Pensamientos, palabras, obras y omisiones

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Pensamientos, palabras, obras y omisiones, … tal cual es la vida.

domingo, 2 de abril de 2017

Justificando nuestras creencias

Todos sin excepción, tenemos momentos de vida en los que nos creemos con la verdad de las situaciones y la defendemos con argumentos sólidos. Esto nos ocurre porque nuestra mente es capaz de crear unos mecanismos de defensa para no salir de su pensamiento y poder vivir justificando nuestras creencias para permanecer con ellas porque las nuevas nos dan miedo.

Es un mecanismo defensivo mental del cual no podemos salir si no somos conscientes de él, si no nos paramos a pensar que quizás estamos equivocados en la forma de admitir las situaciones de vida y sobre todo, las que nos mueven por dentro y nos provocan emociones intensas e incluso dañinas a nivel físico.

Yo no dudo de la reflexión de Wayne Dyer que dice que cuando cambias tu forma de ver las cosas, las cosas que ves cambian (para entender esta afirmación quizás os sirva este enlace).

Si nos aferramos a un pensamiento defensivo de las creencias que puede incluso ser nocivo hasta con nuestro propio cuerpo, algo no está en la línea de vida natural.
Nuestro organismo es un universo que funciona de manera organizada y él por sí mismo tiene muchos mecanismos de defensa y sanación, pero si a través de nuestras creencias mentales lo estresamos y debilitamos el sistema inmunológico (demostrado científicamente que las emociones y los pensamientos alteran las funciones corporales), le estamos imposibilitando o al menos entorpeciendo.

Por un lado el tema de auto destrucción corporal, pero la parte anímica no se queda atrás. Creamos conflicto dónde debería funcionar el entendimiento, mantenemos situaciones tensas por defender nuestro criterio y por querer demostrar al mundo que tenemos razón para estar como estamos y por pensar como pensamos.

Estos son unos mecanismos tan arraigados que ni somos conscientes de ello, por lo que todo aquello que nuestra mente inventa para defender su verdad o su razón o su creencia, es admitido como real y sólido argumento para permanecer en el mismo criterio. No vemos lo que hay, vemos lo que nuestra personalidad a través de la mente quiere que veamos.

Dan igual las evidencias, las obviamos.
Da igual lo que nos digan, ignoramos.
Da igual el daño que nos hagamos, los soportamos y responsabilizamos a otros.
Da igual infligir daño, lo damos por justo.

Aquí interviene mucho la personalidad y no la persona.

La personalidad trata de no desaparecer (viene nutriéndose desde que somos pequeños de todo lo vivido y aprendido de otros) , de quedar por encima, de destruir si se siente amenazada, de sentir celos, envidia, separación, rabia o cualquier otro sentimiento y emoción que sea necesario para justificarse y no moverse de su sitio (lo de personalidad fuerte a mi me produce mucho respeto).
La persona cede, deja sentir y hacer, entiende y disculpa, acoge y ama. Simplemente ama porque entiende que la persona que está enfrente es igual de persona que ella a pesar de su personalidad.

No sé si este concepto es aceptado por muchas personalidades, lo que si sé es que sí es aceptado por la persona.

Quizás con el vídeo de Sergi Torres entendamos mejor que hacemos en situaciones de vida en las cuales nos vemos en la tormenta de andar justificando nuestras creencias para no sentirnos dañados en nuestra personalidad.