Pensamientos, palabras, obras y omisiones

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Pensamientos, palabras, obras y omisiones, … tal cual es la vida.

lunes, 27 de noviembre de 2023

Lenguaje inclusivo y su sentido

Parece sencillo hablar en nuestra lengua materna, esa que hemos aprendido desde pequeñas y utilizamos con más o menos gracia, pero ¿nos hemos parado a pensar qué expresamos con el lenguaje aprendido? Aquí es donde a mí me ha dado para pensar y dar una vuelta de rosca a mis reflexiones con el tema del  lenguaje inclusivo y su sentido.

En la infancia, los cambios nos resultan hasta divertidos; hacer cosas nuevas, experimentar, conocer, aprender, jugar o disfrutar es la forma en la que vamos creciendo y evolucionando. pero de adultos los cambios nos van resultando más complejos y menos agradables por la tendencia a acomodarnos en nuestras creencias y ese puntito de querer sentir que somos lo suficientemente inteligentes y sabias como para que nos cambien lo que ya tenemos como verdadero y certero.

Yo he de reconocer que he sentido esas reticencias a entender el sentido de la utilización del lenguaje inclusivo, quizás no por creer que estoy ya en la verdad, pero sí por pasividad, por pensar que la utilización o no del lenguaje inclusivo a mí no me afectaba y no iba a cambiar la forma en que me iban a ver o yo iba a ver al mundo. Es cierto que no juzgaba o descalificaba a quienes utilizan o no el lenguaje inclusivo (aún costará tiempo el uso habitual), eso sí, lo malo es que no me daba cuenta de que no hablar de manera inclusiva evidencia una desigualdad y una invisibilidad hacia un número de población bastante elevada; la mitad o más, algo claramente injusto.

En esa manera de entender la vida que tengo de pensar que a mí nadie me ofende si yo no me siento ofendida y que lo que piensen y hagan las/os demás es cosa de ellas/os y que yo no puedo hacer nada más que conmigo y con lo mío, ... me equivocaba, sí.  Me equivocaba por reticencias interiores no valoradas pero sí existentes. 

No puedo obviar que soy como todo el mundo: más o menos abierta de mente como para seguir aprendiendo, pero con los mismos engranajes mentales inherentes que todo el mundo y con limitaciones, con muchas aún, por ser una mujer nacida en 1964 y haber recibido la educación de la dictadura franquista, de religión, sociedad hacia el qué dirán y misógina. Esto es así, por mucho que hayamos evolucionado, leído, aprendido, vivido, caído y levantado,... yo he nacido en esa forma de ver la sociedad y la vida, por lo que muchas asociaciones de ideas las tengo ya creadas partiendo de ese punto de vista. 

La única manera de cambiar como veo el mundo, es modificándolo a medida que voy siendo consciente de que lo que pensaba no era del todo correcto; si me servía, pero no era del todo correcto o era equivocado. Es hacer una inmersión en la propia ignorancia pese a saber de muchas materias, pese a tener mucha vida vivida, pese a lo que pienso; si ya tengo demostrado que muchas de mis creencias no eran mías si no de la sociedad, esa premisa está latente en otras materias en las cuales aún no lo he descubierto. La verdad es que cada vez que me descubro en un error "creencial" (creo que no existe esta palabra, pero me gusta), me resulta apasionante investigar qué puedo hacer con lo que sé y con lo nuevo que me ha venido.

Este es el paso que me ha tocado experimentar ahora, en mi etapa adulta/mayor con el lenguaje inclusivo y su sentido y utilización, que por cierto, me está dando un nuevo trabajo que hacer a la hora de escribir y expresarme porque me requiere revisión de todo lo que se me escapa por los dedos desde mi mente sin pasar por la criba del lenguaje inclusivo ¡aún no lo lo tengo de manera natural!

¿Por qué este cambio de pensamiento? Porque he entendido que el lenguaje es poder, pero poder a lo grande y a lo despiadado; ese que aplasta y somete, ese que es injusto, déspota, inhumano y opresivo. Si fuese el poder enfocado a la humanidad, al desarrollo de la humanidad, a la creación de un mundo más amable, más humano, menos raro (como dice la canción de La Cabra Mecánica), pues adelante con seguir con el poder de ese lenguaje, pero no es el caso.

