Pensamientos, palabras, obras y omisiones

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Pensamientos, palabras, obras y omisiones, … tal cual es la vida.
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domingo, 31 de diciembre de 2023

Las otras masculinidades

eohpoesía

Hace años que hay hombres que hablan de ello y practican otra manera de ser hombre; viven en otra masculinidad diferente a la aprendida, porque masculinidades diferentes hay hace años, pero es cierto que aún quedan hombres que no quieren vivir en las otras masculinidades, o que lo hacen no soltando los privilegios de su condición de hombre en una sociedad como en la que vivimos.

La masculinidad hegemónica o normativa o tradicional o convencional es la que ha dominado y domina; es la impuesta por el sistema patriarcal, que supedita la vida (desde que se nace) a unos seres que biológicamente han nacido con unos cromosomas que los caracterizan como "machos" y también la de otros seres con una identidad biológica que las define como "hembras". Total, que nos supedita y condiciona a todas y a todos desde la infancia.

La masculinidad hegemónica simboliza el poder sobre todo lo que no sea como ella, es decir sobre cualquier ser. Yo, en mi profunda ignorancia, la comparo (para entenderla en sus mecanismos de absurdez), como cuando algunas personas defendían la supremacía aria (esa supuesta raza superior). A mi entender es la desigualdad social en estado puro, la discriminación potenciada, la exclusión de las personas, la segregación que produce injusticias sociales y la muerte de inocentes.

Yo creo en la igualdad entre las personas y la masculinidad normativa es todo lo contrario, porque además, es excluyente de casi todo el mundo, porque dar el perfil no lo da cualquiera y en el afán de darlo, muchos hombres se pierden y los daños alcanzan a todo su alrededor y más concretamente a las mujeres que según su ideología, son unas subordinadas del hombre. Este tipo de masculinidad a conseguido la hegemonía a través de la cultura, las instituciones y inducción a creer en ella.

Persuadir es el verbo del que se ha valido la masculinidad doliente de este tipo; estamos persuadidos desde la infancia hacia sus ideas, creencias, conceptos y normas.

PERSUADIR- 

Del lat. persuadēre.

1. tr. Inducirmoverobligar a alguien con razones a creer o hacer algoU. t. c. prnl.

Sin.:
  • convencerinclinarseduciratraerincitararrastrarimpulsar.
Ant.:
  • disuadir.
Desde pequeñas/os nos han inculcado una ideología y muchas/os, nos la hemos creído como verdadera, así que, desaprender lo inculcado, es tarea difícil que requiere tiempo y ganas, algo que no todo el mundo está dispuesto a conceder para cambiar esta sociedad. 
A nadie le gusta no estar aceptado por su entorno y el sambenito de inadaptado (con todo lo que conlleva), está presente en nosotras y nosotros desde la infancia. No es fácil ser distinto al resto, no es fácil salirse de la norma y sobre todo si la norma es la impuesta por quien tiene y ejerce el poder desde siempre y con ello, hay una normalización de situaciones y conceptos erróneos. 

Me ha venido a la mente la esclavitud y su "normalidad" en su tiempo; salir de ella costaba la vida y quedarse bajo ella, también. Aunque hoy en día aún hay personajes que defienden la esclavitud, la lucha y la vida de muchas personas negras han conseguido su abolición. No veo el momento en el que la masculinidad normativa hegemónica sea abolida, aunque hoy en día sea la que tiene el poder económico, ejecutivo, legislativo, judicial, social, …

Las masculinidades cómplices son las que aunque no tengan el poder, consienten, no se oponen y perpetúan la masculinidad normativa. Entre este grupo de hombres y el de mujeres que se conformaron con su estatus de subordinadas, aceptándolo con sumisión como las habían enseñado desde pequeñas, son las/os que han dado a la masculinidad absurda y obsoleta su estatus de poder, su puesto jerárquico encima de todo lo demás, y que permanece hasta nuestros días de una forma no tan visible como hace siglos, pero igual de influyente aunque esté enmascarada.

Ha habido cambios sociales y normativos; hay leyes orgánicas específicas que protegen la igualdad de mujeres y hombres, pero aún es cierto que las normas del sistema organizativo que se llama patriarcado, está muy presente a nivel mundial y la igualdad efectiva de mujeres y hombres, aún tiene que evolucionar y crecer. 

Desde los años 80 del pasado siglo se están haciendo estudios y más estudios de si denominar masculinidad hegemónica es correcto y sobre qué decir sobre las otras masculinidades, pero lo que sí es evidente, es que hay formas de relacionarse diferentes entre los hombres entre sí y entre los hombres y las mujeres, lo mismo que están cambiando las relaciones de mujeres entre sí y de mujeres con los hombres. No sé como hay que denominar estas nuevas relaciones (o no nuevas, si no distintas a la normalidad anterior), pero la realidad es que existen. Digo que han cambiado las relaciones y no me refiero al plano sexual, que también, me refiero a cómo nos vemos unas/os a otras/os y cómo nos juzgamos o no en nuestras diferentes masculinidades y feminidades.

Antes una mujer se casaba y su propio entorno la obligaba a estar hasta que la muerte la separara de aquel marido, fuera buena gente o no lo fuera. 
Si iba donde su madre a decirla que no era feliz, o que su marido la pegaba, la madre la mandaba de vuelta a casa con él (hablo de hace nada, de la generación de mi madre), porque era así y así había que acatarlo. En la siguiente generación, que fue la de las primeras separaciones, lo que decían a la mujer que ya se planteaba separarse del marido, era que por qué y para qué,... que si el hombre no andaba con mujeres, no bebía, no jugaba o que no te pegaba, que haber qué querías (había que conformarse si cumplía con 4 de los 12 los básicos). Todo evoluciona y hoy en día una madre no le dice a su hija que se quede en casa con su marido hasta que una se muera, sea feliz o infeliz; entre mujeres hay otra comprensión de las situaciones de desigualdad.

Entre los hombres también ha habido una evolución; parece que no, porque quizás el cambio no es lo suficientemente rápido para las necesidades sociales, de lo que se supone que es una sociedad avanzada y moderna, progresista e igualitaria, pero por poner un ejemplo soez, los padres o los tíos ya no llevan de putas a los niños para que pierdan la virginidad y se hagan unos hombres (o por lo menos no tanto, espero). Ya no tratan de maricones a los hombres que hablan de emociones, que limpian la casa o pasean a sus hijos mientras su mujer queda con las amigas (o por lo menos no tanto, espero), los hombres ya piden la custodia compartida por el bien de las hijas y los hijos y pagan en muchos casos la pensión alimenticia de sus hijas/os responsabilizándose de su paternidad (o por lo menos, espero). 

