Pensamientos, palabras, obras y omisiones

Pensamientos, palabras, obras y omisiones
Pensamientos, palabras, obras y omisiones, … tal cual es la vida.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Magia



Soy de las que están convencidas de que todos tenemos magia, una magia llena de sorpresas para vivirlas, pero ¿sabes como hacer magia? No es complicado de saber, aunque si de hacer.



"Tu magia comienza cuando tu miedo termina"

Así de fácil y así de complicado es hacer la magia en la vida, perder miedos. En mi entrada sobre el miedo podrás leer un poco más sobre esta emoción básica y empezar a conocerla mejor para entenderla. 

La verdad nos hará libres


En el mundo de las relaciones, en ocasiones se nos olvida que la verdad nos hará libres; por ello trabajar la inteligencia intrapersonal y la interpersonal se convierte en una opción interesante y para mí necesaria.

Cuando la voluntad es realmente libre no puede crear falsamente porque sólo reconoce la verdad

Negar la verdad da lugar a creaciones falsas: las proyecciones del ego. 

Puedes defender la verdad así como el error. Libre albedrío.

Aunque esta frase viene de a Biblia  (Juan 8:32 "y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres") y para algunos puede producir rechazo, reflexionar sobre esta afirmación y analizar si os parece "verdad"

martes, 15 de diciembre de 2020

El por qué de los años bisiestos


 ¿Alguna vez te han contado por qué hay años bisiestos? Si eres de los que no o no te acuerdas, este artículo es para ti; cuándo, quién, por qué, cómo y otros datos curiosos dejarán de ser incógnitas.

Empezar por el principio

Que nuestro planeta gira alrededor del sol es algo sabido, pero que no tarda justo 365 días en hacerlo y que esto es la causa de que existan los años bisiestos, quizás sea un dato que faltaba.

Todos los años había un desfase de 5 horas, 48 minutos y los nada desdeñables 56 segundos,  por ello un romano conocido (Julio César) implantó el calendario juliano en el año 46 a.C. Al calendario anterior lo conocemos como prejuliano (anteriormente, en el siglo VIII a.C., existió el calendario de Romulus de 10 meses) y aunque no regulaba mal el tiempo de rotación de la tierra, si no se hubiera cambiado, con el paso de los años el desfase hubiera dado lugar a que las estaciones del año también estuvieran desfasadas.

El dato curioso es que para implantar este cambio ese año tuvo que durar 445 días y a partir de ahí, con todo en orden, los años empezaron a tener sus 365 días y cada 4 uno más. Así aparecieron los años bisiestos, pero...

Sigue el reajuste

Ese cálculo hecho por Julio César no era del todo exacto y aunque sirvió hasta el año 1582, por cuestiones religiosas (el inicio de la pascua había cambiado con el paso del tiempo), el papa Gregorio XIII implantó su calendario, obviamente el calendario se llama gregoriano.

Este calendario mantiene todo tal y como lo tenía el calendario juliano, aunque añadiendo unas salvedades: los años múltiplos de 100 no serían bisiestos y con la singularidad añadida de que esto no afectaría a los divisibles por 400. 

Los países afines a la Iglesia Católica fueron los primeros en implantar el calendario gregoriano y el dato curioso es que para ello hicieron un recorte de 10 días a ese año 1582 (del 5 de octubre pasaron al 14). Los afines a la Iglesia Protestante tardaron un poco más, aunque con el mismo método de quitar días, y en 1752 pasaron del 2 de septiembre al 14.

Lo de Suecia fue un caso especial y lo realizó antes; cuando lo hizo, no quitó todos los días de golpe. Quiso ir quitando el día bisiesto cada 4 años, pero como la guerra se puso por medio se olvidaron de ello y solo lo quitaron en el año 1700.

En 1712 el emperador Carlos XII se dio cuenta y volvió a poner ese día quitado y así su febrero tubo por primera y única vez 30 días (en 1753 también optó por quitar días).

