Pensamientos, palabras, obras y omisiones

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Pensamientos, palabras, obras y omisiones, … tal cual es la vida.

lunes, 11 de noviembre de 2024

La autocomplacencia con la igualdad de género


Parece mentira que haya que explicarlo todo porque no se quiere ver, y más a gente en principio culta, con saber estar, con compromiso con la igualdad y el feminismo; parece mentira pero es así hoy en día que ser igualitario en un 45% o en un aprobado justito, queda como muletilla para sentirse  gente comprometida. Sí, estoy hablando de los hombres (también hay mujeres) que practican la autocomplacencia con la igualdad de género.

Algunas y sobre todo algunos estarán diciendo ¿Lo "cualo"? Repito, la autocomplacencia con la igualdad de género, que hace parecido daño a no reconocer que la mujer y otro tipo de hombres diferentes al rol establecido por el patriarcado, necesitan que sigamos dando pasos y descubriendo la desigualdad en la convivencia social del a diario, la cotidiana, esa en la que no se puede bajar la guardia porque sino, se le da la sujeción al entramado en el que se asienta el machismo y la violencia de género.

Si queréis leer sobre la autocomplacencia en todos los campos de la vida, ir a la entrada La autocomplacencia, igual os ayuda a entender mejor lo que cuento en esta.

Sé que desde la más tierna infancia nos aleccionan, lo sé, pero estamos en una etapa en la que en este país tenemos acceso a la información casi todas las personas y poder así desaprender las normas sociales, familiares y relacionales que no son igualitarias.

Nos tapan los ojos para que no veamos, llegamos a mayores y, …. ¿seguimos sin querer ver por voluntad propia? Mira, me pongo de mala leche, porque es totalmente injusto que hombres y mujeres con la capacidad de saber más sobre igualdad, no quieran saberlo y se conformen con aprobar con ese 5 raspado, si es que aprueban y que se crean que han sacado matrícula de honor, o en el mejor de los casos, que quedan muy bien diciendo que saben que no son totalmente feministas pero que han avanzado mucho más que las generaciones precedentes y que están en un notable alto. 

Muchos hombres y algunas mujeres están en cargos de poder, con una influencia muy alta sobre asuntos legales, laborales, en educación, salud, política, …, figuras públicas que promueven la igualdad pero que, en su vida personal o en acciones concretas, perpetúan dinámicas patriarcales.

Por poner ejemplos, personas de la política o líderes que impulsan leyes o iniciativas relacionadas con igualdad de género pero no las aplican con profundidad o las limitan a aspectos superficiales, mientras perpetúan dinámicas patriarcales en su entorno personal o profesional. Es evidente que aquí podemos poner el ejemplo de última hora hoy, Iñigo Errejón (político español)

También están esas figura públicas que se autodenominan aliadas del feminismo pero son pilladas en comentarios, actitudes o acciones que contradicen sus discursos en pro de la igualdad. Aquí pueden encajar artistas, escritoras o intelectuales que publican obras en favor de la igualdad pero cuyas conductas personales, como en relaciones de pareja o con colegas, no reflejan los valores que promueven.

No nos olvidemos que la autocomplacencia no se limita a figuras famosas o públicas, es un comportamiento socialmente aprendido y extendido, es ese manchón de petróleo en el mar que solo con los años y el trabajo voluntario de mujeres y hombres se puede limpiar. Pero claro, si parte de ese voluntariado a ido a hacer bulto y currar lo menos posible, pues difícil lo tenemos y eso me enfada. Me enfadan las actitudes de que pudiendo hacer algo más por un bien común, no se haga, me enfada que las personas nos quedemos aparcadas en un "fíjate cómo está el mundo de mal".

Venga, voy a por mi frase favorita cuando estoy enfadada:  "Mierda en un bote grande".

