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martes, 5 de noviembre de 2024

Dinámicas de poder en el trabajo

Las cosas que tiene Eloisa

Sigo con la temática de las dinámicas de poder, y tras saber qué son y hablar de las dinámicas de poder en la familia, voy a escribir sobre las dinámicas de poder en el trabajo, un lugar donde pasamos muchas horas al día y donde normalmente las jerarquías de mando están claras y se suelen aceptar mejor porque hay un salario por medio. 

Las dinámicas de poder en el trabajo se refieren a cómo se distribuye y usa la autoridad o influencia entre las compañeras/os de trabajo y las personas que tienen posición de mando. Estas dinámicas afectan a la manera en que nos sentimos, cómo trabajamos en equipo y cómo se toman las decisiones en el mismo o en la empresa.

Ni qué decir tiene que dependiendo del tipo de empresa, las normas internas, el tamaño, los salarios, la mentalidad de las personas empresarias, personalidades del distinto personal (en estas dos últimas influye la socialización jerárquica de la sociedad en que vivimos, la patriarcal), etc., las dinámicas de poder variaran y mucho, pero de forma generalizada comento un poco lo que puede haber con respecto a varios puntos: 

Relación de autoridad

Normalmente, en una empresa hay una estructura jerárquica que define quién toma decisiones y quién sigue instrucciones, con personas en distintos niveles, desde las que están en puestos superiores, hasta empleadas/os que no tienen cargos de liderazgo, es decir, algunas personas tienen más autoridad y otras tienen menos. 

El juego de dinámicas de poder en el trabajo es claro : las personas en los cargos de jefatura o supervisión se encargan de guiar y dar dirección al equipo, mientras que las empleadas/os siguen esas indicaciones para cumplir con sus tareas.

Esto puede crear un equilibrio en el equipo, pero también puede causar tensiones si se siente que quien manda abusa de su autoridad o no escucha al resto del personal. 
En una relación de autoridad saludable, jefatura lidera al equipo con respeto, valora la opinión de las empleadas/os y se asegura de que todas las personas se sientan parte importante en su trabajo y en su papel en la empresa. Sentir esa valoración como persona importa e implica.
En cambio, si la persona que ejerce la jefatura usa su autoridad para imponer su punto de vista sin escuchar al resto, puede generar desmotivación, porque ese resto siente que su voz no importa.

Es decir, en una relación de autoridad equilibrada, las empleadas/os respetan a la persona que manda por ser su trabajo y por hacerlo con empatía, honestidad y colaboración, y por sentir que se preocupa por el equipo y da apoyo. No la obedecen sólo porque tiene un cargo superior y deben obedecer. 

Influencia entre compañeras/os 

En el trabajo, además de la autoridad oficial de las personas que ejercen los cargo de mando, también existen dinámicas de poder que surgen entre las propias compañeras/os, quienes tienen influencia en el equipo y en el ambiente de trabajo, ya sea de forma positiva (haciendo equipo) o negativa (creando rivalidad).

Influencia de hacer equipo

La influencia positiva ocurre cuando algunas compañeras/os tienen la habilidad de unir al equipo, motivar al resto y fomentar un ambiente de apoyo y colaboración. Estas personas suelen ser las que siempre están dispuestas a ayudar, escuchan y promueven el buen ambiente en el trabajo. 
En un equipo, este tipo de influencia es fundamental porque hace que todas/os se sientan apoyadas/os y cómodas/os al compartir ideas o pedir ayuda. También puede ser que algunas empleadas/os tengan conocimientos especiales o experiencia que las/os convierte en "referentes" del equipo, y se confía en ellas/os porque saben que sus aportaciones son valiosas.

Cuando hay personas en el equipo que promueven la colaboración, las personas empleadas sienten que pueden dar lo mejor de sí mismos, y el ambiente se vuelve mucho más agradable. Es como tener un "pegamento" en el grupo que hace que se trabaje mejor de manera conjunta y que haya respeto.

En este tipo de ambiente laboral, las dinámicas de poder en el trabajo son equilibradas, equitativas y justas, por ello las empresas que consiguen esto, tienen una mayor eficacia y eficiencia, algo que ya se está teniendo en cuenta hoy en día.

Influencia de rivalidad

Por otro lado, hay influencias de rivalidad o competencia entre compañeras/os, que pueden generar conflictos o tensión en el ambiente de trabajo. Esto ocurre cuando algunas personas ven a sus colegas más como "rivales" que como personas miembros de un mismo equipo. 
Por ejemplo, puede haber alguien que siempre quiere destacar, acaparar los mejores proyectos o busca ser la única persona que impresiona a la jefa o al jefe, lo que puede crear resentimientos y desconfianza entre las/os demás. 
También puede suceder cuando alguien trata de hacerse "indispensable" o menosprecia las ideas de otras compañeras/os para hacerse ver como "lo mejor" del grupo.

