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martes, 12 de noviembre de 2024

La autocomplacencia

Las cosas que tiene Eloisa

Es un término usado en todo los campos y como tal, tiene sus connotaciones positivas y negativas; hoy quiero hablar de la autocomplacencia sin más, porque hay he hecho una entrada de la autocomplacencia en la igualdad de género, que lleva peso en negativo porque favorece que la desigualdad permanezca.

LADO NEGATIVO DE LA AUTOCOMPLACENCIA 

La autocomplacencia es una actitud en la que una persona o grupo se siente excesivamente satisfecha con lo que hace, sin considerar que puede mejorar, corregir o asumir nuevas responsabilidades. Es una forma de autoelogio que puede limitar el crecimiento, ya que implica evitar la autocrítica o ignorar la posibilidad de que las cosas podrían hacerse mejor. 

Se podría relacionar con la condescendencia que tiene la persona hacia una misma, con ser indulgente con lo que hacemos y con sus consecuencias, quizás para evadir la responsabilidad de hacernos cargo de lo que nos implica. 
Es la manera que tenemos de justificarnos conductas cómodas o irresponsables al no ver la necesidad de cambiar.

Me ha venido a la cabeza unir tres términos: complacencia, condescendencia e indulgencia, y al asociarlas, encuentro que es interesante lo que sale.

La autocomplacencia, la condescendencia y la autoindulgencia se pueden relacionar porque las tres implican una forma de evitar la autocrítica y pueden convertirse en actitudes que dificultan el crecimiento personal y las relaciones con las demás personas. 

 Autocomplacencia

  • Qué es: Es sentirse excesivamente satisfecho con lo que se hace, ignorando la posibilidad de mejorar o reconocer errores.
  • Cómo se relaciona: La autocomplacencia puede llevar a la condescendencia, ya que una persona que está demasiado satisfecha consigo misma podría considerar que otras personas necesitan "ayuda" porque no están "a su nivel". También se conecta con la autoindulgencia, porque puede justificar conductas cómodas o irresponsables al no ver la necesidad de cambiar.
  • Ejemplo general: Una persona que cree que su forma de trabajar es la mejor y no considera las ideas o enfoques de los demás, incluso aunque sean más efectivos. Otro ejemplo, un profesional que se conforma con sus habilidades actuales y no busca actualizarse.

Condescendencia

  • Qué es: Es tratar a las demás personas como si fueran menos capaces o menos informadas, muchas veces bajo la apariencia de querer "ayudar".
  • Cómo se relaciona: La condescendencia puede ser una consecuencia de la autocomplacencia, porque alguien que cree que siempre tiene la razón podría menospreciar las opiniones o capacidades de otros.
  • Ejemplo general: Una persona que, en una conversación, explica algo básico a otra de forma innecesaria porque asume que no lo entenderá por sí sola. Otro ejemplo, en la familia, puede aparecer cuando alguien toma decisiones por otra persona sin consultarla, asumiendo que sabe mejor lo que necesita.

Autoindulgencia

  • Qué es: La persona se permitirse a sí misma comportamientos o hábitos que podrían ser perjudiciales, sin buscar mejorar o imponerse límites.
  • Cómo se relaciona: La autoindulgencia puede ser una forma de autocomplacencia, ya que alguien que no se siente en la necesidad de cambiar podría justificar excesos o irresponsabilidades.
  • Ejemplo general: Alguien que se da permiso para no cumplir con sus responsabilidades diciendo que "se lo merece" por lo mucho que trabaja, sin considerar cómo eso afecta a otras personas. Otro ejemplo, alguien que decide gastar más de lo que puede permitirse argumentando que "se lo ha ganado".
Socialmente, donde hay roles más rígidos de género, los hombres pueden ser más propensos a actuar con condescendencia en temas donde se les ha enseñado a verse como líderes o expertos (La socialización jerárquica) y ser autoindulgentes en ciertos aspectos relacionales al justificar excesos normalizados en lo social.
Por otro lado, a las mujeres, nos han educado para justificar el consumismo, que con cumplir el rol de mujer es suficiente o que con proyectar buena imagen vale aunque haya otras carencias. 

