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martes, 12 de abril de 2016

El miedo


De pequeños nos metían el miedo con eso de que si no éramos buenos venía el hombre del saco a por nosotros y nos llevaba con él. A nuestros padres los miedos propios de una guerra y una posguerra ; a mis abuelos los de emigrar para comer. A los tatarabuelos otros, y así para atrás muchos miedos más acumulados. Si a eso le añadimos los que la sociedad y la iglesia imponían ¡ de aquellos polvos vienen estos lodos !
  
Si nos vamos a la wiki, nos explica así que es el miedo :
El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano.
La máxima expresión del miedo son las fobias, el terror, además está estrechamente relacionado con la ansiedad.
Existe miedo real cuando su dimensión está en correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro. Ambos, miedo real y miedo neurótico, fueron términos definidos por Sigmund Freud en su teoría del miedo. En la actualidad existen dos conceptos diferentes sobre el miedo, que corresponden a las dos grandes teorías psicológicas que tenemos: el conductismo y la psicología profunda. 
Según el concepto conductista el miedo es algo aprendido. El modelo de la psicología profunda es completamente distinto ; en este caso, el miedo existente corresponde a un conflicto básico inconsciente y no resuelto, al que hace referencia.
Esto nos cuenta la wiki y parece ser que según pasa el tiempo el concepto de la emoción del miedo varía y también su utilidad, ya que en nuestros ancestros podría tener un significado de vida o muerte en casi todos los individuos, pero hoy en día ese mecanismo básico de supervivencia en respuesta a un peligro, en muchos casos no tiene sentido ni razón de ser.
Eso sí, es una emoción y como tal hay que respetarla; cualquier emoción hay que dejarla sentir ya que tienen todas una utilidad y sobre todo si las sentimos, debemos dejarnos la libertad de reconocerlo en lugar de tratar de ocultarlo.
La represión no es sana, la modulación de la emoción del miedo sí. Sabemos que es una reacción ante hechos que sucederán a futuro o en el presente, aunque también hay miedos del pasado aprendidos. El miedo es útil en ciertas ocasiones, el problema con él reside en que en estas sociedades al final nos hacen vivir con una serie de miedos que nos sirven para nada (miedos disfuncionales). Este es el tipo de miedos que nos paralizan o nos frenan.
Decir también que los de nuestros antepasados o los de algunos individuos de países con una suerte bien distinta a la nuestra, los miedos sí que son más de supervivencia física de cubrir las necesidades fisiológicas (las primarias y básicas que nos describe Maslow) y ahora son más de seguridad (según lo que entendamos con ello), de autoestima o de autoconcepto.
Repito que el miedo es una emoción primaria y que se encuentra en todas las culturas y cada una tienes sus propios miedos dependiendo de las vivencias, de las creencias, del entorno vital, de…

Suele resultar una emoción desagradable con consecuencias orgánicas, aunque hay personas que disfrutan con esa sensación de miedo (de hecho existe ese género en el cine e incluso festivales como el de Sitges). 

El miedo tiene su punto positivo ya que nos ayuda a alejarnos de algún acontecimiento para el que aún no somos aptos. Estos pueden ayudarnos como hacen una madre, con protección, pero no nos ayudan en nada cuando son con sobreprotección.

Tiene esas dos vertientes el miedo; nos alerta o nos paraliza, nos esconde o nos da valor para actuar (bien peleando, bien escapando). He leído una frase sobre el miedo que me ha gustado, pero no sé de quién es un sentimiento útil en la supervivencia pero limitante en la vida.

La respuesta al miedo, enfrentarse a él con acciones, no sólo con una, ...varias y variadas porque en alguna encontraremos la clave para salir adelante y perder el miedo al miedo.

Hoy en día la variedad de miedos es inmensa y pueden ir desde miedo a un animal, miedo a hablar en público, miedo a la confrontación, miedo a salir, miedo al olor corporal, miedo a los libros, miedo a los espacios cerrados, miedo a ......... ¡infinitos parecen los miedos! a mí personalmente los que más pena me dan son el miedo a vivir y el miedo al amor. ¡todo lo que podemos vivir y amar!

Si quieres conocer más sobre el miedo como emoción primaria, este está enmarcado dentro del área emocional, que a su vez es una de las distintas áreas de la vida 
Nota* Actualizo esta entrada con el enlace a un libro que he conocido. Nos habla de 7 emociones, entre ellas el miedo
Historias que transforman







martes, 3 de septiembre de 2019

El miedo, emoción primaria


Repitiendo la definición de que son las emociones, diré que son respuestas involuntarias psicofisiológicas, cognitivas y conductuales, es decir, una reacción biológica a un acontecimiento. Dicho esto, el miedo cumple muy bien con su papel que es el de la supervivencia del individuo ante un acontecimiento que él considera un peligro (da igual que sea real o inventado).

Yo le veo al miedo como ese Pepito Grillo que está ahí todo el rato para que no nos metamos en problemas ; nuestro gran cuidador que nos mantiene a raya, ya que sin él, seguro que ni yo estaría escribiendo ni vosotros leyendo sobre él.

Esta emoción primaria cuidadora es nuestro mecanismo adaptativo a un entorno hostil y lleno de peligros y nos otorga la capacidad de reaccionar ante posibles situaciones que considera peligrosas... y esto es lo perfecto para mantenernos vivos, el problema es tener miedos infundados, o mejor dicho miedos disfuncionales (que no sirven para la función de proteger, si no tan sólo de impedir ).


A través del
miedo manifestamos lo que para nosotros resulta una amenaza a nuestra seguridad, bien física, o bien de autoestima y autoconcepto, habiendo miedos que pueden ser terriblemente subjetivos y digo terriblemente por la carga de vida que pueden llegar a ser (miedo a montar en metro, avión, ascensores, a salir a la calle, a la gente, ...).

Nuestras creencias y patrones mentales que nos llevan a unos pensamientos determinados filtran acontecimientos que nos suceden y dependiendo de cuales sean, nuestros miedos se manifiestan en mayor o menor grado. En el grado mayor tenemos todas las fobias que nos podamos imaginar (aracnofobia, agorafobia, zoofobia, pluviofobia, a las palabras largas..... puede haber una fobia para todo, depende de cada individuo) y en el grado menor las conductas de riesgo (exposición repetida y voluntaria a un peligro como deportes de alto riesgo, la ruleta rusa, ciertas prácticas sado/mado, conducir a alta velocidad, ... hablar del riesgo merece capítulo aparte). 

Stanley Rachman (psicólogo canadiense) hace distinción con las clases de miedos que hay : miedo agudo, miedo crónico, miedo adaptativo o funcional y miedo desadaptativo o disfuncional. De los dos últimos ya he escrito, así que paso ahora con los otros dos.

El miedo agudo está provocado por estímulos reales, concretos y evidentes, de esta manera, desaparece cuando lo que provoca el miedo no está presente. Los típicos son miedo a un animal concreto ; araña, polilla, rata, serpiente, perro, ... solo en presencia de ellos se siente el miedo, durante el resto del tiempo ese miedo permanece dormido.

El miedo crónico tiene una esencia bastante más complicada ya que puede estar provocado por algo concreto o algo subjetivo, de esta manera se está expuesto al miedo en cualquier momento que tengamos un pensamiento subjetivo que nos lo provoque. Ejemplos más claros de esto es el miedo a la soledad o el de suponerse rodeado de espíritus, que a las noches venga un monstruo,.... 

Luego están los miedos propios de cada época humana. Algunos de las pasadas permanecen, otros van desapareciendo y otros nuevos se unen : miedo a perder algo, a ser rechazado, a la vejez, a una enfermedad, a no tener algo o a alguien, a la muerte, al fracaso, miedo a.... lo ideal sería que cada uno fuéramos capaces de identificar nuestro propios miedos y si son disfuncionales, enfrentarnos a ellos y reconducir nuestras creencias y pensamientos al respecto.

