La socialización jerárquica moldea nuestras relaciones de manera que asumimos que hay personas “más valiosas” o “con más derechos” que otras, según su rol o su posición en una estructura de poder. Este enfoque jerárquico puede afectar tanto nuestra autoestima como nuestra autonomía y capacidad para colaborar de manera equitativa.
¿Qué consecuencias tiene?
Muchísimas y variadas, además de trascendentales en las relaciones entre personas; voy a tocarlas de forma general, porque de forma relacional entre el rol de hombre y rol de mujer, lo veremos más tarde:
Dificulta la igualdad
Cuando nos educamos con esta visión, es fácil que asumamos que la igualdad entre personas no es algo natural ni posible. Nos acostumbramos a ver a la autoridad como algo incuestionable y a creer que quienes ocupan roles más altos son inherentemente “mejores” o más importantes. Esto limita nuestra capacidad para relacionarnos de igual a igual, tanto en la familia, como en el trabajo y en otros espacios.
No es fácil de ver que mantenemos parte de estas "reglas no escritas", tan dando permiso a que continúen por ignorancia de no verlas, como ejecutándolas por esa misma ignorancia de no verlas.
Inhibe la autonomía y la participación
Al aprender a relacionarnos de manera jerárquica, nos acostumbramos a ceder el poder de decisión a quienes están en posiciones de autoridad y asumimos que nuestras ideas o deseos son menos importantes. Esto nos vuelve menos propensos a participar, a cuestionar o a tomar decisiones de manera independiente.
La socialización jerárquica nos condiciona a aceptar las normas y las estructuras tal como están, en vez de desarrollarnos como personas autónomas y activas. Es curioso ver la fuerza que tiene porque es bastante habitual que personas que en ocasiones han sido capaces de salir de esta normativa de socialización, vuelven a caer en ella en otros contextos.
Refuerza las diferencias de poder y dependencia
Este tipo de socialización fomenta la dependencia y el apego a la autoridad. Nos acostumbra a buscar el visto bueno o el permiso de quienes nos han hecho creer que ocupan posiciones “superiores” antes de actuar, y puede hacer que sintamos que no somos capaces o merecedores de tomar decisiones importantes por nuestra cuenta.
Además, quienes están en posiciones de poder suelen mantener esa posición y reforzarla porque, culturalmente, se les ha enseñado que tienen “derecho” a ejercer autoridad sobre quienes se perciben como “inferiores”.
Ojo, que dejar de tener algo que crees que tienes por derecho, es cuando menos desconcertante, porque se ve injusto e injustificable.
¿Por qué es importante cuestionar la socialización jerárquica?
Cuestionar esta forma de socialización es importante para construir relaciones más justas, en las que el respeto y la dignidad de cada persona no dependan de su posición o rol. Al reconocer y desarmar estas jerarquías, nos abrimos a nuevas maneras de relacionarnos donde se valoren la colaboración, la participación equitativa y el respeto mutuo.
Esta socialización jerárquica es muy patente en una sociedad patriarcal, en la que el hombre heteronormativo está en una posición superior frente al resto de los mortales, con la implantación de unas dinámicas de poder que se perpetúan generación tras generación.
Algunas y algunos ya estaréis pensando que todo esto es un poco desproporcionado y exagerado hoy en día, que estar todo el rato con las mismas cosas aburre, pero es que, seguimos viviendo las cosas que están en la profundidad igual que hace años.
Repito que estamos rascando superficie para llegar a lo que importa limpiar, y de verdad, que lo que importa limpiar está en un sitio de difícil acceso porque lo llevamos impregnado en los huesos con esta socialización jerárquica heredada desde tiempos demasiado remotos. Si queréis saber más sobre ello os dejo este enlace "
Socialización jerárquica en término de igualdad de género".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias!, compartiendo lo que sabemos aprendemos un poco más entre todos.