto puede llevar a que alguien sienta que tiene que “probar” su valía o “ganarse” su lugar, generando tensiones no solo con la persona en cuestión, sino con el resto del grupo. 
Esto es más común cuando entre las amistades se admite un poco de rivalidad o cuando hay algún tipo de favoritismo en el grupo que ensalce a alguna persona o que menosprecie a otra. 

Como pasa en otros campos vitales, las comparativas y las competencias insanas no favorecen para nada las buenas relaciones, y en la amistad no está la excepción.

La validación y aprobación grupal 

Este desequilibrio surge cuando, dentro del grupo, ciertas personas parecen tener una especie de “autoridad” en temas de opinión o de aprobación sobre decisiones de otras. Puede que un amigo o amiga en particular sea visto como el “modelo a seguir” o que su opinión parezca más válida o influyente. Entonces, el resto de personas que integran el grupo empiezan a buscar su aprobación (sumisión al criterio del líder), a veces de forma inconsciente, antes de tomar decisiones personales o de grupo.

Conflictos no resueltos 

En los grupos, algunas veces los conflictos no se tratan abiertamente por temor a incomodar a otras personas o a romper la armonía del grupo. Esto puede crear una especie de “tensión invisible,” donde se evita abordar ciertos temas o donde, aunque alguien esté molesto, no lo expresa. Con el tiempo, esto crea una dinámica de poder donde algunas personas pueden tener control indirecto sobre cómo se comportan los demás (algo en ocasiones tan sutil que es difícil de ver).

¿Qué se puede hacer para equilibrar estas dinámicas?

Lo más importante es la comunicación. Hablar sobre cómo se sienten y ser sinceras/os cuando algo no parece justo, es clave para mantener una amistad saludable. 
Otra clave es que haya reciprocidad; si una persona siempre está dando apoyo, también debe recibirlo, si alguien siempre organiza los planes, es positivo que otras personas también participen.
Al igual que ocurre en grupos sociales, contribuir de forma equitativa dentro del grupo es prioritario.
Para ello es necesario:

Escuchar a todos

Asegurarse de que todas las personas en el grupo sientan que su voz cuenta, que pueden proponer planes, expresar sus opiniones y que no serán juzgadas. Una escucha activa y empática en la que todas las voces cuenten es la base primordial de unas buenas relaciones dentro del grupo.

La inteligencia interpersonal es de suma importancia para que la comunicación sea de calidad y por lo tanto las dinámicas de poder en la amistad del grupo también.

Cambiar de roles

Si alguien siempre organiza, propone o lidera, es útil que otras personas del grupo tomen el relevo de vez en cuando. Cambiar de roles ayuda a que todas las personas que integran el grupo se sientan involucradas y reduce la presión sobre una sola persona.

Hablar de los conflictos

Abordar los temas incómodos de manera directa y respetuosa ayuda a que las tensiones no se acumulen y sentir que el grupo es un espacio seguro existe la posibilidad de hablar sin ser juzgado y la posibilidad de ser escuchado sin ser menospreciado.

Celebrar la diversidad

Valorar las diferencias de opinión y fomentar un ambiente donde todas las personas puedan ser auténticas y únicas, permite que el grupo esté más unido y en igualdad. 
Esto ayuda a que el grupo vea la amistad como un espacio de apoyo mutuo y no como un lugar donde una persona tiene más poder sobre otra o hay rivalidades, sumisiones, etc.

Los grupos de amistad son muy enriquecedores, pero para evitar los desequilibrios de poder es importante que todas las personas integrantes del mismo, sientan que pueden ser ellas mismas y que sus opiniones y necesidades cuentan. Una amistad en grupo sana se construye con respeto, comunicación abierta y el compromiso de mantener el equilibrio y la inclusión.

DINAMICAS DE PODER

DINAMICAS DE PODER EN LA FAMILIA

DINAMICAS DE PODER EN EL TRABAJO

DINAMICAS DE PODER EN LA PAREJA

En resumen, las dinámicas de poder en la amistad existen, pero lo importante es que las personas se sientan valoradas, escuchadas y cómodas para que no haya desequilibrios que causen resentimientos o malestar.

martes, 5 de noviembre de 2024

Dinámicas de poder en el trabajo

Las cosas que tiene Eloisa

Sigo con la temática de las dinámicas de poder, y tras saber qué son y hablar de las dinámicas de poder en la familia, voy a escribir sobre las dinámicas de poder en el trabajo, un lugar donde pasamos muchas horas al día y donde normalmente las jerarquías de mando están claras y se suelen aceptar mejor porque hay un salario por medio. 