Y es aquí donde entra mi condición personal en acción; si lo que veo no me gusta y no hago nada, estoy contribuyendo a que siga todo igual con mi inacción y pasividad frente al tema. Si no reacciono ante una injusticia, estoy permitiendo esa injusticia; es la famosa frase de Edmund Burke "Para que el mal triunfe solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada". 

Que traducido en el lenguaje inclusivo yo la haría así " Para que el mal triunfe, sólo se necesita que las personas buenas no hagan nada". Si decimos "hombres", responsabilizamos tan solo a los hombres de que el mal siga existiendo y las demás nos lavamos las manos. En cambio si ponemos "personas" ya entramos todas y todos en el lote de la responsabilidad de que el mal siga. Aquí vuelvo a aludir al libro "Los 4 acuerdos",  a la parte que habla del poder de las palabras: "impecable con las palabras". Esto no es nuevo, en comunicación y en resolución de conflictos, el qué decimos y cómo lo decimos tiene una importancia transcendental. No es lo mismo que te digan una cosa con claridad a que te anden con rodeos que pueden dar lugar a interpretaciones personales y por lo tanto a equívoco. 

No estamos solos en el mundo, por lo tanto, esto lo hacemos entre todas y todos; podremos tener mayor o menor influencia en nuestro entorno, pero lo que no tengo ninguna duda es que cada una/o y de forma individual, contribuimos en una gran medida en lo que nos ocurre y en lo que ocurre alrededor. Soy de las que practica la autorresponsabilidad frente a la vida; no soy culpable de nada, ni tengo la responsabilidad de todo, pero si soy la gran responsable de mi vida y de mis actuaciones en ella, tanto por hacer, como por no hacer.

Siempre me viene a la mente que hace unos 15 años o más, la primera vez que oí a un hombre hablar en femenino me chocó, me chocó tanto que pensé inmediatamente que no era hetero y por eso lo hacía; a mi cabeza no le sonaba bien oír a un hombre hablar en femenino y obviar el masculino. Me equivoqué, tan sólo era un hombre con la sensibilización por el lenguaje mucho más desarrollada que la mía; entraron en acción los estereotipos de mi cabeza, esos que he aprendido y que por muy moderna que me crea, aún tengo.

Muchas mujeres y hombres piensan que hablar en masculino de forma generalizada no hace daño, no tiene por qué preocupar y es más, si siempre ha sido así,... ¿por qué habría que cambiarse, por qué si ha funcionado el lenguaje hasta ahora hay que cambiarlo? ¿por qué las mujeres nos tendríamos que sentir ofendidas? ¿por qué se quiere ningunear a los hombres ahora? ¿por qué se llevan al extremo las cosas? ¿por qué si yo no hablo en masculino para ofender a nadie, alguien se siente ofendida/o? ¿por qué me tienen que imponer hablar en leguaje inclusivo? ¿de quién o de dónde viene esta nueva moda del lenguaje inclusivo? ¿por qué no puedo hablar como a mí me de la gana? ¿no hay cosas más importantes de las que preocuparse? ¿nos estamos volviendo una panda de idiotas? ¿te extraña que al final nos extingamos como especie con tanta tontería? ... "ya se sobreentiende que cuando se habla en masculino nos estamos refiriendo a todo el mundo, no solo a los hombres".

¡Lo entiendo tanto! Lo entiendo porque en estas preguntas y reflexiones (y en otras), he estado yo y están personas con las que he compartido un rato de debate con el tema del lenguaje inclusivo. Se debaten temas entre las personas de todo tipo y dentro de este debatir, cuando nos vemos en un ambiente en el que más o menos vamos a ser aceptados y entendidos, nos expresamos con mayor libertad y sin miedo al rechazo. En cambio, cuando sabemos que nuestra forma de ver la vida difiere de la que tienen las/os del entorno, la tendencia es a callar y no expresar para no enfrentarnos ya que estamos en minoría (defensa por miedo al rechazo) y pasamos de líos. 

Como al final compartimos más debates con los que piensan como nosotros, reforzamos nuestras creencias y criterios y lo afianzamos en nuestro cerebro, haciéndolas verdades absolutas e inamovibles. Vamos como lo que se suele decir de que una mentira a base de ser escuchada acaba haciéndose verdad, o lo de la niña de la curva que a base de contar la leyenda urbana, muchas personas creen que la niña de la curva existe y algunas/os hasta la han visto en una noche de lluvia.