Cada persona su granito de arena en lo que pueda, no en lo que no pueda. Con tener las mentes abiertas para adquirir más información, llegamos a ella, ¿Qué ocurre?, que no conviene, no conviene saber más porque como son una buena persona, si saben algo más, tienen que hacer algo y no quieren porque pierden privilegios, pierden poder.

Si os vais a la entrada de Socialización jerárquica en igualdad de género, le pondréis contexto a esto de la autocomplacencia, no obstante, os voy a desarrollar este temita tan incómodo para estas personas que la practican y que no lo quieren ver.

La autocomplacencia en el tema de la igualdad de género se refiere a la idea de que, aunque muchos hombres consideran que apoyan la igualdad entre géneros, se quedan en una zona de confort que no implica cambios reales. Creen que ya hacen "suficiente" porque cumplen con ciertos valores o acciones que consideran justos, pero en realidad esto no suele ir acompañado de una autoevaluación sincera ni de un esfuerzo por cambiar conductas o actitudes en las que son protagonistas y que reflejan desequilibrios de poder y falta de equidad y de igualdad. 

Esta actitud puede llevar a una sensación de satisfacción personal sin que realmente haya avances en la igualdad de género; es otro motivo más por lo que el machismo y la desigualdad de género persiste en nuestra sociedad, por eso es motivo de enfado, aunque hayan dado en pro de la igualdad, pararse creyendo que ya está todo hecho por su parte es al menos negligencia.

“Reafirman su autocomplacencia” 

Menudo peligro tiene esto de la autocomplacencia, con el permiso, me voy a referir a la autocomplacencia masculina porque, si sin tenerla le costaba al hombre reconocer actitudes machistas, con esta herramienta se convierte encima en alguien que no sé si consciente o inconscientemente toma el pelo a las mujeres y a otros hombres (Las otras masculinidades)  que trabajan y se trabajan por una igualdad de género real.

Hacen guiños a la igualdad que les permiten sentirse “buenos” o “progresistas” o "feministas" o "igualitarios", sin cuestionar profundamente sus propios privilegios ni hacer cambios significativos en su manera de ver el mundo o relacionarse. Tan sencillo como que mantienen las dinámicas de poder desequilibradas que les permiten seguir con sus privilegios como hombres.

Hablo de un postureo en una época en la que muchas personas rechazamos las formas evidentes de desigualdad y, a menudo, inconscientemente, los hombres se sienten satisfechos con pequeños gestos de apoyo hacia la igualdad de género, asumiendo que con ellos están haciendo suficiente.  Hoy en día no hay disculpa para la inconsciencia en tema de igualdad porque hay mecanismos amplios para poder informarse; se puede disculpar que tengamos un repertorio de actitudes machistas no reconocibles, pero si alguien te evidencia esas actitudes a modificar y no lo haces, eso sí es responsabilidad de la persona que sigue colaborando en que la desigualdad permanezca.

Por eso es que persisten actitudes y hábitos que siguen favoreciendo a los hombres en ámbitos como las relaciones, el hogar, y el trabajo. La actitud de autocomplacencia, implica que se considera que lo que ya se está haciendo es adecuado, sin que exista una revisión crítica y profunda de las acciones y actitudes cotidianas.

Osea, que ven que la violencia contra las mujeres en cabeza ajena, pero no la ven en la propia ¿Quién dijo lo de la ver la paja en ojo ajeno? ¡Es que seguimos prácticamente igual que hace 2000 años! 

Sigo un poco, porque esto tiene tanta miga que no lo puedo dejar colgado, por eso voy a indagar en el andar por casa, en esas relaciones del día a día que muchos hombres no quieren ver. Esas situaciones que a ellos les favorecen y que muchas mujeres no identificamos tampoco y así nos mete el machismo y el patriarcado un gol por la escuadra que no hemos visto venir.

¿Os habéis visto alguna vez preguntándoos "pero como he llegado aquí"? Yo sí. 

Este vídeo lo tengo en otra entrada colgado, pero es que viene al pelo con este último comentario que me ha salido. "La feminista blandengue".

