Pensamientos, palabras, obras y omisiones

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lunes, 4 de noviembre de 2024

Dinámicas de poder

Las cosas que tiene Eloisa

Es curioso como nos relacionamos las personas entre nosotras, muchas veces sobrándonos unas cosas y faltándonos otras y todo ello, con mucho de lo que hemos visto y aprendido, con lo que se ha movido en nuestro entorno y reproduciéndolo de forma inconsciente, de tal manera que nos pasan desapercibidas conductas que deterioran o complican las relaciones personales. Esto ocurre con las dinámicas de poder que adquirimos en familia, entre amistades, en el trabajo o en la pareja.

Vamos primero a ver que son las dinámicas de poder para luego ir viéndolas en los diferentes campos y maneras en las que se desarrollan y qué influencia tienen.

Las dinámicas de poder se refieren a la forma en que el control, la influencia y la autoridad están repartidos entre las personas, bien en un grupo o bien en una relación de pareja

Quién toma las decisiones o quién tiene la última palabra y cómo se siente cada persona respecto al control o la influencia que ejerce; vamos, es quién manda, por qué manda, cómo manda, para qué manda, dónde manda, …. y quién obedece, acata, cede y se subordina.

Estas dinámicas de poder han existido, existen y existirán siempre, y no es malo que existan, solo que hay un pero: pueden ser equilibradas o desequilibradas, influyendo esto en cómo interactuamos en las relaciones y cómo no, en cómo nos sentimos y hacemos sentirse a las personas en nuestras relaciones.

Si el poder no es equitativo y está desequilibrado, la persona subordinada llega a sentir que no tiene voz, que no es valorada o que siempre debe adaptarse a lo que quiere la otra. Ojo, que aunque no lo sienta por el rol adquirido por aprendizaje, le ocurre lo mismo, sólo que no lo tendrá identificado y si lo tiene, lo tendrá normalizado, pero eso no significa que el desequilibrio de poder no existe y que no sea injusto. No se debe abusar de la persona que no puede o no sabe defender su derecho a ser igual en la toma de decisiones, no se deben ejercer dinámicas de poder desequilibradas aunque la otra parte las tenga asumidas.

Y es que es muy simple de entender, cuando el poder está equilibrado, todas las partes implicadas se sienten escuchadas y pueden participar en las decisiones, lo que crea relaciones más sanas y felices; esto es lo ideal y lo aconsejable para que todas las personas puedan opinar, decidir y ser escuchadas en la misma medida y lograr relaciones más justas y satisfactorias.

¿Por qué no ocurre así en muchísimas ocasiones? la verdad es que hay muchas variables que influyen en cómo nos relacionamos y en la manera en que se distribuye el poder en los distintos tipos de vínculos (social, familiar, laboral, amistad, pareja, …). 

Aunque sea reiterativa en lo que pienso, estar en una sociedad patriarcal nos ha marcado y nos marca profundamente en nuestras relaciones y en la manera en la que interactuamos, por lo que las dinámicas de poder que existen entre las personas, tienden a ser desequilibradas desde tiempos inmemorables y están asentadas de forma incorrecta desde que somos unas mini personitas.

El tema es muy largo y profundo, pero voy a dar unas pinceladas de por dónde van las cosas.

  • Desigualdad estructural y social

En esta sociedad, que sigue siendo patriarcal, existen desigualdades de base que afectan las dinámicas de poder, como las diferencias de género, por raza, estatus económico, educación, país, estética…; esto trae consecuencias, entre ellas las distintas lacras sociales como son las diferentes discriminaciones y barreras sociales (El patriarcado; imagen de Procusto y su lecho).  

Estas desigualdades estructurales hacen que algunas personas tengan más acceso a recursos y por lo tango al poder desde el inicio, lo que influye en su posición en las relaciones.

  • Normas culturales y sociales

Desde pequeñas/os, todas las personas nos impregnamos de ideas sobre quién "debería" tener poder en ciertas situaciones (la familia, el trabajo, en la amistad, …). Las normas culturales y sociales suelen fomentar roles desiguales, enseñándonos de manera implícita, explícita y sutil a actuar de ciertas maneras según nuestro género, edad, posición económica, carácter, etc.

Estas normas a menudo se refuerzan a lo largo de la infancia y en el pasar del tiempo, por lo que las personas asumimos la aceptación de dinámicas de poder sin cuestionarlas, ya que las consideramos "normales" o "adecuadas".

  • Naturaleza humana y competencia

Teniendo en cuenta los dos puntos anteriores, las personas tenemos necesidades, deseos y metas muy  diferentes. Digamos que eso de que somos todas las personas libres, no es cierto, ya que estamos atadas a las creencias adquiridas que nos hacen desear en nuestras vidas cosas muy diferentes. 
¿Qué ocurre? que si encima añadimos que a veces, para alcanzar los propios objetivos, podemos entrar en el competir, directa o indirectamente, para tener el control  en una situación o en una relación, es cuando acabamos en estas dinámicas de poder desequilibradas e injustas.

Ya sé, que pensamos que hay momentos en los que hay que tomar decisiones en la vida y que en muchos casos, esas decisiones las tiene que tomar la persona más preparada, más capaz, más resolutiva, más adecuada, más lista, con más recursos, más decidida, más ..., pero como ya hemos visto, desde el nacimiento, muchas personas ya partimos con el menos y no con el más, no por capacidades, si no tan sólo por nacimiento.

En las sociedades, sean del tipo que sean (en el matriarcado también "el pueblo Mouso") existe una tendencia natural a que algunas personas asuman papeles de liderazgo, mientras que otras prefieran roles de apoyo o de sumisión. 
Este desequilibrio hasta puede ocurrir sin una intención de dominación y de manera involuntaria si no se está en la conciencia de qué son las dinámicas de poder, pero esto no significa que no se funcione de manera desequilibrada en las relaciones y es seguro que afecta en la igualdad y equidad en el poder.