En fin, que estas tres actitudes nos pueden dar para el pelo a ambos géneros y con una serie de consecuencias interesantes:

Relaciones personales:
La autocomplacencia y la condescendencia pueden generar distancias emocionales, ya que la otra persona se siente menospreciada.

La autoindulgencia puede crear tensiones si alguien prioriza sus propios deseos o comodidad sobre las necesidades de los demás.

Ámbito profesional:
La condescendencia puede generar conflictos con colegas o personal al cargo, ya que se subestima y se toma por menos capacitadas a las personas.

La autoindulgencia puede llevar a una falta de disciplina o compromiso, por ejemplo porque nos decimos "ya hice el otro día de más, me lo he ganado".

La autocomplacencia puede llevar a la negligencia laboral por falta de formación continua, frenando el desarrollo profesional y con ello el crecimiento de la empresa. 

Crecimiento personal:
El crecimiento personal es un proceso continuo de aprendizaje, autoconciencia y transformación, y actitudes como la autocomplacencia, la condescendencia y la autoindulgencia pueden frenar este proceso, afectando tanto a la capacidad de mejorar como a la calidad de las relaciones interpersonales. Estas actitudes limitan la capacidad de aprender, mejorar y conectar con los demás.

Sigo con la autocomplacencia, que es el tema de esta entrada; como ya hemos visto, es esa actitud de ir sobrada/o , de no tener que aprender más ni escuchar más ni hacer caso a nadie que creamos que es inferior en cualquier tema ("qué me va a enseñar a mí ese o esa mindundi"). Es adoptar esa postura estereotipada de la cuñada/o listilla/o, pero ojo que también para los demás podemos pasar a ser "ese tonto que se cree listo" dando lecciones en temas en los que nos pueden dar por lo menos 3 vueltas.

No nos damos cuenta de que estamos en esa ignorancia atrevida que no hace rozar la falta de humildad y la prepotencia, y con ello nos convertimos en unos déspotas … aquí lo dejo caer. 


Las cosas que tiene Eloisa


La autocomplacencia a nivel personal, si no la gestionamos bien, llega a ser un freno para nuestro crecimiento y bienestar y vamos a ver el por qué. Esa sensación de estar tan satisfecha o satisfecho con cómo somos y lo bien que lo hacemos, puede ser cómodo, pero también nos engaña porque nos impide ver otras maneras de hacer y pensar

NOS ESTANCAMOS

Cuando hablamos de estancarnos, me refiero a esa sensación de que no estamos avanzando, como si estuviéramos atrapados en el mismo lugar sin crecer ni mejorar. Nos decimos cosas como "así estoy bien" o "no hace falta hacer más", pero no es todo lo bien que podemos estar.

Si te dices “esto es lo mejor que puedo hacer” en lugar de buscar formas de mejorar, te pierdes el aprendizaje que viene si haces algo distinto.

La autocomplacencia nos lleva a pensar que no necesitamos cambiar ni aprender cosas nuevas. Nos quedamos con lo que ya sabemos o con lo que ya hacemos, porque nos resulta seguro y cómodo. El problema es que, aunque la comodidad a corto plazo suena bien, con el tiempo esa falta de movimiento nos pasa factura.

Es fácil detectar que nos estamos estancando por autocomplacencia; empiezas a notar que te aburres nen la rutina de la comodidad, te parece una monotonía, que a su vez puede generarte frustración porque no sabes como arrancar (esta frustración se suele poner en alguien de fuera en vez de asumirla y hacer algo) porque la idea de salir de lo conocida te da miedo.

Esa famosa frase de "siempre he sido así" cuando ves que hay situaciones complicadas para ti o para quien esta al lado tuyo que se te repiten, lo único que hace es que vayas a seguir repitiendo lo mismo y perdiéndote experimentar cómo serían las situaciones y las relaciones de una manera diferente.