Ya hay muchas clases de masculinidades y también de feminidades, … y ¡menos mal!, aún así, no hay que perder de vista que incluso la generación de la nueva chavalada viene creyendo de nuevo en la superioridad del hombre ejerciendo las desigualdades, jerarquizando las masculinidades y por supuesto creyendo que son superiores a la mujer. La verdad es que es algo preocupante que aún no hayamos superado esa lucha y esa violencia por tener el poder.  Es preocupante que no seamos capaces de compartir el poder o simplemente que nos tratemos de forma igualitaria y no marginal por el hecho de no pertenecer a ese "grupo selecto de hombretones" que dan el perfil de la masculinidad hegemónica.

Es cierto que ha muchas personas les ha pillado este paso de baile con el pie cambiado y ya no saben como seguir bailando, pero es que este baile igualitario no consiste en una coreografía única que hay que hacerla como otros/as han coreografiado, hay que hacerla disfrutando de la música bailando como una/o quiera y le nazca, sin pisar o empujar a quien tiene al lado. 
Hay que aprender unos pasos sí, unos pasos básicos como son el respeto, la empatía, la solidaridad, las emociones básicas, la asertividad, la autoestima, sinceridad, gratitud, nobleza, humildad, gestión de conflictos, … y bailarlos luego como se sienta en la rueda de la vida.

Las masculinidades y las feminidades son la forma de interrelacionarse socialmente en un gran baile, por lo que pueden variar dependiendo de dónde sea la fiesta (contexto social específico). Son los hábitos, usos y costumbres en los colectivos, sociedades o instituciones (los pasos básicos aprendidos), y como este contexto social va cambiando, también van cambiando las formas de relacionarse. 
No hay que olvidar que no se nace con una masculinidad o feminidad determinada en los cromosomas; no es un rasgo genético como los ojos azules, es una construcción social que se nos va inculcando. Antes era a través de la familia, el entorno social y el colegio, posteriormente se añadió la televisión y hoy en día, esta manera de aprender está ampliada con las nuevas tecnologías que ya usamos muchas personas y sobre todo la juventud.

He leído un matiz que hizo algún entendido y estudioso de las masculinidades y de la masculinidad hegemónica en concreto, que matiza que la hegemonía puede ser externa (ejercida hacia las mujeres) e interna (ejercida hacia los propios hombres). Dentro de esta hegemonía interna es donde se encuadra otra masculinidad, la masculinidad subordinada o marginada. 
No sé, yo creo que  a estás masculinidades no se le pueden atribuir unos atributos determinados y no cambiantes, porque a lo largo de la historia han existido hombres que ejercen el poder sobre otros hombres y sobre las mujeres, y dependiendo de que época sea, sus rasgos característicos han sido y son  diferentes. 

Ha habido ( y hay) hombres subordinados a otros hombres que no hay hecho nada para cambiarlo, como también ha habido (y hay) hombres que no han querido permanecer subordinados a otros hombres y han luchado por ello, pero mientras, si querían tener a las mujeres subordinadas. Decir que también ha habido (y hay) hombres que se han revelado a permanecer subordinados y que jamás han querido eso para las mujeres de su entorno. 

"La idea de que nos vean débiles, como una nenaza, a ojos de otros chicos, se remonta a la más temprano de nuestra infancia y nos persigue durante toda la vida. Demostrar a otros niños que no somos nenazas, que no somos mujeres, que no somos gay, … la noción de masculinidad que hemos creado, no permite que los niños pequeños se sientan seguros en su propia masculinidad, les obligamos a demostrarla constantemente".

La noche temática- La máscara con la que vivimos- documental de 55 minutos de gran interés para ver entero; desde el inicio nos refleja la presión social en la que los niños tienen que vivir para sujetar una masculinidad normativa y tradicional e intentar que en ellos siga siendo hegemónica.

La mente se me ha ido a pensar en la antigua cultura espartana, que ahora la vemos como una aberración porque ya no llegamos a esos extremos. Estoy segura que (no sé cuando), la sociedad patriarcal se verá igual de aberrante. 

Por resumir, la sociedad espartana se caracterizaba por ser una cultura de la guerra y por ello, matar a los bebés débiles sin miramientos; el infanticidio que ahora es delito, era lo habitual, como quien mete a una camada de perros o gatos en un saco y los echa al río porque no le sirven y le sobran. La vida de un bebé enfermo, deforme o débil no valía nada de nada y a los niños que sí valían por nacer sanos, a temprana edad se les separaba de la familia con el único fin de instruirles para la guerra y quien no era suficientemente fuerte, se moría en el sufrimiento del intento y tampoco pasaba nada. La realidad es que padres y madres lo aceptaban y muchas/os hasta estaban orgullosas/os de sus futuros hombres espartanos violentos y nacidos para la guerra, pero ... ¿creéis que no habría alguna/o que no estuviera de acuerdo con ello y por miedo social no hizo nada?

¿Cómo eran las costumbres de los espartanos?-  artículo de el periódico El Correo

Hoy en día nos parece inhumano, cruel, despiadado, brutal y sanguinario; pues bien, el patriarcado hoy en día sigue provocando la muerte de niños y niñas, de mujeres jóvenes, adultas y mayores; el patriarcado con su masculinidad hegemónica y normativa que conlleva el machismo, TAMBIEN MATA. también hace sufrir, también hace que esta vida para muchas y muchos sea un infierno, además de una guerra infinita.

Me voy a salir del plano correcto y voy a decir una frase de mi difunto padre … ¡Mierda en un bote grande! Sí, mucha mierda para esta sociedad patriarcal que obliga a los niños a ser lo que no quieren ser e impide a las niñas ser lo que quieren ser. 
Mierda para estas normas sociales que hace que unos niños se conviertan en maltratadores y que unas niñas se conviertan en aceptadoras de los maltratos y a otros niños y niñas en consentidores/as del maltrato. 
Mierda para la sociedad patriarcal que convierte a algunos niños en violadores y asesinos y a unas niñas en objetos de deseo y en cadáveres. 
Mierda en un bote grande para el patriarcado que hace de niños y niñas personas adultas infelices, inseguras, insatisfechas, dependientes, narcisistas, abusivas, violentas, víctimas, intimidadas, culpabilizadas, controladas, persuadidas, ninguneadas, irrespetadas, … nosotras y ellos, todas y todos salimos perdiendo si no nos enseñan desde pequeñas/os a ser libres de ser quien necesitemos y queramos ser, sin subordinar a nadie y sin ser subordinadas/os.