Cuando estas influencias de competencia se intensifican, pueden hacer que el ambiente de trabajo se vuelva incómodo y que las empleadas/os sientan que tienen que competir en lugar de colaborar, algo que aparte de agotador, frena la creatividad y la comunicación, ya que las personas pueden llegar a sentir que tienen que "proteger" sus ideas o no compartirlas por miedo a que alguien se las arrebate y se lleve el crédito.

Funcionar con estas dinámicas es obsoleto y poco inteligente, ya que desciende la efectividad y la productividad en el trabajo, afectando a los resultados del mismo y creando tensión, malestar y desconfianza, lo cual puede provocar bajas por estrés, angustia, depresión, …

Decir que ambas influencias son naturales en los equipos, pero es importante que haya un equilibrio. Cuando las personas colaboran y el ambiente es positivo, se crea un espacio de trabajo donde todas/os se sienten valoradas/os.

Preferencias y favoritismos

A veces, en el trabajo, algunas empleadas/os pueden recibir un trato especial porque se llevan bien con las personas que están en cargos superiores o porque suelen tener buenos resultados. Esto puede crear una dinámica de poder donde algunas empleadas/os se sienten más valoradas/os que el resto, lo que puede generar malestar o desmotivación entre quienes sienten que no tienen el mismo trato.

¿Qué puede ocurrir para que las dinámicas de poder en el trabajo sean desequilibras o equilibradas?

Competencia por los recursos 

Los recursos limitados, como el tiempo, el presupuesto o el equipo, pueden crear tensiones entre compañeras/os. Por ejemplo, si dos necesitan la misma herramienta o presupuesto para sus proyectos, puede haber una lucha por obtener esos recursos, lo que genera una dinámica de poder y competencia.

Información privilegiada 

Las personas que tienen acceso a información importante, como los planes futuros de la empresa o los detalles de un proyecto, pueden tener más poder en el equipo. Saber cosas antes que el resto les permite adelantarse, tomar decisiones o prepararse mejor, lo cual les da una ventaja en el entorno laboral.

Recompensas y castigos 

En el trabajo, se pueden ofrecer recompensas o incentivos (como un aumento de sueldo, un ascenso o reconocimiento, días libres, etc.) o aplicar medidas disciplinarias (como una advertencia o reducción de responsabilidades, cambio de puesto de trabajo, etc.). 
Estas herramientas de compensaciones para bien o para mal, crean una dinámica de poder, ya que influyen en la conducta de las empleadas/os y en sus decisiones.

Consecuencias de las dinámicas de poder en el trabajo

Es evidente que pueden ser muchas y variadas, y algunas ya las he mencionado: 

Ambiente de trabajo 

Un ambiente donde la distribución del poder es justa suele ser más colaborativo y motivador. En cambio, si una persona abusa de su poder, puede generar resentimiento, falta de confianza y conflictos.

Desarrollo de las empleadas/os

Las trabajadoras/es que tienen menos poder pueden sentirse menos motivadas/os para proponer ideas o participar activamente, mientras que quienes tienen más poder pueden aprovechar más oportunidades de aprendizaje y crecimiento.

Eficiencia y resultados 

Las dinámicas de poder equilibradas permiten que las tareas se realicen de manera más eficiente, ya que todas/os sienten que su voz cuenta y colaboran mejor. Si el poder está desequilibrado, la falta de comunicación y de confianza afectan a los resultados.

Bienestar emocional

Cuando hay una buena relación de poder, las empleadas/os se sienten valoradas/os, respetadas/os y parte del equipo. En cambio, si sienten que se abusa de la autoridad o que no son escuchadas/os, pueden experimentar estrés, ansiedad o incluso buscar otro trabajo.

Todas las dinámicas de poder en el trabajo pueden estar equilibradas, pero para ello es necesario que quien ejerce el poder quiera que así sean y lo consiguen a través de:

Comunicación abierta- Fomentar una comunicación donde todas las personas trabajadoras puedan opinar y sentirse escuchadas, esto ayuda a crear un ambiente de respeto e igualdad. Una persona que tiene un cargo superior en la jerarquía de la empresa que escucha a su equipo y toma en cuenta sus ideas, crea una dinámica más equilibrada que alguien que solo da órdenes sin escuchar.

Distribución justa de recursos y oportunidades- Asegurarse de que todas tengan acceso a recursos, información y oportunidades de crecimiento, de esta forma se evita la la competencia innecesaria.

Reconocer el esfuerzo de todas las personas- Apreciar y reconocer el trabajo de todas las personas miembros del equipo, no solo de las/os "favoritos" o las/os que siempre destacan, de esta manera se crea un ambiente donde todas la personas se sienten valoradas, creando confianza y seguridad.

En resumen, las dinámicas de poder en el trabajo existen porque hay jerarquías y diferentes niveles de influencia, pero lo importante es que se manejen de forma justa para que todas las personas se sientan valoradas y respetadas en el equipo.