Seguimos hoy en día

Mantenemos el calendario gregoriano y los años bisiestos; con ello, todos aquellos nacidos el 29 de febrero, solo pueden celebrar realmente su cumpleaños cada 4 años, los otros pueden optar por celebrarlo el día anterior, el posterior o no cumplir años, una opción sugerente ¿verdad?

sábado, 5 de diciembre de 2020

Área económica: las áreas de la vida

El área económica es una de las que más transcendencia tienen para sentirnos felices y sin carencias y quizás sea porque es la más notoria de identificar; o tienes dinero o no lo tienes, ¿verdad? Pero yo tengo una reflexión a este respecto.

Ya tengo unos años y puedo hacer una mirada bastante amplia sobre como ha ido mi área económica con el paso de ellos; mi conclusión es clara: existen tiempos económicos satisfactorios y tiempos precarios. Entre esos dos puntos, un abanico de momentos entre el más  y entre el menos.

Estoy convencida que las personas que vivimos en países como el mío, tenemos una enorme suerte de vida, al margen de que no nos vaya a nivel contable monetario excesivamente bien. Esto lo digo con conocimiento de causa y siendo una afectada económica (o llamarlo un daño colateral), que me ha llevado a perder mi hogar.

Aún así, mi concepto de satisfacción económica para mi área de la vida o para valorar mi rueda de la vida, no tiene nada que ver con la cantidad de dinero que tengo, sino con como vivo mi día a día aún no teniendo en propiedad ni casa.

Ahora me suelo expresar con la frase "no teniendo en propiedad de nada, disfruto de mucho"; y es que lo siento así de verdad. No necesito tener en propiedad grandes cosas, me vale con tener mi área económica suficientemente bien para disfrutar del momento. 

Evidentemente que no es grato no tener para pagar la luz y que te la corten, o para tener yogures en la nevera para tus hijos, pero pasado el tiempo, le quitas transcendencia a esos momentos y aprenden a solucionar más que a quedarte en la queja o en la pena de porqué me pasan estas cosas a mí.

Y repito que por desgracia (o por suerte), sé de lo que hablo y sé que tenemos mucho alrededor para solucionar problemas económicos, pero muchas veces no lo vemos. 

Cuando surge algo económicamente complicado o sin más, un gasto imprevisto en un mal momento, me agarro a una frase jocosa: "¡Va, si yo tengo el dinero por castigo!". Es una manera de decirme que no tiene tanta importancia y que voy a poder con el momento igual que lo he hecho antes.

Con esta reflexión solo quiero dar un punto de vista para que tengas en cuenta a la hora de valorar tu área económica.

¿Sientes carencia de algo que no necesitas?

¿Podrías vivir si algo que ahora crees imprescindible?

¿Tienes casa donde estar? (sea tuya, del banco, alquilada o prestada o,...).

¿Tienes dinero para tus necesidades básicas? (salud, comida, higiene, …)

¿Tu economía te permite tener ocio?

Dale una vuelta y sal de la preguntas obvias de cuanto dinero tengo en el banco o si tengo casa, coche o monte con pinos ; no valores tu área económica tan solo por lo que tienes. El cómo te sientes con lo que tienes da un valor añadido a esta área económica, ¿no te parece?

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Tras la fachada


Palabras altivas
que muestran desprecio,
arrogancia dura
que arrastra hacia el suelo,
mandatos al alma
para que no vaya lejos
y obedezca al dueño.


Anular ideas,
desechar deseos,
esconder miserias
en manos de terciopelo,
disipando los juicios
que puedan hacer terceros.


Y tras la fachada
se esconde lo fiero,
lo feo, lo malo,
lo impuro del hombre
que lleva por dentro.

Y a ti el callar te llaga
la boca y su cielo,
te duelen los brazos
y aparecen vértigos,
por callarte a ti misma
dónde estás
y lo que estás viviendo.


Esta es su casa
y tu hogar luego,
tu pensar segundo
si él va primero
su mandar profundo
y tú su subalterno.


Te ignora tu alma,
tu saber y tu acierto,
porque él es quien manda
para quejarse luego
y en este su juego
vas apagándote a fuego lento
por fuera y por dentro.