Las dinámicas de poder en el trabajo se refieren a cómo se distribuye y usa la autoridad o influencia entre las compañeras/os de trabajo y las personas que tienen posición de mando. Estas dinámicas afectan a la manera en que nos sentimos, cómo trabajamos en equipo y cómo se toman las decisiones en el mismo o en la empresa.

Ni qué decir tiene que dependiendo del tipo de empresa, las normas internas, el tamaño, los salarios, la mentalidad de las personas empresarias, personalidades del distinto personal (en estas dos últimas influye la socialización jerárquica de la sociedad en que vivimos, la patriarcal), etc., las dinámicas de poder variaran y mucho, pero de forma generalizada comento un poco lo que puede haber con respecto a varios puntos: 

Relación de autoridad

Normalmente, en una empresa hay una estructura jerárquica que define quién toma decisiones y quién sigue instrucciones, con personas en distintos niveles, desde las que están en puestos superiores, hasta empleadas/os que no tienen cargos de liderazgo, es decir, algunas personas tienen más autoridad y otras tienen menos. 

El juego de dinámicas de poder en el trabajo es claro : las personas en los cargos de jefatura o supervisión se encargan de guiar y dar dirección al equipo, mientras que las empleadas/os siguen esas indicaciones para cumplir con sus tareas.

Esto puede crear un equilibrio en el equipo, pero también puede causar tensiones si se siente que quien manda abusa de su autoridad o no escucha al resto del personal. 
En una relación de autoridad saludable, jefatura lidera al equipo con respeto, valora la opinión de las empleadas/os y se asegura de que todas las personas se sientan parte importante en su trabajo y en su papel en la empresa. Sentir esa valoración como persona importa e implica.
En cambio, si la persona que ejerce la jefatura usa su autoridad para imponer su punto de vista sin escuchar al resto, puede generar desmotivación, porque ese resto siente que su voz no importa.

Es decir, en una relación de autoridad equilibrada, las empleadas/os respetan a la persona que manda por ser su trabajo y por hacerlo con empatía, honestidad y colaboración, y por sentir que se preocupa por el equipo y da apoyo. No la obedecen sólo porque tiene un cargo superior y deben obedecer. 

Influencia entre compañeras/os 

En el trabajo, además de la autoridad oficial de las personas que ejercen los cargo de mando, también existen dinámicas de poder que surgen entre las propias compañeras/os, quienes tienen influencia en el equipo y en el ambiente de trabajo, ya sea de forma positiva (haciendo equipo) o negativa (creando rivalidad).

Influencia de hacer equipo

La influencia positiva ocurre cuando algunas compañeras/os tienen la habilidad de unir al equipo, motivar al resto y fomentar un ambiente de apoyo y colaboración. Estas personas suelen ser las que siempre están dispuestas a ayudar, escuchan y promueven el buen ambiente en el trabajo. 
En un equipo, este tipo de influencia es fundamental porque hace que todas/os se sientan apoyadas/os y cómodas/os al compartir ideas o pedir ayuda. También puede ser que algunas empleadas/os tengan conocimientos especiales o experiencia que las/os convierte en "referentes" del equipo, y se confía en ellas/os porque saben que sus aportaciones son valiosas.

Cuando hay personas en el equipo que promueven la colaboración, las personas empleadas sienten que pueden dar lo mejor de sí mismos, y el ambiente se vuelve mucho más agradable. Es como tener un "pegamento" en el grupo que hace que se trabaje mejor de manera conjunta y que haya respeto.

En este tipo de ambiente laboral, las dinámicas de poder en el trabajo son equilibradas, equitativas y justas, por ello las empresas que consiguen esto, tienen una mayor eficacia y eficiencia, algo que ya se está teniendo en cuenta hoy en día.

Influencia de rivalidad

Por otro lado, hay influencias de rivalidad o competencia entre compañeras/os, que pueden generar conflictos o tensión en el ambiente de trabajo. Esto ocurre cuando algunas personas ven a sus colegas más como "rivales" que como personas miembros de un mismo equipo. 
Por ejemplo, puede haber alguien que siempre quiere destacar, acaparar los mejores proyectos o busca ser la única persona que impresiona a la jefa o al jefe, lo que puede crear resentimientos y desconfianza entre las/os demás. 
También puede suceder cuando alguien trata de hacerse "indispensable" o menosprecia las ideas de otras compañeras/os para hacerse ver como "lo mejor" del grupo.

Cuando estas influencias de competencia se intensifican, pueden hacer que el ambiente de trabajo se vuelva incómodo y que las empleadas/os sientan que tienen que competir en lugar de colaborar, algo que aparte de agotador, frena la creatividad y la comunicación, ya que las personas pueden llegar a sentir que tienen que "proteger" sus ideas o no compartirlas por miedo a que alguien se las arrebate y se lleve el crédito.