En este enlace sobre el patriarcado, tenéis otro enlace a un documental titulado "El machismo mata"; os lo recomiendo porque sale un hombre maltratador en rehabilitación impuesta judicialmente por maltrato a su pareja, que explica muy bien que él, si lo piensa de cabeza, entiende que lo que hace no está bien, pero que luego su aprendizaje social como hombre, le lleva a reaccionar de una forma machista y violenta. Le enseñaron a vivir en una masculinidad agresiva hacia la mujer, masculinidad maltratadora y desigual, masculinidad hiriente hacia la mujer, masculinidad mal entendida y equivocada, masculinidad patriarcal, hegemónica, normativa, … aquí le voy a dar de nuevo otro "mierda en un bote grande" para esta masculinidad normativa que destruye y en la que nos han persuadido vivir.

Hoy en día muchas personitas y personas creen que han nacido en el cuerpo equivocado porque socialmente no son aceptadas en su sentir, porque la sociedad donde viven les ha dicho que han nacido en un cuerpo X o XY y se tienen que comportar con los rasgos, roles y estereotipos que marca como X o XY ¡Pensar que estás en un cuerpo equivocado! ¡Es tremendo! Tenemos que vivir en el cuerpo que nos haya tocado toda la vida y lo odiamos y maldecimos, lo consideramos equivocado. ¡Puf!, un boleto para la insatisfacción existencial para toda la vida y que conlleva a que muchas y muchos jóvenes y personas adultas se quieran hormonar de por vida y entrar en operaciones quirúrgicas que las van a condicionar de por vida sus cuerpos y su salud. 
Con lo fácil que sería que cada una/o, independientemente del cuerpo que tenga, se sienta buena gente en él y listo; luego ya decidirá quién le gusta para tener al lado en su vida, al margen de si se puede procrear o no, de si es pecado o no, de si es lo normal o no, de si …

Pero, ¿hay otras maneras de vivir y sentir que no sea como dice el patriarcado y sus normas sociales? 

Sí, sí la hay, rotundamente sí hay,  y cada vez más mujeres y hombres, con otras feminidades y masculinidades, nos vamos dando cuenta de ello; ya no vivimos con las mismas ataduras de hace tan solo 50 años, hemos progresado y aumentado las posibilidades de vivir de forma igualitaria, sin superiores ni inferiores por nacer biológicamente diferentes.

Hay otras masculinidades que existen y que no tienen miedo ni a la igualdad ni al empoderamiento de la mujer, que lo creen justo y necesario como resarcimiento social merecido por las generaciones que han estado relegadas a un puesto de ser inferior. Que no ponen peros a las medidas positivas para que puedan acceder a puestos de mando a todos los niveles porque creen en ellas, porque saben que será en beneficio de una sociedad más equitativa, igualitaria, progresista social y económicamente, además de justa para todas y todos. Estas otras masculinidades creen en el poder con y no en el poder sobre, creen en el poder de hacer y en el poder interior tanto de hombres como de mujeres.

No es tan difícil de entender querer vivir en una sociedad donde nadie sea dueño de nadie, donde nadie esté encima de nadie y menos ejerciendo violencia, donde el hecho de nacer macho o hembra, blanco o negro, en pueblo o en ciudad, etc. no defina qué somos y quiénes somos. Se puede y debe vivir en una sociedad donde la masculinidad hegemónica no domine y subordine a otras masculinidades y a otras feminidades, es decir, a otros hombres y mujeres, … es decir, a otras personas hayan nacido en el cuerpo que hayan nacido y dónde hayan nacido.

Las otras masculinidades existen y las otras feminidades, también. Este camino para la igualdad ya no tiene vuelta atrás, aunque a veces ocurran los atrincheramientos por miedo a un futuro diferente (sobre todo por parte de quien tiene el poder, el patriarcado), el tiempo corre a favor de una nueva convivencia, de una nueva forma social de coexistir; seamos pues, parte activa de ello y no palo en las ruedas de este carro que nos lleva a ser más felices, igualitarios e equitativos como sociedad. Seamos parte del cambio y no nos quedemos con un "yo soy así, yo ya no tengo que aprender ni cambiar nada" o un "si ya han cambiado las cosas, no tengo que hacer nada más".

¡Cuidado, cuidado, cuidado! Qué la situación social vaya cambiando a favor de la igualdad de mujeres y hombres, no significa que ya esté cambiada; seguimos sin partir del mismo punto unas y otros, a pesar de que ya existen hombres con valores humanos igualitarios, que brindan relaciones igualitarias y más sanas, hay mucho aún que avanzar entre todas y todos.

Hoy en día está normalizado que un hombre limpie, cambie pañales, haga la compra o cuide a su madre, capaces ya de expresar sus emociones, que rechazan la violencia y que reconocen que si existe la violencia hacia la mujer e incluso acuden a las manifestaciones en apoyo hacia ellas, etc., todas estas acciones eran impensables en la mayoría de los hombres de generaciones precedentes y de unos cuantos de hoy en día, pero .... sí, hay un pero. 
Estamos haciendo la comparativa con otros hombres y como dice Jokin Azpiazu Carballo (sociólogo, profesor de la UPV y autor del libro "Masculinidades y feminismo"), se ve una mejora porque se da una comparativa desde el hombre y con una mirada masculina. Propone que estas nuevas formas de relacionarse son adaptaciones del patriarcado porque el machito machista amazacotado ya no se lleva, pero sin embargo el trasfondo es el mismo: “están tomando caminos distintos para conseguir los mismos efectos que antes”.

En su libro dice: "Medir la transformación del modelo masculino por comparación con otros hombres, lo lleva más a condenar y a separarse del modelo por el que no se sienten representados, que de cuestionamiento y cambio del propio, con lo que fácilmente se llega a un grado alto de autocomplacencia y sobrevaloración de logros". Aquí lo dejo para el análisis personal.

Mi reflexión va en la línea de pensar qué ocurre y lo que ocurre es que este sistema patriarcal con su mandato de masculinidad es tan potente, que cualquier cambio , como supone una aberración para él, transmite exageradamente que es más que suficiente e incluso que es demasiado porque no beneficia.

Me he imaginado al patriarcado engullendo a sus hijos e hijas, que es al fin y al cabo lo que hace, utilizar la violencia contra toda persona que no esté en línea con sus criterios y engullirla sin miramientos, sin empatía, sin remordimiento. Si nos diéramos cuenta de que el daño va en todas direcciones y que los que creen que se están librando por ejercer la heteromasculinidad patriarcal, no se libran, quizás demos pasos más grandes. El monstruo es el patriarcado asentado hasta la médula y creer en la igualdad y defenderla es un buen y gran paso, pero no es el único paso; practicar el estudio de qué significa el patriarcado y apostar por la autorreflexión de en qué le estamos siguiendo el juego es transcendental.