Lo que está claro es que el miedo puede ser provocado por cualquier cosa o pensamiento, pero ¿qué nos ocurre cuando sentimos miedo? en principio es una retirada/lucha/esconderse de aquello que nos produce el miedo. Hay múltiples vídeos de escenas en las que se da un  susto a alguien con algo sorpresivo y la primera reacción es echar a correr, enfrentarse, taparse los ojos y chillar o poner las manos delante (depende de la situación y del momento propio del individuo). 

También simplemente puede ser que no nos acerquemos a quello que nos da miedo por no sentir el malestar de la indefensión y falta de control que nos provoca, ya que esa sensación de vulnerabilidad no nos gusta nada y menos si tienes la creencia de ser una persona a a que "nada ni nadie" le para (aunque todos sepamos que es todo lo contrario). En este caso enmascaramos el miedo con la no exposición a cosas o situaciones que nos lo puedan producir (el miedo al compromiso, miedo a un posible fracaso, miedo a no sentirse suficientemente válido, miedo al miedo,...). 

En cuanto a los cambios fisiológicos que se producen en el cuerpo :

Aumento de la frecuencia y la fuerza contráctil cardiaca, aumento de la presión arterial sistólica y diastólica, dilatación de pupilas, sudoración, descenso de la temperatura corporal periférica y reducción del volumen sanguíneo (el típico "quedarse pálido" "quedarse helado"), aumento de la conductancia de la piel y la tensión muscular (tanto que se puede llegar al agarrotamiento muscular), aumento de la frecuencia respiratoria (llegar a la hiperventilación), el estómago se contrae, aumento de neurotransmisores en sangre (adrenalina y noradrenalina principalmente)...

Si con el miedo los cambios físicos son importantes, los psicológicos si que son impedimento para llevar una vida saludable en nuestras relaciones intrapersonales e interpersonales  :

Agobio, malestar, estado de alerta, pensamientos negativos, preocupación, estrés, pérdida de autoestima, bloqueo emocional, ansiedad (y su diversas variantes), trastornos obsesivos, ataques de pánico, síndrome de estrés postraumático, ...

En cuanto a cómo afrontar el miedo, depende mucho de cual sea y a qué grado haya llegado ; no dudes en consultar a un especialista si es el caso, no haciendo nada al respecto afecta a tu entorno, tus relaciones y sobre todo a ti.

Para los miedos un poco más de "andar por casa" podemos encargarnos nosotros mismos :

Lo primero es reconocerlos, dejar de negarlos y no huir de ellos ; hazte amigo de tus miedos y no los tomes como enemigos porque son tus grandes aliados para el crecimiento personal. 

Tienes mil y una páginas por blogs para decirte cómo afrontar los miedos, busca tu propia táctica. La mía en concreto es buscar sentirlos para ver cual es mi limitación y comprobar que no es para tanto y que puedo con ello, por lo menos por momentos. 

Por ejemplo, tengo miedo (que no fobia) a la altura y de vez en cuando me hago una de monte que conlleve verme pasando ese miedo (que no riesgo) y teniéndome que poner las manos a los lados como los burros ; a ratos las quito y poco a poco me voy acostumbrando a esa sensación de vacío a los lados. Otras hago una vía ferrata en la que paso ese miedo y me observo en él (me paraliza el cerebro y no soy capaz de pensar con claridad ni de hacer bien el paso de un sitio a otro); en la observación soy consciente de mi parálisis mental y pienso que me pasa seguro en otras ocasiones en las que no soy consciente de mis miedos.

Nunca he llegado a quitar ese miedo que tiene mi cerebro, pero si que lo domino mentalmente ¡me encanta esa sensación de capacidad que siento al hacerlo! ¡sin miedo a vivir el miedo!, ............ hasta ahora no me he muerto del susto.

Recuerda al miedo como tu gran aliado cuidador y no lo conviertas en una limitación enemiga, porque recuerda que hay miedos totalmente necesarios para evitar riesgos de vida y hay miedos creados por tus creencias que no sirven absolutamente para nada, bueno sí, para jorobarte la vida. Como en todo, hay que buscar la medida entre fobia y riesgo.

Si quieres leer un poco más sobre el miedo 

Nota* Os recuerdo que hablo de el miedo como emoción primaria a trabajar en el marco de "el área emocionalque es una de las distintas áreas de la vida 

jueves, 19 de marzo de 2020

El momento del miedo

Estamos en ese  momento del miedo que todo paraliza, en el que todo se aquieta, en el que nos sumergen en el todo para quitarnos identidad individual y convertirnos en masa moldeada y moldeable.. .¡momento del miedo!

Respeto a todo lo que ocurre sí, no a las multitudes sí, respetar las distancias sí,... con este coronavirus hay que guardar distancias y mucho, pero fuera el momento del miedo que aturde y destruye hasta tal punto que unos nos volvemos contra otros; que si no se piensa igual se juzga. Ese maldito momento del miedo en el que lo coherente y de sentido común para unos es irresponsabilidad para otros.... ¡momento del miedo!

Yo me pregunto que va a pasar cuando pase la cuarentena esta impuesta por el momento del miedo: ¿desaparecerá el coronavirus por arte de magia? ¿se gana tiempo porque los contagiados con el tiempo dejan de contagiar? ¿se está esperando a una vacuna que nos inmunice a todos y si sale quien no se la de no pasa nada? ¿Qué habrá distinto dentro de 15 días a ahora para dejar de estar en ese momento del miedo?

Se están evitando contagios presentes y los que hay se están escalonando y así no se colapsa el sistema sanitario, eso es una verdad verdadera, pero no creo que es la solución para que desaparezca el coronavirus, porque hoy estamos a 19 de marzo día del padre y seguro que estaremos en confinamiento más que hasta el 30 de marzo y los casos de coronavirus seguirán.

Somos súper majos dejando que este momento del miedo nos paralice hasta el punto que los criterios se vuelven homogéneos,  como las manadas de ñus y cebras donde no existe el individuo, solo manda la masa,... solo que en este caso la masa es dirigida por otra masa que está bien resguardada y aceptando pequeños daños colaterales.

Por otro lado, yo pienso que esto de mantenernos en casa sin hacer nada nos va a venir bien en otro sentido, el de personas. ¡Algo bueno viene siempre después de un mal momento!

- Aprenderemos a apreciar lo normal, lo cotidiano que nos han arrebatado: un salir a pasear, un abrazo, un beso,...
- En estos días puede que aprendamos a no estar tan pendientes de nuestra imagen física, al fin y al cabo ya no tenemos que salir a la calle a que nos vea nadie.
- En estos días el deporte ha quedado paralizado y comprobamos que sin los grandes eventos deportivos también se puede vivir.
- En estos días nosotros no podemos hacer deporte y vemos el ingenio y la locura (a partes iguales) de la gente por hacer algo en sus casas.
- En estos días de  miedo vemos unión y generosidad en los vecindarios, algo que se había perdido con las prisas de la vida.
-  En estos días nos solidarizamos con el pequeño comercio y el autónomo porque sabemos que de esta les va a ser muy difícil salir airosos.
- En estos días compartimos arte, compartimos música, compartimos chistes y compartimos
vía online lo que podemos y sabemos.
- En estos días de momento del miedo muchos sacaremos nuestro mejor lado, muchos sacaremos nuestro peor lado, muchos nos quedaremos pasivos, muchos nos quedaremos activos y sobre todo, .... muchos nos quedaremos en casa hasta dentro de 15 días donde esperamos que por arte de magia todo este momento del miedo se pase.

Se va paralizando el mundo; este coronavirus nos gana por la mano y acorta las distancias, esas que nosotros intentamos mantener y no conseguimos. Quizás hemos creído que mandamos sobre la vida y sobre la muerte y ahora nos damos cuenta que somos totalmente vulnerables a un virus pequeñajo que se adueña de nuestro cuerpo y a muchos mata.
Igual ya es hora de tocar con la vida y con la muerte y normalizar todo como ocurre en la naturaleza, donde nadie es dueño ni de la vida ni de la muerte, donde cuando viene el momento del miedo siempre hay alguien que sale adelante y alguien que no va a salir.