 

25 noviembre Día Internacional contra la Violencia Machista

viernes, 30 de octubre de 2020

Ingratitud filial


Ingratitud filial
, un concepto complicado de entenderse y mucho más de asimilarse, ya que a un progenitor le cuesta mucho aceptar que tiene unos "filios" ingratos/as; la disculpa suele estar presente por aquello de que son hijos/as y hay que disculpar, entender, aceptar y tolerar lo que venga de ellos/as tanto de pequeños/as como de mayores. 
No hay que obviar tampoco ese puntito vergüenza social adquirida, porque parece que si se tiene un/a descendiente que no responde a las expectativas, los responsables primeros son los progenitores. Ya sabemos esto de que los/as padres/madres tienen la culpa de todo lo concerniente a las/os hijos.

Es curioso que cuando he ido a leer sobre este concepto, no encuentro casi información, tan solo historias judiciales y  luego en historias antiguas, como la alusión a la ingratitud filial en un libro de Shakespeare sobre el rey Lear  "La verdadera historia del rey Lear y de sus tres hijas", un drama de cinco actos en verso y prosa basado en obras de otros autores anteriores.
En esta tragedia figuran paralelamente dos historias en las cuales la ingratitud filial, la falta de bondad, la traición y la ruindad humana quedan reflejadas. Ya sabéis como era este escritor y dramaturgo; un fenómeno en pasiones y dramas.

En otro cuanto de los Hermanos Grimm (tiene varios títulos: El viejo y su nieto, El abuelo y el nieto, El plato de madera, El tazón de madera), un hijo (en versiones una hija) no trata como se merece a su padre y es el nieto pequeño el que da la lección de vida para que el ingrato descendiente se de cuenta de su error y cambie de actitud (no cuento más para no hacer spoiler).

En mi opinión, una cosa es hablar de que cuando unos hijos/as llegan a la adolescencia se olvidan o reniegan de sus progenitores por esa necesidad de crear su propio mundo y experimentar por sí mismos; les sienten como un obstáculo, como esos pesados que les impiden vivir. Nada les parece bien, son críticos, ausentes, distantes, hablan con falta de amabilidad, se enfrentan como no lo habían hecho antes, malhumorados, cambiantes, impertinentes, etc.
No ocurre siempre, pero muchas veces esas actitudes iniciadas en la adolescencia se prolongan a la madurez y entonces ya es complicado de entender. Una cosa es hablar de adolescencia y otra cosa es hablar de la ingratitud filial o del menosprecio o de la ignorancia permanente y dolorosa para los progenitores, incluso en muchos casos es hablar de violencia filial.

En los casos de violencia es muy complicado tomar la decisión que hay que tomar ; denunciar y alejarse del foco de violencia. En el resto de las relaciones paterno/materno filiales, hay que intentar ver la situación con perspectiva, no dramatizar y ser realistas de lo que está ocurriendo para poder tomar soluciones de una manera empática y asertiva; entender a las hijas/hijos sin dejar de desatender a la persona que somos.

Se nos ha dicho que la familia es lo primero y que sus integrantes siempre van a ofrecer apoyo, compañía, ayuda, amor,... esto no siempre es así en todas las familias.

Tanto por control como por permisibilidad, podemos ver relaciones complicadas entre hijas/os y progenitores, y en muchos casos cuando los hijos van creciendo, tóxicas. Tenemos casos extremos que evidencian esta actitud tóxica y de ingratitud filial, como por ejemplo uno que he encontrado de un hijo que habiendo heredado en vida la casa que el padre compró, con un compromiso verbal de que este podría vivir en ella hasta su muerte, decide echar de la casa a su padre una vez la tiene a su nombre (donación paterna e ingratitud filial) …tremenda historia y tremenda vivencia para un padre.

Seguro que hay más casos de extrema ingratitud filial que nos encogerían el corazón (todas esas historias de malos tratos físicos o psíquicos a los padres), pero seguro que sin llegar a ellos, hay situaciones duras y complicadas (emocionalmente y económicamente hablando) de gestionar por parte de los padres/madres, porque cuando se produce una ausencia de las hijas/os, nadie ha enseñado a lidiar con esa ausencia injustificada, la desidia hacia la persona o el desprecio hacia el compartir las vidas una vez que se ha producido la independencia del hogar familiar (el síndrome del nido vacío es otro tema que en este artículo no voy a tocar).