Funcionar con estas dinámicas es obsoleto y poco inteligente, ya que desciende la efectividad y la productividad en el trabajo, afectando a los resultados del mismo y creando tensión, malestar y desconfianza, lo cual puede provocar bajas por estrés, angustia, depresión, …

Decir que ambas influencias son naturales en los equipos, pero es importante que haya un equilibrio. Cuando las personas colaboran y el ambiente es positivo, se crea un espacio de trabajo donde todas/os se sienten valoradas/os.

Preferencias y favoritismos

A veces, en el trabajo, algunas empleadas/os pueden recibir un trato especial porque se llevan bien con las personas que están en cargos superiores o porque suelen tener buenos resultados. Esto puede crear una dinámica de poder donde algunas empleadas/os se sienten más valoradas/os que el resto, lo que puede generar malestar o desmotivación entre quienes sienten que no tienen el mismo trato.

¿Qué puede ocurrir para que las dinámicas de poder en el trabajo sean desequilibras o equilibradas?

Competencia por los recursos 

Los recursos limitados, como el tiempo, el presupuesto o el equipo, pueden crear tensiones entre compañeras/os. Por ejemplo, si dos necesitan la misma herramienta o presupuesto para sus proyectos, puede haber una lucha por obtener esos recursos, lo que genera una dinámica de poder y competencia.

Información privilegiada 

Las personas que tienen acceso a información importante, como los planes futuros de la empresa o los detalles de un proyecto, pueden tener más poder en el equipo. Saber cosas antes que el resto les permite adelantarse, tomar decisiones o prepararse mejor, lo cual les da una ventaja en el entorno laboral.

Recompensas y castigos 

En el trabajo, se pueden ofrecer recompensas o incentivos (como un aumento de sueldo, un ascenso o reconocimiento, días libres, etc.) o aplicar medidas disciplinarias (como una advertencia o reducción de responsabilidades, cambio de puesto de trabajo, etc.). 
Estas herramientas de compensaciones para bien o para mal, crean una dinámica de poder, ya que influyen en la conducta de las empleadas/os y en sus decisiones.

Consecuencias de las dinámicas de poder en el trabajo

Es evidente que pueden ser muchas y variadas, y algunas ya las he mencionado: 

Ambiente de trabajo 

Un ambiente donde la distribución del poder es justa suele ser más colaborativo y motivador. En cambio, si una persona abusa de su poder, puede generar resentimiento, falta de confianza y conflictos.

Desarrollo de las empleadas/os

Las trabajadoras/es que tienen menos poder pueden sentirse menos motivadas/os para proponer ideas o participar activamente, mientras que quienes tienen más poder pueden aprovechar más oportunidades de aprendizaje y crecimiento.

Eficiencia y resultados 

Las dinámicas de poder equilibradas permiten que las tareas se realicen de manera más eficiente, ya que todas/os sienten que su voz cuenta y colaboran mejor. Si el poder está desequilibrado, la falta de comunicación y de confianza afectan a los resultados.

Bienestar emocional

Cuando hay una buena relación de poder, las empleadas/os se sienten valoradas/os, respetadas/os y parte del equipo. En cambio, si sienten que se abusa de la autoridad o que no son escuchadas/os, pueden experimentar estrés, ansiedad o incluso buscar otro trabajo.

Todas las dinámicas de poder en el trabajo pueden estar equilibradas, pero para ello es necesario que quien ejerce el poder quiera que así sean y lo consiguen a través de:

Comunicación abierta- Fomentar una comunicación donde todas las personas trabajadoras puedan opinar y sentirse escuchadas, esto ayuda a crear un ambiente de respeto e igualdad. Una persona que tiene un cargo superior en la jerarquía de la empresa que escucha a su equipo y toma en cuenta sus ideas, crea una dinámica más equilibrada que alguien que solo da órdenes sin escuchar.

Distribución justa de recursos y oportunidades- Asegurarse de que todas tengan acceso a recursos, información y oportunidades de crecimiento, de esta forma se evita la la competencia innecesaria.

Reconocer el esfuerzo de todas las personas- Apreciar y reconocer el trabajo de todas las personas miembros del equipo, no solo de las/os "favoritos" o las/os que siempre destacan, de esta manera se crea un ambiente donde todas la personas se sienten valoradas, creando confianza y seguridad.