A mí este momento del miedo que me tiene confinada en casa no me asusta; no me importa nada estar en casa ya que mi cabeza tiene siempre proyectos, no me importa nada no salir a hacer ejercicio porque si quiero puedo hacerlo en casa, no me importa nada no tener contacto físico con mis amigos porque el contacto real lo mantengo, no me importa no vestirme ni pintarme para poder salir (un quehacer menos), no me importa que asomen las canas en mi pelo porque si quiero me lo tiño yo, no me importa no poder tomar unas cañas porque sé que ya lo haré, ....... quizás todos esos y más "no me importa" me vienen del desapego que he aprendido en la vida, desapego que no falta de amor.
Todo y todos ahora estamos y ahora no estamos... eso es la vida y por mucho que estemos en ese momento del miedo, eso no va a cambiar, así que procuremos llevarnos bien y aunque no compartamos dejemos que la vida haga su trabajo.
Qué es el miedo

miércoles, 30 de septiembre de 2015

En el reconocimiento


En el reconocimiento

En el reconocimiento y aceptación.
En el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad.
En el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad es donde reside nuestra fortaleza.

Parece contradictorio sugerir que nuestra vulnerabilidad, es decir, nuestra susceptibilidad al dolor, al fracaso y a las emociones negativas, pueda ser una fuente de fortaleza, sin embargo, es todo lo contrario.

Tenemos miedo a vernos en nuestras "debilidades", creemos que nos hacen vulnerables, por eso nos cuesta hacer reconocimiento de ellas ante los demás y ante nosotros mismo.

El miedo a que nos hagan daño al conocernos y al reconocernos como seres con puntos vulnerables, nos impide obtener el beneficio que su descubrimiento conlleva, ni más ni menos que una capacidad muchísimo más válida que el miedo, la fortaleza.
La vulnerabilidad nos expone a experiencias difíciles que pueden ser dolorosas, pero también son oportunidades para crecer. Al enfrentar y superar estos desafíos, desarrollamos resiliencia, fortaleza y sabiduría.

Una de las maneras de tocar con el máximo potencial de tus capacidades, es en los momentos más difíciles en los que quizás nos sentimos expuestos y vulnerables. No sabemos de qué somos capaces hasta que no nos vemos en la obligación de serlo y estando en nuestra zona de confort, sin enfrentarnos al miedo que nos produce conocer y que conozcan nuestra vulnerabilidad, no deja margen para que salga nuestra fortaleza.

Fortaleza
nombre femenino
  1. 1.
    Capacidad de una cosa para sostener, soportar o resistir algo.
    "la fortaleza de la moneda viene determinada por la gran afluencia de capitales extranjeros"
  2. 2.
    Capacidad moral de una persona para resistir o sobrellevar sufrimientos o penalidades.
    "mostrar fortaleza ante la muerte"

La fortaleza es la que nos impulsa a distanciarnos del desánimo en los momentos duros, nos deja ver con realismo y esperanza nuestra vida y si queremos aprender donde está nuestra vulnerabilidad en cada situación, se convertirá en una experiencia de superación personal y autodescubrimiento que nutrirá de nuevo las capacidades propias como es la fortaleza.

Es una retroalimentación, descubrir tu vulnerabilidad te lleva a la fortaleza y la fortaleza te permite ver tu vulnerabilidad, por eso en algún momento hay que romper la barrera del miedo y adentrarse por dentro, en qué es realmente lo que sentimos, a qué tenemos miedo.

No hay más manera con el miedo para vencerlo que enfrentarte a él, es tu creación, es infundado y solo tú puedes hacerle frente, es tu batalla con él, si le plantas cara lo vences, si te dejas dominar por él, te vence.

¿A qué tienes miedo? Indaga realmente que pasa, porqué una determinada situación te vence, te quita las ganas de sonreír, de disfrutar, de vivir adaptándote a tus circunstancias.

Aquellos que te inspiran a pensar que son personas con una fortaleza de vida que tú no tienes, han estado en tu mismo lugar, solo que han hecho un trabajo consciente para desarrollar las actitudes necesarias para tener dicha fortaleza.

Se han enfrentado a sus circunstancias y a su propia vulnerabilidad en ellas, descubriendo de esa manera sus miedos y poniendo soluciones a todo ello, ese reconocimiento de quienes son, que sienten y donde se encuentran, le ha hecho buscar el camino real para superar la adversidad.

Mira este vídeo (1'30 minutos), ¿Qué te sugiere?

La fortaleza te requiere vencer el miedo a admitir la verdad, a aceptar tu parte de responsabilidad y saber perdonar. Os dejo enlace a dos entradas, la de El perdón y la de Perdonarse, misión prioritaria

Para enfrentarte al miedo tienes que buscarte la herramientas emocionales que te ayuden a ello, como es el desarrollo de unas actitudes y no hay duda de que todos podemos aprender, tan solo hay que querer trabajar en ello, tan solo hay que ser verdad con uno. 
Hay muchas maneras de despertarte, a través del estoicismo puede que sea la tuya, o no, pero conocer herramientas que puedan ayudar siempre aporta.

Las actitudes a desarrollar son la autoestima, que te hace sentirte capaz, la autonomía, que te hace no depender, la responsabilidad que te permite reconocer, el humor que te quita dramatismo, el perdón que le aporta la parte de amor y compasión, la madurez que te empuja a la solución, el optimismo que logra quitar la negatividad y para mi también la espiritualidad, que me ayuda a aceptar quien soy y que soy (un ser en si mismo perfecto en sus imperfecciones, nacido para ser y hacer feliz).

Recuerda no ver tu vulnerabilidad como tu enemigo, todo lo contrario, en el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad es donde reside nuestra fortaleza.

lunes, 20 de febrero de 2017

Mis miedos

La verdad que me he movido con pocos miedos por la vida y eso tiene su lado bueno y su lado de aprendizaje, ya que caminas por situaciones muy diferentes que ayudan a conocerte y a valorarte. Cierto que por ese camino de pocos miedos te tropiezas con piedras inesperadas con las que caes, pero al levantarte te llevas el aprendizaje. Por lo que yo sé de enfrentarme a mis miedos, es un paso indispensable para crecer.

Mis miedos no se si los tengo todos localizados, pero voy a intentar poner por escrito lo que me nazca de dentro al contemplarme en mi ser con una música de fondo que me deje concentrarme en mí. Veamos que sale de este momento.

Me tengo miedo a mí, a mí rechazo personal.
Tengo miedo a no valorarme.
Tengo miedo a mi olvido de quién soy.
Tengo miedo a una crisis de identidad.
Tengo miedo a una crisis existencial.

Ahora estos son mis miedos, los que me fluyen, no quiere decir que no haya más, pero ahora es lo que hay.

Según he escritos los dos últimos, he encontrado que me ha salido decirme que las crisis son oportunidades, así que he dejado de verlos como miedos en el mismo momento.
Si me voy a las crisis que he tenido en mi vida, compruebo que después de ellas todo ha mejorado; no sé cómo pero se han dado los factores de mejora necesarios para que me encuentre en mejor situación personal y existencial.

Los otros miedos los tengo en el mismo pack metidos, porque en realidad se refieren a lo mismo.

A mí, como a tantas personas, nos han enseñado a tapar todo aquello nuestro que era distinto a lo que la sociedad determinaba.
Nos apagaron la individualidad, la creatividad, el poder actuar como sentías; desde pequeños no siendo escuchados en nuestro interior y tapándonos nuestro ser hemos vivido desde que nos alcanza el recuerdo y esto tiene secuelas en forma de miedos.

La vida me ha ido poniendo personas para que me enfrente a esos miedos, personas que realmente han reflejado esos miedos en mi realidad, los han hecho evidentes, palpables y constantes.

Tan acostumbrada al rechazo emocional, tan adaptada a él, no he visto las señales de ello en los de fuera hasta que me he sentido tan pequeña y encogida que he necesitado encontrarme casi muerta para marchar de situaciones duras.