Hay hombres que han evolucionado de su inicial sociabilización patriarcal, por lo cual ya tienen parte del trabajo de igualdad hecho y ya se sienten satisfechos con ello, es decir, han logrado no ser como los hombres de las generaciones precedentes o como alguno de los "Torrentes" actuales y es todo un logro para ellos. Es ya su avance en comparativa con la masculinidad hegemónica
Efectivamente, hacen labores del hogar, colaboran en la crianza y en los cuidados de personas mayores de la familia, apoyan las causas de las mujeres, practican habitualmente el lenguaje inclusivo y detectan su no uso, no utilizan las groserías hacia la mujer, etc., … tienen el convencimiento que, aunque tengan alguna actitud machista por educación porque es inevitable, en la comparativa con el machismo existente y más con el que existió, aventajan y son claros triunfadores, por lo que cuestionarles su feminismo o cuidado hacia la igualdad, se convierte en una clara ofensa.   

Pero, ¿Qué les ocurre a algunos hombres con actitudes externas en favor de la igualdad de género a la hora de relacionarse con la mujer en el tú a tú de a diario? ¿Por qué mantienen el poder jerárquico en las relaciones con nosotras en la vida cotidiana? Es evidente que la socialización recibida tanto por hombres como por mujeres es la responsable de que unos se coloquen en el escalón de arriba y otras peleen por no estar en el escalón de abajo. 

Pequeños apuntes de esta socialización jerárquica:
  • Generalmente, su criterio prevalece frente a la opinión de la mujer, aunque hagan algunas concesiones que reafirman su autocomplacencia y sobrevaloración de logros en el campo feminista.
  • Siguen ocupando más espacios; aparte del espacio social, han entrado en el familiar o en el de los cuidados de nuevo haciendo valer su criterio en cuanto cómo hacer o cómo cuidar.  
  • Siguen menospreciando a través del ignorar muchas de las actuaciones de la mujer, porque ellos realizan ya en lo cotidiano otras más importantes.
  • Mantienen su espacio personal/relacional a la vez que siguen reclamando parte del de la mujer si esta se los toma igual que él (no todo porque si no se sentirían machistas, algo que ya consideran incorrecto).
  • Predominan sus intereses y sus deseos a través de mecanismos más sutiles que una bofetada o un "tu te callas que aquí mando yo" (a través de los famosos micromachismos), y precisamente por ser más sutiles son más difíciles de detectar por ellos, por lo que la autocomplacencia en el campo de la igualdad sigue intacta.
  • Tienden a explicarnos todo porque siguen pensando que nos sabemos entender o hacer por nosotras mismas y sin ayuda.
  • Cuando la mujer comparte una experiencia, también la tendencia de alguno de estos hombres es darle soluciones aunque no se hayan pedido y la mujer esté sólo comunicándose; siguen en la creencia de poder solucionar lo que ellas no pueden.
  • Algunos de ellos prefieren mujeres con la estética que dictan los estereotipos de belleza femenina; sensuales (típico 90-60-90), permanentemente jóvenes, labios carnosos, pelo largo, etc.
  • Continúa la autoridad sobre las mujeres y el derecho de disponibilidad, de manera más solapada (volvemos a los micromachismos).
  • En las relaciones se consideran en posesión de la razón, la verdad o la objetividad, atributos considerados masculinos. 
  • Corregir de forma reiterada la manera de hacer algo, aunque el resultado vaya a ser el mismo.
  • Atribución culposa a la mujer ("me distraes", "eso te pasa porque exageras", "haces un problema dónde no lo hay", "se me hace tarde; es que me hablas y me lías", "no, si la culpa la tendré sólo yo",  …).
  • Tomar decisiones sin consultar y dirigir la situación o lo que haya que hacer de forma unilateral, tratando a la mujer más como subalterna a su servicio, que compañera con la que negociar.

Masculinidades y feminismo- Pikara Magazine- Entrevista a Jokin Azpiazu Carballo

Jornadas intervenir con hombres- Ponencia de Susana Covas

Hombres con valores igualitarios- Ministerio de Igualdad

La publicidad y la salud de las mujeres- Instituto de la Mujer

Los micromachismos, según Luis Bonino Méndez son "Una forma solapada de violencia de género que incluye estrategias, gestos, actos de la vida cotidiana que son sutiles, casi imperceptibles, pero que se perpetúan y transmiten de generación en generación". 

"Aun los varones mejor intencionados los realizan, porque están fuertemente inscritos en su programa de actuación con las mujeres. Algunos micromachismos son conscientes y otros se realizan con la "perfecta inocencia" de lo inconsciente". Luis Bonino Méndez

Micromachismos, la violencia invisible en la pareja-Luis Bonino Méndez PDF

Los varones ante el problema de la igualdad con las mujeres- Luis Bonino Méndez (2002) PDF-

Todo avance es bien recibido, toda modificación de conductas es bien recibida, toda identificación de conductas contrarias a la igualdad de hombres y mujeres es un paso más dado; en este sentido según encuestas, los hombres son más optimistas que las mujeres, igual es porque cuando dejas de tener ciertos privilegios (los hombres) parece mucho más que cuando sólo has adquirido unos cuantos de todos a los que tienes derecho (las mujeres).

Los hombres, más optimistas sobre la igualdad

Queda mucho por lograr, pero yo, aún siendo mujer, quiero ser optimista ¡Esto va para delante, queramos o no, aportemos o no! Tú decides dónde colocarte, porque la masculinidad hasta ahora hegemónica no funciona bien; provoca la superioridad de un 20% sobre el 80% (aplicando la ley de Pareto), y no sé tú pero yo fijo que estoy en ese 80% que tiene una vida consecuencia de que ese 20% domine la sociedad donde vivo., y sabes, yo no quiero eso ni para mí, ni para las futuras generaciones.

En este concepto de las otras masculinidades, trabaja hace años un argentino Lucho Fabri, al que he leído un par de conceptos que me ha gustado. Una es dejar de ocuparse en catalogar al hombre  si es feminista o no, porque lo importante es lo que hace en sus relaciones cotidianas y en los espacios de socialización masculina. 
La otra es que, hablando sobre las políticas públicas sobre masculinidades, que hacían falta porque en las políticas públicas de genero que hay están dirigidas a mujeres o personas con diversidad sexual, y ellos sólo como personas que ejercen la violencia machista. 
Se necesita integrarles porque todas y todos somos integrantes de las relaciones y si queremos que se modifiquen, habrá que dar herramientas para ello a mujeres y a hombres, por ejemplo a nosotras con talleres de empoderamiento y a ello con talleres de otras masculinidades.

