Pensamientos, palabras, obras y omisiones

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Pensamientos, palabras, obras y omisiones, … tal cual es la vida.
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lunes, 5 de febrero de 2024

Micromachismos

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Los micromachismos existen, están clasificados y son susceptibles de ser identificados, pese a ser una manera solapada, escondida o disimulada de mantener la jerarquización de género impuesta por el sistema patriarcal dominante desde hace siglos, … así de claro y resumido en un pequeño párrafo o incluso en una frase: los micromachismos existen escondidos y se manifiestan sutilmente.

Escribiendo sobre otras masculinidades, me surgió la necesidad de leer, estudiar y de escribir sobre los micromachismos, porque es mi manera de detectarlos, de poder sacarlos del escondite mental donde los tengo y lograr evidenciarlos en su sutil manifestación. Así de sencillo, escribo para aprender, con los riesgos que ello conlleva. 
¿Por qué digo riesgos? Porque cuando una aprende y cambia ya no la sirven las mismas cosas de cuando era ignorante y eso en el entorno habitual no resulta cómodo. Si una mueve ficha, las y los de al lado también tienen que mover ficha y en ocasiones y para algunas personas, resulta comprometido o perturbador, por lo que acaba siendo molesto o fastidioso.
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Micromachismo

Es interesante observar en mí misma y en mi entorno (personas entradas en años con criterios afianzados y experiencias de vida que nos han hecho apuntalar algunas creencias), como en ocasiones nos cuesta salir de nuestros criterios personales, y ponemos pensamientos y expresamos ideas en defensa de esos criterios. 
A mí me ha pasado con el feminismo, la igualdad, los micromachismos, el lenguaje inclusivo, la palabra patriarcado, masculinidades, lo que creía que era la "discriminación positiva", etc.

Hace muchos años, cuando oí a un hombre hablar en femenino, me resultó rarísimo y pensé que estaba extralimitándose y que no tenía sentido; para mí era una salida de tiesto y lo que en realidad era y no supe ver, es un hombre identificado (por lo menos lingüísticamente hablando) con la igualdad y hacía visibilización de la mujer en su leguaje.

En ocasiones, cuando he oído hablar a mujeres en defensa de causas feministas, también he pensado que son monotema y un poco pesadas con el asunto, al margen de que entendiera parte de sus criterios o ideas; para mí no hacía falta tener la igualdad en la boca para vivirla y ahora sé que la igualdad no es real al margen de que vivamos con más criterios de igualdad que nuestras madres y que, si no se ven y se manifiestan las desigualdades, no se pueden afrontar y subsanar.

También he dado por válidas situaciones relacionales con el hombre que me habían enseñado que eran normales y que eran lo que tenían que ser (como siempre y como Dios manda); hoy en día me doy cuenta que he sufrido violencia machista, que he tolerado discriminación, que he seguido los roles de género establecidos por el sistema patriarcal en el que he nacido o que he hecho míos argumentos escuchados y leídos considerando extralimitada o carente de sentido la forma de manifestación de criterios igualitarios (hoy en día sigo sin entender algunos), razonamientos o ciertos posicionamientos de vida de personas estereotipadas como feministas.

En mi "mayoría de edad" y siendo cincuentera, me he hecho consciente de los micromachismos en los que vivimos las mujeres y en el por qué hay situaciones que me han molestado y me molestan interiormente. Me he dado cuenta de que mi cabeza y mi corazón se han revelado y se revelan contra el patriarcado y sus dictámenes, contra mi invisibilización como persona, contra la jerarquía del poder del hombre sobre la mujer, contra la falta de inteligencia emocional, contra el poco interés por adquirir inteligencia intrapersonal e inteligencia interpersonal, contra la desigualdad, la injusticia y la discriminación, contra la falta de equidad social, educacional, familiar, … 
Me revelo contra la violencia de género en ocasiones palpable, pero que por ignorancia no he identificado, y algunas veces tan sutil, escondida y mordaz, que me ha hecho y me hace cuestionarme si soy culpable o no (no responsable, que lo soy: culpable, que es un asco), que me dice que estoy equivocada, que me confundo, que me imagino e invento, que exagero, que no he estado centrada, que no hay quien me entienda, que vivo en otro mundo, que he sido una vaga o una puta, una irresponsable, una inadaptada, …, algo que no he vivido solo yo, porque esto es algo que hemos vivido muchas mujeres en mayor o menor medida y que llevo años expresando en forma de poesía,  a veces sin entender que era la opresión de los roles y estereotipos de género aprendidos por ellos y nosotras, pero que repercute más sobre nosotras.
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Es micromachismo no es sólo contar un chiste verde o que menosprecie a la mujer o la juzgue o la catalogue, no es tampoco sólo compartir contenidos sexuales o sensuales con las exaltaciones físicas de la mujer, no sólo es decir un piropo, o no es sólo cualquiera de las cosas con las que se queda la sociedad para justificar que siga existiendo el micromachismo. Seamos conscientes que es una actitud ante la vida y ante las relaciones con nosotras, las mujeres. 

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No es una palabra mal sonante, es lo que lleva de trasfondo que un hombre diga una palabra mal sonante a una mujer; es que se sienta con el derecho de ofenderla, menospreciarla, intimidarla, violentarla, desequilibrarla, infravalorarla, etc., etc., etc., y encima crea que no está equivocado en actuar así, que crea que su criterio vale más que el de la mujer ofendida, … que el de la mujer en general.