En las primeras huidas no era consciente del aprendizaje que me ponían delante y por eso he tenido que volver a pasar parecidas situaciones que me pongan de manifiesto que el rechazo que recibo fuera es el reflejo del que he tenido yo para conmigo misma.

En cada crisis existencial, en cada rechazo potencial, en cada mandar marchar de mi lado había algo que aprender. Sigo aprendiendo de esta herida emocional, aprendiendo con esta herida cada vez más localizada y protegida hasta su cura total.

Reconocido el miedo, reconociendo cada vez que me tocan la herida del rechazo a mi ser e intentando convertirlos en reconocimiento de mi misma al margen de que el exterior siga intentando esconder mi ser por sus miedos propios a verlo, por sus miedos a verse.

El rechazo en sí tiene dos sentidos: uno es el de protegerse y el otro es el querer huir para no afrontar lo que nos es molesto o desagradable.

Según lo que voy leyendo de aquí y de allá, el rechazo lo podemos manifestar como una proyección de lo que llevamos dentro en otra persona. Es decir, vemos fuera lo que llevamos dentro y no queremos aceptar.
Tiene miga la cosa porque si además de rechazar no veo que eso está en mí, puedo dedicar mi energía a defenderme cuando me manifiestan que yo lo tengo, provocando situaciones relacionales tensas.

Si nos reconocemos en estas actitudes, quitar el miedo a verse y analizar si realmente tenemos aquello que vemos en los demás es un alternativa sana aunque tengamos que pasar por momentos críticos de crisis personales.

Momentos de caos, momentos de crisis, momentos de cambio en cada reconocimiento de mi ser.
En estas circunstancial el ego aturde, confunde, hace pensar que no es real lo que se siente para que volver a esconder el ser y dejar todo el sitio a él, a la personalidad creada para sobrevivir en este entorno en el que nos ha tocado vivir.

Tras cada desencuentro, tras cada rechazo, tras cada crisis me ha venido una aceptación de quien soy en la luz y en las sombras; amor y aceptación a mi sentir. Autoafirmación de quien soy y de lo que siento.
Por lo tanto pienso de nuevo ... ¡aupa esos mis miedos reconocidos! que aunque las pases mal, el beneficio personal merece la pena.

Aquello a lo que no te enfrentas te persigue, aquello a lo que plantas cara marcha. Y con esta frase que me ha salido, he recordado que existe alguna parecida de alguien conocido y al ir a buscarla me encuentro que es de Carl Jung y dice: "Lo que niegas en tu vida te somete, pero si por el contrario lo aceptas, esa experiencia te transforma".

Y también he encontrado otra frase en twitter que dice: "Lo que resistes persiste, lo que niegas te somete, lo que ignoras te ciega, lo que rechazas se vuelve destino y lo que aceptas te transforma".

Así que sí, voy a aceptar mis miedos y con ello, la cura de ellos.
Por si quieres conocer la emoción del miedo un poco más.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Libro- Los cuatro acuerdos.


Este libro es corto, fácil de leer y amable, con un contenido para mí muy intenso y muy valorable ya que toca cuatro puntos impresionantemente importantes; habla de los cuatro acuerdos que deberíamos, por lo menos, pensar en ellos.

El libro trata sobre el conocimiento esotérico tolteca conservado y transmitido de una generación a otra por distintos linajes de naguales (maestros).

“No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo exiges."
"Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida."
"Lo mismo es aplicable a la felicidad. La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz."
"La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento”. Dr. Miguel Ruiz (Nagual del linaje de los Guerreros del Águila)

Merece mucho leer la exposición inicial que hace antes de meterse de lleno en los cuatro acuerdos, una forma de interpretar porque estamos donde estamos, habla de "la domesticación" y "el adiestramiento" al que hemos sido sometidas/os y profundiza en ello.

No os escribo nada sobre esta primera parte, escucharlo o leerlo y observar si lo que dice os resuena y os encaja. Del resto, resalto conceptos que merecen quedarse con ellos para tranquilidad peersonal y relacional. Como siempre, quedaros con lo que vuestro interior os deje, lo que no, quizás en otro momento de lectura de este libro os interese más.

Yo he de reconocer que lo he releído varias veces y que recurro a sus conceptos en más de una ocasión en que en esta vida nos lleva un poco más a la deriva. 

1ª acuerdo "Se impecable con tus palabras"

Si eres impecable con tus palabras solo podrás engendrar belleza, amor y el Cielo en la Tierra (me gusta esta afirmación)

• Las palabras nos dan poder para crear.

• Las palabras son Intención en acción y pueden crear o destruir todo lo que te rodea.

• La mente humana es un campo fértil en el que constantemente se están sembrando palabras, ideas, creencias, conceptos, opiniones. En ese terreno esas semillas crecen y producen consecuencias propias a su naturaleza. El miedo es también una semilla que abunda en ese terreno.

• Prepara el terreno de tu mente para que sólo puedan crecer aquellas semillas que te hagan bien.

• Con las palabras podemos hechizarnos a nosotras mismas y a otras personas y producir con ello consecuencias muy graves.

• Impecabilidad significa sin pecado y pecado es hacer algo en contra de una misma.

• Al ser impecables asumimos la responsabilidad de nuestros actos sin culparnos ni juzgarnos.

• Ser impecable con las palabras implica no utilizarlas en contra de nosotras mismas, es utilizar nuestra energía en la dirección de la verdad y del amor hacia una misma, sabiendo que la otra persona también soy yo.

• Al ser impecables con nuestras palabras podremos ser libres, felices y trascender el nivel de existencia del Infierno. Podremos vivir en el Cielo en medio de miles de personas que viven en el Infierno porque seremos inmunes a ese Infierno.

2º acuerdo "No te tomes nada personalmente" 

 •Tomarse todo personalmente, es la expresión máxima del egoísmo pues implica la creencia de que todo gira a nuestro alrededor.

• Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente (nuestra propia mentira).

 • Lo que cada persona hace y dice responde a los acuerdos que ha establecido en su propia mente, los que ha establecido conforme a su domesticación.

• Si le decimos a otra persona: -Eres tonta, nos estamos refiriendo a nosotras mismas, pues lo estamos diciendo basándonos en nuestras creencias, conceptos y opiniones.
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Tomarnos personalmente algo que otras personas nos dice implica tomarnos su veneno, su magia negra y de esa manera nos convertimos en presa de esa opinión.

• Al tomarnos personalmente las cosas, sentimos que nos agreden y reaccionamos para defendernos generando conflictos. Sentimos la necesidad de tener razón.

Si nos enfadamos con otras personas en realidad nos estamos enfadando con nosotras mismas ya que el enojo obedece a una reacción que proviene de nuestro propio sistema de creencias.
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• Nos enfadamos porque tenemos miedo, porque nos enfrentamos a nuestro miedo.

Si no tenemos miedo, si amamos, no hay lugar para el enfado.

• Amamos todo lo que nos rodea cuando nos amamos, cuando logramos superar el miedo y en consecuencia el enfado.

Para elegir correctamente, más que confiar en las demás personas, es necesario confiar en una misma.

• Al no tomar nada personalmente podemos empezar a romper muchos pequeños acuerdos internos que nos hacen sufrir.

Si elegimos seguir nuestro corazón sin tomarnos nada personalmente, aunque estemos en medio del Infierno, experimentaremos felicidad y paz interior, permaneceremos en un estado de dicha.

3º acuerdo "No hagas suposiciones" 
Tendemos a hacer suposiciones sobre todo y sobre las personas, nos lo tomamos personalmente y creemos que esas suposiciones son ciertas.

• Todo nuestro sueño del Infierno se basa en suposiciones

• A partir de nuestras suposiciones empezamos a hacer comentarios a otras personas, a chismorrear. De esa manera nos mandamos veneno de unas a otras.

• Hacemos suposiciones que no son ciertas y luego las defendemos y queremos tener razón.