En resumen, las dinámicas de poder en el trabajo existen porque hay jerarquías y diferentes niveles de influencia, pero lo importante es que se manejen de forma justa para que todas las personas se sientan valoradas y respetadas en el equipo. 

lunes, 4 de noviembre de 2024

Dinámicas de poder en la familia

Las cosas que tiene Eloisa

Después de comentar que son las dinámicas de poder, ahora le toca a las dinámicas de poder en la familia, que se refiere a cómo se distribuye la autoridad, el control y la influencia entre las/os distintas/os miembros, incluidos abuela/o, madre, padre, hijas/os y hermanas/os. Estas relaciones y jerarquías afectan la forma en que las personas miembros de la familia se comunican, toman decisiones, se apoyan entre sí o entran el conflicto. 

Evidentemente, dependiendo de las diferentes culturas (por ejemplo el patriarcado)y sus respectivas evoluciones, estas dinámicas de poder también son diferentes, por lo que analizar todas bajo el mismo patrón resulta complicado, no obstante esta objeción, lo que escribo es de forma generalizada.

Abuela-abuelo-madre-padre-hija-hijo-nieta-nieto

En muchas familias, la abuela y el abuelo mantienen una gran influencia debido a su experiencia y a los valores que representan. Sus opiniones suelen ser respetadas y, en muchos casos, pueden tener el poder de influir en las decisiones familiares, especialmente en cuestiones de educación y valores. Es lo que se puede denominar influencia generacional, que en muchas familias es menor ya que suelen ser la madre y el padre los que ejercen la autoridad sobre sus hijas/os, equilibrando o estableciendo límites con sus progenitores.

En algunas familias pueden venir conflictos de poder, si la abuela y el abuelo tratan de ejercer demasiado control sobre hijas/os y nietas/os, lo cual crea tensiones; esto es común cuando  no están de acuerdo con las decisiones de la madre o el padre sobre cómo criar a las hijas/os o manejar la familia.

La abuela y el abuelo suelen ser figuras de apoyo y amor para las nietas/os, y en muchos casos, son percibidos como menos estrictos que los progenitores. Este rol de guía amable y de respeto les otorga un poder especial de influencia, especialmente si el vínculo emocional es fuerte.

La madre y el padres suelen tener el poder principal en la familia. Este poder incluye tomar decisiones clave sobre la crianza, la educación, la disciplina, valores, autoconfianza, capacidades personales,..., importante para guiar y proteger, especialmente en la infancia y la adolescencia.

En los momentos actuales, en algunas familias, la abuela y el abuelo asumen un rol de crianza cuando los progenitores no están presentes, lo que les da un poder sobre las nietas/os. Esto cambia por completo la dinámica y les coloca  en una posición de autoridad, lo cual tiene aspectos positivos y aspectos negativos que hay que saber equilibrar.

A medida que las hijas/os crecen, pueden influir cada vez más en sus progenitores, especialmente en asuntos de tecnología, cultura y valores modernos. Las/os  adolescentes pueden tener una influencia creciente en el hogar y, a menudo, desafían la autoridad de la madre y el padre, lo cual puede provocar conflictos y negociaciones de poder.

Cuando las hijas/os alcanzan la adultez, las dinámicas de poder cambian y  los progenitores suelen pasar de una relación de autoridad a una de apoyo y respeto mutuo. A su vez, las hijas/os adultos pueden influir en decisiones familiares importantes, como el cuidado de sus progenitores cuando son mayores.

Hermanas-hermanos

Las dinámicas de poder entre hermanas/os pueden ser muy complejas, dado que se basan en la edad, el carácter, las expectativas familiares, y el papel que cada uno ocupa en la estructura familiar.

Estas dinámicas de poder pueden variar a lo largo de la vida, desde la infancia hasta la adultez, y evolucionan conforme maduran las personas. Trabajar en estas relaciones y fomentar el respeto y el entendimiento mutuo es esencial para mantener un vínculo equilibrado, que puede convertirse en una fuente de apoyo y estabilidad en el futuro, de lo contrario, será un foco de conflictos personales.

¿Qué factores influyen en las dinámicas de poder entre hermanas/os?

1. Jerarquía de Edad

  • El rol de la hermana/o mayor- Tradicionalmente, la hermana/o mayor suele asumir un rol de liderazgo o protección sobre el resto. Esta posición de poder se refuerza cuando la madre y el padre delegan responsabilidades en ella/él, como cuidar de las más pequeñas/os o servir de ejemplo.
  • Expectativas familiares- Muchas veces, los progenitores también esperan que la hermana/o mayor sirva de modelo a seguir, lo cual le da un tipo de poder indirecto, ya que influye en cómo el resto de hermanas/os se ven a sí mismas/os y en lo que se espera de ellas/os.
  • Resentimiento o admiración- Las/os hermanas/os menores pueden sentir admiración o competencia hacia la/el mayor, quien ocupa una posición privilegiada. Este tipo de jerarquía puede generar un vínculo protector o, por el contrario, resentimiento si las/os hermanas/os menores perciben que la/el mayor tiene ventajas.