Sin desperdicio lo que piensa y transmite Rita Segato sobre el papel que en suerte le ha tocado al hombre en este juego del patriarcado (o al menos lo que yo la he entendido en lo que la he escuchado y leído). El hombre aparte de ser verdugo también es víctima; no se trata sólo de que modifique hacia la mujer su tipo de masculinidad aprendida, es que la modifique para con los hombres mismos y conseguir una sociedad mucho más plural donde entremos todas/os, porque en la que está montada, acabaremos no cabiendo nadie.
eloisaostahermosilla

Contra-pedagogías de la crueldad- Rita Segato- PDF

OTRAS FUENTES

sábado, 20 de agosto de 2022

Perseguidor, victima y salvador: el triángulo dramático de Karpman

Quedar para comer y que te hablen de que existen tres roles que adquirimos en la vida (perseguidor/a, victima, salvador/a) y que pasamos de uno a otro y que todo eso lo puedo leer en un artículo corto que se llama el triángulo dramático, fue el punto de partida para empezar a buscar y a leer sobre ello, y escribir lo que yo he entendido y lo que me ha hecho entender muchas situaciones vividas y  las diferentes actitudes de personas de mi entorno y mías.

He leído que también le llaman "el triángulo de la supervivencia" porque el juego viene desde que somos niñas/os hasta,... hasta que lo cortemos o hasta siempre.

De entrada, me aclaré que estos roles de perseguidor/a, víctima y salvador, son una actitud ante la vida puntual o repetitiva; son aprendidos o adquiridos de pequeños como una forma de defensa para poder soportar emocionalmente ciertas experiencias de vida hostiles o simplemente desagradables. 
De niña/o decir no o conseguir lo que se quiere es complicado, así que uno se siente víctima. Este sentimiento les puede hacer permanecer en él, o quizás transformarse en perseguidor/a en el cole o en salvador/a

Todo es posible con tal de obtener afecto porque esa es en realidad la finalidad del niño/a; sentirse amada/o y respetada/o de una manera auténtica. 

En la niñez, la seguridad emocional es clave para el desarrollo de la propia identidad y tenerla o estar escaso de ella condiciona a futuro el comportamiento en familia, en la sociedad o en el trabajo.

Esta necesidad básica de contacto físico y emocional hacia ellas/os por parte de los progenitores (o de quien actúe como tal), al ser  constante y urgente, muchas veces no es satisfecha como el niño/a demanda y es ahí cuando el sentimiento de culpabilidad, resentimiento o rabia hace posicionarse en uno de los roles de este triángulo dramático:
  • ser salvador/a por sentimiento de culpabilidad (será que soy mala/o y tengo que hacer algo bueno para que me quieran), 
  • ser víctima por sentir resentimiento (el mundo está en mi contra y todo me pasa a mí; pobre de mí, me tenéis que ayudar porque no es justo) 
  • o ser perseguidor/a por la ira (pues ahora me enfado y os vais a enterar).
Y si habéis visto la película de "El Mago de Oz" (1939), me viene a la cabeza una escena de ella donde Dorothy muerta de miedo dice: "Leones, tigres y panteras ¡Dios mío!

Yo digo "Salvadoras/es, víctimas y perseguidoras/es, ¡Dios mío!" ...y pienso esto porque la relaciones, en este triángulo dramático, son distantes, poco sinceras e impiden un diálogo honesto y cercano para solucionar los conflictos.

Ahora bien, no es lo mismo tener un problema que ser una víctima, como tampoco es lo mismo ayudar que salvar, al igual que no es lo mismo ser asertivo que perseguir. 

Hablando del tema, me han comentado que dejar todo lo que es una persona resumido en los tres vértices de este triángulo dramático se queda escaso. Estoy de acuerdo, no solo podemos encasillar en perseguidor/a, salvador/a o víctima a una persona; yo lo veo como un triángulo que tiene su círculo porque se puede pasar de un rol a otro con una gran facilidad, además luego se encuentran los matices de cada rol y por supuesto, no todas las relaciones que entablamos son de tipo disfuncional.

Podemos tener relaciones sanas y podemos entablar también otro tipo de relaciones no tan sanas porque nos dejamos introducir en este triángulo de una forma automática. Adquirir uno de estos roles de forma consciente y verdadera no es negativo porque no se recurrirá a las "malas artes" de cada rol, pero si se está en un rol de una forma inconsciente es cuando los resultados relacionales son caóticos y verdaderamente dramáticos.

Quien estudió sobre ello y quien le puso nombre a estos comportamientos (más bien insanos y cambiantes) en los conflictos de relación fue Karpman

Stephen Karpman denominó a esta interacción entre los tres roles el triángulo dramático, acertado nombre porque en todo conflicto relacional, si se adquiere alguno de estos roles, el drama está garantizado y la vida se antoja mucho más complicada.

Y me viene a la cabeza que este triángulo dramático es como el triángulo de las Bermudas: te empieza a engullir y ya no vuelves,... a no ser que seas consciente del rol que has adquirido o han adquirido  y pongas las manos en el timón rectificando rumbo.

Para ello, se hace necesario potenciar la inteligencia emocional y en concreto más la inteligencia interpersonal y la intrapersonal .

Ser consciente de una/o mismo es el primer paso, reconocer donde están los demás otro de los pasos. Además, tener la valentía de mirar a nuestra familia e identificar el rol en el cada una/o se ha colocado, nos ayudará a entender nuestro propio rol ante la vida (bonito y gran trabajo intrapersonal).

Puede ser que hayas nacido en un seno familiar en el que estos roles en su forma negativa no han sido necesarios, aunque no sé yo en nuestra cultura religiosa donde hay un Salvador (la iglesia con su perdón) de las/os pobres pecadores (Víctimas por nacimiento del pecado original), que persigue las malas acciones y las castiga o las perdona. 

Y si nos remontamos aún más atrás, tenemos grandes ejemplos como son Las Cruzadas, La Inquisición o las conquistas para convertir al infiel o al pecador y con ello salvarle del fuego eterno.

Nota* Hablo de esta religión porque es la que conozco; otras posiblemente jueguen a lo mismo.

Pero, ¿Cómo son las tripas emocionales de estos personajes protagonistas del triángulo dramático? Vamos a ello y a ver si te sirve para identificar en dónde te colocas (o no) o dónde se colocan las/os que te rodean durante las discusiones o en tu vida diaria, bien sea en el ámbito personal, laboral, social,... vamos en cualquiera de las áreas de vida.

Poniendo en el extremo más patológico y enfermizo la característica principal de cada rol, un Salvador/a puede enfermar en su afán por cuidar,  el Perseguidor/a puede ser una asesina/o, y una Victima es capaz de llegar al suicidio.

Los roles no existen aislados, se relacionan entre ellos y se potencian, pudiendo pasar de un comportamiento/rol a otro o afianzando el rol propio con cada conflicto. 
Es evidente que: son complementarios, no existe uno sin los otros y normalmente en la interacción se empieza por un rol y se acaba por otro distinto, creándose de esta forma las tensiones y los malos entendidos.