El estancamiento no es el fin del mundo, pero la clave está en reconocerlo, aceptar que necesitamos movernos y dar paso hacia adelante nos puede sacar de este parón por autocomplacencia.

NOS ALEJAMOS DE LA REALIDAD

Si tienes problemas recurrentes en el trabajo o en tus relaciones, pero piensas que "el problema siempre es de los demás", quizás te estás perdiendo una oportunidad de reflexionar sobre tu parte en esas situaciones. El tirar balones fuera y responsabilizar a otra persona de lo que es propio, cuando menos esta feo ¿no te parece?

Es como vivir en una burbuja que hemos creado para sentirnos cómodas/os, pero que no refleja del todo lo que está pasando a nuestro alrededor. Puede sonar tentador, porque a nadie le gusta enfrentarse a situaciones difíciles o incómodas, pero esta desconexión tiene su precio, para con nosotros mismos y para con quienes nos relacionamos.

Te voy a comentar tres situaciones en las que se detecta este alejamiento:

Ignoramos problemas o situaciones que nos generan incomodidad, como si desaparecerlas de nuestra mente las hiciera desaparecer del mundo.

Ejemplo: Sabes que una amistad está cambiando y te duele, pero prefieres no hablar del tema ni confrontar lo que está pasando.

A veces nos contamos historias (inventamos nuestra verdad y las creemos) para justificar lo que hacemos o no hacemos, aunque sepamos que no son del todo ciertas.

Ejemplo: "No busco otro trabajo porque estoy muy ocupado/a", cuando en realidad es miedo al cambio.

Exageramos nuestra percepción de las situaciones y las hacemos más grandes o más pequeñas de lo que realmente son.

Ejemplo: "Si digo lo que pienso, todo el mundo se va a enfadar conmigo".

Nos alejamos de la realidad porque nos da miedo o nos cuesta enfrentar lo que está pasando. Es una forma de protegernos de sentirnos mal, fracasar o incluso aceptar que algo no está funcionando como quisiéramos. Es una especie de mecanismo de defensa: si no lo veo, no me afecta. Pero ya sabemos que las cosas no funcionan así.

Ejemplos hay muchos, cada persona tiene algún ejemplo de vida en el que se autoengaña para alejarse de la realidad por miedo a verla: una situación que aunque es mala, da miedo cambiarla (el famoso mas vale malo conocido), una reacción desproporcionada con un ser querido (aquí le pongo lo de la canción "y si no me acuerdo no paso"), estás pasándolas mal porque te ha dejado tu pareja pero disimulas haciéndote creer y haciendo creer que no pasa nada, etc., etc., etc.

¿Te has preguntado alguna vez qué pasa cuando te alejas de la realidad? 

Hacer una de avestruz escondiendo la cabeza de la realidad no arregla nada; ignorar las cosas no las soluciona, solo les da más tiempo para complicarse. Es como una pequeña fuga de agua: al principio no parece grave, pero si no la reparas, puede causar un desastre.

Cuando no enfrentamos la realidad, también nos distanciamos de las personas que nos rodean, porque nos desconectamos de ellas ¿Cómo van a entendernos si ni siquiera nosotros sabemos lo que pasa?

Lo queramos ver o no, perdemos oportunidades de vida al evitar ciertas verdades, dejamos pasar posibilidades de cambiar, crecer o mejorar, nos cegamos a las posibles alternativas reales.

NOS VOLVEMOS MENOS RECEPTIVOS A LAS CRITICAS 

Nos cerramos a escuchar lo que otros tienen que decir sobre lo que hacemos, cómo actuamos o qué podríamos mejorar, no aceptamos opiniones ajenas. Es como ponerse unos tapones en los oídos cada vez que alguien intenta darnos un consejo o señalar algo que podríamos hacer de otra manera. Aunque a nadie le gusta verse en error, la realidad es que metemos la pata infinidad de veces y esta actitud de poca aceptación a una crítica constructiva, puede ser un problema porque nos estanca y nos hace perder oportunidades de crecer.