2. Competencia y Comparación

  • Competencia natural- Las/os hermanas/os suelen competir por la atención y la aprobación de sus progenitores, y esto establece una dinámica de poder en la que intentan destacar en distintas áreas (deportivas, académicas o de comportamiento) para ganar reconocimiento.
  • Comparaciones y favoritismo- Si la madre y el padre  hacen comparativas entre sí o muestran favoritismo hacia alguien, la competencia se intensifica, generando conflictos de poder. La hermana/o que recibe más elogios o atención puede asumir un papel dominante, mientras que el resto pueden sentirse relegadas/os.
  • Efecto en la autoestima- La comparación puede influir negativamente en la autoestima afectar su relación. Esto crea una dinámica en la que la hermana/o menos favorecida/o puede desafiar constantemente al quien cree que tiene el poder o, por el contrario, volverse más sumisa/o, dependiendo del carácter y la impronta personal de cada cual.

3. Roles Familiares y Etiquetas

Asignación de roles- A menudo, los progenitores asignan inconscientemente etiquetas a sus hijas/os, como “la responsable”, “la rebelde”, “la estudiosa/o” o “la graciosa/o” o "la torpe" o "la pesada". Estas etiquetas moldean las dinámicas de poder entre hermanas/os, ya que el rol asignado puede otorgarles cierta influencia en la familia o relegarles a "mero bulto familiar".

Limitaciones de los roles- Estas etiquetas pueden afectar la forma en que cada miembro percibe su lugar en la familia y en relación con el resto, lo que crea una relación en la que se intenta ocupar o proteger los roles. Esto limita las oportunidades de desarrollarse fuera de esa "etiqueta", perpetuando la dinámica de poder establecida.

Conflicto por roles- Si una de los hermanas/os intenta cambiar su rol o ser visto de una manera diferente, esto generalmente crea conflicto. 

Por ejemplo:

Si “la responsable” intenta delegar tareas o tomarse un respiro, puede encontrar resistencia tanto de sus progenitores como de las hermanas/os. 

Si la que era "la sumisa" decide dejar de serlo, encontrará también la oposición del resto. 

La considerada "desastre" cualquier error normal de vida, será juzgado bajo el prisma de la culpabilidad individual por ser desastre, sin posibilidad de que la responsabilidad no sea de la persona.

En el rol de "la rebelde", será juzgada de irrealista, temeraria, inconsciente y en caso de que en la vida no le vengan muy bien dadas, también se la hará pagar las consecuencias del rol asignado.

La hermana/o considerada/o "la vaga", puede que asuma ese rol de por vida al no cuestionarse salir de él porque le han educado a que hay que respetar los roles familiares.

"La llorona" puede ser desacreditada en sus valoraciones por emocional y poco realista, por lo que no la dan valor ni la capacidad del poder en las actuaciones importantes.

Los roles son prácticamente infinitos, porque además, se nos pueden asignar más de uno a cada persona.

4. Personalidad y Carácter

Extroversión vs. Introversión- La personalidad de cada hermana/o también influye en las dinámicas de poder. La extrovertida/o y segura de sí misma puede asumir una posición dominante en la relación, mientras que la introvertida/o o más reservada/o puede tomar un rol más pasivo.

Resistencia y conformidad- Algunas personalidades tienden a adaptarse o ceder para evitar conflictos, mientras que otras prefieren resistir o imponer su voluntad. Esto da lugar a relaciones donde alguien  busca tomar el liderazgo en la mayoría de las decisiones, y otra hermana/o se adapta.

Roles complementarios o de rivalidad- Dependiendo de sus personalidades, algunas hermanas/os desarrollan una relación complementaria en la que ambos ocupan roles opuestos y se apoyan en sus diferencias, mientras que otras caen en una relación de rivalidad constante.

5. Influencia Parental y Manipulación

Poder mediante la manipulación- En algunos casos, una/o de las hermanas/os puede aprender a manipular a los progenitores para conseguir lo que desea, lo que le da poder sobre el resto. Por ejemplo, puede buscar obtener favores adicionales o señalar los errores de otra hermana/o para parecer "la mejor hija/o".

Dinámica de alianzas o competencia entre padre y madre- Si uno de los progenitores favorece a una hija/o, esta puede usar esta preferencia como una ventaja, reforzando la dinámica de poder en la relación con sus hermanas/os. Esta dinámica puede incluir comportamientos de protección o de competencia, según el vínculo con la madre y el padre.

Influencia sobre la percepción familiar- Una hermana/o que se presenta como “la buena” o “la inocente” ante los progenitores, puede obtener un tipo de poder al manipular la percepción que tienen de ella/él, poniendo a otra hermana/o en desventaja o en una posición de rivalidad.