Pues haciendo un símil, ahí me encontraba yo, hablando del lenguaje inclusivo con las que pensaban como yo y mientras tanto, sin hacer nada. Y le llamo nada a ni tan siquiera leer o escuchar el por qué para alguien puede resultarle tan importante hablar en lenguaje inclusivo. Si para tantas personas es ya importante hablar en un leguaje que no sea genérico masculino ¿Qué tal si conozco el por qué y luego decido qué quiero hacer de nuevo o qué quiero seguir haciendo? 

No nos quedemos con que es una nueva moda de las nuevas generaciones, o de feministas o de personas que no tienen otro cosa en la que pensar o en la que gastar fondos de todas/os con estas nuevas políticas que solo hacen tirar el dinero en imbecilidades. Si hemos sido capaces de cambiar las albarcas  con las que nuestras precedentes generaciones andaban, por unos más cómodos zapatos, quizás tan solo escuchar por qué hay que hablar de otra manera, también puede ser una buena opción.

La vida evoluciona y el lenguaje evoluciona; todas las lenguas han introducido nuevos términos y han modificado las palabras desde que se creo el lenguaje. El castellano antiguo nada tiene que ver con las nuevas palabras tecnológicas que han tenido que surgir para denominar elementos de vida que anteriormente no existían. Esto es así tanto, que hasta existen palabras o expresiones denominadas arcaísmos por estar en desuso o por haber tenido una derivación hacia otra forma de palabra (fermosura, enflacar, urbanía, aborrecedero, …).  También existen las palabras obsolescentes, que son las que están en proceso de desaparición, y por otro lado, se siguen incorporando al diccionario vocablos nuevos. Todo cambia, todo gira, todo se mueve, todo evoluciona.

Sé que la RAE está en contra del lenguaje inclusivo (artículo de la revista Muy Interesante sobre el rechazo del lenguaje inclusivo por la RAE), pero hay otras muchas asociaciones que utilizan el lenguaje inclusivo y que incluso nos indican como hacerlo mejor; Naciones Unidas en una de ellas (Orientaciones para el empleo de un lenguaje inclusivo en cuanto al género en español)

El lenguaje inclusivo no es cuestión de moda, ni debe ser cuestión de enfado, aunque no sé yo por qué suscita tanto problema y animadversión. La utilización del lenguaje inclusivo tan solo debería ser cuestión de justicia e igualdad, de paridad porque existimos hombres y mujeres, niños y niñas, monstruos y monstruas.

En mi entorno he observado malestar entre las personas que quieren usar el lenguaje inclusivo y las que no. Entre aquellas personas que se expresan como siempre y aquellas que puntualizan que se puede hacer de otra manera. Entre aquellas que no sienten la necesidad de cambiar su discurso expresivo y las que lo ven necesario. Entre aquellas personas que ven ofensivo que les hagan cambiar la manera de expresarse y aquellas que ven ofensivo que no se cambie la manera de expresarse. Entre las que no tienen prisa en que algo cambie y las que para ellas es tarde ya para andar cambiando algo.

La gestión de los tiempos para hacer algo en cada persona es distinta, como lo es la gestión de cubrir las necesidades personales; para mí igual es prioritario tener la cocina ordenada y para otra persona acumular los platos en el fregadero no le supone ningún problema. La cuestión es que cuando no vivimos solos, porque si viviéramos en el mundo solos, …cada cual que baile a su son y listo, no hay discusiones ni problemas.

Somos seres sociales; no vivimos solos, no hablamos solos (bueno, a veces). Interactuamos en núcleos familiares, dentro de barrios o pueblos, trabajamos normalmente en colaboración o en relación con otras personas, nuestro ocio es con personas alrededor. Compartimos entornos y vivencias, así que si compartimos, todas y todos aportamos algo, ¿no? y si aportamos ¿por qué no se dice y se ve el aporte que hacemos las mujeres? ¿por qué hay que sobreentender que estamos? En justicia, lo que uno hace, hay que reconocerlo y lo que no hace, también. Nos han enseñado en el colegio quienes eran los grandes inventores, pero han obviado a las grandes inventoras; siempre se ha dicho que detrás de un gran hombre hay una gran mujer,... ¿por qué detrás?

Me viene a la mente la reflexión de una amiga cuando era niña; pensaba que había magia en su casa porque la ropa sucia desaparecía y aparecía limpia en el armario. Nadie la decía que era su madre la que se lo trabajaba; para ella todo era cuestión de magia y su madre existía para otras cosas, curiosamente también relacionadas con su cuidado como hija, porque en nuestra época (y seguimos parecido con el tema de conciliación familiar real), las madres son las que  tenían y debían estar al cuidado de la crianza de la prole familiar.