Y esta actitud se traslada a muchos momentos cotidianos invisibles e invisibilizados por las costumbres y hábitos machistas y patriarcales, cincelados en el cerebro de tal manera que los hemos hecho nuestros peores enemigos.

Es como la/el alcohólica/o que no se ve como tal, es la/el ludópata que no cree que tenga adicción, la/el drogodependiente que cree que domina lo que consume, la/el anoréxica/o que se ve gorda/o frente al espejo, …. está tan intrínseco en nuestras mentes que no detectamos los micromachismos y los consentimos. Incluso cuando algo "nos da a la nariz", nos lo auto boicoteamos y lo quitamos de la cabeza con las ideas que tenemos ya en ella o con las que nos recuerda nuestro entorno cercano (familia, trabajo, vida social, …). Por eso es tan esencial ver y detectar el micromachismo.

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Yo te pregunto ¿ves mal y usas gafas? Supongo, porque si no no verías muchas cosas ¿Usaste microscopio en el cole o te lo regalaron los Reyes Magos para jugar a ver cosas pequeñas? ¿Has cantado en un karaoke con un micrófono para que se te oiga más? ¿Has leído alguna vez un microrelato? Hay más palabras a las que se les puede poner el micro delante y nos indican algo en particular: pequeño

Micromachismo; micro+machismo, machismo pequeño; vamos de los que hay que ponerse unas gafas para verlo o usar un microscopio para saber como se mueve. El bicho grande es el patriarcado que no hace falta usar microscopio para verle y este está lleno de bichitos pequeños, los micromachismos

Como el cuerpo humano cuando tiene un bulto en algún sitio y para saber qué es hacen una biopsia y le ponen nombre y apellidos, si es bueno o malo o que hay que hacer con ello, si dejar o extirpar ¿Qué haces si te detectan que esas células diminutas son cancerígenas? Pues resulta que esto mismo que estás pensando, que es quitar lo que haya de malo e intentar erradicar el problema para que no surja de nuevo, en el campo de las relaciones entre hombres y mujeres no se entiende ¿Por qué?

La última consecuencia de un cáncer maligno es que mata; la del machismo también es que mata, algunas veces lentamente y otras de forma rápida. 
Micromachismo, tan pequeño que no se ve, pero que es microcomponente del machismo y curiosamente, otro que mata. Mata la autoestima, la seguridad en una misma, la independencia, la autonomía, la igualdad, el bienestar emocional, la capacidad de decisión, de poder de la mujer, … 
Va debilitando poco a poco, de forma sutil, invisibilizadamente creciendo sin que ni la propia mujer sepa que le está pasando y el diagnóstico sea de compleja determinación. 

Los micromachismos se pueden diagnosticar como depresión, angustia, fobia, autoexigencia, trastorno mental o cualquier otro tipo de enfermedad comórbida al micromachismo (comorbilidad: presencia de uno o más trastornos o enfermedades, además de la enfermedad o trastorno primario); con este diagnóstico nos quedamos en arreglar las consecuencias producidas por el origen, pero no el origen en sí, por lo que las consecuencias volverán a producirse.

Muchos hombres resuelven esta enfermedad social del micromachismo con esas frases como:  "cosas de mujeres", "ellas son más sensibles y débiles", "las hormonas que las condicionan", "la mujer siempre se está quejando", "con sus chorradas de las emociones la cagan", "le dan importancia a lo que no la tiene", "si tuvieran otra cosa en la que preocuparse no andaría con bobadas", "a las mujeres no hay quién las entienda", " ya está otra vez con las mismas", "parece que no sabe estar sola sin mí", "no, si el que curro soy yo y la que encima se queja es ella que se queda en casa", ... 

Y otra vez me pregunto ¿por qué no queremos ver este "pequeño" cáncer social? ¿Por qué se desvía hacia que los micromachismos son una exageración? ¿Por qué no queremos revisarnos a nosotras/os mismos y ver qué tipo de micromachismo ejercemos o permitimos? 
Mi respuesta es que nos han domesticado para ello, estamos totalmente socializados para ello.
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 Los micromachismos y sus efectos; claves para su detección- PDF 

Es curioso vernos como personas feministas, como mujeres y hombres liberadas/os, abiertas/os, capaces de discernir entre el bien y el mal, entre qué es respeto y qué es asertividad, discernir que es ser buena gente y que no es, entre.... y luego no damos permiso a ni tan siquiera plantearnos que hay que cambiar actitudes personales para evitar que sigamos haciéndolo igual de mal. 

Dar cambios, como cuesta dar cambios mentales y sobre todo si ya están instaurados dentro de las conexiones neuronales, sobre todo si ya se han convertido en creencias, y los micromachismos existen porque las creencias personales de que no lo son las tenemos bien aprendidas..

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Creencias limitantes; como influyen en tu vida y cómo desmontarlas- La Vanguardia

Creencias y salud mental- Dianova

Creencias limitantes y potenciadoras; conoce tu cerebro- Topdoctors

Los 10 tipos de creencias, y cómo hablan acerca de quiénes somos- Psicología y mente

Habría tanto que leer sobre creencias y principios personales, que da para otra entrada aparte, pero como decía un periódico de Nueva Zelanda allá por el 1873 (y la frase se atribuye a Groucho Marx) "Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros". Ya, ya sé, hay que utilizar bien el significado de todo lo que decimos, pero mi intención es reparar en que quizás muchas de nuestras creencias y principios, los tengamos que cambiar para que no sean limitadores de una sana convivencia entre personas. 

Pero vamos con los tipos de micromachismos que existen, a ver si conseguimos ver alguno que permitimos en nuestras vidas sin saberlo.