6. Colaboración y Respaldo Mutuo

Trabajo en equipo- A pesar de las rivalidades, muchas veces se desarrolla una relación de apoyo mutuo, donde cada persona respeta y comprende el rol de la otra. Este tipo de dinámica fomenta la cooperación en lugar de la competencia, y puede dar lugar a una relación equilibrada.

División de tareas y liderazgo compartido- Las hermanas/os que colaboran suelen dividir responsabilidades y se turnan para liderar, lo cual equilibra el poder entre ellas/os y permite que cada uno contribuya según sus habilidades y fortalezas.

Desarrollo de una alianza frente a la familia- En algunas familias, las hermanas/os crean una alianza en la que se apoyan mutuamente y se respaldan frente a las dificultades, tanto familiares como externas. Esta alianza refuerza su vínculo y les permite actuar como un equipo.

7. Efecto a Largo Plazo en la Relación entre Hermanos

Relaciones equilibradas- Cuando las hermanas/os logran desarrollar un equilibrio en el poder y respeto mutuo, es más probable que tengan una relación cercana y estable en la adultez, con un vínculo sólido y basado en el apoyo mutuo.

Distanciamiento o resentimiento- En cambio, los conflictos de poder no resueltos pueden llevar a relaciones tensas o incluso a la separación en la adultez, especialmente si una de las hermanas/os ha sentido resentimiento por el favoritismo o por el rol impuesto o si se sale del mismo y el resto no lo acepta.

Respaldo emocional en la vida adulta- Las hermanas/os que han logrado superar sus diferencias de poder suelen convertirse en un recurso de apoyo emocional en la vida adulta, lo que fortalece su vínculo y crea una relación más equilibrada y saludable.

Los roles familiares asignados marcan de manera profunda en la personalidad individual y desaprenderlos o ejercer otros roles diferentes suele ser muy trabajoso e implican una concienciación personal y una buena inteligencia intrapersonal para elegir que rol se quiere asumir y cual no.

Por otro lado, lidiar los conflictos que ocasiona salirse de los roles de una manera inteligente, con respeto y empatía (Asertivo-vulnerable-empático. El triángulo ganador), es crucial para modificar las dinámicas de poder en la familia.

DINAMICAS DE PODER

DINAMICAS DE PODER EN EL TRABAJO

DINAMICAS DE PODER EN LA AMISTAD

DINAMICAS DE PODER EN LA PAREJA

Como pasa con los roles de género de el patriarcado, en los cuales se nos encasilla, igual de peligrosos pueden llegar a ser los roles familiares que marcan y limitan de por vida a través de las dinámicas de poder en la familia.

Dinámicas de poder

Las cosas que tiene Eloisa

Es curioso como nos relacionamos las personas entre nosotras, muchas veces sobrándonos unas cosas y faltándonos otras y todo ello, con mucho de lo que hemos visto y aprendido, con lo que se ha movido en nuestro entorno y reproduciéndolo de forma inconsciente, de tal manera que nos pasan desapercibidas conductas que deterioran o complican las relaciones personales. Esto ocurre con las dinámicas de poder que adquirimos en familia, entre amistades, en el trabajo o en la pareja.

Vamos primero a ver que son las dinámicas de poder para luego ir viéndolas en los diferentes campos y maneras en las que se desarrollan y qué influencia tienen.

Las dinámicas de poder se refieren a la forma en que el control, la influencia y la autoridad están repartidos entre las personas, bien en un grupo o bien en una relación de pareja

Quién toma las decisiones o quién tiene la última palabra y cómo se siente cada persona respecto al control o la influencia que ejerce; vamos, es quién manda, por qué manda, cómo manda, para qué manda, dónde manda, …. y quién obedece, acata, cede y se subordina.

Estas dinámicas de poder han existido, existen y existirán siempre, y no es malo que existan, solo que hay un pero: pueden ser equilibradas o desequilibradas, influyendo esto en cómo interactuamos en las relaciones y cómo no, en cómo nos sentimos y hacemos sentirse a las personas en nuestras relaciones.

Si el poder no es equitativo y está desequilibrado, la persona subordinada llega a sentir que no tiene voz, que no es valorada o que siempre debe adaptarse a lo que quiere la otra. Ojo, que aunque no lo sienta por el rol adquirido por aprendizaje, le ocurre lo mismo, sólo que no lo tendrá identificado y si lo tiene, lo tendrá normalizado, pero eso no significa que el desequilibrio de poder no existe y que no sea injusto. No se debe abusar de la persona que no puede o no sabe defender su derecho a ser igual en la toma de decisiones, no se deben ejercer dinámicas de poder desequilibradas aunque la otra parte las tenga asumidas.

