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domingo, 10 de noviembre de 2024

Socialización jerárquica

Las cosas que tiene Eloisa

Estos temitas "feministas" que tan poco gustan por ser incómodos, por transgredir las creencias, por ser una exageración hoy en día y por ser cosas de mujeres resentidas, … estos temitas son los que a muchas mujeres nos hacen darnos cuenta de en dónde estamos y qué estamos haciendo con nuestras vidas. No voy a excluir a los hombres porque los que están viviendo con otras masculinidades, también siguen en la línea de querer conocer dónde están y que hacen con sus vidas.

Uno de estos maravillosos temas es la socialización jerárquica a la que estamos sometidas todas las personas, seamos del género que seamos, y más tirana o menos tirana dependiendo de la cultura en la que nos encontremos.

¿Qué es esto de la socialización jerárquica?

La socialización jerárquica es un tipo de educación o enseñanza que recibimos, desde pequeñas/os y a lo largo de la vida, en la que aprendemos a ver a las personas como "superiores" o "inferiores" según ciertas características, como su rol, su estatus, su autoridad, o su riqueza. Este tipo de socialización nos enseña a relacionarnos y actuar de acuerdo con estas jerarquías.

La socialización jerárquica afecta nuestra manera de ver el mundo y nuestras relaciones porque nos enseña a respetar y valorar a las personas en función de su posición en una escala de poder, en vez de basarnos en el respeto mutuo o en el valor de cada persona como ser humano. Este enfoque puede limitar la igualdad y la colaboración, ya que fomenta relaciones de autoridad más que de equidad (las dinámicas de poder).

Si bien las formas más simplistas de la socialización jerárquica han cambiado, hay un trasfondo que permanece casi inalterable y llegar a él es perturbador para las personalidades formadas en ella, incluso para aquellas que han sido capaces de hacer otras serie de cambios, incluso muchos cambios, pero de la capa de arriba, sin llegar a capas más internas. 

Es evidente que, hay que ir quitando capas para llegar al meollo, con el tiempo y esfuerzo que conlleva y sobre todo, por los cambios relacionales que conlleva. Por esta razón, muchas personas nos quedamos con la satisfacción y con la convicción de que si hemos quitado parte de la primera capa, ya está todo hecho.

Los siguiente puntos que voy a poner, son parte de los que están en la capa superior de la socialización jerárquica que han cambiado y que incluso hoy en día nos cuestionamos si para bien, porque la realidad es que al ser cambios superficiales, dan resultados superficiales y no satisfactorios para un cambio social necesario.

Vamos con alguno de estos cambios superficiales:

En la familia: ver a las personas adultas como las máximas autoridades a las que hay que obedecer siempre, sin importar el contexto o la situación. Esto nos hace ver la relación entre personas adultas y menores de edad de forma jerárquica, sin que ambos tengan el mismo derecho a expresar sus opiniones o a decidir.

Cambio- el criterio de las hijas/os también importa, pero ojo, no es el momento de indagar las consecuencias por no haber otro grado de límites, pero "haberlos, haylos".

En la escuela: Es común que se enseñe a las y los estudiantes a ver a sus profesoras y profesores como figuras de autoridad absoluta, mientras que su propia voz o capacidad para tomar decisiones queda en segundo plano. La socialización jerárquica aquí enseña a aceptar la autoridad sin cuestionar o participar.

Cambio- el criterio del alumnado también importa, pero ojo, no es el momento de indagar las consecuencias por no haber otro grado de límites, pero "haberlos, haylos".

En el trabajo: En un entorno jerárquico, se espera que las personas "de menor rango" sigan siempre las órdenes de quienes están "por encima" de ellas, sin mucha libertad para proponer sus ideas o tomar decisiones. Esto crea una estructura donde las personas sienten que algunas valen más que otras por el cargo que ocupan.

Cambio- Las empresa ya buscan una manera de relacionarse diferente, con directrices empresariales que superficialmente animan al cambio de jerarquías, pero ojo, no es el momento de indagar, pero las razones no son siempre todo lo honestas (socialmente hablando) que algunas personas puedan pensar. La productividad empresarial, la manipulación económica, promover el consumismo, etc. también son alguna de las razones mayores.

Ya estamos viendo que esta socialización jerárquica es diferente en sus formas más externas, dependiendo de los tiempos en los que nos haya tocado vivir, ¿Qué tal si indagamos un poco más?

La socialización jerárquica moldea nuestras relaciones de manera que asumimos que hay personas “más valiosas” o “con más derechos” que otras, según su rol o su posición en una estructura de poder. Este enfoque jerárquico puede afectar tanto nuestra autoestima como nuestra autonomía y capacidad para colaborar de manera equitativa.

¿Qué consecuencias tiene?

Muchísimas y variadas, además de trascendentales en las relaciones entre personas; voy a tocarlas de forma general, porque de forma relacional entre el rol de hombre y rol de mujer, lo veremos más tarde:

Dificulta la igualdad

Cuando nos educamos con esta visión, es fácil que asumamos que la igualdad entre personas no es algo natural ni posible. Nos acostumbramos a ver a la autoridad como algo incuestionable y a creer que quienes ocupan roles más altos son inherentemente “mejores” o más importantes. Esto limita nuestra capacidad para relacionarnos de igual a igual, tanto en la familia, como en el trabajo y en otros espacios.