Tipos de micromachismo

Utilitario-

Este viene muy bien para escaquearse de hacer algo y que lo haga otra por aquello de que "no se me da bien" o aquello de "tú sabes hacerlo mejor que yo". No consiste en lo que se hace, consiste en lo que se deja de hacer y se carga para otra, … con lo que ello conlleva. Es muy útil para disponer de más tiempo para ocupar más espacios, para poder estar y ejercer más presencia y que se sepa quién es el que más existe. Así hacemos bonito eso de que "tras de un hombre, hay una gran mujer" y hacemos creer a la mujer que es importante estar por detrás haciendo otros menesteres de menor importancia para que brillen los de más importancia, que por supuesto son los que hace el hombre. 

Volvemos aquí a perpetuar los roles de género en los cuales la mujer se tiene que dedicar al ámbito privado (el de los cuidados, el escondido, el reservado, el discreto, el invisible,...) porque se le da muy bien y ha nacido para ello, y el hombre al público (visible, reconocido, social, influyente, notorio, importante, incuestionable, …) porque es su función y su deber como hombre.

Coercitivo o directo-

Este es de los que se hace sin miramientos, directamente restricción y represión, para qué andarse con chorradas y pérdidas de tiempo ¿Cómo? Pues con un simbólico "si no se hace un algo, pasará otro algo", con un "este es mi sitio en la vida y aquel el tuyo" (sin fisuras), un "yo tengo la razón y tú te equivocas", un "la pelota es mía y el penalti lo chuto yo", un "mi reino inexpugnable es mío y no entra más que quién yo quiera", un "yo soy He-man, yo tengo el poder", ... estas cositas que no dejan lugar a ninguna duda de que es el hombre es que está por encima y que si alguien tiene que perder, es la mujer y no él. 
De aquí viene, por ejemplo, que si alguien hace reducción de jornada por cuidar a las/os hijas/os, normalmente y de mutuo acuerdo o no, es la madre porque el padre gana más (subyace la idea de que su trabajo vale más, es más eficiente, listo y tiene el poder del dinero,...).

No hay que confundir; no hablo de ser el hombre el asertivo pidiendo el respeto a su persona, hablo de esas situaciones en la que la que se ve obligada a ser asertiva es la mujer para reivindicar su espacio, su tiempo, su opinión, su persona,...

Encubierto-

Estos son muy majos porque van disfrazados de otra cosa; se colocan detrás de algo distinto y así no se les ve venir. Un "por tu bien" hago una cosa, un "te estoy ayudando, protegiendo, cuidando" porque soy muy cuidador y paternalista contigo, un "hago para ti" en vez de un hacer contigo, juntos. 
Esos bonitos "si no fuera por mí que te cuido, que harías tú en la vida".
También aquí encajan esos "va, no es para tanto lo que dices, con lo bien que me porto contigo", o esos "pequeñas cositas de uno, como tenemos todos", que minimizan acciones o errores (pequeños o grandes).
Estos son los que hacen dudar a la mujer en su criterio personal, creándolas confusión y hasta pudiera ser que sentimiento de culpabilidad.  
Mansplaining, manspreading o mansterrupting, que es algo como que el hombre sabe mucho y por eso intereviene e interrumpe, además de ocupar mucho espacio vital,... porque él lo vale.

De crisis- 

Estos entran en acción cuando el hombre nota que pierde el poder en relación con la mujer y manipula para intentar recuperarlo, a veces hasta con victimismo. Estas cositas de pensar "con lo que yo te quiero, que me hagas esto", "eres tú la que me interpretas mal", "no era esa mi intención y me está cayendo encima una que para qué", "me siento examinado cada vez que hago algo", "tengo que andar de puntillas contigo", "te doy lo mejor que tengo, no sé que más quieres". 
No nos olvidemos que también pueden recurrir a eso de "pues ahora no te hablo", "te chinchas, te ignoro y te doy con el látigo de mi indiferencia".
A parte de estas cositas de recurrir al victimismo, otro recurso en caso de notar que se pierde terreno es recurrir al control de lo que hace la mujer, porque no se fía de lo que "esta arpía me puede seguir quitando de mi poder de hombre".

Micromachismos varios-

En este lote se pueden meter los que resulta que socialmente han tenido más impacto y en muchos casos, se consideran exageraciones para infravalorar el poder negativo del micromachismo escondido en las relaciones hombre/mujer, a nivel de pareja, laboral o social.

Ejemplos: que la mujer pague menos en la discoteca como reclamo para que vayan hombres, chistes que menosprecian a la mujer (justificado con que solo es un chiste), aseos público en el que el cambiador para bebés está en el de mujeres, opinar en alto sobre el aspecto físico de la mujer como objeto de deseo (familiarmente llamado piropo, que es como que queda fino), ropa con relleno en pecho para niñas y mujeres, si se pide una café y una cerveza dar la cerveza al hombre, en una comida de restaurante dar a probar el vino al hombre, ese comentario tan extendido cuando no tienes hijos de "se te está pasando el arroz", "el apellido de toda la vida primero el del padre", …
Y el ahora viene el "más mejor"; esos actos de caballerosidad que hacen que a un hombre se le considere elegante, educado, galán y caballeroso, esos que tanto nos gustan también a las mujeres y por lo tanto están súper bien vistos y deben seguir existiendo por amables.