No es difícil de entender en dónde estamos cuando nos ponemos como un niño en el "pues ahora me enfado y no respiro", solo es cuestión de:

El orgullo que nos mata y sentimos que aceptar una crítica es reconocer que estamos equivocadas/os o que no somos tan buenas/os como creemos. Pensamientos tipo ¿Cómo va a saber esa persona más que yo si llevo años haciendo esto?"

El miedo al rechazo, a ese que no nos quieran porque pensamos que si alguien nos señala algo, es porque no nos valora o no nos acepta o nos va a dejar por no ser suficientemente válidas/os. Aquí podríamos poner pensamientos tipo "Si me dicen que esto no está bien, es porque no confían en mí."

Y nos queda el no querer pasar por la incomodidad de la situación porque las críticas tocan fibras sensibles y a veces preferimos evitar ese mal rato, aunque sepamos que podrían ser útiles. Aquí nos metemos en pensamientos tipo "Mejor no escucho, para no agobiarme."

Te voy a poner alguna otra situación a ver si te suenan de hacerlas o de recibirlas:

Si alguien te sugiere una forma diferente de hacer algo, en lugar de escucharlo, te justificas o lo descartas automáticamente; "Así lo he hecho siempre y funciona, ¿para qué cambiar? No sé por qué se mete en lo que no le importa"

Si un amistad o pareja te dice que algo que haces les molesta, lo tomas como un ataque en vez de una oportunidad para mejorar y en lugar de escucharle, te molestas, le ignoras o lo que es peor arremetes contra su persona. "¿Ahora todo lo hago mal? Si no te gusta, no es mi problema. Es que ya estás otra vez".

Cuando un ser querido te da un consejo con respecto a algo que cree que te puede venir bien, o te da su opinión de lo que ve, lo interpretas como una crítica a tu forma de vivir. "Ya estás otra vez diciéndome cómo debería hacer las cosas. Ya está la lista/o, la que todo lo sabe".

Es una manera como otra cualquiera de perder gente valiosa de nuestro alrededor; si siempre reaccionamos a la defensiva, las personas pueden dejar de hablarnos con sinceridad por miedo a que nos lo tomemos mal y por cómo pueden ser las reacciones, algo que a la larga les hará alejarse.

El cómo hacer, qué hacer y para qué hacer es muy sencillo de entender; no te tomes nada personalmente (uno de los acuerdos del libro "los cuatro acuerdos"). En lugar de ver la observación o la crítica como un ataque, mírala como una oportunidad para aprender. Consejito para ello, respira antes de reaccionar o de responder, te dará margen para pensar si la persona que te dice algo es para tocarte la moral o porque realmente le importas.
Te harás un favor y harás un favor a las personas de tu entorno si cambias la perspectiva con la que escuchas y reaccionas a las observaciones, opiniones o incluso críticas que recibes, porque sabes, a través de ellas: 
Aprendemos más rápido: Las críticas suelen ser atajos hacia una versión mejor de nosotras mismas/os.
Fortalecemos nuestras relaciones: Escuchar sin ponernos a la defensiva demuestra madurez y apertura.
Ganamos confianza: Al enfrentarnos a nuestras áreas de mejora, nos volvemos más seguras/os y conscientes de lo que hacemos bien y de lo que podemos ajustar.

Ser receptiva/o a las críticas no significa que tengas que aceptar todo lo que te digan sin cuestionarlo, pero sí estar dispuesto/a a escuchar y reflexionar. En vez de cerrarte, dale una oportunidad a lo que tienen para decir otras personas distintas a ti con tus pensamientos endogámicos. Nunca sabes qué cambio positivo puede surgir de una buena crítica.