Las relaciones paterno filiales son muchas y diversas, tantas que, son distintas incluso dentro del mismo seno familiar donde hay más de un hijo/a y no te digo nada donde hay familias numerosas y los primeras hermanas/os difieren en unos cuantos años con las últimas/os... Yo procedo de una familia numerosa y por experiencia personal en ello, sé que cada una/o vivimos a nuestros progenitores de una manera muy diferente por varias razones, entre algunas: época personal del padre o de la madre,  nuestro carácter y sensibilidad antes las mismas situaciones, generación a la que pertenecemos unas/os y otras/os, situaciones económicas de cada momento, …

Si que es cierto que hasta que una/o no tiene hijas/os, no se valora realmente que unas/os madres/padres han estado haciendo un gran esfuerzo vital, además de que creo que tampoco valoramos ni respetamos, ni queremos entender actitudes de nuestros/as padres/madres que no nos han gustado y mucho menos empatizamos con su momento personal vital del momento. Para los adolescentes, jóvenes o adultas/os, a los progenitores nunca les pasa nada que excuse actitudes de vida; entender, aceptar y perdonar que los progenitores se pueden equivocar (y muchas veces), parece que no es fácil.

Es evidente que este artículo sobre la ingratitud filial no va a reflejar todos los casos que existen y que muchos lectores no se van a ver reflejados en las emociones que puedo expresar en él, porque hay casos de vivencias tan distintas y algunas tan extremas de vivir por parte de los/as hijos/as, que la ausencia se hace necesaria, que la ignorancia hacia los progenitores se hace imprescindible y que lo que de fuera nos puede parecer ingratitud filial en realidad es supervivencia personal.
Me refiero a casos extremos de maltrato físico y psíquico, agresiones sexuales, ausencia de afecto, dejación de responsabilidad paterno/materna cuando aún los/as hijos/as no se pueden valer por sí mismos, manipulación, chantajes emocionales, … 

Pero también existe una ingratitud filial de "andar por casa", esa que llegados a cierta edad se identifica en mayor o menor grado y que muchas veces se disculpa porque nos han educado en que eso es lo que tienen que hacer unos buenos progenitores... disculpar, tolerar y estar aunque cueste la tranquilidad personal y emocional o el bienestar físico o económico. 
Estar para cuando una hija/o quiera;  aún cuando los hijos sean ya mayores. Ya sabemos todos que "eres madre/padre para siempre" y que no se deja de ser madre/padre nunca.

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También pienso que superar la ingratitud filial entra dentro del desarrollo personal de cada uno; aprender a agradecer lo bueno recibido y no poner el énfasis en sólo lo que hemos vivido como malo, es un grado de madurez personal que no todo el mundo adquiere. 
Yo personalmente he de decir que tuve mis años de ingratitud filial en mi adolescencia por no entender actitudes paterno/maternas; actitudes que con los años aprendí a entender (no digo compartir, pero si entender y aceptar) para liberar carga y a aceptar en tranquilidad (que no en resignación). 
Aceptar que mis progenitores no supieron hacerlo de otra manera y que contribuyeron en mi vida todo lo bien que pudieron y supieron hacerlo. Incluso he llegado a valorar que aquellas situaciones complicadas que en un momento dado me parecieron difíciles vivencias, me han formado en la persona que soy en estos momentos. 

Es más fácil culpabilizar a alguien que responsabilizarse de lo que uno es: hayas vivido lo que hayas vivido, ser feliz es una responsabilidad personal y no sólo una consecuencia de situaciones vividas.
 
Los padres/madres nunca lo hacemos todo lo bien que esperan las/os hijas/os, pero estas/os no tienen siempre la razón; equivocarse en la paternidad/maternidad entra dentro de lo previsible y es lo que ocurre: sí, nos equivocamos reiteradamente a lo largo de nuestra vida, tengamos descendientes o no. 
Si no ejerces de padre/madre, está claro que no corres riesgo de hacerlo mal, pero si ejerces, corres el riesgo y en algunos casos dentro del riesgo de aventurarse a ser madre/padre, entra la ingratitud filial.