25 micromachismos- Feminista ilustrada



No es fácil descubrir todos los micromachismos latentes en la sociedad, que pululan por el aire y por las mentes, que te enganchan y se quedan contigo absorbiendo la coherencia en favor de las creencias; no es fácil, pero habrá que ir de una vez al lío y descubrirlos ¿no? Yo estoy en ello, porque aún me queda mucho que desaprender, casi tanto como lo que he aprendido en esto de las relaciones  hombre/mujer.

Otras fuentes: 

Micromachismos- Ayuntamiento de Villar del Arzobispo
El machismo silencioso: micromachismos- trabajo final de grado de la Universidad Pontifica de Comillas.

domingo, 31 de diciembre de 2023

Las otras masculinidades

eohpoesía

Hace años que hay hombres que hablan de ello y practican otra manera de ser hombre; viven en otra masculinidad diferente a la aprendida, porque masculinidades diferentes hay hace años, pero es cierto que aún quedan hombres que no quieren vivir en las otras masculinidades, o que lo hacen no soltando los privilegios de su condición de hombre en una sociedad como en la que vivimos.

La masculinidad hegemónica o normativa o tradicional o convencional es la que ha dominado y domina; es la impuesta por el sistema patriarcal, que supedita la vida (desde que se nace) a unos seres que biológicamente han nacido con unos cromosomas que los caracterizan como "machos" y también la de otros seres con una identidad biológica que las define como "hembras". Total, que nos supedita y condiciona a todas y a todos desde la infancia.

La masculinidad hegemónica simboliza el poder sobre todo lo que no sea como ella, es decir sobre cualquier ser. Yo, en mi profunda ignorancia, la comparo (para entenderla en sus mecanismos de absurdez), como cuando algunas personas defendían la supremacía aria (esa supuesta raza superior). A mi entender es la desigualdad social en estado puro, la discriminación potenciada, la exclusión de las personas, la segregación que produce injusticias sociales y la muerte de inocentes.

Yo creo en la igualdad entre las personas y la masculinidad normativa es todo lo contrario, porque además, es excluyente de casi todo el mundo, porque dar el perfil no lo da cualquiera y en el afán de darlo, muchos hombres se pierden y los daños alcanzan a todo su alrededor y más concretamente a las mujeres que según su ideología, son unas subordinadas del hombre. Este tipo de masculinidad a conseguido la hegemonía a través de la cultura, las instituciones y inducción a creer en ella.

Persuadir es el verbo del que se ha valido la masculinidad doliente de este tipo; estamos persuadidos desde la infancia hacia sus ideas, creencias, conceptos y normas.

PERSUADIR- 

Del lat. persuadēre.

1. tr. Inducirmoverobligar a alguien con razones a creer o hacer algoU. t. c. prnl.

Sin.:
  • convencerinclinarseduciratraerincitararrastrarimpulsar.
Ant.:
  • disuadir.
Desde pequeñas/os nos han inculcado una ideología y muchas/os, nos la hemos creído como verdadera, así que, desaprender lo inculcado, es tarea difícil que requiere tiempo y ganas, algo que no todo el mundo está dispuesto a conceder para cambiar esta sociedad. 
A nadie le gusta no estar aceptado por su entorno y el sambenito de inadaptado (con todo lo que conlleva), está presente en nosotras y nosotros desde la infancia. No es fácil ser distinto al resto, no es fácil salirse de la norma y sobre todo si la norma es la impuesta por quien tiene y ejerce el poder desde siempre y con ello, hay una normalización de situaciones y conceptos erróneos. 

Me ha venido a la mente la esclavitud y su "normalidad" en su tiempo; salir de ella costaba la vida y quedarse bajo ella, también. Aunque hoy en día aún hay personajes que defienden la esclavitud, la lucha y la vida de muchas personas negras han conseguido su abolición. No veo el momento en el que la masculinidad normativa hegemónica sea abolida, aunque hoy en día sea la que tiene el poder económico, ejecutivo, legislativo, judicial, social, …

Las masculinidades cómplices son las que aunque no tengan el poder, consienten, no se oponen y perpetúan la masculinidad normativa. Entre este grupo de hombres y el de mujeres que se conformaron con su estatus de subordinadas, aceptándolo con sumisión como las habían enseñado desde pequeñas, son las/os que han dado a la masculinidad absurda y obsoleta su estatus de poder, su puesto jerárquico encima de todo lo demás, y que permanece hasta nuestros días de una forma no tan visible como hace siglos, pero igual de influyente aunque esté enmascarada.

Ha habido cambios sociales y normativos; hay leyes orgánicas específicas que protegen la igualdad de mujeres y hombres, pero aún es cierto que las normas del sistema organizativo que se llama patriarcado, está muy presente a nivel mundial y la igualdad efectiva de mujeres y hombres, aún tiene que evolucionar y crecer. 

Desde los años 80 del pasado siglo se están haciendo estudios y más estudios de si denominar masculinidad hegemónica es correcto y sobre qué decir sobre las otras masculinidades, pero lo que sí es evidente, es que hay formas de relacionarse diferentes entre los hombres entre sí y entre los hombres y las mujeres, lo mismo que están cambiando las relaciones de mujeres entre sí y de mujeres con los hombres. No sé como hay que denominar estas nuevas relaciones (o no nuevas, si no distintas a la normalidad anterior), pero la realidad es que existen. Digo que han cambiado las relaciones y no me refiero al plano sexual, que también, me refiero a cómo nos vemos unas/os a otras/os y cómo nos juzgamos o no en nuestras diferentes masculinidades y feminidades.