¿Cómo se ve esta autocomplacencia en el día a día?

Muchos hombres creen que son aliados de la igualdad simplemente porque tienen una postura general de respeto hacia las mujeres, porque no ejercen una discriminación directa o porque apoyan la presencia de mujeres en diferentes espacios. Sin embargo, es común que no evalúen las dinámicas de poder, no cuestionen sus propios privilegios o no se involucren activamente en transformar aspectos de la sociedad y de sus propias relaciones que aún reflejan la desigualdad. En algunos casos, esta autocomplacencia aparece en:

  • Esta actitud de autocomplacencia es un terreno fértil para el crecimiento de dinámicas violentas o desequilibradas, pues el supuesto “esfuerzo” que se ha hecho ya se considera suficiente, y cualquier sugerencia de cambio o revisión se ve como exagerada o innecesaria. Es común que en esta postura aparezca el rechazo a asumir responsabilidad por actitudes o patrones de comportamiento que afectan a la pareja o a las mujeres en general. Esto mantiene a las personas en una zona de confort, evitando el aprendizaje profundo y el cuestionamiento personal sobre el trato y la dinámica que sostienen en la relación.
  • Creer que no hay más por hacer porque ya no se tienen actitudes abiertamente machistas. A veces piensan que, como “no hacen daño”, "no son violentos", identifican algunos micromachismos, …, no hay un problema. en ellos en cuestión de igualdad.
  • Minimizar experiencias y dificultades de género que viven las mujeres y otras identidades. Esto se da cuando ven ciertos problemas como “exageraciones” o creen que hablar de temas de igualdad no les concierne porque hoy en día ya "se está exagerando el tema".
  • Evitar el cambio personal y ver el problema solo como algo externo que no les afecta, en lugar de algo en lo que cada persona puede contribuir activamente, comenzando por uno mismo.

¿Cómo se manifiesta la autocomplacencia en temas de igualdad?

Pequeños gestos como símbolo de igualdad o concesiones y renuncias

Se refiere a pequeñas acciones, como participar en conversaciones de igualdad, apoyar algunas causas feministas, compartir responsabilidades, utilización del lenguaje no sexista, identificación de las distintas violencias machistas o micromachismos, posicionamiento social o incluso político feminista (caso Ïñigo Errejón), etc., que pueden parecer avances en términos de igualdad y de consideración hacia la mujer, pero en realidad, suponen una excusa para no seguir ahondando en sus comportamientos y pasar por esto de la igualdad en un aprobado justito o incluso un suspenso enmascarado. 

Muchos hombres creen que compartir ciertas tareas en el hogar, atender cuidados familiares o hacer declaraciones públicas a favor de la igualdad de género son acciones que les convierten automáticamente en aliados. Si bien estas acciones son positivas, también son solo el comienzo de lo que una verdadera igualdad significa. 
La autocomplacencia surge cuando esos pequeños actos se perciben como logros completos y suficientes y dejan de mover ficha.

Algunos hombres pueden ver estos pequeños actos como si fueran grandes contribuciones a la igualdad de género. Esta autoevaluación exagerada de sus logros les permite pensar que están haciendo lo suficiente, aunque el cambio real y significativo hacia la igualdad pueda requerir mucho más compromiso. 

En lugar de ser un apoyo sincero (consciente o inconscientemente), estas concesiones se convierten en gestos superficiales que les permiten reafirmar su propio valor y logros, sin implicarse en un cambio profundo y real.

Expectativa de reconocimiento: A menudo, los hombres esperan ser reconocidos y elogiados por sus gestos hacia la igualdad, como si estuvieran haciendo un favor en lugar de cumplir con un compromiso justo. Esto puede traducirse en comentarios como "yo ayudo en casa" o "yo soy de los que apoyan la igualdad". Cuando estos gestos buscan una aprobación externa o se consideran logros, en lugar de cambios necesarios para una relación equitativa, se refuerza la idea de que la igualdad es una concesión y no una responsabilidad compartida.