Esto ha ocurrido desde siempre y también ocurre que en estos tiempos de rupturas de parejas, en situaciones en las que los progenitores que se quedan con la guardia y custodia de los hijos/as y les educan durante la infancia y adolescencia prácticamente en solitario y muchas veces en circunstancias complicadas. La otra parte sale ganando de todas todas porque la educación no ha recaído sobre ella; educar y poner límites es algo que no suele gustar mucho recibir cuando se es niña/o y mucho menos cuando se es adolescente, que es la etapa de romper con los límites y normas.
Alguien ejerce de poli malo si hay un poli bueno que permite y consiente, alguien pasa por malos momentos personales si la economía es insuficiente porque la otra parte no colabora en su deber económico, alguien se tiene que hacer cargo de que los/as hijos/as estén cuidados y con las necesidades vitales cubiertas, alguien tiene que educarles si la otra parte está ausente, ... Todo eso pasa una factura emocional que no siempre permite a un progenitor hacer las cosas todo lo bien que se podría con sus hijas/os. A mi me parece injusto justificar la ingratitud filial con el posicionamiento de que los/las padres/madres son los primeros y únicos responsables.

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Mi generación y alguna más, proviene de unos padres/madres salidos/as de una guerra y posguerra, a su vez con una infancia complicada llena de restricciones, con una dictadura a sus espaldas que encerraba y apagaba muchas formas diferentes de vivir en libertad. 

Procedemos de almas más o menos adiestradas y entorpecidas por creencias, costumbres y miedos, donde ser uno/a mismo/a era bastante más difícil que hoy en día,... y esto no es una excusa para justificar actitudes deleznables, es una realidad para aceptar vivencias que quizás se quedaron escasas en cuanto a expresión del amor, aceptación de libertades personales y en lo que hoy en día sería ser escasas en protecciones paterno/maternas. Por ejemplo, se empezaba a trabajar siendo un/a niño/a y se dejaban los estudios; hoy en día son obligatorios por derecho. 
Época de familias numerosas casi interminables, donde los/as mayores cuidaban de los/as pequeños/as y cuando estos se hacían mayores cuidaban de los siguientes y los/as primeros/as se ponían a trabajar para ayudar en la economía familiar; y todo esto en un intervalo de edad de entre los 5 años y los 12 o 14 años. Se iba a clase solo con muy corta edad, si daba un tortazo un profe, en casa caía otro porque "algo habrás hecho", se comía lo que se podía, se tenían carencias, ... era otra época.

Intensas vidas de esfuerzo, de compartir casas masificadas y muchas veces de hambre o más suave dicho, de ganas de comer, donde heredar los zapatos, libros y la ropa de los hermanos mayores era lo normal. Esas cosas las han vivido nuestros antecesores y algunos/as de nosotros también en algún momento de nuestra crianza.

En mi caso, yo en mis años de ingratitud filial no entendí de dónde procedían mis progenitores, no entendí que hicieron lo que pudieron con respecto a lo que eran, pensaban y les habían enseñado. 
No entendí y en mi no entender la mayor perjudicada era yo, aparte de mi padre y madre. 

Cuando entendí más cosas de la vida, más cosas de mi vida, más cosas de la vida de ellos, la ingratitud filial desapareció y la tranquilidad personal empezó a crecer. 

Tengo que dar las gracias de haber sabido entender hace tiempo, tanto que he tenido margen  para vivir muchos años de vida de mis padres en la gratitud filial y este hecho me permitió vivir hacia ellos con amor y más sus últimos años. Es curioso como cambian los conceptos; de sentir que ellos se habían quedado escasos conmigo a sentir que yo me he quedado escasa con ellos.

Este entendimiento y gratitud filial me han hecho entenderme en mi faceta materna, me han hecho perdonarme mis escaseces de cualquier tipo que haya podido haber para con mis hijos y me han hecho reconciliarme con la madre que soy, que siempre ha estado en la creencia de que podía haberlo hecho mejor. Procedo de esta educación de hacer siempre lo mejor que se puedas y si no puedes también; una educación en la continua culpabilidad de haber errado y de que eso es "pecado" o malo.