Antes una mujer se casaba y su propio entorno la obligaba a estar hasta que la muerte la separara de aquel marido, fuera buena gente o no lo fuera. 
Si iba donde su madre a decirla que no era feliz, o que su marido la pegaba, la madre la mandaba de vuelta a casa con él (hablo de hace nada, de la generación de mi madre), porque era así y así había que acatarlo. En la siguiente generación, que fue la de las primeras separaciones, lo que decían a la mujer que ya se planteaba separarse del marido, era que por qué y para qué,... que si el hombre no andaba con mujeres, no bebía, no jugaba o que no te pegaba, que haber qué querías (había que conformarse si cumplía con 4 de los 12 los básicos). Todo evoluciona y hoy en día una madre no le dice a su hija que se quede en casa con su marido hasta que una se muera, sea feliz o infeliz; entre mujeres hay otra comprensión de las situaciones de desigualdad.

Entre los hombres también ha habido una evolución; parece que no, porque quizás el cambio no es lo suficientemente rápido para las necesidades sociales, de lo que se supone que es una sociedad avanzada y moderna, progresista e igualitaria, pero por poner un ejemplo soez, los padres o los tíos ya no llevan de putas a los niños para que pierdan la virginidad y se hagan unos hombres (o por lo menos no tanto, espero). Ya no tratan de maricones a los hombres que hablan de emociones, que limpian la casa o pasean a sus hijos mientras su mujer queda con las amigas (o por lo menos no tanto, espero), los hombres ya piden la custodia compartida por el bien de las hijas y los hijos y pagan en muchos casos la pensión alimenticia de sus hijas/os responsabilizándose de su paternidad (o por lo menos, espero). 

Ya hay muchas clases de masculinidades y también de feminidades, … y ¡menos mal!, aún así, no hay que perder de vista que incluso la generación de la nueva chavalada viene creyendo de nuevo en la superioridad del hombre ejerciendo las desigualdades, jerarquizando las masculinidades y por supuesto creyendo que son superiores a la mujer. La verdad es que es algo preocupante que aún no hayamos superado esa lucha y esa violencia por tener el poder.  Es preocupante que no seamos capaces de compartir el poder o simplemente que nos tratemos de forma igualitaria y no marginal por el hecho de no pertenecer a ese "grupo selecto de hombretones" que dan el perfil de la masculinidad hegemónica.

Es cierto que ha muchas personas les ha pillado este paso de baile con el pie cambiado y ya no saben como seguir bailando, pero es que este baile igualitario no consiste en una coreografía única que hay que hacerla como otros/as han coreografiado, hay que hacerla disfrutando de la música bailando como una/o quiera y le nazca, sin pisar o empujar a quien tiene al lado. 
Hay que aprender unos pasos sí, unos pasos básicos como son el respeto, la empatía, la solidaridad, las emociones básicas, la asertividad, la autoestima, sinceridad, gratitud, nobleza, humildad, gestión de conflictos, … y bailarlos luego como se sienta en la rueda de la vida.

Las masculinidades y las feminidades son la forma de interrelacionarse socialmente en un gran baile, por lo que pueden variar dependiendo de dónde sea la fiesta (contexto social específico). Son los hábitos, usos y costumbres en los colectivos, sociedades o instituciones (los pasos básicos aprendidos), y como este contexto social va cambiando, también van cambiando las formas de relacionarse. 
No hay que olvidar que no se nace con una masculinidad o feminidad determinada en los cromosomas; no es un rasgo genético como los ojos azules, es una construcción social que se nos va inculcando. Antes era a través de la familia, el entorno social y el colegio, posteriormente se añadió la televisión y hoy en día, esta manera de aprender está ampliada con las nuevas tecnologías que ya usamos muchas personas y sobre todo la juventud.

He leído un matiz que hizo algún entendido y estudioso de las masculinidades y de la masculinidad hegemónica en concreto, que matiza que la hegemonía puede ser externa (ejercida hacia las mujeres) e interna (ejercida hacia los propios hombres). Dentro de esta hegemonía interna es donde se encuadra otra masculinidad, la masculinidad subordinada o marginada. 
No sé, yo creo que  a estás masculinidades no se le pueden atribuir unos atributos determinados y no cambiantes, porque a lo largo de la historia han existido hombres que ejercen el poder sobre otros hombres y sobre las mujeres, y dependiendo de que época sea, sus rasgos característicos han sido y son  diferentes. 

Ha habido ( y hay) hombres subordinados a otros hombres que no hay hecho nada para cambiarlo, como también ha habido (y hay) hombres que no han querido permanecer subordinados a otros hombres y han luchado por ello, pero mientras, si querían tener a las mujeres subordinadas. Decir que también ha habido (y hay) hombres que se han revelado a permanecer subordinados y que jamás han querido eso para las mujeres de su entorno. 

"La idea de que nos vean débiles, como una nenaza, a ojos de otros chicos, se remonta a la más temprano de nuestra infancia y nos persigue durante toda la vida. Demostrar a otros niños que no somos nenazas, que no somos mujeres, que no somos gay, … la noción de masculinidad que hemos creado, no permite que los niños pequeños se sientan seguros en su propia masculinidad, les obligamos a demostrarla constantemente".

La noche temática- La máscara con la que vivimos- documental de 55 minutos de gran interés para ver entero; desde el inicio nos refleja la presión social en la que los niños tienen que vivir para sujetar una masculinidad normativa y tradicional e intentar que en ellos siga siendo hegemónica.

La mente se me ha ido a pensar en la antigua cultura espartana, que ahora la vemos como una aberración porque ya no llegamos a esos extremos. Estoy segura que (no sé cuando), la sociedad patriarcal se verá igual de aberrante. 