No es fácil de ver que mantenemos parte de estas "reglas no escritas", tan dando permiso a que continúen por ignorancia de no verlas, como ejecutándolas por esa misma ignorancia de no verlas.

Inhibe la autonomía y la participación 

Al aprender a relacionarnos de manera jerárquica, nos acostumbramos a ceder el poder de decisión a quienes están en posiciones de autoridad y asumimos que nuestras ideas o deseos son menos importantes. Esto nos vuelve menos propensos a participar, a cuestionar o a tomar decisiones de manera independiente. 
La socialización jerárquica nos condiciona a aceptar las normas y las estructuras tal como están, en vez de desarrollarnos como personas autónomas y activas. Es curioso ver la fuerza que tiene porque es bastante habitual que personas que en ocasiones han sido capaces de salir de esta normativa de socialización, vuelven a caer en ella en otros contextos.

Refuerza las diferencias de poder y dependencia 

Este tipo de socialización fomenta la dependencia y el apego a la autoridad. Nos acostumbra a buscar el visto bueno o el permiso de quienes nos han hecho creer que ocupan posiciones “superiores” antes de actuar, y puede hacer que sintamos que no somos capaces o merecedores de tomar decisiones importantes por nuestra cuenta. 
Además, quienes están en posiciones de poder suelen mantener esa posición y reforzarla porque, culturalmente, se les ha enseñado que tienen “derecho” a ejercer autoridad sobre quienes se perciben como “inferiores”.
Ojo, que dejar de tener algo que crees que tienes por derecho, es cuando menos desconcertante, porque se ve injusto e injustificable. 

¿Por qué es importante cuestionar la socialización jerárquica?

Cuestionar esta forma de socialización es importante para construir relaciones más justas, en las que el respeto y la dignidad de cada persona no dependan de su posición o rol. Al reconocer y desarmar estas jerarquías, nos abrimos a nuevas maneras de relacionarnos donde se valoren la colaboración, la participación equitativa y el respeto mutuo.

Esta socialización jerárquica es muy patente en una sociedad patriarcal, en la que el hombre heteronormativo está en una posición superior frente al resto de los mortales, con la implantación de unas dinámicas de poder que se perpetúan generación tras generación.


Algunas y algunos ya estaréis pensando que todo esto es un poco desproporcionado y exagerado hoy en día, que estar todo el rato con las mismas cosas aburre, pero es que, seguimos viviendo las cosas que están en la profundidad igual que hace años. 
Repito que estamos rascando superficie para llegar a lo que importa limpiar, y de verdad, que lo que importa limpiar está en un sitio de difícil acceso porque lo llevamos impregnado en los huesos con esta socialización jerárquica heredada desde tiempos demasiado remotos. Si queréis saber más sobre ello os dejo este enlace "Socialización jerárquica en término de igualdad de género".

domingo, 13 de octubre de 2024

Micromachismos II

Si en micromachismos I os contaba muchas cosas sobre ellos, en micromachismos II os comparto parte de un material pedagógico realizado para un público juvenil adolescente. Es importante el aprendizaje de las conductas que mantienen los micromachismos evidentes y los micromachismos más sutiles y que pasan desapercibidos; esto va para hombres y mujeres de cualquier edad, pero es importante que la juventud lo sepa.

¿Por qué para un público juvenil? Porque parece ser que hay  un retroceso en los avances logrados socialmente en cuanto a la violencia de género y contra el machismo; aunque sea duro, es real.


Especial atención porque es una noticia de noviembre del 2023. 
Impresiona saber que 1 de cada 4 jóvenes de entre 15 y 29 años no crea que la violencia machista existe y que el porcentaje con respecto al año 2019 sea de prácticamente el doble: de un 12% hemos pasado a un 23'1% y la violencia machista sigue existiendo ¿por qué ocurre este fenómeno?


Los micromachismos actúan incluso disimulados en forma de broma o de amabilidad y preocupación por la mujer, que calan en el hombre y en la juventud. 

Vivir en una sociedad micromachista, con el tiempo afecta a la confianza y la autoestima de las chicas y a la normalización de actitudes machistas que en demasiadas ocasiones lleva a relaciones que acarrean tolerancia a la violencia.

Por ejemplo, ¿sabéis lo que es el mansplaining? La traducción es "hombre explicando" y yo lo traduzco como "el listillo de turno".

MANSPlAINING

Se usa para describir cuando un hombre explica algo a una mujer de una manera condescendiente, asumiendo que ella no sabe nada sobre el tema, incluso teniendo más conocimiento o experiencia que él. 

Es como si un chico le explicara a una chica algo que ella ya conoce, pero haciéndolo de una forma arrogante o paternalista; incluso la dice qué hacer, cómo decir, qué la sienta mejor, por dónde ir, qué comer,  en qué fijarse, …

La idea detrás de este término es que algunos chicos no se dan cuenta de que están tratando a las chicas como si fueran menos inteligentes, sin recordar que todas las personas merecemos ser tratadas con respeto y que nuestras opiniones y conocimientos son valiosos, sin importar nuestro género. 


Unos cuantos ejemplos:

Imagina que tú chica, sabes sobre el sistema solar y un compañero empieza a explicarte cómo funcionan los planetas, dando por hecho que no tienes idea. 