Y es que es muy simple de entender, cuando el poder está equilibrado, todas las partes implicadas se sienten escuchadas y pueden participar en las decisiones, lo que crea relaciones más sanas y felices; esto es lo ideal y lo aconsejable para que todas las personas puedan opinar, decidir y ser escuchadas en la misma medida y lograr relaciones más justas y satisfactorias.

¿Por qué no ocurre así en muchísimas ocasiones? la verdad es que hay muchas variables que influyen en cómo nos relacionamos y en la manera en que se distribuye el poder en los distintos tipos de vínculos (social, familiar, laboral, amistad, pareja, …). 

Aunque sea reiterativa en lo que pienso, estar en una sociedad patriarcal nos ha marcado y nos marca profundamente en nuestras relaciones y en la manera en la que interactuamos, por lo que las dinámicas de poder que existen entre las personas, tienden a ser desequilibradas desde tiempos inmemorables y están asentadas de forma incorrecta desde que somos unas mini personitas.

El tema es muy largo y profundo, pero voy a dar unas pinceladas de por dónde van las cosas.

  • Desigualdad estructural y social

En esta sociedad, que sigue siendo patriarcal, existen desigualdades de base que afectan las dinámicas de poder, como las diferencias de género, por raza, estatus económico, educación, país, estética…; esto trae consecuencias, entre ellas las distintas lacras sociales como son las diferentes discriminaciones y barreras sociales (El patriarcado; imagen de Procusto y su lecho).  

Estas desigualdades estructurales hacen que algunas personas tengan más acceso a recursos y por lo tango al poder desde el inicio, lo que influye en su posición en las relaciones.

  • Normas culturales y sociales

Desde pequeñas/os, todas las personas nos impregnamos de ideas sobre quién "debería" tener poder en ciertas situaciones (la familia, el trabajo, en la amistad, …). Las normas culturales y sociales suelen fomentar roles desiguales, enseñándonos de manera implícita, explícita y sutil a actuar de ciertas maneras según nuestro género, edad, posición económica, carácter, etc.

Estas normas a menudo se refuerzan a lo largo de la infancia y en el pasar del tiempo, por lo que las personas asumimos la aceptación de dinámicas de poder sin cuestionarlas, ya que las consideramos "normales" o "adecuadas".

  • Naturaleza humana y competencia

Teniendo en cuenta los dos puntos anteriores, las personas tenemos necesidades, deseos y metas muy  diferentes. Digamos que eso de que somos todas las personas libres, no es cierto, ya que estamos atadas a las creencias adquiridas que nos hacen desear en nuestras vidas cosas muy diferentes. 
¿Qué ocurre? que si encima añadimos que a veces, para alcanzar los propios objetivos, podemos entrar en el competir, directa o indirectamente, para tener el control  en una situación o en una relación, es cuando acabamos en estas dinámicas de poder desequilibradas e injustas.

Ya sé, que pensamos que hay momentos en los que hay que tomar decisiones en la vida y que en muchos casos, esas decisiones las tiene que tomar la persona más preparada, más capaz, más resolutiva, más adecuada, más lista, con más recursos, más decidida, más ..., pero como ya hemos visto, desde el nacimiento, muchas personas ya partimos con el menos y no con el más, no por capacidades, si no tan sólo por nacimiento.

En las sociedades, sean del tipo que sean (en el matriarcado también "el pueblo Mouso") existe una tendencia natural a que algunas personas asuman papeles de liderazgo, mientras que otras prefieran roles de apoyo o de sumisión. 
Este desequilibrio hasta puede ocurrir sin una intención de dominación y de manera involuntaria si no se está en la conciencia de qué son las dinámicas de poder, pero esto no significa que no se funcione de manera desequilibrada en las relaciones y es seguro que afecta en la igualdad y equidad en el poder.

  • Inseguridades personales y autoestima

Las personas con inseguridades o baja autoestima pueden adoptar un rol más pasivo en sus relaciones, permitiendo que otras personas tomen las decisiones. 
Por otro lado, quienes sienten la necesidad de controlar pueden asumir el rol dominante para sentirse más seguros o en control de la situación.

Vuelvo a repetir que cómo se ve una persona a sí misma,  vuelve a estar influenciado por las desigualdades estructurales y las normas culturales y sociales. Las personas estamos influenciadas ya de inicio en cómo debe ser quien manda y quien obedece, quién vale y quién no vale, quién es la persona lista y quién la persona tonta ¿verdad?, ¡puf, qué daño hace todas estas normas, reglas, roles!