NOS HACE PERDER OPORTUNIDADES 

Al cerrarnos o no estar dispuestos/as a salir de nuestra burbuja autocomplaciente, dejamos pasar cosas buenas que podrían habernos ayudado a crecer, mejorar o alcanzar algo importante. Es como si la vida te estuviera poniendo puertas abiertas delante de ti, pero por terquedad, miedo, orgullo, inseguridad o comodidad, decides no cruzarlas.

Pues que tengas suerte si lo haces así, porque a futuro te espera ese famoso pensamiento de "si hubiera o hubiese hecho/escuchado/dicho/cambiado", mientras estás en el mismo sitio mental y emocional que hace ni sé cuantísimos años.

NOS DESCONECTA DE LAS DEMÁS PERESONAS 

Si estamos cerraditas/os en nuestra postura autocomplaciente sin abrirnos a más posibilidades, al quienes nos rodean les damos a entender que sólo lo tuyo es lo válido y que lo demás importa entre poco o muy poco, aunque a veces ni nos demos cuenta de que lo estamos haciendo. 

Nos asoma esa actitud autocomplaciente que nos minimiza la empatía, nos asoma el inflas de superioridad, poniéndonos distancia con la persona que tenemos en frente y desgraciadamente nos priva de una buena comunicación, y nos añade conflictos y malos entendidos.

Por ejemplo, en una relación de pareja, insistir en demostrar que “yo siempre tengo la razón” puede terminar alejando a la otra persona.

La desconexión en muchas ocasiones se produce en un poco a poco y sin darse cuenta porque estamos tan centrados en lo nuestro que no somos conscientes de que se está produciendo y el impacto que esta actitud autocomplaciente tiene en quien está al lado

Aunque puede haber otros componentes como el miedo a mostrarnos vulnerables y el evitar conectar con las personas puede ser una forma de protegernos emocionalmente, además se puede dar el factor que damos por hecho que las personas a las que queremos y nos quieren estarán ahí y dejamos de esforzarnos. 

Hay muchos factores personales y componentes relacionales que nos llevan a mantener esa autocomplacencia que no beneficia a nadie, tantos como que somos individuales con nuestras mezclas de inteligencias; emocionales, interpersonales o intrapersonales.

Cómo se manifiesta la autocomplacencia en diferentes campos

En lo judicial

  • Manifestación: Sistemas judiciales que consideran que las leyes existentes son suficientes para garantizar justicia, incluso cuando sectores vulnerables no son debidamente protegidos.
  • Ejemplo: Creer que las leyes de igualdad de género ya están completas y no necesitan ajustes, ignorando la falta de aplicación efectiva o las desigualdades reales.
  • Consecuencias: Injusticias que perpetúan desigualdades, especialmente para minorías o grupos en desventaja.

En lo social

  • Manifestación: Sociedades que se sienten satisfechas con pequeños avances en derechos o inclusión, dejando de lado los cambios estructurales necesarios.
  • Ejemplo: Pensar que ya se vive en una sociedad "igualitaria" porque existen discursos o leyes progresistas, aunque persistan desigualdades culturales o económicas.
  • Consecuencias: Invisibilización de problemas sistémicos, como racismo, machismo o pobreza estructural.

En lo relacional (parejas, amistades, relaciones laborales)

  • Manifestación: Creer que se hace "lo suficiente" en una relación y dejar de esforzarse por comprender o atender las necesidades de la otra persona.
  • Ejemplo: Una pareja que cree que con "proveer económicamente" o hacer tareas mínimas ya es suficiente, sin trabajar en el cuidado emocional o la comunicación.
  • Consecuencias: Relaciones que se vuelven desequilibradas, con falta de empatía o conexión real.

En lo familiar

  • Manifestación: Dinámicas donde uno o más miembros se sienten satisfechos con su rol y no reconocen las contribuciones, sacrificios o necesidades de otros.
  • Ejemplo: Padres o madres que creen que por brindar sustento económico no necesitan involucrarse emocionalmente o compartir responsabilidades de cuidado.
  • Consecuencias: Conflictos familiares, resentimientos y desconexión emocional.