Un amigo que te dice cómo usar tu propio teléfono que conoces muy bien,  empieza a explicarte cómo hacerlo, sin preguntarte si ya sabes o si quieres ayuda.

Estás viendo un partido de fútbol y un chico empieza a explicarte las reglas, asumiendo que no sabes nada y resulta que tú ya sabes, y mucho, pero él te trata como si fueras nueva en el tema.

Un chico que es muy bueno en matemáticas empieza a explicarte un problema que tú ya entiendes, sin haberte preguntado si ya sabes o si lo necesitas.

Un amigo que te dice "así se te ve mejor", sin saber que tú ya tienes tu propio estilo y te sientes cómoda con lo que llevas; es como si asumiera que no sabes cómo elegir tu ropa.

En el trabajo un hombre le explica a una colega con experiencia en marketing cómo hacer una campaña de publicidad, a pesar de que ella tiene más años de experiencia en el campo que él.

Un hombre comienza a explicar a una mujer cómo usar una tabla de Excel, asumiendo que ella no sabe nada, cuando en realidad ella da cursos de ello .

En un debate un estudiante interrumpe a una compañera para explicarle un concepto que ella ya ha discutido, porque no la ha escuchado y sin saber que ella es la autora de un artículo sobre ese tema.

Durante una charla sobre política, un hombre le explica a una mujer por qué su opinión es incorrecta, sin considerar que ella es politóloga y tiene gran conocimiento del tema.

Un hombre le dice a una mujer cómo debería cuidar su salud, ignorando que ella es médica y tiene más formación en el área que él.

Vas por el monte y tienes en tu mochila la chamarra, comentas que empieza a hacer frío y te dicen "ya te ayudo y te doy tu chamarra", le contestas que no te hace falta de momento y te insiste en dártela para que no cojas frío, vuelves a decir que no necesitas y te sigue insistiendo y es cuando te sale un "A ver; ¡si sabré yo lo que quiero!" Y luego eres una borde.

Todos estos ejemplos son micromachismos de un determinado grupo de actitudes que se engloban en el mansplainig, quedando seguro un montón de ejemplos en el tintero.

Vamos con otro concepto que yo lo he denominado "amabilitis" (igual tiene ya nombre, pero no lo voy a buscar).

        AMABILITIS 

-     La mujer tiene un par de bolsas en las manos y el hombre la coge una sin haberle preguntado si lo necesita (la mujer es débil y frágil).

        Abrir la puerta y ceder el paso sólo a las mujeres (amabilidad selectiva).

        Pagar la cuenta dando por hecho que es así y sin preguntar (control social).

        Decir “Eres muy guapa además de inteligente” o “Oye, que bien conduces siendo mujer” (menosprecio a las capacidades femeninas)

        Sin haber preguntado lo que quieres te dicen “No quiero que vayas sola, me esperas que es peligroso”, “Me encargo yo, así que de esto no te preocupes” (infantilización de la mujer).

        Amabilidad en el trato, asumiendo que así la mujer está en deuda hacia él (friendzone; la mujer debe responder a las expectativas emocionales o sexuales del hombre).

Venga, voy con otro concepto de este micromachismo muy mono, el friendzone.

FRIENDZONE

El término se refiere a una situación en la que un hombre tiene sentimientos afectivo/románticos por una mujer, pero esta solo está interesada en una amistad; le cae genial, le quiere mucho, pero no como relación de pareja.

Él siente que sus actos de generosidad, amabilidad o amistad deben ser recompensados ​​con amor o atención (eso le han enseñado en la cultura patriarcal) y no acepta esta decisión, por lo que empieza a menospreciar a la mujer porque cree dañada su masculinidad y la mujer pasa a ser “la mala”.

Además, la narrativa del "friendzone" minimiza, desvaloriza, menosprecia y deslegitimiza la autonomía emocional y romántica de la mujer para elegir sus propias relaciones, lo cual contribuye a la cultura de presión y relaciones poco saludables que pueden minar la autoestima de la mujer ¿Cómo? 


Vamos con ejemplos para salir de esta maraña de conceptos en los que muchas veces las mujeres no lo tenemos tampoco claro y "pagamos deudas" que no tenemos por esas "amabilidades de amigo especial".

FRIENDZONE

Se ignora el derecho de la mujer a decidir libremente sobre sus relaciones y no tenerse que sentir culpable, por lo que, a través de una presión psicológica (el hombre se sentirse ofendido o frustrado) y la culpabilización por "meterlo en la friendzone", quiere lograr sus intereses o dar lo que "se merece" a la mujer. 

“Como yo no vas a encontrar a nadie”

“Me porto bien contigo, no sé que quieres”

“Estás tonta, no sabes lo que te pierdes”

“Te creerás que vas a encontrar a otro que te quiera tanto como yo”

“No sé quién te crees que eres”

“Los demás te quieren sólo para sexo porque estás buena”

“Con ese carácter te vas a quedar sola”

“Eres una niñata que no sabes lo que quieres”

“A tus amigas/madre/padre les caigo genial, es una pena”

“Piénsatelo que vas a ser muy feliz conmigo, no te va a faltar de nada.”