Estas dinámicas de poder las tenemos tan caladas en las entrañas que se perpetúan porque no somos conscientes de que están actuando en base a las necesidades sociales inculcadas que provocan inseguridades o necesidades emocionales muy distintas.

  • Falta de habilidades de comunicación y negociación

No todas las personas tienen o han aprendido las habilidades de comunicación para negociar o establecer límites de manera abierta y efectiva, lo cual es clave para lograr un equilibrio de poder. Si alguien no expresa sus opiniones, deseos o límites, la otra persona puede tomar más control, aunque no lo haga con mala intención.

La comunicación y la negociación constante son necesarias para equilibrar el poder, y cuando estas habilidades faltan, es más fácil que se generen dinámicas de poder desequilibradas.

  • Preferencias personales y de rol

La verdad que no sé qué fue primero, si la gallina o el huevo, lo único que sé es que lo que somos es fruto de lo que hemos vivido en una gran parte y en otra parte, tenemos una impronta personal que es única desde que nacemos: esta mezcla hace que  algunas personas prefieran asumir roles de liderazgo, mientras que otras se sienten más cómodas en posiciones de aceptación de órdenes, lo que lleva a que las dinámicas de poder se inclinen naturalmente hacia un lado.

Pero ojo, que una persona prefiera inclinarse de un lado porque se siente más cómoda, no significa que siempre tenga que ser así y que no haya que contar con su criterio y opinión, porque cuando estas preferencias no se revisan o no se comunican bien, se crea un desequilibrio de poder que con el tiempo genera resentimiento o frustración en alguna de las partes o en ambas.

Si nos vamos ya a hablar de que ocurre en la humanidad con el tema de los roles impuestos por las normas culturales y por la desigualdad estructural, no significa que el tipo de dinámicas de poder sean correctas y haya que cambiarlas (me viene a la cabeza todo el tema del apartheid, la esclavitud, las guerras, etc.), por mucho que por imposición se hayan normalizado y asumido.

  • Hábitos y rutinas

Esto es así, todo es cuestión de hábitos de vida; anclamos maneras de comportarnos con el paso del tiempo, cómo se hace cuando entrenamos para cualquier cosa. El tiempo da unos resultados a unas determinadas actuaciones.

Si bebo un vino de vez en cuando, no pasa nada, pero si eso lo hago una rutina diaria por el motivo que sea, me provocaré con el tiempo una adicción que me va a crear una serie de problemas personales y relaciones. 

Si yo tomo una decisión porque alguien tiene que tomarla no pasa nada, pero si yo hago que la toma de decisiones sea mayoritariamente mía en muchas situaciones diferentes, con el tiempo se convierte en un hábito y costumbre que provoca unas determinadas dinámicas  de poder que se vuelven hábitos, aunque no sean justos o equitativos. 

Lo duro y lo complicado es que una vez que se han establecidos estos patrones, en muchos casos pueden mantenerse sin cuestionarse, porque aunque no lo es, resulta más cómodo seguir la rutina que plantearse cambiar las inercias. 
En otros casos se mantienen las dinámicas de poder porque convienen por muy diferentes motivos al de la comodidad (miedos, economía, dependencia, …

A nivel legal van existiendo avances que sirven para la concienciación de las diferentes problemáticas que producen los desequilibrios de poder y para la protección de las personas más vulnerables, pero aún no está todo hecho, ya que requiere que las estructuras sociales evolucionen para que el acceso al poder y a la toma de decisiones esté más distribuido y menos condicionado por factores externos como el género o el estatus económico.

A nivel de interactuación entre personas cercanas de los diferentes ámbitos, si es posible llegar a un equilibrio, pero implica consciencia, esfuerzo y mucha comunicación. 
Las personas que trabajan en sus relaciones y entienden sus propias necesidades y limitaciones son más capaces de construir dinámicas de poder equilibradas. 

¿Cómo se desarrollan las dinámicas de poder en los contextos que nos rodean? Voy a matizar un poco en cómo se dan en la familia, en la amistad, en el trabajo y en las relaciones de pareja. Para ello, os coloco los enlaces en los que voy a desarrollar cada contexto.

DINAMICAS DE PODER EN LA FAMILIA

DINAMICAS DE PODER EN EL TRABAJO

DINAMICAS DE PODER EN LA AMISTAD

DINAMICAS DE PODER EN PAREJA

Aunque resulta muy complejo descubrir las dinámicas de poder )por la socialización jerárquica del poder en la que hemos sido educadas y educados) y una vez descubiertas modificarlas, crear dinámicas de poder equilibradas en general es un desafío porque cada relación tiene su propio contexto, y los factores personales y culturales influyen. Sin embargo, con apertura y educación, es posible acercarse a un modelo más equitativo y justo de relacionarse.