• Vemos y oímos lo que queremos y no percibimos las cosas tal como son. Si no entendemos algo hacemos suposiciones sobre suposiciones de otros alguien.

• Suponemos que las demás personas saben lo que pensamos y por lo cual no es necesario que expresemos lo que queremos.

• Necesitamos justificarlo todo para sentirnos seguros y al no saber algo lo suponemos porque no tenemos el valor de preguntar.

• Hacemos esto porque realizamos acuerdos internos para actuar de esa manera. Acordamos que hacer preguntas es peligroso y que aquellos que queremos tienen que saber lo que queremos y cómo nos sentimos.

• Creemos que al amar a alguien, la vamos a poder cambiar a nuestro gusto y nos mentimos, nos autoengañamos.

Para evitar las suposiciones debemos preguntar, estar seguros de que las cosas nos quedan claras.

Con una comunicación clara las relaciones mejoran.

• Si somos personas claras a la hora de hablar, nuestras palabras se tornan impecables.

• Es necesario actuar para que las cosas cambien, la acción fortalece la voluntad, nutre la nueva semilla y establece una base sólida para que el nuevo hábito se desarrolle.
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• Cuando transformamos nuestro sueño, la magia aparece en nuestra vida, lo que necesitamos llega con facilidad porque sabemos lo que queremos y somos.

4º acuerdo "Haz siempre tu máximo esfuerzo" 

Este acuerdo permite que los otros tres se conviertan en hábito.

 • Lo máximo que podamos hacer cambia de un momento a otro según nuestro estado.

• Independientemente de ello se trata de hacer siempre el máximo esfuerzo.

Si nos sobre exigimos, nos agotaremos y si hacemos menos de lo que podemos nos sometemos a nuestros juicios, culpas y reproches por no haber hecho más.

• Al hacer siempre el máximo esfuerzo desaparecerán los reproches que nos hacemos, romperemos ese hechizo.

• Es la acción lo que nos hará sentir felices.

Hacer el máximo esfuerzo implica actuar por amor, no por recompensa.

• La mayoría de la gente actúa por la recompensa que espera recibir, por eso no hacen el máximo esfuerzo.

• Si nos gusta lo que hacemos, si siempre hacemos el máximo esfuerzo, disfrutamos de lo que hacemos y nos sentimos felices por ello.
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• Al hacer el máximo esfuerzo disfrutamos lo que hacemos. Hacemos el máximo esfuerzo porque nos gusta hacerlo, no lo hacemos por complacer a nuestro Juez interno ni a otras personas.

 • Si emprendemos una acción por obligación, no haremos el máximo esfuerzo.

• La acción es vivir con plenitud, la inacción es una forma de negar la vida.

Expresar lo que somos es emprender la acción.

• Una idea si no se lleva a cabo no producirá ninguna manifestación, ni resultados, ni recompensas.

Emprender la acción es estar vivo, es arriesgarse a salir y expresar nuestro Sueño.

Sea lo que sea lo que la vida te arrebate, deja que se vaya, cuanto te entregas y dejas ir el pasado te permites estar vivo en el presente, podrás disfrutar del sueño que sucede ahora mismo.

• Si vives en un sueño del pasado, jamás podrás disfrutar el sueño del presente y vivirás a medias con autocompasión, sufrimiento y lágrimas.

Tienes derecho a ser tu misma y solo puedes serlo cuando haces tu máximo esfuerzo, cuando no lo haces te niegas ese derecho.

• Los tres primeros acuerdos funcionan si hacemos el máximo esfuerzo. 

No esperes ser siempre impecable con tus palabras, solo haz tu máximo esfuerzo por cumplirlo.

No esperes no volver nunca más a tomarte las cosas personalmente, solo haz tu máximo esfuerzo.

No esperes no hacer nunca más ninguna suposición, solo haz tu máximo esfuerzo. Si haces tu máximo esfuerzo siempre, serán menos frecuentes los desaciertos.

Os dejo el vídeo para escuchar este libro; 
Yo te recomiendo leer este libro, te hace pensar en que es lo realmente importante; para mí ser feliz y transmitir esa felicidad el mayor tiempo posible, sobre todo a las personas cercanas, amistades, en el trabajo … se amable con todo el mundo. Transmite amor y quien eres, el gran reto está en serlo con quien compartes mucho más que un rato en una conferencia, en un bar tomando una copa o en una discoteca y recuerda la relación contigo misma. 
El libro de Los cuatro acuerdos, para mí fuente de ideas que me ayudan a no perderme en este "infierno" en el cielo.

martes, 12 de noviembre de 2024

La autocomplacencia

Las cosas que tiene Eloisa

Es un término usado en todo los campos y como tal, tiene sus connotaciones positivas y negativas; hoy quiero hablar de la autocomplacencia sin más, porque hay he hecho una entrada de la autocomplacencia en la igualdad de género, que lleva peso en negativo porque favorece que la desigualdad permanezca.

LADO NEGATIVO DE LA AUTOCOMPLACENCIA 

La autocomplacencia es una actitud en la que una persona o grupo se siente excesivamente satisfecha con lo que hace, sin considerar que puede mejorar, corregir o asumir nuevas responsabilidades. Es una forma de autoelogio que puede limitar el crecimiento, ya que implica evitar la autocrítica o ignorar la posibilidad de que las cosas podrían hacerse mejor. 

Se podría relacionar con la condescendencia que tiene la persona hacia una misma, con ser indulgente con lo que hacemos y con sus consecuencias, quizás para evadir la responsabilidad de hacernos cargo de lo que nos implica. 
Es la manera que tenemos de justificarnos conductas cómodas o irresponsables al no ver la necesidad de cambiar.

Me ha venido a la cabeza unir tres términos: complacencia, condescendencia e indulgencia, y al asociarlas, encuentro que es interesante lo que sale.

La autocomplacencia, la condescendencia y la autoindulgencia se pueden relacionar porque las tres implican una forma de evitar la autocrítica y pueden convertirse en actitudes que dificultan el crecimiento personal y las relaciones con las demás personas. 

 Autocomplacencia

  • Qué es: Es sentirse excesivamente satisfecho con lo que se hace, ignorando la posibilidad de mejorar o reconocer errores.
  • Cómo se relaciona: La autocomplacencia puede llevar a la condescendencia, ya que una persona que está demasiado satisfecha consigo misma podría considerar que otras personas necesitan "ayuda" porque no están "a su nivel". También se conecta con la autoindulgencia, porque puede justificar conductas cómodas o irresponsables al no ver la necesidad de cambiar.
  • Ejemplo general: Una persona que cree que su forma de trabajar es la mejor y no considera las ideas o enfoques de los demás, incluso aunque sean más efectivos. Otro ejemplo, un profesional que se conforma con sus habilidades actuales y no busca actualizarse.

Condescendencia

  • Qué es: Es tratar a las demás personas como si fueran menos capaces o menos informadas, muchas veces bajo la apariencia de querer "ayudar".
  • Cómo se relaciona: La condescendencia puede ser una consecuencia de la autocomplacencia, porque alguien que cree que siempre tiene la razón podría menospreciar las opiniones o capacidades de otros.
  • Ejemplo general: Una persona que, en una conversación, explica algo básico a otra de forma innecesaria porque asume que no lo entenderá por sí sola. Otro ejemplo, en la familia, puede aparecer cuando alguien toma decisiones por otra persona sin consultarla, asumiendo que sabe mejor lo que necesita.

Autoindulgencia

  • Qué es: La persona se permitirse a sí misma comportamientos o hábitos que podrían ser perjudiciales, sin buscar mejorar o imponerse límites.
  • Cómo se relaciona: La autoindulgencia puede ser una forma de autocomplacencia, ya que alguien que no se siente en la necesidad de cambiar podría justificar excesos o irresponsabilidades.
  • Ejemplo general: Alguien que se da permiso para no cumplir con sus responsabilidades diciendo que "se lo merece" por lo mucho que trabaja, sin considerar cómo eso afecta a otras personas. Otro ejemplo, alguien que decide gastar más de lo que puede permitirse argumentando que "se lo ha ganado".
Socialmente, donde hay roles más rígidos de género, los hombres pueden ser más propensos a actuar con condescendencia en temas donde se les ha enseñado a verse como líderes o expertos (La socialización jerárquica) y ser autoindulgentes en ciertos aspectos relacionales al justificar excesos normalizados en lo social.
Por otro lado, a las mujeres, nos han educado para justificar el consumismo, que con cumplir el rol de mujer es suficiente o que con proyectar buena imagen vale aunque haya otras carencias. 