"En tu vida te han tratado como te trato yo"


En fin, que los micromachismos dan mucho de sí, porque están por todos lados, los escondidos bajo amabilidades son muy caros de ver y si se ven, mucho más de entenderlos, pasando las mujeres que son capaces de verlos a ser calificadas de radicales o feminazis, y los hombres que también los ven, de mindundis o "amariconados". Hay que tener cuidado con los micromachismos con piel de cordero.

domingo, 31 de diciembre de 2023

Las otras masculinidades

eohpoesía

Hace años que hay hombres que hablan de ello y practican otra manera de ser hombre; viven en otra masculinidad diferente a la aprendida, porque masculinidades diferentes hay hace años, pero es cierto que aún quedan hombres que no quieren vivir en las otras masculinidades, o si lo hacen, es no soltando los privilegios de su condición de hombre en una sociedad como en la que vivimos.

La masculinidad hegemónica o normativa o tradicional o convencional es la que ha dominado y domina; es la impuesta por el sistema patriarcal, que supedita la vida (desde que se nace) a unos seres que biológicamente han nacido con unos cromosomas que los caracterizan como "machos" y también la de otros seres con una identidad biológica que las define como "hembras". Total, que nos supedita y condiciona a todas y a todos desde la infancia.

La masculinidad hegemónica simboliza el poder sobre todo lo que no sea como ella, es decir sobre cualquier ser. Yo, en mi profunda ignorancia, la comparo (para entenderla en sus mecanismos de absurdez), como cuando algunas personas defendían la supremacía aria (esa supuesta raza superior). A mi entender es la desigualdad social en estado puro, la discriminación potenciada, la exclusión de las personas, la segregación que produce injusticias sociales y la muerte de inocentes.

Yo creo en la igualdad entre las personas y la masculinidad normativa es todo lo contrario, porque además, es excluyente de casi todo el mundo, porque dar el perfil no lo da cualquiera y en el afán de darlo, muchos hombres se pierden y los daños alcanzan a todo su alrededor y más concretamente a las mujeres que según su ideología, son unas subordinadas del hombre. Este tipo de masculinidad a conseguido la hegemonía a través de la cultura, las instituciones y la inducción a creer en ella.

Persuadir es el verbo del que se ha valido la masculinidad doliente de este tipo; estamos persuadidos desde la infancia hacia sus ideas, creencias, conceptos y normas.

PERSUADIR- 

Del lat. persuadēre.

1. tr. Inducirmoverobligar a alguien con razones a creer o hacer algoU. t. c. prnl.

Sin.:
  • convencerinclinarseduciratraerincitararrastrarimpulsar.
Ant.:
  • disuadir.

Desde pequeñas/os nos han inculcado una ideología y muchas/os, nos la hemos creído como verdadera, así que, desaprender lo inculcado, es tarea difícil que requiere tiempo y ganas, algo que no todo el mundo está dispuesto a conceder para cambiar esta sociedad. 
A nadie le gusta no estar aceptado por su entorno y el sambenito de inadaptado (con todo lo que conlleva), está presente en nosotras y nosotros desde la infancia. No es fácil ser distinta/o al resto, no es fácil salirse de la norma y sobre todo si la norma es la impuesta por quien tiene y ejerce el poder desde siempre. Con ello, hay una normalización de situaciones y conceptos erróneos. 

Me ha venido a la mente la esclavitud y su "normalidad" en su tiempo; salir de ella costaba la vida y quedarse bajo ella, también. Aunque hoy en día aún hay personajes que defienden la esclavitud, la lucha y la vida de muchas personas negras han conseguido su abolición. No veo el momento en el que la masculinidad normativa hegemónica sea abolida, aunque hoy en día sea la que tiene el poder económico, ejecutivo, legislativo, judicial, social, …

Las masculinidades cómplices son las que aunque no tengan el poder, consienten, no se oponen y perpetúan la masculinidad normativa. Entre este grupo de hombres y el de mujeres que se conformaron con su estatus de subordinadas, aceptándolo con sumisión como las habían enseñado desde pequeñas, son las/os que han dado a la masculinidad absurda y obsoleta su estatus de poder, su puesto jerárquico encima de todo lo demás, y que permanece hasta nuestros días de una forma no tan visible como hace siglos, pero igual de influyente aunque esté enmascarada.

Ha habido cambios sociales y normativos; hay leyes orgánicas específicas que protegen la igualdad de mujeres y hombres, pero aún es cierto que las normas del sistema organizativo que se llama patriarcado, está muy presente a nivel mundial y la igualdad efectiva de mujeres y hombres, aún tiene que evolucionar y crecer. 

Desde los años 80 del pasado siglo se están haciendo estudios y más estudios de si denominar masculinidad hegemónica es correcto y sobre qué decir sobre las otras masculinidades, pero lo que sí es evidente, es que hay formas de relacionarse diferentes entre los hombres entre sí y entre los hombres y las mujeres, lo mismo que están cambiando las relaciones de mujeres entre sí y de mujeres con los hombres. No sé como hay que denominar estas nuevas relaciones (o no nuevas, sino distintas a la normalidad anterior), pero la realidad es que existen. Digo que han cambiado las relaciones y no me refiero al plano sexual, que también, me refiero a cómo nos vemos unas/os a otras/os y cómo nos juzgamos o no en nuestras diferentes masculinidades y feminidades.