El hombre trae los dineros a casa y la mujer se encarga de la casa, por lo que el hombre posee la casa y lo que hay dentro de la casa (personas y cosas) ¿venimos de ahí? sí, venimos de ahí y no hace tanto, que estoy hablando de una mujer amiga mía nacida en los años 1960 que creía en la magia y en los Reyes Magos de Oriente. Luego ya creció y dejo de creer en los Reyes y en la magia de su casa al conocer que en ambos casos, era la madre la que estaba por detrás moviendo los hilos; eso sí, con respecto al lenguaje inclusivo aún no entiende por qué tiene que pensar diferente.

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Yo no soy ninguna entendida en leguaje inclusivo, es más, me cuesta expresarme en él de forma habitual y normalizada. Me descubro usando el masculino genérico muy a menudo y solo de pensar en que todo lo que he escrito debería corregirlo a lenguaje inclusivo, me da un mal. Mucho esfuerzo, para cambiar todo lo que he escrito, necesito mucho tiempo y mucho esfuerzo que con toda la sinceridad, ni tengo ni quiero hacer en su totalidad.

Eso sí, puedo a partir de ahora hacerlo distinto para luego no tener que andar actualizando a lenguaje inclusivo, porque este tipo de lenguaje es el que quiero usar. Lo quiero usar porque he entendido su sentido, el por qué hay que empezar a hablar en inclusión de la mujer y en femenino también.

No voy a tocar aquí las normas del lenguaje inclusivo, no voy a darte argumentos para que quieras utilizar el lenguaje inclusivo en tu vida; ya sabes que para todas las opiniones hay argumentos en contra y a favor, uno puede elegir los que quiera creerse y yo solo puedo elegir los que yo me quiero creer.

El mundo se creía que era plano, luego se comprobó que no, que era redondo, aún así, hoy en día existen las personas terraplanistas con argumentaciones terraplanistas convincentes para ellas/os. Como este ejemplo habrá muchos más; situaciones que se creían inamovibles y verdades absolutas que con el paso de los tiempos se han caído por su peso.

Para muchas personas, los cambios producen un rechazo inicial; cambiar a lenguaje inclusivo también está suponiendo para muchas/os un rechazo, mientras que para otras/os, es un esfuerzo porque hay que andar pendiente de la inercia personal a hablar en masculino. En cualquiera de los casos, lo que no se haga hoy, se hará mañana, porque queramos o no, el lenguaje inclusivo ha venido para quedarse por mucho que sea rechazado por instituciones lingüísticas y por las/os de a pie.

Encontrar el sentido a la utilización del lenguaje inclusivo es una labor individual que viene de un trabajo colectivo de muchas personas desde hace muchos años; si no hubiera habido mujeres y hombres que se han ocupado y preocupado de hacer saber las consecuencias del lenguaje que invisibiliza a las mujeres, yo no me hubiera dado cuenta, mi cabeza no se hubiera parado a pensar en ello. 

Nos educan en una dirección y con pocas alternativas; buscarse otros caminos a descubrir, es toda una aventura por la que algunas personas apostamos y otras no apuestan. Estamos hechos en la fábrica social y nos moldean tal como los dueños de la fábrica quieren que salga el producto: unidireccional y unidimensional, como decía Herbert Marcuse en 1964 en su ensayo "One-dimensional Man: Studies in the Ideology of Advanced Industrial Society". 

Yo he encontrado que el lenguaje inclusivo y su sentido me encajan en mi más/menos coherencia de vida y por ello vamos a hacer por utilizarlo, empezando por lo que escribo y esperemos que terminando por lo que hablo, porque en estos momentos estoy en pañales con el lenguaje inclusivo. Un última cosita, os dejo un enlace para vuestra curiosidad, para conocer como se vive en una sociedad matriarcal; El matriarcado- El pueblo Mosuo, ver distintas culturas y formas de vida abre la mente y para encontrar el sentido al leguaje inclusivo, es necesario abrir la mente.

NOTA- disculpar si hay alguna expresión que no esta en lenguaje inclusivo, según voy releyendo el texto, descubro alguna. No lo hago todo perfecto y soy nueva en este lenguaje y como todo idioma, hay que interiorizarlo para hablarlo bien.