Por resumir, la sociedad espartana se caracterizaba por ser una cultura de la guerra y por ello, matar a los bebés débiles sin miramientos; el infanticidio que ahora es delito, era lo habitual, como quien mete a una camada de perros o gatos en un saco y los echa al río porque no le sirven y le sobran. La vida de un bebé enfermo, deforme o débil no valía nada de nada y a los niños que sí valían por nacer sanos, a temprana edad se les separaba de la familia con el único fin de instruirles para la guerra y quien no era suficientemente fuerte, se moría en el sufrimiento del intento y tampoco pasaba nada. La realidad es que padres y madres lo aceptaban y muchas/os hasta estaban orgullosas/os de sus futuros hombres espartanos violentos y nacidos para la guerra, pero ... ¿creéis que no habría alguna/o que no estuviera de acuerdo con ello y por miedo social no hizo nada?

¿Cómo eran las costumbres de los espartanos?-  artículo de el periódico El Correo

Hoy en día nos parece inhumano, cruel, despiadado, brutal y sanguinario; pues bien, el patriarcado hoy en día sigue provocando la muerte de niños y niñas, de mujeres jóvenes, adultas y mayores; el patriarcado con su masculinidad hegemónica y normativa que conlleva el machismo, TAMBIEN MATA. también hace sufrir, también hace que esta vida para muchas y muchos sea un infierno, además de una guerra infinita.

Me voy a salir del plano correcto y voy a decir una frase de mi difunto padre … ¡Mierda en un bote grande! Sí, mucha mierda para esta sociedad patriarcal que obliga a los niños a ser lo que no quieren ser e impide a las niñas ser lo que quieren ser. 
Mierda para estas normas sociales que hace que unos niños se conviertan en maltratadores y que unas niñas se conviertan en aceptadoras de los maltratos y a otros niños y niñas en consentidores/as del maltrato. 
Mierda para la sociedad patriarcal que convierte a algunos niños en violadores y asesinos y a unas niñas en objetos de deseo y en cadáveres. 
Mierda en un bote grande para el patriarcado que hace de niños y niñas personas adultas infelices, inseguras, insatisfechas, dependientes, narcisistas, abusivas, violentas, víctimas, intimidadas, culpabilizadas, controladas, persuadidas, ninguneadas, irrespetadas, … nosotras y ellos, todas y todos salimos perdiendo si no nos enseñan desde pequeñas/os a ser libres de ser quien necesitemos y queramos ser, sin subordinar a nadie y sin ser subordinadas/os.

En este enlace sobre el patriarcado, tenéis otro enlace a un documental titulado "El machismo mata"; os lo recomiendo porque sale un hombre maltratador en rehabilitación impuesta judicialmente por maltrato a su pareja, que explica muy bien que él, si lo piensa de cabeza, entiende que lo que hace no está bien, pero que luego su aprendizaje social como hombre, le lleva a reaccionar de una forma machista y violenta. Le enseñaron a vivir en una masculinidad agresiva hacia la mujer, masculinidad maltratadora y desigual, masculinidad hiriente hacia la mujer, masculinidad mal entendida y equivocada, masculinidad patriarcal, hegemónica, normativa, … aquí le voy a dar de nuevo otro "mierda en un bote grande" para esta masculinidad normativa que destruye y en la que nos han persuadido vivir.

Hoy en día muchas personitas y personas creen que han nacido en el cuerpo equivocado porque socialmente no son aceptadas en su sentir, porque la sociedad donde viven les ha dicho que han nacido en un cuerpo X o XY y se tienen que comportar con los rasgos, roles y estereotipos que marca como X o XY ¡Pensar que estás en un cuerpo equivocado! ¡Es tremendo! Tenemos que vivir en el cuerpo que nos haya tocado toda la vida y lo odiamos y maldecimos, lo consideramos equivocado. ¡Puf!, un boleto para la insatisfacción existencial para toda la vida y que conlleva a que muchas y muchos jóvenes y personas adultas se quieran hormonar de por vida y entrar en operaciones quirúrgicas que las van a condicionar de por vida sus cuerpos y su salud. 
Con lo fácil que sería que cada una/o, independientemente del cuerpo que tenga, se sienta buena gente en él y listo; luego ya decidirá quién le gusta para tener al lado en su vida, al margen de si se puede procrear o no, de si es pecado o no, de si es lo normal o no, de si …

Pero, ¿hay otras maneras de vivir y sentir que no sea como dice el patriarcado y sus normas sociales? 

Sí, sí la hay, rotundamente sí hay,  y cada vez más mujeres y hombres, con otras feminidades y masculinidades, nos vamos dando cuenta de ello; ya no vivimos con las mismas ataduras de hace tan solo 50 años, hemos progresado y aumentado las posibilidades de vivir de forma igualitaria, sin superiores ni inferiores por nacer biológicamente diferentes.

Hay otras masculinidades que existen y que no tienen miedo ni a la igualdad ni al empoderamiento de la mujer, que lo creen justo y necesario como resarcimiento social merecido por las generaciones que han estado relegadas a un puesto de ser inferior. Que no ponen peros a las medidas positivas para que puedan acceder a puestos de mando a todos los niveles porque creen en ellas, porque saben que será en beneficio de una sociedad más equitativa, igualitaria, progresista social y económicamente, además de justa para todas y todos. Estas otras masculinidades creen en el poder con y no en el poder sobre, creen en el poder de hacer y en el poder interior tanto de hombres como de mujeres.