Lo más habitual es que se cree una relación tóxica entre 
perseguidor/a y salvador/a, ya que en el afán de satisfacer y de agradar evitando el conflicto que tiene el salvador/a, el perseguidor/a encuentra su caldo de cultivo para hacer crecer su necesidad de crítica y persecución destructiva, dejando al salvador/a con una sensación de no ser visto y reconocido, solamente calmada por el pensar que esta cumpliendo con su misión de estar cuidando y haciendo feliz al perseguidor/a.
Es decir, el/la salvador/a se transforma en víctima en el cumplimiento de su misión que es hacer feliz al perseguidor/a, porque las continuas críticas destructivas y ataques de la/el perseguidor/a consiguen que se sienta incapaz y no válida/o provocando poco a poco la falta de autoestima que le encierra en su papel de salvador/a-víctima.

Este es solo un ejemplo de los tejemanejes que se pueden dar entre roles, pero, ¿Cómo son cada uno de forma individual?

Perseguidor/a
Salvador/a
Víctima


Al descubrir el triángulo dramático de Karpman, también he conocido la existencia del triángulo ganador de Acey Choy, que es el modelo teórico para poder salir de los roles propuestos por Karpman Mucho mejor este otro triángulo, por lo menos bastante más práctico si lo que quieres es tranquilidad de vida y tener unas relaciones más felices y constructivas.

Perseguidor/a- la agresividad

Suena hasta mal "perseguidor/a"; es como que hay que tenerle miedo como al hombre del saco (y no es para menos) porque, si buscamos su significado y sinónimos nos encontramos con: 
y buscando sinónimos de perseguir:

Perseguidor/a es el rol adverso por excelencia y su forma de reacción puede llegar a ser dura, agresiva y violenta (verbal o físicamente). Es ese carácter controlador y pendiente de buscar (y encontrar porque siempre hay algo) el fallo, para después adquirir esa actitud crítica dañina y de juicio, con el agravante de querer cambiar ("por su bien") a quien está persiguiendo. Sus métodos no son los más benévolos ya que puede recurrir a la coacción, la amenaza, el chantaje, el castigo o el ataque.

Vamos, que es esa joyita que llevamos dentro y, o la tenemos controlada o la lía gorda. Las emociones básicas todas/os las tenemos (por eso las denominan básicas) y la ira o la rabia que llevan a la agresividad, también. 

Dirás que tú no te ves en ese rol de perseguidor/a, pero piensa si en algún momento en una discusión la rabia te ha conquistado y has pegado un grito o un golpe, o te has marchado ofendida/o y enfadada/o. 

También mira si eres de esas/os que necesita tener siempre la razón y que no admite sus propios fallos ni quiere mirarse a si mismo. 
Indaga cuando has tenido algún conflicto y discusión si eres de las/os que buscas el apoyo de algo externo para tener la razón si ves que vas a perder, o si cuando te argumentan que estás equivocada/o y ves que vas a perder la discusión, atacas o te marchas.
¿Sabes quién provoca el ataque o la huida? Esa otra emoción primaria que es el miedo, y si te preguntas a qué se tiene miedo, tiene una fácil respuesta: a no ser queridas/os o a ser abandonadas/os, por eso es que se necesita ver el fallo en las/os demás y no en uno mismo, aunque para ello se tenga que estar todo el día en batallas (provocadas, muchas veces sin saberlo), ya que es una guerra interna en la que se está, una guerra que se tiene que ganar y como muchas veces hemos oído o leído, "en la guerra y en el amor todo vale". 

Quiero tu atención, por las buenas o por las malas.
Quiero que me quieras, por las buenas o por las malas.

Se puede poner perfectamente la imagen de una niña/o que tira de las coletas a la niña porque le gusta o el famoso "que hablen de mí, aunque sea mal" (consecuencia de la famosa frase de Oscar Wilde: "hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti").

En este rol de perseguidor/a encontramos que hay tres tipos de comportamientos: pasivo, activo y vengativo.

  • Pasivo- no hacen lo que les corresponde hacer y al no cumplir con sus responsabilidades, obliga a las/os demás a pasar por momentos desagradables, complicados y muchas veces peligrosos.
Las/os pasivas/os en su pasividad hacen daño y con su irresponsabilidad hacen daño. El no hacer, el ignorar o la ausencia, hacen daño.

Y aquí es cuando recuerdo una característica de una persona pasivo-agresiva: lo que dice y lo que hace nada tiene que ver y... esto hace daño. En muchas ocasiones en lugar de hacer lo que había dicho, lo transforma en rabia frente a quien le dice que no ha cumplido.

Las personas con este comportamiento de perseguidor pasivo, para los que no les conocen, resultan agradables y poco conflictivas, por ende, pasan más desapercibidas y sus "persecuciones" son más complicadas de definir como tales o la tolerancia hacia ellas se hace mayor precisamente por no ponerlas el nombre de "agresividad pasiva".


¡Qué cuidado hay que tener con el perseguidor/a pasivo/a! ¡No le ves venir! 

  • Activo- Estos son el prototipo de personaje que pisa a quien tenga que pisar con tal de satisfacer sus necesidades.
Este sí que es fácilmente detectable, aunque no significa que sea fácil salir de su rueda de comportamiento. 

Su lema es "primero yo, luego yo y después yo y mis necesidades" y al ponerse siempre en ese primer lugar, no les importa el daño que puedan ocasionar o lo que las/os demás de su entorno puedan sufrir. 
Suelen ser exigentes y controladores/as, a la vez que dominantes, imponiéndose sobre los demás y si para ello tienen que utilizar el miedo y la agresividad (maltrato emocional o físico), lo hacen.

Pueden ser perfectamente ese "tonto/a que se cree listo/a" y que va tan sobrada/o de creerse que es el mejor, que piensa que, si alguien se tiene que llevar la mejor tajada, ese es ella/él y que las/os demás se aguanten. 
En el juego de la vida, siempre serán las/os verdugos. Se pueden llegar a convertir en determinadas ocasiones en despiadadas/os, crueles, dañinas/os y brutales.

¡Qué cuidado hay que tener con el perseguidor/ activo/a! ¡Te arrolla si no lo esquivas!

Vengativo- El castigo, venganza y represalia es su lema y se lo justifican con pensar que la otra parte se lo ha buscado. De esta manera se sienten triunfantes, que han ganado y que a ellas/os nadie les pisa sin que después no sean aniquiladas/os. 
Las/os demás son una amenaza, por lo que obvian empatizar y eso les permite ejercer cualquier tipo de acción vengativa. Si le añadimos que su pensamiento dual (no existen grises; o es negro o es blanco) no les permite ver todos los matices de las relaciones interpersonales, nos encontramos con personas rencorosas, que ven lo negativo de su pasado y castigan por ello.