Antes una mujer se casaba y su propio entorno la obligaba a estar hasta que la muerte la separara de aquel marido, fuera buena gente o no lo fuera. 
Si iba donde su madre a decirla que no era feliz, o que su marido la pegaba, la madre la mandaba de vuelta a casa con él (hablo de hace nada, de la generación de mi madre), porque era así y así había que acatarlo. En la siguiente generación, que fue la de las primeras separaciones, lo que decían a la mujer que ya se planteaba separarse del marido, era que por qué y para qué,... que si el hombre no andaba con mujeres, no bebía, no jugaba o que no te pegaba, que haber qué querías (había que conformarse si cumplía con 4 de los 12 los básicos). Todo evoluciona y hoy en día una madre no le dice a su hija que se quede en casa con su marido hasta que una se muera, sea feliz o infeliz; entre mujeres hay otra comprensión de las situaciones de desigualdad.

Entre los hombres también ha habido una evolución; parece que no, porque quizás el cambio no es lo suficientemente rápido para las necesidades sociales, de lo que se supone que es una sociedad avanzada y moderna, progresista e igualitaria, pero por poner un ejemplo soez, los padres o los tíos ya no llevan de putas a los niños para que pierdan la virginidad y se hagan unos hombres (o por lo menos no tanto, espero). Ya no tratan de maricones a los hombres que hablan de emociones, que limpian la casa o pasean a sus hijos mientras su mujer queda con las amigas (o por lo menos no tanto, espero), los hombres ya piden la custodia compartida por el bien de las hijas y los hijos y pagan (en muchos casos) la pensión alimenticia de sus hijas/os responsabilizándose de su paternidad (o por lo menos, espero). 

Ya hay muchas clases de masculinidades y también de feminidades, … y ¡menos mal!, aún así, no hay que perder de vista que incluso la generación de la nueva chavalada viene creyendo de nuevo en la superioridad del hombre ejerciendo las desigualdades, jerarquizando las masculinidades y por supuesto creyendo que son superiores a la mujer. La verdad es que es algo preocupante que aún no hayamos superado esa lucha y esa violencia por tener el poder (las dinámicas de poder).  Es preocupante que no seamos capaces de compartir el poder o simplemente que nos tratemos de forma igualitaria y no marginal por el hecho de no pertenecer a ese "grupo selecto de hombretones" que dan el perfil de la masculinidad hegemónica.

Es cierto que ha muchas personas les ha pillado este paso de baile con el pie cambiado y ya no saben como seguir bailando, pero es que este baile igualitario no consiste en una coreografía única que hay que hacerla como otros/as han coreografiado, hay que hacerla disfrutando de la música bailando como una/o quiera y le nazca, sin pisar o empujar a quien tiene al lado. 
Hay que aprender unos pasos sí, unos pasos básicos como son el respeto, la empatía, la solidaridad, las emociones básicas, la asertividad, la autoestima, sinceridad, gratitud, nobleza, humildad, gestión de conflictos, … y bailarlos luego como se sienta en la rueda de la vida.

Las masculinidades y las feminidades son la forma de interrelacionarse socialmente en un gran baile, por lo que pueden variar dependiendo de dónde sea la fiesta (contexto social específico). Son los hábitos, usos y costumbres en los colectivos, sociedades o instituciones (los pasos básicos aprendidos), y como este contexto social va cambiando, también van cambiando las formas de relacionarse. 
No hay que olvidar que no se nace con una masculinidad o feminidad determinada en los cromosomas; no es un rasgo genético como los ojos azules, es una construcción social que se nos va inculcando. Antes era a través de la familia, el entorno social y el colegio, posteriormente se añadió la televisión y hoy en día, esta manera de aprender está ampliada con las nuevas tecnologías que ya usamos muchas personas y sobre todo la juventud.

He leído un matiz que hizo algún entendido y estudioso de las masculinidades y de la masculinidad hegemónica en concreto, que matiza que la hegemonía puede ser externa (ejercida hacia las mujeres) e interna (ejercida hacia los propios hombres). Dentro de esta hegemonía interna es donde se encuadra otra masculinidad, la masculinidad subordinada o marginada. 
No sé, yo creo que  a estás masculinidades no se le pueden atribuir unos atributos determinados y no cambiantes, porque a lo largo de la historia han existido hombres que ejercen el poder sobre otros hombres y sobre las mujeres, y dependiendo de que época sea, sus rasgos característicos han sido y son  diferentes. 

Ha habido ( y hay) hombres subordinados a otros hombres que no hay hecho nada para cambiarlo, como también ha habido (y hay) hombres que no han querido permanecer subordinados a otros hombres y han luchado por ello, pero mientras, si querían tener a las mujeres subordinadas. Decir que también ha habido (y hay) hombres que se han revelado a permanecer subordinados y que jamás han querido eso para las mujeres de su entorno. 

"La idea de que nos vean débiles, como una nenaza, a ojos de otros chicos, se remonta a la más temprano de nuestra infancia y nos persigue durante toda la vida. Demostrar a otros niños que no somos nenazas, que no somos mujeres, que no somos gay, … la noción de masculinidad que hemos creado, no permite que los niños pequeños se sientan seguros en su propia masculinidad, les obligamos a demostrarla constantemente".

La noche temática- La máscara con la que vivimos- documental de 55 minutos de gran interés para ver entero; desde el inicio nos refleja la presión social en la que los niños tienen que vivir para sujetar una masculinidad normativa y tradicional e intentar que en ellos siga siendo hegemónica.