No es tan difícil de entender querer vivir en una sociedad donde nadie sea dueño de nadie, donde nadie esté encima de nadie y menos ejerciendo violencia, donde el hecho de nacer macho o hembra, blanco o negro, en pueblo o en ciudad, etc. no defina qué somos y quiénes somos. Se puede y debe vivir en una sociedad donde la masculinidad hegemónica no domine y subordine a otras masculinidades y a otras feminidades, es decir, a otros hombres y mujeres, … es decir, a otras personas hayan nacido en el cuerpo que hayan nacido y dónde hayan nacido.

Las otras masculinidades existen y las otras feminidades, también. Este camino para la igualdad ya no tiene vuelta atrás, aunque a veces ocurran los atrincheramientos por miedo a un futuro diferente (sobre todo por parte de quien tiene el poder, el patriarcado), el tiempo corre a favor de una nueva convivencia, de una nueva forma social de coexistir; seamos pues, parte activa de ello y no palo en las ruedas de este carro que nos lleva a ser más felices, igualitarios e equitativos como sociedad. Seamos parte del cambio y no nos quedemos con un "yo soy así, yo ya no tengo que aprender ni cambiar nada" o un "si ya han cambiado las cosas, no tengo que hacer nada más".

¡Cuidado, cuidado, cuidado! Qué la situación social vaya cambiando a favor de la igualdad de mujeres y hombres, no significa que ya esté cambiada; seguimos sin partir del mismo punto unas y otros, a pesar de que ya existen hombres con valores humanos igualitarios, que brindan relaciones igualitarias y más sanas, hay mucho aún que avanzar entre todas y todos.

Hoy en día está normalizado que un hombre limpie, cambie pañales, haga la compra o cuide a su madre, capaces ya de expresar sus emociones, que rechazan la violencia y que reconocen que si existe la violencia hacia la mujer e incluso acuden a las manifestaciones en apoyo hacia ellas, etc., todas estas acciones eran impensables en la mayoría de los hombres de generaciones precedentes y de unos cuantos de hoy en día, pero .... sí, hay un pero. 
Estamos haciendo la comparativa con otros hombres y como dice Jokin Azpiazu Carballo (sociólogo, profesor de la UPV y autor del libro "Masculinidades y feminismo"), se ve una mejora porque se da una comparativa desde el hombre y con una mirada masculina. Propone que estas nuevas formas de relacionarse son adaptaciones del patriarcado porque el machito machista amazacotado ya no se lleva, pero sin embargo el trasfondo es el mismo: “están tomando caminos distintos para conseguir los mismos efectos que antes”.

En su libro dice: "Medir la transformación del modelo masculino por comparación con otros hombres, lo lleva más a condenar y a separarse del modelo por el que no se sienten representados, que de cuestionamiento y cambio del propio, con lo que fácilmente se llega a un grado alto de autocomplacencia y sobrevaloración de logros". Aquí lo dejo para el análisis personal.

Mi reflexión va en la línea de pensar qué ocurre y lo que ocurre es que este sistema patriarcal con su mandato de masculinidad es tan potente, que cualquier cambio , como supone una aberración para él, transmite exageradamente que es más que suficiente e incluso que es demasiado porque no beneficia.

Me he imaginado al patriarcado engullendo a sus hijos e hijas, que es al fin y al cabo lo que hace, utilizar la violencia contra toda persona que no esté en línea con sus criterios y engullirla sin miramientos, sin empatía, sin remordimiento. Si nos diéramos cuenta de que el daño va en todas direcciones y que los que creen que se están librando por ejercer la heteromasculinidad patriarcal, no se libran, quizás demos pasos más grandes. El monstruo es el patriarcado asentado hasta la médula y creer en la igualdad y defenderla es un buen y gran paso, pero no es el único paso; practicar el estudio de qué significa el patriarcado y apostar por la autorreflexión de en qué le estamos siguiendo el juego es transcendental.

Hay hombres que han evolucionado de su inicial sociabilización patriarcal, por lo cual ya tienen parte del trabajo de igualdad hecho y ya se sienten satisfechos con ello, es decir, han logrado no ser como los hombres de las generaciones precedentes o como alguno de los "Torrentes" actuales y es todo un logro para ellos. Es ya su avance en comparativa con la masculinidad hegemónica
Efectivamente, hacen labores del hogar, colaboran en la crianza y en los cuidados de personas mayores de la familia, apoyan las causas de las mujeres, practican habitualmente el lenguaje inclusivo y detectan su no uso, no utilizan las groserías hacia la mujer, etc., … tienen el convencimiento que, aunque tengan alguna actitud machista por educación porque es inevitable, en la comparativa con el machismo existente y más con el que existió, aventajan y son claros triunfadores, por lo que cuestionarles su feminismo o cuidado hacia la igualdad, se convierte en una clara ofensa.   

Pero, ¿Qué les ocurre a algunos hombres con actitudes externas en favor de la igualdad de género a la hora de relacionarse con la mujer en el tú a tú de a diario? ¿Por qué mantienen el poder jerárquico en las relaciones con nosotras en la vida cotidiana? Es evidente que la socialización recibida tanto por hombres como por mujeres es la responsable de que unos se coloquen en el escalón de arriba y otras peleen por no estar en el escalón de abajo. 