En fin, que estas tres actitudes nos pueden dar para el pelo a ambos géneros y con una serie de consecuencias interesantes:

Relaciones personales:
La autocomplacencia y la condescendencia pueden generar distancias emocionales, ya que la otra persona se siente menospreciada.

La autoindulgencia puede crear tensiones si alguien prioriza sus propios deseos o comodidad sobre las necesidades de los demás.

Ámbito profesional:
La condescendencia puede generar conflictos con colegas o personal al cargo, ya que se subestima y se toma por menos capacitadas a las personas.

La autoindulgencia puede llevar a una falta de disciplina o compromiso, por ejemplo porque nos decimos "ya hice el otro día de más, me lo he ganado".

La autocomplacencia puede llevar a la negligencia laboral por falta de formación continua, frenando el desarrollo profesional y con ello el crecimiento de la empresa. 

Crecimiento personal:
El crecimiento personal es un proceso continuo de aprendizaje, autoconciencia y transformación, y actitudes como la autocomplacencia, la condescendencia y la autoindulgencia pueden frenar este proceso, afectando tanto a la capacidad de mejorar como a la calidad de las relaciones interpersonales. Estas actitudes limitan la capacidad de aprender, mejorar y conectar con los demás.

Sigo con la autocomplacencia, que es el tema de esta entrada; como ya hemos visto, es esa actitud de ir sobrada/o , de no tener que aprender más ni escuchar más ni hacer caso a nadie que creamos que es inferior en cualquier tema ("qué me va a enseñar a mí ese o esa mindundi"). Es adoptar esa postura estereotipada de la cuñada/o listilla/o, pero ojo que también para los demás podemos pasar a ser "ese tonto que se cree listo" dando lecciones en temas en los que nos pueden dar por lo menos 3 vueltas.

No nos damos cuenta de que estamos en esa ignorancia atrevida que no hace rozar la falta de humildad y la prepotencia, y con ello nos convertimos en unos déspotas … aquí lo dejo caer. 


Las cosas que tiene Eloisa


La autocomplacencia a nivel personal, si no la gestionamos bien, llega a ser un freno para nuestro crecimiento y bienestar y vamos a ver el por qué. Esa sensación de estar tan satisfecha o satisfecho con cómo somos y lo bien que lo hacemos, puede ser cómodo, pero también nos engaña porque nos impide ver otras maneras de hacer y pensar

NOS ESTANCAMOS

Cuando hablamos de estancarnos, me refiero a esa sensación de que no estamos avanzando, como si estuviéramos atrapados en el mismo lugar sin crecer ni mejorar. Nos decimos cosas como "así estoy bien" o "no hace falta hacer más", pero no es todo lo bien que podemos estar.

Si te dices “esto es lo mejor que puedo hacer” en lugar de buscar formas de mejorar, te pierdes el aprendizaje que viene si haces algo distinto.

La autocomplacencia nos lleva a pensar que no necesitamos cambiar ni aprender cosas nuevas. Nos quedamos con lo que ya sabemos o con lo que ya hacemos, porque nos resulta seguro y cómodo. El problema es que, aunque la comodidad a corto plazo suena bien, con el tiempo esa falta de movimiento nos pasa factura.

Es fácil detectar que nos estamos estancando por autocomplacencia; empiezas a notar que te aburres nen la rutina de la comodidad, te parece una monotonía, que a su vez puede generarte frustración porque no sabes como arrancar (esta frustración se suele poner en alguien de fuera en vez de asumirla y hacer algo) porque la idea de salir de lo conocida te da miedo.

Esa famosa frase de "siempre he sido así" cuando ves que hay situaciones complicadas para ti o para quien esta al lado tuyo que se te repiten, lo único que hace es que vayas a seguir repitiendo lo mismo y perdiéndote experimentar cómo serían las situaciones y las relaciones de una manera diferente.

El estancamiento no es el fin del mundo, pero la clave está en reconocerlo, aceptar que necesitamos movernos y dar paso hacia adelante nos puede sacar de este parón por autocomplacencia.

NOS ALEJAMOS DE LA REALIDAD

Si tienes problemas recurrentes en el trabajo o en tus relaciones, pero piensas que "el problema siempre es de los demás", quizás te estás perdiendo una oportunidad de reflexionar sobre tu parte en esas situaciones. El tirar balones fuera y responsabilizar a otra persona de lo que es propio, cuando menos esta feo ¿no te parece?

Es como vivir en una burbuja que hemos creado para sentirnos cómodas/os, pero que no refleja del todo lo que está pasando a nuestro alrededor. Puede sonar tentador, porque a nadie le gusta enfrentarse a situaciones difíciles o incómodas, pero esta desconexión tiene su precio, para con nosotros mismos y para con quienes nos relacionamos.

Te voy a comentar tres situaciones en las que se detecta este alejamiento:

Ignoramos problemas o situaciones que nos generan incomodidad, como si desaparecerlas de nuestra mente las hiciera desaparecer del mundo.

Ejemplo: Sabes que una amistad está cambiando y te duele, pero prefieres no hablar del tema ni confrontar lo que está pasando.

A veces nos contamos historias (inventamos nuestra verdad y las creemos) para justificar lo que hacemos o no hacemos, aunque sepamos que no son del todo ciertas.

Ejemplo: "No busco otro trabajo porque estoy muy ocupado/a", cuando en realidad es miedo al cambio.

Exageramos nuestra percepción de las situaciones y las hacemos más grandes o más pequeñas de lo que realmente son.

Ejemplo: "Si digo lo que pienso, todo el mundo se va a enfadar conmigo".

Nos alejamos de la realidad porque nos da miedo o nos cuesta enfrentar lo que está pasando. Es una forma de protegernos de sentirnos mal, fracasar o incluso aceptar que algo no está funcionando como quisiéramos. Es una especie de mecanismo de defensa: si no lo veo, no me afecta. Pero ya sabemos que las cosas no funcionan así.

Ejemplos hay muchos, cada persona tiene algún ejemplo de vida en el que se autoengaña para alejarse de la realidad por miedo a verla: una situación que aunque es mala, da miedo cambiarla (el famoso mas vale malo conocido), una reacción desproporcionada con un ser querido (aquí le pongo lo de la canción "y si no me acuerdo no paso"), estás pasándolas mal porque te ha dejado tu pareja pero disimulas haciéndote creer y haciendo creer que no pasa nada, etc., etc., etc.

¿Te has preguntado alguna vez qué pasa cuando te alejas de la realidad? 

Hacer una de avestruz escondiendo la cabeza de la realidad no arregla nada; ignorar las cosas no las soluciona, solo les da más tiempo para complicarse. Es como una pequeña fuga de agua: al principio no parece grave, pero si no la reparas, puede causar un desastre.

Cuando no enfrentamos la realidad, también nos distanciamos de las personas que nos rodean, porque nos desconectamos de ellas ¿Cómo van a entendernos si ni siquiera nosotros sabemos lo que pasa?

Lo queramos ver o no, perdemos oportunidades de vida al evitar ciertas verdades, dejamos pasar posibilidades de cambiar, crecer o mejorar, nos cegamos a las posibles alternativas reales.

NOS VOLVEMOS MENOS RECEPTIVOS A LAS CRITICAS 

Nos cerramos a escuchar lo que otros tienen que decir sobre lo que hacemos, cómo actuamos o qué podríamos mejorar, no aceptamos opiniones ajenas. Es como ponerse unos tapones en los oídos cada vez que alguien intenta darnos un consejo o señalar algo que podríamos hacer de otra manera. Aunque a nadie le gusta verse en error, la realidad es que metemos la pata infinidad de veces y esta actitud de poca aceptación a una crítica constructiva, puede ser un problema porque nos estanca y nos hace perder oportunidades de crecer.