¿Cómo salir de la autocomplacencia?

Reflexiona sobre tus acciones: Pregúntate si realmente estás dando lo mejor de ti en cada área de tu vida, no más de lo que puedes, pero tampoco menos.

Escucha con humildad: En lugar de defenderte, trata de entender qué te quieren decir cuando alguien te da una crítica constructiva.

Busca retos: Atrévete a hacer cosas que te saquen de tu zona de confort. Aunque sean pequeñas, esos pasos pueden abrirte nuevos caminos.

Acepta el error como parte del proceso: Reconocer que te equivocas no te hace menos persona, te hace humano/a. Reconocer de verdad y no juzgarte por errores es el primer paso para mejorar.

Cuando creemos que todo lo hacemos bien y no necesitamos aprender más, dejamos de avanzar. Nos quedamos en nuestra zona de confort y evitamos retos que podrían hacernos crecer.

La autocomplacencia puede nublar nuestra capacidad de ver nuestros errores o limitaciones. Nos convencemos de que no hay nada que cambiar, aunque a veces las cosas no estén funcionando tan bien como creemos.

Cuando vivimos en un estado de autocomplacencia, cualquier comentario que cuestione lo que hacemos o cómo somos puede sentirse como un ataque. Esto nos hace rechazar opiniones o sugerencias que podrían ser valiosas.

La falta de autocrítica limita nuestra capacidad de ver todo lo que podríamos lograr si nos esforzáramos un poco más o si tomáramos un camino distinto. Nos conformamos con lo que tenemos, incluso si no nos hace del todo felices.
Si estamos demasiado centrados en nuestra autocomplacencia, podemos dejar de empatizar con quienes nos rodean. Esto puede generar tensiones, porque las personas perciben que no estamos abiertos a cambios o que no valoramos sus aportaciones.

En el corto plazo, la autocomplacencia nos da una sensación de seguridad y comodidad, porque no tenemos que enfrentarnos a la incomodidad de los cambios o de admitir que podríamos mejorar. Sin embargo, a largo plazo, no te quepa duda de que nos limita. Reconocerla y enfrentarnos a ella nos permite crecer, conectar con los demás y aprovechar al máximo nuestro potencial.

Lado positivo de la autocomplacencia

La autocomplacencia, aunque a menudo tiene connotaciones negativas, también puede tener un lado positivo cuando se maneja de manera saludable y equilibrada. En este contexto, la autocomplacencia se convierte en una herramienta para reforzar la autoestima, celebrar logros y generar una sensación de satisfacción personal que puede ser constructiva y motivadora. 
No todo va a ser malo de la autocomplacencia:

Refuerzo de la autoestima

Darnos permiso para sentirnos bien con lo que hemos logrado, sin esperar la validación externa, es un acto de autocuidado. Reconocer nuestros propios esfuerzos, incluso en pequeñas cosas, nos ayuda a construir una imagen positiva de quiénes somos. 
Sentirse satisfecha/o con logros o comportamientos puede ser una fuente de confianza. Cuando logramos algo importante o actuamos de una forma que nos hace sentir bien con nosotras/os mismas/os, nuestra autoestima se fortalece. 
Esta autocomplacencia positiva, nos recuerda que somos capaces, valiosas/os y que podemos enfrentarnos a los desafíos de la vida. Es como un impulso interno que nos dice: "¡Nena/nene, tú vales mucho!". (El empoderamiento)

Aumenta la seguridad personal al permitirnos disfrutar de lo que hacemos bien, y esto nos motiva a seguir creciendo y poder valorar lo que somos y lo que tenemos, con ello nos volvemos más amables, condescendientes y compasivos con nosotras/os y dejamos de juzgarnos (autoexigencia exagerada en la que nada es suficiente). 

El encontrarnos seguros y bien con lo que somos, potencia las buenas relaciones con las personas que nos rodean (trabajo, la familia, la pareja,...). Si yo estoy bien, todo va mejor y se ve con otras perspectivas (por ejemplo ; El estoicismo, el meliorismo).