Pequeños apuntes de esta socialización jerárquica:
  • Generalmente, su criterio prevalece frente a la opinión de la mujer, aunque hagan algunas concesiones que reafirman su autocomplacencia y sobrevaloración de logros en el campo feminista.
  • Siguen ocupando más espacios; aparte del espacio social, han entrado en el familiar o en el de los cuidados de nuevo haciendo valer su criterio en cuanto cómo hacer o cómo cuidar.  
  • Siguen menospreciando a través del ignorar muchas de las actuaciones de la mujer, porque ellos realizan ya en lo cotidiano otras más importantes.
  • Mantienen su espacio personal/relacional a la vez que siguen reclamando parte del de la mujer si esta se los toma igual que él (no todo porque si no se sentirían machistas, algo que ya consideran incorrecto).
  • Predominan sus intereses y sus deseos a través de mecanismos más sutiles que una bofetada o un "tu te callas que aquí mando yo" (a través de los famosos micromachismos), y precisamente por ser más sutiles son más difíciles de detectar por ellos, por lo que la autocomplacencia en el campo de la igualdad sigue intacta.
  • Tienden a explicarnos todo porque siguen pensando que nos sabemos entender o hacer por nosotras mismas y sin ayuda.
  • Cuando la mujer comparte una experiencia, también la tendencia de alguno de estos hombres es darle soluciones aunque no se hayan pedido y la mujer esté sólo comunicándose; siguen en la creencia de poder solucionar lo que ellas no pueden.
  • Algunos de ellos prefieren mujeres con la estética que dictan los estereotipos de belleza femenina; sensuales (típico 90-60-90), permanentemente jóvenes, labios carnosos, pelo largo, etc.
  • Continúa la autoridad sobre las mujeres y el derecho de disponibilidad, de manera más solapada (volvemos a los micromachismos).
  • En las relaciones se consideran en posesión de la razón, la verdad o la objetividad, atributos considerados masculinos. 
  • Corregir de forma reiterada la manera de hacer algo, aunque el resultado vaya a ser el mismo.
  • Atribución culposa a la mujer ("me distraes", "eso te pasa porque exageras", "haces un problema dónde no lo hay", "se me hace tarde; es que me hablas y me lías", "no, si la culpa la tendré sólo yo",  …).
  • Tomar decisiones sin consultar y dirigir la situación o lo que haya que hacer de forma unilateral, tratando a la mujer más como subalterna a su servicio, que compañera con la que negociar.

Masculinidades y feminismo- Pikara Magazine- Entrevista a Jokin Azpiazu Carballo

Jornadas intervenir con hombres- Ponencia de Susana Covas

Hombres con valores igualitarios- Ministerio de Igualdad

La publicidad y la salud de las mujeres- Instituto de la Mujer

Los micromachismos, según Luis Bonino Méndez son "Una forma solapada de violencia de género que incluye estrategias, gestos, actos de la vida cotidiana que son sutiles, casi imperceptibles, pero que se perpetúan y transmiten de generación en generación". 

"Aun los varones mejor intencionados los realizan, porque están fuertemente inscritos en su programa de actuación con las mujeres. Algunos micromachismos son conscientes y otros se realizan con la "perfecta inocencia" de lo inconsciente". Luis Bonino Méndez

Micromachismos, la violencia invisible en la pareja-Luis Bonino Méndez PDF

Los varones ante el problema de la igualdad con las mujeres- Luis Bonino Méndez (2002) PDF-

Todo avance es bien recibido, toda modificación de conductas es bien recibida, toda identificación de conductas contrarias a la igualdad de hombres y mujeres es un paso más dado; en este sentido según encuestas, los hombres son más optimistas que las mujeres, igual es porque cuando dejas de tener ciertos privilegios (los hombres) parece mucho más que cuando sólo has adquirido unos cuantos de todos a los que tienes derecho (las mujeres).

Los hombres, más optimistas sobre la igualdad

Queda mucho por lograr, pero yo, aún siendo mujer, quiero ser optimista ¡Esto va para delante, queramos o no, aportemos o no! Tú decides dónde colocarte, porque la masculinidad hasta ahora hegemónica no funciona bien; provoca la superioridad de un 20% sobre el 80% (aplicando la ley de Pareto), y no sé tú pero yo fijo que estoy en ese 80% que tiene una vida consecuencia de que ese 20% domine la sociedad donde vivo., y sabes, yo no quiero eso ni para mí, ni para las futuras generaciones.

En este concepto de las otras masculinidades, trabaja hace años un argentino Lucho Fabri, al que he leído un par de conceptos que me ha gustado. Una es dejar de ocuparse en catalogar al hombre  si es feminista o no, porque lo importante es lo que hace en sus relaciones cotidianas y en los espacios de socialización masculina. 
La otra es que, hablando sobre las políticas públicas sobre masculinidades, que hacían falta porque en las políticas públicas de genero que hay están dirigidas a mujeres o personas con diversidad sexual, y ellos sólo como personas que ejercen la violencia machista. 
Se necesita integrarles porque todas y todos somos integrantes de las relaciones y si queremos que se modifiquen, habrá que dar herramientas para ello a mujeres y a hombres, por ejemplo a nosotras con talleres de empoderamiento y a ello con talleres de otras masculinidades.

Sin desperdicio lo que piensa y transmite Rita Segato sobre el papel que en suerte le ha tocado al hombre en este juego del patriarcado (o al menos lo que yo la he entendido en lo que la he escuchado y leído). El hombre aparte de ser verdugo también es víctima; no se trata sólo de que modifique hacia la mujer su tipo de masculinidad aprendida, es que la modifique para con los hombres mismos y conseguir una sociedad mucho más plural donde entremos todas/os, porque en la que está montada, acabaremos no cabiendo nadie.
eloisaostahermosilla

Contra-pedagogías de la crueldad- Rita Segato- PDF

OTRAS FUENTES