No es difícil de entender en dónde estamos cuando nos ponemos como un niño en el "pues ahora me enfado y no respiro", solo es cuestión de:

El orgullo que nos mata y sentimos que aceptar una crítica es reconocer que estamos equivocadas/os o que no somos tan buenas/os como creemos. Pensamientos tipo ¿Cómo va a saber esa persona más que yo si llevo años haciendo esto?"

El miedo al rechazo, a ese que no nos quieran porque pensamos que si alguien nos señala algo, es porque no nos valora o no nos acepta o nos va a dejar por no ser suficientemente válidas/os. Aquí podríamos poner pensamientos tipo "Si me dicen que esto no está bien, es porque no confían en mí."

Y nos queda el no querer pasar por la incomodidad de la situación porque las críticas tocan fibras sensibles y a veces preferimos evitar ese mal rato, aunque sepamos que podrían ser útiles. Aquí nos metemos en pensamientos tipo "Mejor no escucho, para no agobiarme."

Te voy a poner alguna otra situación a ver si te suenan de hacerlas o de recibirlas:

Si alguien te sugiere una forma diferente de hacer algo, en lugar de escucharlo, te justificas o lo descartas automáticamente; "Así lo he hecho siempre y funciona, ¿para qué cambiar? No sé por qué se mete en lo que no le importa"

Si un amistad o pareja te dice que algo que haces les molesta, lo tomas como un ataque en vez de una oportunidad para mejorar y en lugar de escucharle, te molestas, le ignoras o lo que es peor arremetes contra su persona. "¿Ahora todo lo hago mal? Si no te gusta, no es mi problema. Es que ya estás otra vez".

Cuando un ser querido te da un consejo con respecto a algo que cree que te puede venir bien, o te da su opinión de lo que ve, lo interpretas como una crítica a tu forma de vivir. "Ya estás otra vez diciéndome cómo debería hacer las cosas. Ya está la lista/o, la que todo lo sabe".

Es una manera como otra cualquiera de perder gente valiosa de nuestro alrededor; si siempre reaccionamos a la defensiva, las personas pueden dejar de hablarnos con sinceridad por miedo a que nos lo tomemos mal y por cómo pueden ser las reacciones, algo que a la larga les hará alejarse.

El cómo hacer, qué hacer y para qué hacer es muy sencillo de entender; no te tomes nada personalmente (uno de los acuerdos del libro "los cuatro acuerdos"). En lugar de ver la observación o la crítica como un ataque, mírala como una oportunidad para aprender. Consejito para ello, respira antes de reaccionar o de responder, te dará margen para pensar si la persona que te dice algo es para tocarte la moral o porque realmente le importas.
Te harás un favor y harás un favor a las personas de tu entorno si cambias la perspectiva con la que escuchas y reaccionas a las observaciones, opiniones o incluso críticas que recibes, porque sabes, a través de ellas: 
Aprendemos más rápido: Las críticas suelen ser atajos hacia una versión mejor de nosotras mismas/os.
Fortalecemos nuestras relaciones: Escuchar sin ponernos a la defensiva demuestra madurez y apertura.
Ganamos confianza: Al enfrentarnos a nuestras áreas de mejora, nos volvemos más seguras/os y conscientes de lo que hacemos bien y de lo que podemos ajustar.

Ser receptiva/o a las críticas no significa que tengas que aceptar todo lo que te digan sin cuestionarlo, pero sí estar dispuesto/a a escuchar y reflexionar. En vez de cerrarte, dale una oportunidad a lo que tienen para decir otras personas distintas a ti con tus pensamientos endogámicos. Nunca sabes qué cambio positivo puede surgir de una buena crítica.

NOS HACE PERDER OPORTUNIDADES 

Al cerrarnos o no estar dispuestos/as a salir de nuestra burbuja autocomplaciente, dejamos pasar cosas buenas que podrían habernos ayudado a crecer, mejorar o alcanzar algo importante. Es como si la vida te estuviera poniendo puertas abiertas delante de ti, pero por terquedad, miedo, orgullo, inseguridad o comodidad, decides no cruzarlas.

Pues que tengas suerte si lo haces así, porque a futuro te espera ese famoso pensamiento de "si hubiera o hubiese hecho/escuchado/dicho/cambiado", mientras estás en el mismo sitio mental y emocional que hace ni sé cuantísimos años.

NOS DESCONECTA DE LAS DEMÁS PERESONAS 

Si estamos cerraditas/os en nuestra postura autocomplaciente sin abrirnos a más posibilidades, al quienes nos rodean les damos a entender que sólo lo tuyo es lo válido y que lo demás importa entre poco o muy poco, aunque a veces ni nos demos cuenta de que lo estamos haciendo. 

Nos asoma esa actitud autocomplaciente que nos minimiza la empatía, nos asoma el inflas de superioridad, poniéndonos distancia con la persona que tenemos en frente y desgraciadamente nos priva de una buena comunicación, y nos añade conflictos y malos entendidos.

Por ejemplo, en una relación de pareja, insistir en demostrar que “yo siempre tengo la razón” puede terminar alejando a la otra persona.

La desconexión en muchas ocasiones se produce en un poco a poco y sin darse cuenta porque estamos tan centrados en lo nuestro que no somos conscientes de que se está produciendo y el impacto que esta actitud autocomplaciente tiene en quien está al lado

Aunque puede haber otros componentes como el miedo a mostrarnos vulnerables y el evitar conectar con las personas puede ser una forma de protegernos emocionalmente, además se puede dar el factor que damos por hecho que las personas a las que queremos y nos quieren estarán ahí y dejamos de esforzarnos. 

Hay muchos factores personales y componentes relacionales que nos llevan a mantener esa autocomplacencia que no beneficia a nadie, tantos como que somos individuales con nuestras mezclas de inteligencias; emocionales, interpersonales o intrapersonales.

Cómo se manifiesta la autocomplacencia en diferentes campos

En lo judicial

  • Manifestación: Sistemas judiciales que consideran que las leyes existentes son suficientes para garantizar justicia, incluso cuando sectores vulnerables no son debidamente protegidos.
  • Ejemplo: Creer que las leyes de igualdad de género ya están completas y no necesitan ajustes, ignorando la falta de aplicación efectiva o las desigualdades reales.
  • Consecuencias: Injusticias que perpetúan desigualdades, especialmente para minorías o grupos en desventaja.

En lo social

  • Manifestación: Sociedades que se sienten satisfechas con pequeños avances en derechos o inclusión, dejando de lado los cambios estructurales necesarios.
  • Ejemplo: Pensar que ya se vive en una sociedad "igualitaria" porque existen discursos o leyes progresistas, aunque persistan desigualdades culturales o económicas.
  • Consecuencias: Invisibilización de problemas sistémicos, como racismo, machismo o pobreza estructural.

En lo relacional (parejas, amistades, relaciones laborales)

  • Manifestación: Creer que se hace "lo suficiente" en una relación y dejar de esforzarse por comprender o atender las necesidades de la otra persona.
  • Ejemplo: Una pareja que cree que con "proveer económicamente" o hacer tareas mínimas ya es suficiente, sin trabajar en el cuidado emocional o la comunicación.
  • Consecuencias: Relaciones que se vuelven desequilibradas, con falta de empatía o conexión real.

En lo familiar

  • Manifestación: Dinámicas donde uno o más miembros se sienten satisfechos con su rol y no reconocen las contribuciones, sacrificios o necesidades de otros.
  • Ejemplo: Padres o madres que creen que por brindar sustento económico no necesitan involucrarse emocionalmente o compartir responsabilidades de cuidado.
  • Consecuencias: Conflictos familiares, resentimientos y desconexión emocional.

¿Cómo salir de la autocomplacencia?