  • Inseguridades personales y autoestima

Las personas con inseguridades o baja autoestima pueden adoptar un rol más pasivo en sus relaciones, permitiendo que otras personas tomen las decisiones. 
Por otro lado, quienes sienten la necesidad de controlar pueden asumir el rol dominante para sentirse más seguros o en control de la situación.

Vuelvo a repetir que cómo se ve una persona a sí misma,  vuelve a estar influenciado por las desigualdades estructurales y las normas culturales y sociales. Las personas estamos influenciadas ya de inicio en cómo debe ser quien manda y quien obedece, quién vale y quién no vale, quién es la persona lista y quién la persona tonta ¿verdad?, ¡puf, qué daño hace todas estas normas, reglas, roles!

Estas dinámicas de poder las tenemos tan caladas en las entrañas que se perpetúan porque no somos conscientes de que están actuando en base a las necesidades sociales inculcadas que provocan inseguridades o necesidades emocionales muy distintas.

  • Falta de habilidades de comunicación y negociación

No todas las personas tienen o han aprendido las habilidades de comunicación para negociar o establecer límites de manera abierta y efectiva, lo cual es clave para lograr un equilibrio de poder. Si alguien no expresa sus opiniones, deseos o límites, la otra persona puede tomar más control, aunque no lo haga con mala intención.

La comunicación y la negociación constante son necesarias para equilibrar el poder, y cuando estas habilidades faltan, es más fácil que se generen dinámicas de poder desequilibradas.

  • Preferencias personales y de rol

La verdad que no sé qué fue primero, si la gallina o el huevo, lo único que sé es que lo que somos es fruto de lo que hemos vivido en una gran parte y en otra parte, tenemos una impronta personal que es única desde que nacemos: esta mezcla hace que  algunas personas prefieran asumir roles de liderazgo, mientras que otras se sienten más cómodas en posiciones de aceptación de órdenes, lo que lleva a que las dinámicas de poder se inclinen naturalmente hacia un lado.

Pero ojo, que una persona prefiera inclinarse de un lado porque se siente más cómoda, no significa que siempre tenga que ser así y que no haya que contar con su criterio y opinión, porque cuando estas preferencias no se revisan o no se comunican bien, se crea un desequilibrio de poder que con el tiempo genera resentimiento o frustración en alguna de las partes o en ambas.

Si nos vamos ya a hablar de que ocurre en la humanidad con el tema de los roles impuestos por las normas culturales y por la desigualdad estructural, no significa que el tipo de dinámicas de poder sean correctas y haya que cambiarlas (me viene a la cabeza todo el tema del apartheid, la esclavitud, las guerras, etc.), por mucho que por imposición se hayan normalizado y asumido.

  • Hábitos y rutinas

Esto es así, todo es cuestión de hábitos de vida; anclamos maneras de comportarnos con el paso del tiempo, cómo se hace cuando entrenamos para cualquier cosa. El tiempo da unos resultados a unas determinadas actuaciones.

Si bebo un vino de vez en cuando, no pasa nada, pero si eso lo hago una rutina diaria por el motivo que sea, me provocaré con el tiempo una adicción que me va a crear una serie de problemas personales y relaciones. 

Si yo tomo una decisión porque alguien tiene que tomarla no pasa nada, pero si yo hago que la toma de decisiones sea mayoritariamente mía en muchas situaciones diferentes, con el tiempo se convierte en un hábito y costumbre que provoca unas determinadas dinámicas  de poder que se vuelven hábitos, aunque no sean justos o equitativos. 

Lo duro y lo complicado es que una vez que se han establecidos estos patrones, en muchos casos pueden mantenerse sin cuestionarse, porque aunque no lo es, resulta más cómodo seguir la rutina que plantearse cambiar las inercias. 
En otros casos se mantienen las dinámicas de poder porque convienen por muy diferentes motivos al de la comodidad (miedos, economía, dependencia, …

A nivel legal van existiendo avances que sirven para la concienciación de las diferentes problemáticas que producen los desequilibrios de poder y para la protección de las personas más vulnerables, pero aún no está todo hecho, ya que requiere que las estructuras sociales evolucionen para que el acceso al poder y a la toma de decisiones esté más distribuido y menos condicionado por factores externos como el género o el estatus económico.

A nivel de interactuación entre personas cercanas de los diferentes ámbitos, si es posible llegar a un equilibrio, pero implica consciencia, esfuerzo y mucha comunicación. 
Las personas que trabajan en sus relaciones y entienden sus propias necesidades y limitaciones son más capaces de construir dinámicas de poder equilibradas. 

¿Cómo se desarrollan las dinámicas de poder en los contextos que nos rodean? Voy a matizar un poco en cómo se dan en la familia, en la amistad, en el trabajo y en las relaciones de pareja. Para ello, os coloco los enlaces en los que voy a desarrollar cada contexto.

DINAMICAS DE PODER EN LA FAMILIA

DINAMICAS DE PODER EN EL TRABAJO

DINAMICAS DE PODER EN LA AMISTAD

DINAMICAS DE PODER EN PAREJA

Aunque resulta muy complejo descubrir las dinámicas de poder )por la socialización jerárquica del poder en la que hemos sido educadas y educados) y una vez descubiertas modificarlas, crear dinámicas de poder equilibradas en general es un desafío porque cada relación tiene su propio contexto, y los factores personales y culturales influyen. Sin embargo, con apertura y educación, es posible acercarse a un modelo más equitativo y justo de relacionarse.