Falta de autocrítica: La autocomplacencia puede hacer que los hombres no examinen a fondo sus propios comportamientos y privilegios. Al sentir que ya están haciendo “lo suficiente” para ser igualitarios, pueden evitar cuestionar prácticas y actitudes más profundas que mantienen desequilibrios de poder, tanto en el hogar como en el trabajo. Esto incluye no reconocer patrones de comportamiento que favorecen sus intereses o limitan el desarrollo pleno de sus parejas.

Comparación con otros hombres: Un factor que contribuye a la autocomplacencia es la tendencia a compararse con otros hombres menos comprometidos con la igualdad. Esto es como la famosa frase de "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey", ... pero la realidad es que ve sólo con un ojo. En esto de la igualdad hay que mirar con dos ojos porque si no, la desigualdad se cuela.

Así que esta comparativa beneficiosa para ellos, les lleva a pensar que, al hacer más que el promedio, ya están cumpliendo con los estándares de una relación justa y respetuosa. Sin embargo, la igualdad no debería medirse en relación con lo que otros hacen, sino en función de un compromiso constante con la equidad y el respeto.

Resistencia al cambio profundo: La autocomplacencia también se manifiesta en la falta de disposición para cambiar actitudes y comportamientos de manera profunda. Por ejemplo, participar en conversaciones sobre igualdad sin aceptar realmente la necesidad de compartir de manera equitativa la toma de decisiones, las tareas del hogar, o el tiempo para el desarrollo personal. Esta resistencia puede ser sutil, pero limita el avance hacia una igualdad real y sostenible.

Los hombres pueden hacer ciertos gestos o sacrificios que parecen apoyar la igualdad de género, pero que en el fondo son más una manera de sentirse bien consigo mismos o de verse como “aliados” del feminismo y de la mujer. 

Consecuencias de esta autocomplacencia

La autocomplacencia puede tener varias consecuencias para las relaciones, tanto en la vida de pareja como en el ámbito laboral o familiar y son similares a las  que produce la desigualdad de género, dinámicas de poder y la Socialización jerárquica en igualdad de género

Falsa sensación de progreso: Cuando los hombres sienten que ya están haciendo lo suficiente, las relaciones pueden quedarse estancadas en patrones de desigualdad, ya que no hay un impulso real para un cambio profundo. Esto puede hacer que las relaciones parezcan igualitarias en apariencia, pero en la práctica, persistan desigualdades significativas.

Frena el avance real de la igualdad. Cuando una persona cree que ya está haciendo lo suficiente, disminuye el compromiso y no ve necesidad de cuestionar y revisar actitudes, ni se plantea mejorar los espacios para que sean más justos.

Mantiene dinámicas de poder invisibles. Aunque muchas veces no es intencional, la autocomplacencia evita que se reconozcan dinámicas de poder que afectan a mujeres y otras identidades. Al no cuestionarlas ni querer transformarlas, se refuerzan, aunque no haya una intención directa de hacerlo.

Dificulta la empatía y el diálogo. La actitud de autocomplacencia puede hacer que ciertos problemas o vivencias que mujeres u otras identidades de género mencionan parezcan “irrelevantes” o “incomprensibles”, lo que limita el diálogo y la empatía.

Desgasta las relaciones. En relaciones personales o de pareja, esta postura lleva a que haya menos comprensión de las necesidades de la mujer, sobre todo si  necesita un cambio de dinámica para sentirse respetada o igual. La autocomplacencia a menudo lleva a ignorar estas necesidades.

La autocomplacencia lleva a minimizar las experiencias de la pareja, a corregirla, ignorarla o invalidarla en sus emociones. Esto se convierte en una forma más sutil de violencia de género, pues perpetúa una jerarquía de “quien sabe mejor”, reafirmando un papel de autoridad o superioridad que, en el fondo, alimenta una desigualdad de poder en la relación.