La mente se me ha ido a pensar en la antigua cultura espartana, que ahora la vemos como una aberración porque ya no llegamos a esos extremos. Estoy segura que (no sé cuando), la sociedad patriarcal se verá igual de aberrante. 

Por resumir, la sociedad espartana se caracterizaba por ser una cultura de la guerra y por ello, matar a los bebés débiles sin miramientos; el infanticidio que ahora es delito, era lo habitual, como quien mete a una camada de perros o gatos en un saco y los echa al río porque no le sirven y le sobran. La vida de un bebé enfermo, deforme o débil no valía nada de nada y a los niños que sí valían por nacer sanos, a temprana edad se les separaba de la familia con el único fin de instruirles para la guerra y quien no era suficientemente fuerte, se moría en el sufrimiento del intento y tampoco pasaba nada. La realidad es que padres y madres lo aceptaban y muchas/os hasta estaban orgullosas/os de sus futuros hombres espartanos violentos y nacidos para la guerra, pero ... ¿creéis que no habría alguna/o que no estuviera de acuerdo con ello y por miedo social no hizo nada?

¿Cómo eran las costumbres de los espartanos?-  artículo de el periódico El Correo

Hoy en día nos parece inhumano, cruel, despiadado, brutal y sanguinario; pues bien, el patriarcado hoy en día sigue provocando la muerte de niños y niñas, de mujeres jóvenes, adultas y mayores; el patriarcado con su masculinidad hegemónica y normativa que conlleva el machismo, TAMBIEN MATA. también hace sufrir, también hace que esta vida para muchas y muchos sea un infierno, además de una guerra infinita.

Me voy a salir del plano correcto y voy a decir una frase de mi difunto padre … ¡Mierda en un bote grande! Sí, mucha mierda para esta sociedad patriarcal que obliga a los niños a ser lo que no quieren ser e impide a las niñas ser lo que quieren ser. 
Mierda para estas normas sociales que hace que unos niños se conviertan en maltratadores y que unas niñas se conviertan en aceptadoras de los maltratos y a otros niños y niñas en consentidores/as del maltrato. 
Mierda para la sociedad patriarcal que convierte a algunos niños en violadores y asesinos y a unas niñas en objetos de deseo y en cadáveres. 
Mierda en un bote grande para el patriarcado que hace de niños y niñas personas adultas infelices, inseguras, insatisfechas, dependientes, narcisistas, abusivas, violentas, víctimas, intimidadas, culpabilizadas, controladas, persuadidas, ninguneadas, irrespetadas, … nosotras y ellos, todas y todos salimos perdiendo si no nos enseñan desde pequeñas/os a ser libres de ser quien necesitemos y queramos ser, sin subordinar a nadie y sin ser subordinadas/os.

En este enlace sobre el patriarcado, tenéis otro enlace a un documental titulado "El machismo mata"; os lo recomiendo porque sale un hombre maltratador en rehabilitación impuesta judicialmente por maltrato a su pareja, que explica muy bien que él, si lo piensa de cabeza, entiende que lo que hace no está bien, pero que luego su aprendizaje social como hombre, le lleva a reaccionar de una forma machista y violenta. Le enseñaron a vivir en una masculinidad agresiva hacia la mujer, masculinidad maltratadora y desigual, masculinidad hiriente hacia la mujer, masculinidad mal entendida y equivocada, masculinidad patriarcal, hegemónica, normativa, … aquí le voy a dar de nuevo otro "mierda en un bote grande" para esta masculinidad normativa que destruye y en la que nos han persuadido vivir.

Hoy en día muchas personitas y personas creen que han nacido en el cuerpo equivocado porque socialmente no son aceptadas en su sentir, porque la sociedad donde viven les ha dicho que han nacido en un cuerpo X o XY y se tienen que comportar con los rasgos, roles y estereotipos que marca como X o XY ¡Pensar que estás en un cuerpo equivocado! ¡Es tremendo! 
Tenemos que vivir en el cuerpo que nos haya tocado toda la vida y lo odiamos y maldecimos, lo consideramos equivocado. ¡Puf!, un boleto para la insatisfacción existencial para toda la vida y que conlleva a que muchas y muchos jóvenes y personas adultas se quieran hormonar de por vida y entrar en operaciones quirúrgicas que las van a condicionar de por vida sus cuerpos y su salud. 
Con lo fácil que sería que cada una/o, independientemente del cuerpo que tenga, se sienta buena gente en él y listo; luego ya decidirá quién le gusta para tener al lado en su vida, al margen de si se puede procrear o no, de si es pecado o no, de si es lo normal o no, de si …

Pero, ¿hay otras maneras de vivir y sentir que no sea como dice el patriarcado y sus normas sociales? 

Sí, sí la hay, rotundamente sí hay,  y cada vez más mujeres y hombres, con otras feminidades y masculinidades, nos vamos dando cuenta de ello; ya no vivimos con las mismas ataduras de hace tan solo 50 años, hemos progresado y aumentado las posibilidades de vivir de forma igualitaria, sin superiores ni inferiores por nacer biológicamente diferentes.
Siempre estamos entre luchas de poder que nos llevan a una dinámicas, en el caso del patriarcado, abusivas hacia una parte, y castradora y limitante para todas las partes; las dinámicas de poder aprendidas, nos condicionan las relaciones humanas basadas en la reciprocidad, la equidad, la igualdad, … la felicidad.