Cuantas veces me descubro en momentos en los que me acuerdo de algo de mi padre o de mi madre e interiormente sonrío y les doy las gracias porque esa vivencia me enriqueció, porque hay muchas vivencias maravillosas que las vivimos como normalizadas y que dejamos de apreciar por creerlas que están dentro de los mínimos que se deben vivir y son tesoros que no vuelven más que en el recuerdo. Momentos tesoro escondidos por otras vivencias a las que damos mayor importancia, generalmente las que consideramos malas. 
"Vivencias tesoro" hay muchas en una relación  paterno/materno filial; a mí buscar el tesoro y encontrarlo me trajo tranquilidad personal y felicidad.

Y ahora voy a empezar como las abuelas de antaño, diciendo que todo ha cambiado, que los márgenes en los que se mueve la juventud son diferentes. 
Las barreras del respeto, del agradecimiento, del reconocimiento por el esfuerzo de los padres/madres están en otros límites diferentes. Lo que antes sería extraordinario y moriríamos por poder vivir, hoy en día creen que es lo que tiene que ser. 
Las/os niñas/os,  preadolescentes, adolescentes y postadolescente están en la creencia que su vida les pertenece (que es cierto) y que pueden hacer lo que quieran al margen de a quien repercuta y qué consecuencias tenga para ellos y para los demás (cosa que no es ni cierta ni aceptable). 

En muchos el agradecimiento filial y no filial brilla por su ausencia y el respeto también. Menos mal que hay otros muchos que, salvando las diferencias generacionales, se comportan como bellísimas personas con sus padres/madres.

La falta de respeto es más acentuada quizás porque se ha perdido el miedo a la figura del progenitor como autoridad de la casa. Está claro que entre en miedo y la falta de respeto hay un término medio y creo que se nos está escapando de las manos en unas generaciones con un espléndido potencial para hacer de este mundo algo más acogedor y amable.

La ingratitud filial llega a unos términos que a muchos pilla en pañales y les saca de su confort personal para hacerles pensar cómo gestionar un montón de emociones contradictorias que se mezclan; lidiando con las creencias aprendidas y con las nuevas formas de ver la vida.

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Hoy en día ya no se sabe qué pensar; si es una pre, una adolescencia y una post de los nuevos tiempos o es algún tipo de patología (Trastorno Oposicionista Desafiante, TDAH, Síndrome del Emperador, trastornos de ansiedad, ludopatías, drogodependencias, …)  o que uno/a es un torpe o ha sido un torpe con sus "filios" y no sabe nada de la vida. 

El caso es que de una forma bastante habitual oigo a padres/madres hablar de problemas conductuales de las/os hijas/os con respecto a la relación con ellas/os; circulan unos momentos en los que amparados incluso por las leyes, los hijos/as "comen la tostada a los progenitores" y posteriormente practican la ingratitud filial y todo amparado en que tienen unos derechos como menores de edad.

La ingratitud filial produciendo ignorancia, ausencia, pasotismo, dejadez emocional, etc., no es un derecho asertivo (salvando casos), es un rechazo a la paternidad/maternidad que produce daño en los/as padres/madres.

Quizás parte de las nuevas generaciones entienden que no pasa nada y que como en el reino animal, una vez que los cachorros se hacen adultos, se marchan a hacer su vida y nunca más vuelven con los progenitores, y que no es ni siquiera cuestión de gratitud o ingratitud filial
Quizás nos falte entendimiento hacia las nuevas generaciones de hijas/os, fruto de una nueva sociedad más independiente.

En otros países el desapego entre padres/madres e hijos/as se produce pronto y pueden estar sin verse tiempo y lo consideran normal.
Tal vez ver la ausencia y el desapego como ingratitud filial sea por cultura y nos hagamos daño innecesariamente; esperamos una respuesta determinada y muchos no están por la labor de responder de esa forma y no es que exista ingratitud filial ni esas "pajas mentales que nos hacemos en la cabeza los padres/madres"... ¿o sí? 

¿Qué opinas? …. ¿debemos aceptar que las/os hijas/os hagan su vida realmente como quieren sin juzgarles y sentirnos dañados/as o por contra, debemos pedir unos mínimos relacionales, cada uno los mínimos que considere?

Siempre se ha dicho en mi generación que de las/os hijas/os no hay que esperar nada y que hay que darlo todo, ….que luego ellas/os lo darán todo sin esperar nada. 
Yo me temo que no es verdad, que por mucho que demos las/os hijas/os, jamás llegaremos a lo que nos han dado nuestros padres/madres. 
Yo así lo entiendo respecto a los míos, nunca estaré suficientemente agradecida a lo bueno y lo malo vivido, a todo lo aprendido y experimentado y partiendo del principio, ... por la vida que me han dado.