Su orgullo mal entendido les hace ver que las/os demás les están atacando injustificadamente y se ponen a la defensiva con un buen ataque, algo que dificulta la comunicación y las buenas relaciones. Para ellos vengarse haciendo daño es la opción de vida, sin ver que a la larga esto perjudica tanto a quien recibe su venganza como a él/ella mismo/a, ya que, con cada venganza consumada, acrecientan la inseguridad personal que les hace ver enemigas/os (de los que vengarse) donde no los hay.

¡Qué cuidado hay que tener con el perseguidor vengativo! ¡Son una bomba con patas que estalla en cualquier momento!

Estas/os perseguidores están siempre en batallas, broncas, peleas, conflictos o luchas, llámalo como quieras, identifícalo como quieras, pero son así en sus relaciones familiares, laborales, sociales y de pareja.

Por ejemplo, cuando a una/o le dejan o está en la amenaza de que le dejen (por lo tanto en el miedo de no ser querida/o o ser abandonada/o), es muy fácil adquirir este rol de perseguidor porque en el fondo se siente una víctima (una de las conexiones entre roles de este triángulo dramático) y no quiere. 

El salvador- la culpa

Ni qué decir tiene que el binomio salvadora-víctima es el ideal para crear una relación tóxica en la cual nadie sale ganando ni siendo feliz. Tanto el rol dramático de salvador/a como el de víctima son patológicos y deberían tratarse para su control.

Telita con los salvadores/as, porque a pesar de lo que significa y lo que aparentemente parece, encontramos en este rol un trasfondo a medio y largo plazo, propenso al drama y a enturbiar las relaciones y a hacerlas conflictivas.

El/la salvador/a necesita víctimas y si no las tiene, se las crea. Así de sencillo porque el/la salvador/a todo lo puede, todo lo hace, todo lo sabe,... ¡para eso es el/la salvador/a del trío!

Y como estamos hablando de un/a salvador/a inconscientemente metido/a en el papel (ellos/as hasta creen que lo que hacen es de buenas personas que cuidan y velan por las/os demás), se acaba cansando y acaba con ese pensamiento coletilla de "todas/os se aprovechan de mi bondad" 

En muchas ocasiones se llega tan lejos en esto de "salvar", que se anula o se ignora y se hace de menos al "salvado/a". Se piensa por "el salvado/a" porque se le anula como si no tuviera buen criterio propio para poder defenderse en la vida; se le infantiliza. 

Se le hace víctima para poder ser salvador/a, algo que da derecho a entrometerse en su vida e incluso en lo que piensa o siente, tomando además las decisiones de manera unilateral y sin preguntar, con el consiguiente riesgo de no acertar. 


El/la salvador/a 
necesita sentirse bien preocupándose por las/os demás y ayudándoles; antepone las necesidades ajenas a las propias, pero el matiz lo da que no lo hace por las/os otras/os, si no por sentirse bien consigo mismo/a, por su necesidad de que dependan de él/ella para sentirse querido/a, irremplazable y necesaria/o. 

No es nada grato ser el/la salvador/a, ya que, aunque parezca lo contrario, les mueve una necesidad interior a no sentirse rechazadas/os, con una sensación de culpabilidad que los lleva a ese servicio a las/os demás (las pobres víctimas del mundo que necesitan de su ayuda) de una forma enmascarada de generosidad que, en el fondo, supone un sacrificio o renuncia a las propias necesidades.

Esto los puede llevar a diferentes formas de vida, como son las causas benéficas para servir al prójimo o una espiral de trabajo continuo para realizar "misiones de vida" interminables en pos de un beneficio hacia el bienestar de las/os demás, e incluso a juzgar vidas ajenas para determinar que son de mala calidad y así él/ella poder enmendarlas sin que le hayan dado ningún tipo de permiso para ello. 

En el fondo buscan la aprobación o calmar algún sentimiento inconsciente de culpa que los lleva a ese estilo de vida de necesitar ser imprescindibles y salvadores/as de vidas ajenas en vez de mirar la propia.

Este/a salvador/a es susceptible de convertirse en perseguidor/a si empieza a sentir que ya no es necesario/a e imprescindible como él/ella necesita para sentirse bien; pasa a sentirse víctima de vida o de alguien, lo que es contrario a su ser y en ocasiones le lleva a la frustración y la ira. Siente la ingratitud y el desprecio que son el interruptor para convertirse en perseguidores/as.

Otras veces les hace vivir en un continuo sacrificio aguantando lo inaguantable con tal de ayudar, cuidar, satisfacer, etc., a ese alguien que consideran víctima (y que en realidad es un perseguidor/a o una víctima-perseguidor).

Ejemplo de esto pueden ser las situaciones de maltrato familiar/social/laboral, permanecer en pareja de alguien con una adicción, tolerancia a un/a hijo/a maltratador/a o en una adicción, etc.

La víctima- el resentimiento

Es en principio el punto vulnerable de este triángulo dramático, pero ojito, tan desestabilizador o más que los dos anteriores y muy capaz de llevarte a este juego de roles en las situaciones conflictivas.

Aunque aparentemente pueda no ser visible, existe un trasfondo de falta de seguridad y de miedo. 

Esto es algo muy fácil de detectar en una situación de enfermedad; la persona enferma siente que las/os demás la tienen que cuidar y ayudar, por lo que sus demandas de ello y de atención son continuas, apremiantes y exigentes.

Incluso personas que han llevado una vida independiente y valiéndose por sí mismas, en momentos de enfermedad pasan a sentirse víctimas de sus circunstancias y adquieren este rol nocivo, exigente (enmascaradamente o no) y muchas veces manipulador. Este tipo de persona que adquiere el rol de victima puede pasar a ser perseguidora de sus salvadores, y si todos adquieren su rol, el triángulo dramático de Karpman adquiere todo su sentido.

Y se entiende muy bien porque para la víctima todo pasa a ser poco; nada satisface su hambre de victimismo y en sus continuas demandas, se llega a la no satisfacción de alguna, lo cual les produce insatisfacción y frustración que los lleva a atosigar, controlar o manipular, y esto puede ser una historia interminable que alimenta a este rol de víctima/perseguidor/a.

¿Qué ocurre con esta actitud? Muy sencillo, el/la posible salvador (o simplemente los de alrededor) acaba cansándose de su continuo pesimismo, falta de aceptación de lo que tiene o de la ingratitud para con los cuidados y atenciones que se la ofrecen. 