Hay otras masculinidades que existen y que no tienen miedo ni a la igualdad ni al empoderamiento de la mujer, que lo creen justo y necesario como resarcimiento social merecido por las generaciones que han estado relegadas a un puesto de ser inferior. Que no ponen peros a las medidas positivas para que puedan acceder a puestos de mando a todos los niveles porque creen en ellas, porque saben que será en beneficio de una sociedad más equitativa, igualitaria, progresista social y económicamente, además de justa para todas y todos. Estas otras masculinidades creen en el poder con y no en el poder sobre, creen en el poder de hacer y en el poder interior tanto de hombres como de mujeres.

No es tan difícil de entender querer vivir en una sociedad donde nadie sea dueño de nadie, donde nadie esté encima de nadie y menos ejerciendo violencia, donde el hecho de nacer macho o hembra, blanco o negro, en pueblo o en ciudad, etc. no defina qué somos y quiénes somos. Se puede y debe vivir en una sociedad donde la masculinidad hegemónica no domine y subordine a otras masculinidades y a otras feminidades, es decir, a otros hombres y mujeres, … es decir, a otras personas hayan nacido en el cuerpo que hayan nacido y dónde hayan nacido.

Las otras masculinidades existen y las otras feminidades, también. Este camino para la igualdad ya no tiene vuelta atrás, aunque a veces ocurran los atrincheramientos por miedo a un futuro diferente (sobre todo por parte de quien tiene el poder). El tiempo corre a favor de una nueva convivencia, de una nueva forma social de coexistir; seamos pues, parte activa de ello y no palo en las ruedas de este carro que nos lleva a ser más felices, igualitarios e equitativos como sociedad. Seamos parte del cambio y no nos quedemos con un "yo soy así, yo ya no tengo que aprender ni cambiar nada" o un "si ya han cambiado las cosas, no tengo que hacer nada más".

¡Cuidado, cuidado, cuidado! Qué la situación social vaya cambiando a favor de la igualdad de mujeres y hombres, no significa que ya esté cambiada; seguimos sin partir del mismo punto unas y otros, a pesar de que ya existen hombres con valores humanos igualitarios, que brindan relaciones igualitarias y más sanas, hay mucho aún que avanzar entre todas y todos.

Hoy en día está normalizado que un hombre limpie, cambie pañales, haga la compra o cuide a su madre, capaces ya de expresar sus emociones, que rechazan la violencia y que reconocen que si existe la violencia hacia la mujer e incluso acuden a las manifestaciones en apoyo hacia ellas, etc., todas estas acciones eran impensables en la mayoría de los hombres de generaciones precedentes y de unos cuantos de hoy en día, pero …. sí, hay un pero. 
Estamos haciendo la comparativa con otros hombres y como dice Jokin Azpiazu Carballo (sociólogo, profesor de la UPV y autor del libro "Masculinidades y feminismo"), se ve una mejora porque se da una comparativa desde el hombre y con una mirada masculina. Propone que estas nuevas formas de relacionarse son adaptaciones del patriarcado porque el machito machista amazacotado ya no se lleva, pero sin embargo el trasfondo es el mismo: “están tomando caminos distintos para conseguir los mismos efectos que antes”.

En su libro dice: "Medir la transformación del modelo masculino por comparación con otros hombres, lo lleva más a condenar y a separarse del modelo por el que no se sienten representados, que de cuestionamiento y cambio del propio, con lo que fácilmente se llega a un grado alto de autocomplacencia y sobrevaloración de logros". Aquí lo dejo para el análisis personal de cada una y de cada uno.

Mi reflexión va en la línea de pensar qué ocurre y lo que ocurre es que este sistema patriarcal con su mandato de masculinidad es tan potente, que cualquier cambio , como supone una aberración para él, transmite exageradamente que es más que suficiente e incluso que es demasiado, ¿por qué?  porque no le beneficia.

Me he imaginado al patriarcado engullendo a sus hijos e hijas, que es al fin y al cabo lo que hace, utilizar la violencia contra toda persona que no esté en línea con sus criterios y engullirla sin miramientos, sin empatía, sin remordimiento. Si nos diéramos cuenta de que el daño va en todas direcciones y que los que creen que se están librando por ejercer la heteromasculinidad patriarcal, … no se libran, quizás daríamos pasos más grandes. El monstruo es el patriarcado asentado hasta la médula y creer en la igualdad y defenderla es un buen y gran paso, pero no es el único paso; practicar el estudio de qué significa el patriarcado y apostar por la autorreflexión de en qué le estamos siguiendo el juego es transcendental. 

Hay hombres que han evolucionado de su inicial sociabilización patriarcal, por lo cual ya tienen parte del trabajo de igualdad hecho y ya se sienten satisfechos con ello, es decir, han logrado no ser como los hombres de las generaciones precedentes o como alguno de los "Torrentes" actuales y es todo un logro para ellos. Es ya su avance en comparativa con la masculinidad hegemónica

Ahora hay otro fenómeno en los hombres que no quieren ser como los de generaciones pasadas, pero tampoco quieren ejercer una autocrítica. 
Efectivamente, hacen labores del hogar, colaboran en la crianza y en los cuidados de personas mayores de la familia, apoyan las causas de las mujeres, practican habitualmente el lenguaje inclusivo y detectan su no uso, no utilizan las groserías hacia la mujer, etc., … tienen el convencimiento que, aunque tengan alguna actitud machista por educación porque es inevitable, en la comparativa con el machismo existente y más con el que existió, aventajan y son claros triunfadores, por lo que cuestionarles su feminismo o cuidado hacia la igualdad, se convierte en una clara ofensa.   