Sí, lo sé, hablo de que en la mayoría de los casos no tenemos los motivos suficientes para ejercer la ingratitud filial, hay otros en los que, como decía una conocida "más valdría haber nacido de un huevo", pero para mí la gratitud es una virtud que enriquece a la persona, da paz y satisfacciones, por lo que está reñida con la ingratitud en la vida y por lo tanto con la ingratitud filial.
Quizás al final todo consista en el grado de apreciación que damos a las personas y a las vivencias, en el grado de satisfacción personal de lo que somos, en el grado de empatía que seamos capaces de ejercer con nuestros progenitores, en el grado de crecimiento personal que podamos tener a lo largo de lo años y de esta manera evitar ejercer la ingratitud filial con nuestros progenitores... o como dice una canción de Golpes Bajos, son "malos tiempos para la lírica".

viernes, 16 de octubre de 2020

Las hadas del follaje

 A las hadas del follaje se les llama en Euskalerria maitagarrien. Maitagarri significa hada, ser fabuloso y otro de los significados es encantador/a, atrayente, digno de ser amado/a (emakume polita eta maitagarria zara- eres una mujer bonita y encantadora).

He encontrado quienes son y qué hacen y aunque el texto no es mío, quiero compartirlo porque es parte de la mitología vasca, que al fin y al cabo se asemeja a la de otras culturas antiguas con sus personajes peculiares, sus costumbres y sus miedos.!

Las maitagarrien, son hadas que forman parte de la familia de los duendes de los árboles con forma femenina, muy solitarias y de gran belleza. Fueron creadas por Mari para proteger los bosques.

Físicamente tienen unos rasgos muy delicados, como una mezcla de orientales y de piel muy clara. Tienen los ojos almendrados violeta o verde oscuro y su cabello y piel cambian de color según la estación. De esta forma pueden camuflarse entre el bosque sin que se las vea. 

En el invierno su pelo y piel son blancos, en otoño rojizos, y en primavera y verano tienen la piel muy bronceada y el pelo verde.

Cada hada pertenece a un roble del bosque; se hallan unidas a su árbol de por vida y no pueden alejarse a más de 300 metros de éste o mueren lentamente. 

La maitagarrrien es capaz de penetrar literalmente en un árbol y desde su interior transportarse al roble al que pertenece.

Si alguien golpea al roble al que está unida, el hada recibe físicamente el mismo daño, por lo que intentará defenderlo a toda costa.

La maitagarrien tiene absoluto control sobre el árbol al que está ligada, por lo que es capaz de provocar que sus ramas florezcan aunque no sea la temporada, que aparezcan nuevas plantas alrededor del árbol e, incluso, puede provocar un crecimiento de hierba repentino que haga tropezar a los intrusos. Por ello se les llama hadas del follaje.

Las maitagarrien hablan varias lenguas y su gran inteligencia les permite comunicarse con casi todos los seres del bosque, además, hablan el lenguaje musical y el de las plantas.

No son nada agresivas y, sólo si son atacadas, hechizan a sus asaltantes para defenderse. El hechizo de un hada tiene un gran poder y sólo los humanos o seres con gran resistencia a la magia pueden evitar caer hechizados.


Poco he encontrado por este mundo virtual sobre las maitagarri o hadas del follaje, así que si alguno de vosotros aporta algo más, ¡sería estupendo!




jueves, 19 de marzo de 2020

El momento del miedo

Estamos en ese  momento del miedo que todo paraliza, en el que todo se aquieta, en el que nos sumergen en el todo para quitarnos identidad individual y convertirnos en masa moldeada y moldeable.. .¡momento del miedo!

Respeto a todo lo que ocurre sí, no a las multitudes sí, respetar las distancias sí,... con este coronavirus hay que guardar distancias y mucho, pero fuera el momento del miedo que aturde y destruye hasta tal punto que unos nos volvemos contra otros; que si no se piensa igual se juzga. Ese maldito momento del miedo en el que lo coherente y de sentido común para unos es irresponsabilidad para otros.... ¡momento del miedo!