Ese "todo es poco" y ese enmascarado sabotaje a la felicidad del salvador/a, acaba por hartar tanto, que se llega a la mentira y a la ocultación para evitar el control, el hostigamiento o la manipulación a la que se ve sometida/o. Si la persona víctima se llega a dar cuenta, acrecienta su papel como tal, provocando un círculo vicioso de cual es complicado escapar.

En este caso, es tremendamente fácil entrar en este triángulo dramático ya que quien adquiere el rol de salvador/a se siente fracasado en su misión de que la víctima se encuentre bien, algo que le lleva a intentar métodos diferentes para lograrlo, entre ellos puede que incluso poco íntegros.


Como ya he dicho, esto es muy visible en casos de enfermedad, pero en muchos de los casos no hace falta estar enfermo; simplemente son personas con falta de confianza en sí mismos por lo que se hacen dependientes de las/os que le rodean y adquieren ese papel de víctima perpetuamente y no solo durante una enfermedad.

Este estar continuo en el rol de víctima, es tremendo y muchas veces demoledor anímicamente, ya que estar en ese sentimiento de desvalimiento, falta de cuidados y muchas veces incluso en el sentimiento de abandono y traición, les lleva a episodios de depresiones, adquirir enfermedades psicosomáticas e incluso a entrar en adicciones/obsesiones de cualquier tipo para intentar evadirse de su malestar. 

La víctima llega a provocar que los que tiene alrededor le abandonen, quedándose en la sensación de "porque me pasa a mí esto", "no son lo que yo pensaba", "me abandonan sin motivo", "estoy sola en esta vida",... y un largo etc. de sentimientos negativos que la refuerzan su rol.

Como opinión personal, el rol de víctima es el mal doliente, tanto para uno mismo como para el entorno, añadiendo que casi van de la mano el rol de víctima con el de perseguidor/a, es decir, que se padecen y se hacen padecer las angustias de los dos roles.

Escapar de un triángulo dramático

Y ahora es cuando la pregunta de ¿Cómo salir de este triángulo dramático? se hace indispensable.

Lo primero es tomar consciencia de si estamos en alguno de estos roles en nuestra vida cotidiana, o si detectamos una habitualidad de rol cuando entramos en conflicto con los que nos rodean; para ello hay que ser muy honesta/o con uno mismo descartando los miedo a ser auto juzgados. Nuestro mayor enemigo somos nosotras/os mismos con nuestros prejuicios sociales adquiridos y nuestros temores.

Una vez que eres consciente de que te colocas en uno de estos roles, el siguiente cuadro te da alguna pauta de qué hacer en cada caso: 

PERSEGUIDOR

Necesidad de culpabilizar a alguien

SALVADOR

Necesidad de sentirse útil

VICTIMA

Necesidad de sentirse impotente

Tener vacíos específicos o lagunas en algún momento o en algún aspecto de vida, no significa que no valgas o que las/os demás no te vayan a querer por ellas.

Reconocerte que eres vulnerable y no un super héroe de vida.

Piensa que no tener la razón en algún momento es algo natural y no implica que no seas válida/o o querible.

Asomar el lado más afectivo y empático, pensando en si lo que vas a decir es la solución o acrecienta el problema (ese famoso contar hasta diez antes de hablar o responder en caso de conflicto).

Reconoce tus propios accesos de la emoción primaria de ira o rabia y pon el remedio a ello.

Reconocer a las/os que te rodean tu rol de perseguidor/a y que estás trabajando en solucionarlo, pidiendo ayuda si es necesario (por ejemplo que te pongan en aviso con un “no te enfades conmigo que te quiero mucho”.

Si no puedes sola/o, busca ayuda profesional.

Reubicarte en la vida como tu propio centro de ella en vez de dejar ese sitio para los demás.

Tomar conciencia de tu valor personal (concepto tan de moda que es el de empoderamiento personal) para no necesitar la aprobación externa.

Cuando detectes un chantaje emocional no ceder ante él, por muy insignificante que te parezca.

Practica la asertividad y di un no estableciendo los límites en los que quieres tus relaciones (progenitores, hijas/os, parejas, jefes/as, compañeros/as, amigas/os, …).

No finjas que todo está bien ni te ocultes tu realidad cuando tú no estás bien.

Tienes derecho a enfadarte y a expresar como te encuentras.

No te adelantes a las necesidades ajenas conjeturando cuales son; pregunta primero antes de dar por hecho que las/os demás tienes una necesidad que tú tienes que cubrir. Antes de hacer pregúntate:

¿Me han pedido claramente y directamente hacer algo?

¿Me corresponde a mí hacer ese algo?

¿Puedo hacerlo?

¿Quiero?

¿Voy a hacerlo todo o como mucho un 50%?

Si no puedes salir sola/o, busca ayuda profesional.

Tomar conciencia de tu valor personal; tus cualidades, habilidades, capacidades, recursos, competencias, ingenio, etc.

No te niegues a ver quien eres realmente. Indaga en tu área emocional; conocerte es primordial para saber tus puntos fuertes, débiles y las posibles acciones a emprender.

Mira la situación de tu vida desde fuera; eres tú el/la que eliges tu actitud con la que afrontar las circunstancias. Tienes capacidad de decidir cómo hacerlo.

Satisface tus propias necesidades (si te gusta ir al cine, no esperes a que te inviten, ve al cine). Cuídate tú al margen de necesitar a las/os demás; empieza por pequeños cuidados diarios (sonríete en el espejo, tu tiempo de lectura o música que te gusta, una comida de tu agrado, un paseo diario si te gusta, etc., cada uno sabe el qué).

La próxima vez que vayas a pedir que te apoyen, ayuden o “te salven” de una situación, piensa si lo puedes hacer tú y si es así, hazlo sin esperar que sea otra/o.

Si no puedes sola/o, busca ayuda profesional en vez de recurrir continuamente a tu entorno.


Si has dado estos pasos y sola/o no puedes salir (o no entrar) de un triángulo dramático de Karpman, acude a un/a especialista que valore desde fuera la situación y pueda darte una serie de herramientas emocionales específicas en tu caso para poder salir de tu rol.

Como puntualización te diré que el primer artículo que he leído sobre el triángulo dramático de Karpman, estaba dirigido a profesionales dedicadas/os al cuidado de las personas (psicólogas/os, médicas/os, educadores, etc.), así que fíjate si es relativamente fácil dejarte llevar por uno de sus roles.

Ahora que conoces este triángulo "oscuro", pasa a leer el de "la luz": el triángulo ganador de Acey Choy, luego, elige tu juego de vida y que rol quieres adquirir. 

Artículos leídos y escuchados sobre el tema:

Triángulo dramático de Karpman 

El triángulo dramático de Karpman- vídeo

El triángulo dramático de Karpman- vídeo

El triángulo dramático de Karpman

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El triangulo dramático de Karpman

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