Pero, ¿Qué les ocurre a algunos hombres con actitudes externas en favor de la igualdad de género a la hora de relacionarse con la mujer en el tú a tú de a diario? ¿Por qué mantienen el poder jerárquico en las relaciones con nosotras en la vida cotidiana? Es evidente que la socialización recibida tanto por hombres como por mujeres es la responsable de que unos se coloquen en el escalón de arriba y otras peleen por no estar en el escalón de abajo. 

No cabe ninguna duda de la importancia que tiene a la hora de relacionarnos, la influencia de la socialización jerárquica en la que nos han educado. 
Hay algunas situaciones que tanto hombres como mujeres podemos detectar hoy en día por evidentes y obsoletas , pero la socialización jerárquica tiene componentes o contextos o situaciones en la que se manifiesta, muy sutiles y por lo tanto, son muy difíciles de descubrir por la normalización y asimilación que tenemos de ello las personas.
Descubrir en dónde consentimos o imponemos las normas establecidas que van en detrimento de una de las partes (habitualmente la mujer), puede ser un trabajo apasionante para la parte consentidora que sufre las consecuencias, y también para la parte ejecutora que no es consciente de las consecuencias que conlleva en la otra persona y en ella misma.

Este descubrir normas y estereotipos impuestos, descubrirse como hombre en otras masculinidades diferentes a las que oprimen (consciente o inconscientemente), es una evolución individual a favor de las personas, no sólo de las mujeres. Es un caminar continuo en descubrirse y descubrir actos que limitan la igualdad y por lo tanto el bienestar tanto personal, como relacional, como social.

Masculinidades y feminismo- Pikara Magazine- Entrevista a Jokin Azpiazu Carballo

Jornadas intervenir con hombres- Ponencia de Susana Covas

Hombres con valores igualitarios- Ministerio de Igualdad

La publicidad y la salud de las mujeres- Instituto de la Mujer

Los micromachismos, según Luis Bonino Méndez son "Una forma solapada de violencia de género que incluye estrategias, gestos, actos de la vida cotidiana que son sutiles, casi imperceptibles, pero que se perpetúan y transmiten de generación en generación". 

"Aun los varones mejor intencionados los realizan, porque están fuertemente inscritos en su programa de actuación con las mujeres. Algunos micromachismos son conscientes y otros se realizan con la "perfecta inocencia" de lo inconsciente". Luis Bonino Méndez

Micromachismos, la violencia invisible en la pareja-Luis Bonino Méndez PDF

Los varones ante el problema de la igualdad con las mujeres- Luis Bonino Méndez (2002) PDF-

Todo avance es bien recibido, toda modificación de conductas es bien recibida, toda identificación de conductas contrarias a la igualdad de hombres y mujeres es un paso más dado; en este sentido según encuestas, los hombres son más optimistas que las mujeres, igual es porque cuando dejas de tener ciertos privilegios (los hombres) parece mucho más que cuando sólo has adquirido unos cuantos de todos a los que tienes derecho (las mujeres).

Los hombres, más optimistas sobre la igualdad

Queda mucho por lograr, pero yo, aún siendo mujer, quiero ser optimista ¡Esto va para delante, queramos o no, aportemos o no! Tú decides dónde colocarte, porque la masculinidad hasta ahora hegemónica no funciona bien; provoca la superioridad de un 20% sobre el 80% (aplicando la ley de Pareto), y no sé tú pero yo fijo que estoy en ese 80% que tiene una vida consecuencia de que ese 20% domine la sociedad donde vivo., y sabes, yo no quiero eso ni para mí, ni para las futuras generaciones.

En este concepto de las otras masculinidades, trabaja hace años un argentino Lucho Fabri, al que he leído un par de conceptos que me ha gustado. Una es dejar de ocuparse en catalogar al hombre  si es feminista o no, porque lo importante es lo que hace en sus relaciones cotidianas y en los espacios de socialización masculina
La otra es que, hablando sobre las políticas públicas sobre masculinidades, que hacían falta porque las políticas públicas de genero que hay están dirigidas a mujeres o personas con diversidad sexual, y ellos sólo como personas que ejercen la violencia machista. 
Se necesita integrarles porque todas y todos somos integrantes de las relaciones y si queremos que se modifiquen, habrá que dar herramientas para ello a mujeres y a hombres, por ejemplo a nosotras con talleres de empoderamiento y a ellos con talleres de otras masculinidades.

Sin desperdicio lo que piensa y transmite Rita Segato sobre el papel que en suerte le ha tocado al hombre en este juego del patriarcado (o al menos lo que yo la he entendido en lo que la he escuchado y leído). El hombre aparte de ser verdugo también es víctima; no se trata sólo de que modifique hacia la mujer su tipo de masculinidad aprendida, es que la modifique para con los hombres mismos y conseguir una sociedad mucho más plural donde entremos todas/os, porque en la que está montada, acabaremos no cabiendo nadie.
eloisaostahermosilla

Contra-pedagogías de la crueldad- Rita Segato- PDF

OTRAS FUENTES