Frustración en la pareja: Las mujeres en estas relaciones pueden experimentar frustración, ya que aunque existan algunos cambios, si no son en profundidad,  genera un desgaste emocional y una sensación de que sus propias necesidades y aspiraciones no se valoran de igual manera, minando su autoestima y su propia credibilidad.

Desequilibrio en el desarrollo personal: Los hombres pueden tener más tiempo y energía para su desarrollo personal y profesional. Dentro de una desigualdad estructural ellos avanzan en sus carreras, proyectos u ocio, mientras que las mujeres están más relegadas a un segundo plano a la hora de cubrir sus necesidades vitales, limitándose así su propio desarrollo.

Superar la autocomplacencia: hacia una igualdad activa y real

Para avanzar hacia una verdadera igualdad, es importante que los hombres no se conformen con pequeños gestos, sino que asuman la igualdad como un compromiso activo y continuo. 

Algunos cambios pueden incluir:

Autoevaluación constante: En lugar de asumir que pequeños gestos son suficientes, es fundamental revisar continuamente el propio comportamiento y preguntarse si se está contribuyendo de manera justa en todas las áreas de la vida compartida.
Participación equitativa en todas las áreas: Esto significa compartir de manera equitativa no solo las tareas físicas, sino también la carga emocional y organizativa del hogar y la relación. De esta forma, se elimina el desequilibrio en el esfuerzo y se reconocen todas las contribuciones.
Escuchar y aprender: La autocomplacencia puede superarse cuando los hombres realmente escuchan las experiencias y necesidades de sus parejas y se comprometen a hacer cambios significativos, sin expectativas de reconocimiento. La igualdad se construye cuando se actúa desde el respeto y la empatía, y no desde el deseo de recibir elogios.
Compromiso con el cambio estructural: La igualdad no solo implica hacer cambios individuales, sino también cuestionar y rechazar prácticas y actitudes que perpetúan la desigualdad en el ámbito laboral, familiar y social. 
Involucrarse en estos cambios contribuye a una igualdad que va más allá de lo personal y tiene un impacto positivo en la sociedad.
Reflexionar y cuestionarse. Superar la autocomplacencia implica que cada uno pueda revisar con sinceridad sus actitudes y preguntarse en qué áreas puede ser más justo y apoyar mejor la igualdad. ¿Hay patrones que sostengo y no me doy cuenta?
Escuchar sin invalidar. La clave está en escuchar de verdad y sin juzgar las experiencias de otras personas, especialmente cuando hablan de temas de desigualdad o de actitudes que les afectan.
Participar activamente. Esto no implica solo tener una actitud de respeto, sino contribuir activamente a que haya cambios en el entorno cercano (hogar, trabajo, amistades), apoyando oportunidades iguales para todos y todas.
Adaptarse a nuevos aprendizajes. La igualdad de género no es una meta que se alcanza y se deja, sino que evoluciona conforme todos aprendemos más. Implica abrirse a seguir aprendiendo y cambiando, adaptándose a nuevas maneras de pensar y relacionarse.

En conclusión, la autocomplacencia en temas de igualdad es un obstáculo para el cambio real y profundo en las relaciones de género. Para superarla, es necesario que los hombres adopten una actitud de autocrítica, reconozcan los beneficios de una relación equitativa, y asuman una responsabilidad compartida. 

Superar la autocomplacencia con la igualdad de género requiere pasar de una actitud pasiva a una activa. No es suficiente con tener “buenas intenciones”. hace falta una acción continua y sincera, que parte de la autoevaluación y se extiende hacia los demás. Para cambiar esta situación, es clave reconocer las áreas donde aún existen desigualdades, cuestionarse constantemente y fomentar una comunicación abierta y empática. La autocrítica, la voluntad de entender la perspectiva de las mujeres y de revisar conductas propias son fundamentales para reducir esta complacencia y evitar que derive en comportamientos dañinos. 

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