Reflexiona sobre tus acciones: Pregúntate si realmente estás dando lo mejor de ti en cada área de tu vida, no más de lo que puedes, pero tampoco menos.

Escucha con humildad: En lugar de defenderte, trata de entender qué te quieren decir cuando alguien te da una crítica constructiva.

Busca retos: Atrévete a hacer cosas que te saquen de tu zona de confort. Aunque sean pequeñas, esos pasos pueden abrirte nuevos caminos.

Acepta el error como parte del proceso: Reconocer que te equivocas no te hace menos persona, te hace humano/a. Reconocer de verdad y no juzgarte por errores es el primer paso para mejorar.

Cuando creemos que todo lo hacemos bien y no necesitamos aprender más, dejamos de avanzar. Nos quedamos en nuestra zona de confort y evitamos retos que podrían hacernos crecer.

La autocomplacencia puede nublar nuestra capacidad de ver nuestros errores o limitaciones. Nos convencemos de que no hay nada que cambiar, aunque a veces las cosas no estén funcionando tan bien como creemos.

Cuando vivimos en un estado de autocomplacencia, cualquier comentario que cuestione lo que hacemos o cómo somos puede sentirse como un ataque. Esto nos hace rechazar opiniones o sugerencias que podrían ser valiosas.

La falta de autocrítica limita nuestra capacidad de ver todo lo que podríamos lograr si nos esforzáramos un poco más o si tomáramos un camino distinto. Nos conformamos con lo que tenemos, incluso si no nos hace del todo felices.
Si estamos demasiado centrados en nuestra autocomplacencia, podemos dejar de empatizar con quienes nos rodean. Esto puede generar tensiones, porque las personas perciben que no estamos abiertos a cambios o que no valoramos sus aportaciones.

En el corto plazo, la autocomplacencia nos da una sensación de seguridad y comodidad, porque no tenemos que enfrentarnos a la incomodidad de los cambios o de admitir que podríamos mejorar. Sin embargo, a largo plazo, no te quepa duda de que nos limita. Reconocerla y enfrentarnos a ella nos permite crecer, conectar con los demás y aprovechar al máximo nuestro potencial.

Lado positivo de la autocomplacencia

La autocomplacencia, aunque a menudo tiene connotaciones negativas, también puede tener un lado positivo cuando se maneja de manera saludable y equilibrada. En este contexto, la autocomplacencia se convierte en una herramienta para reforzar la autoestima, celebrar logros y generar una sensación de satisfacción personal que puede ser constructiva y motivadora. 
No todo va a ser malo de la autocomplacencia:

Refuerzo de la autoestima

Darnos permiso para sentirnos bien con lo que hemos logrado, sin esperar la validación externa, es un acto de autocuidado. Reconocer nuestros propios esfuerzos, incluso en pequeñas cosas, nos ayuda a construir una imagen positiva de quiénes somos. 
Sentirse satisfecha/o con logros o comportamientos puede ser una fuente de confianza. Cuando logramos algo importante o actuamos de una forma que nos hace sentir bien con nosotras/os mismas/os, nuestra autoestima se fortalece. 
Esta autocomplacencia positiva, nos recuerda que somos capaces, valiosas/os y que podemos enfrentarnos a los desafíos de la vida. Es como un impulso interno que nos dice: "¡Nena/nene, tú vales mucho!". (El empoderamiento)

Aumenta la seguridad personal al permitirnos disfrutar de lo que hacemos bien, y esto nos motiva a seguir creciendo y poder valorar lo que somos y lo que tenemos, con ello nos volvemos más amables, condescendientes y compasivos con nosotras/os y dejamos de juzgarnos (autoexigencia exagerada en la que nada es suficiente). 

El encontrarnos seguros y bien con lo que somos, potencia las buenas relaciones con las personas que nos rodean (trabajo, la familia, la pareja,...). Si yo estoy bien, todo va mejor y se ve con otras perspectivas (por ejemplo ; El estoicismo, el meliorismo).

Reconocimiento de límites 

Significa encontrar el punto justo entre sentirnos satisfechos con nosotros mismos y mantener el deseo de seguir aprendiendo y creciendo. Cuando nos damos espacio para la autocomplacencia sin caer en el exceso, estamos construyendo un marco saludable de autoconfianza y motivación que nos propicia ver nuestros límites reales, valorarlos sin complejos y decidir qué hacer.

Es una forma de aceptar hasta dónde se puede llegar sin obsesionarse con la perfección y con el cómo nos miran o nos ven las demás personas, evitando las comparaciones ya que entendemos que los logros o capacidades de ellas no limitan las nuestras. 

Entendiendo que tenemos límites, entendemos que también tenemos virtudes y por ende, entendemos que el resto de la gente que nos rodea también y dejamos de juzgar. Aprendemos que no se trata de llegar a ser la/el mejor, la/el que mejor lo hace todo, … tan sólo se trata de hacer lo que se puede (libro- Los cuatro acuerdos) y aceptar que las/os demás hacen lo que pueden o quieren.

Es una tranquilidad reconocer que se tienen límites porque te da pie a dejar esa lucha constante por andar demostrando quién eres y el valor que tienes ; en esa aceptación de quienes somos con nuestras virtudes y fortalezas, pero también con nuestras limitaciones, nos damos permiso al error y a poder reconocerlo sin que nos sintamos castigadas/os por dentro o en tela de juicio para las demás personas.

La paz personal la conseguiremos a través de ese equilibrio saludable entre el aprendizaje porque sabemos que tenemos límites, la acción para superarlos y el descanso de saber que no somos personas perfectas que tengan que hacer todo perfecto y por lo tanto, podemos delegar a las personas de al lado que sí tengas esas competencias. 

Relaciones más saludables

Cuando tenemos una autocomplacencia positiva (valoración sana de nosotros/as mismos/as), las relaciones con las personas que nos rodean tienden a ser más equilibradas y satisfactorias, nos permite reconocer nuestro propio valor, así como el de las demás, estableciendo un terreno de igualdad y respeto mutuo. 

Es que sin el respeto y sin la igualdad, toda relación se construye en un caldo de cultivo de conflictos, pero si no tenemos que demostrar nada ni nos ofendemos por nada porque la autocomplacencia positiva nos hace estar seguras de nosotras mismas, la desavenencias, las opiniones diferentes o los limites que pongamos y nos pongan, dejan de verse como conflicto.

Cuando te aceptas tal como eres y reconoces tu valor, es menos probable que toleres dinámicas tóxicas o dependas excesivamente de las/os demás para sentirte completa/o. Al estar tan unida con la autoestima, fomenta unas relaciones empáticas porque al entendernos a nosotras mismas, entendemos por lo que pueden estar pasando quienes nos rodean sin esa necesidad de imponer nuestros criterios o nuestras expectativas.

Por contra, también nos ayuda a poner límites sanos, con una comunicación abierta y asertiva, algo esencial para poder tener unas buenas relaciones en las que no existan dinámicas de poder desequilibradas porque no hacen falta. No sólo hay que hablar de lo que nos parece bien, también hablar de lo que no nos gusta de manera respetuosa es síntoma de una autoestima y una autocomplacencia sana.

En definitiva, la autocomplacencia positiva significa valorarte mientras sigues creciendo desde la humildad de saber todo lo que eres y aportas, y sin caer en la falsa prepotencia en la que vanagloriarse haciendo de menos a las personas que te rodean. Es una forma de honrar nuestro esfuerzo y celebrar los pequeños y grandes pasos que damos en la vida, cultivando una visión más amable y positiva de quiénes somos.


La autocomplacencia ¡qué bonita cuando es positiva!, pero se convierte en un problema cuando impide el cambio, la empatía o el progreso. En este mundo tan complejo que nos sumerge en la competitividad, la comparativa, la exigencia a ser lo mejor o no ser vulnerables, mantener un equilibrio entre el reconocimiento de logros y la voluntad de tener una mente abierta para aceptar otras formas de hacer y de entender la vida para seguir avanzando, es una de las claves para ser felices.