Yo me pregunto que va a pasar cuando pase la cuarentena esta impuesta por el momento del miedo: ¿desaparecerá el coronavirus por arte de magia? ¿se gana tiempo porque los contagiados con el tiempo dejan de contagiar? ¿se está esperando a una vacuna que nos inmunice a todos y si sale quien no se la de no pasa nada? ¿Qué habrá distinto dentro de 15 días a ahora para dejar de estar en ese momento del miedo?

Se están evitando contagios presentes y los que hay se están escalonando y así no se colapsa el sistema sanitario, eso es una verdad verdadera, pero no creo que es la solución para que desaparezca el coronavirus, porque hoy estamos a 19 de marzo día del padre y seguro que estaremos en confinamiento más que hasta el 30 de marzo y los casos de coronavirus seguirán.

Somos súper majos dejando que este momento del miedo nos paralice hasta el punto que los criterios se vuelven homogéneos,  como las manadas de ñus y cebras donde no existe el individuo, solo manda la masa,... solo que en este caso la masa es dirigida por otra masa que está bien resguardada y aceptando pequeños daños colaterales.

Por otro lado, yo pienso que esto de mantenernos en casa sin hacer nada nos va a venir bien en otro sentido, el de personas. ¡Algo bueno viene siempre después de un mal momento!

- Aprenderemos a apreciar lo normal, lo cotidiano que nos han arrebatado: un salir a pasear, un abrazo, un beso,...
- En estos días puede que aprendamos a no estar tan pendientes de nuestra imagen física, al fin y al cabo ya no tenemos que salir a la calle a que nos vea nadie.
- En estos días el deporte ha quedado paralizado y comprobamos que sin los grandes eventos deportivos también se puede vivir.
- En estos días nosotros no podemos hacer deporte y vemos el ingenio y la locura (a partes iguales) de la gente por hacer algo en sus casas.
- En estos días de  miedo vemos unión y generosidad en los vecindarios, algo que se había perdido con las prisas de la vida.
-  En estos días nos solidarizamos con el pequeño comercio y el autónomo porque sabemos que de esta les va a ser muy difícil salir airosos.
- En estos días compartimos arte, compartimos música, compartimos chistes y compartimos
vía online lo que podemos y sabemos.
- En estos días de momento del miedo muchos sacaremos nuestro mejor lado, muchos sacaremos nuestro peor lado, muchos nos quedaremos pasivos, muchos nos quedaremos activos y sobre todo, .... muchos nos quedaremos en casa hasta dentro de 15 días donde esperamos que por arte de magia todo este momento del miedo se pase.

Se va paralizando el mundo; este coronavirus nos gana por la mano y acorta las distancias, esas que nosotros intentamos mantener y no conseguimos. Quizás hemos creído que mandamos sobre la vida y sobre la muerte y ahora nos damos cuenta que somos totalmente vulnerables a un virus pequeñajo que se adueña de nuestro cuerpo y a muchos mata.
Igual ya es hora de tocar con la vida y con la muerte y normalizar todo como ocurre en la naturaleza, donde nadie es dueño ni de la vida ni de la muerte, donde cuando viene el momento del miedo siempre hay alguien que sale adelante y alguien que no va a salir.

A mí este momento del miedo que me tiene confinada en casa no me asusta; no me importa nada estar en casa ya que mi cabeza tiene siempre proyectos, no me importa nada no salir a hacer ejercicio porque si quiero puedo hacerlo en casa, no me importa nada no tener contacto físico con mis amigos porque el contacto real lo mantengo, no me importa no vestirme ni pintarme para poder salir (un quehacer menos), no me importa que asomen las canas en mi pelo porque si quiero me lo tiño yo, no me importa no poder tomar unas cañas porque sé que ya lo haré, ....... quizás todos esos y más "no me importa" me vienen del desapego que he aprendido en la vida, desapego que no falta de amor.
Todo y todos ahora estamos y ahora no estamos... eso es la vida y por mucho que estemos en ese momento del miedo, eso no va a cambiar, así que procuremos llevarnos bien y aunque no compartamos dejemos que la vida haga su trabajo.
Qué es el miedo