Reconocimiento de límites 

Significa encontrar el punto justo entre sentirnos satisfechos con nosotros mismos y mantener el deseo de seguir aprendiendo y creciendo. Cuando nos damos espacio para la autocomplacencia sin caer en el exceso, estamos construyendo un marco saludable de autoconfianza y motivación que nos propicia ver nuestros límites reales, valorarlos sin complejos y decidir qué hacer.

Es una forma de aceptar hasta dónde se puede llegar sin obsesionarse con la perfección y con el cómo nos miran o nos ven las demás personas, evitando las comparaciones ya que entendemos que los logros o capacidades de ellas no limitan las nuestras. 

Entendiendo que tenemos límites, entendemos que también tenemos virtudes y por ende, entendemos que el resto de la gente que nos rodea también y dejamos de juzgar. Aprendemos que no se trata de llegar a ser la/el mejor, la/el que mejor lo hace todo, … tan sólo se trata de hacer lo que se puede (libro- Los cuatro acuerdos) y aceptar que las/os demás hacen lo que pueden o quieren.

Es una tranquilidad reconocer que se tienen límites porque te da pie a dejar esa lucha constante por andar demostrando quién eres y el valor que tienes ; en esa aceptación de quienes somos con nuestras virtudes y fortalezas, pero también con nuestras limitaciones, nos damos permiso al error y a poder reconocerlo sin que nos sintamos castigadas/os por dentro o en tela de juicio para las demás personas.

La paz personal la conseguiremos a través de ese equilibrio saludable entre el aprendizaje porque sabemos que tenemos límites, la acción para superarlos y el descanso de saber que no somos personas perfectas que tengan que hacer todo perfecto y por lo tanto, podemos delegar a las personas de al lado que sí tengas esas competencias. 

Relaciones más saludables

Cuando tenemos una autocomplacencia positiva (valoración sana de nosotros/as mismos/as), las relaciones con las personas que nos rodean tienden a ser más equilibradas y satisfactorias, nos permite reconocer nuestro propio valor, así como el de las demás, estableciendo un terreno de igualdad y respeto mutuo. 

Es que sin el respeto y sin la igualdad, toda relación se construye en un caldo de cultivo de conflictos, pero si no tenemos que demostrar nada ni nos ofendemos por nada porque la autocomplacencia positiva nos hace estar seguras de nosotras mismas, la desavenencias, las opiniones diferentes o los limites que pongamos y nos pongan, dejan de verse como conflicto.

Cuando te aceptas tal como eres y reconoces tu valor, es menos probable que toleres dinámicas tóxicas o dependas excesivamente de las/os demás para sentirte completa/o. Al estar tan unida con la autoestima, fomenta unas relaciones empáticas porque al entendernos a nosotras mismas, entendemos por lo que pueden estar pasando quienes nos rodean sin esa necesidad de imponer nuestros criterios o nuestras expectativas.

Por contra, también nos ayuda a poner límites sanos, con una comunicación abierta y asertiva, algo esencial para poder tener unas buenas relaciones en las que no existan dinámicas de poder desequilibradas porque no hacen falta. No sólo hay que hablar de lo que nos parece bien, también hablar de lo que no nos gusta de manera respetuosa es síntoma de una autoestima y una autocomplacencia sana.

En definitiva, la autocomplacencia positiva significa valorarte mientras sigues creciendo desde la humildad de saber todo lo que eres y aportas, y sin caer en la falsa prepotencia en la que vanagloriarse haciendo de menos a las personas que te rodean. Es una forma de honrar nuestro esfuerzo y celebrar los pequeños y grandes pasos que damos en la vida, cultivando una visión más amable y positiva de quiénes somos.


La autocomplacencia ¡qué bonita cuando es positiva!, pero se convierte en un problema cuando impide el cambio, la empatía o el progreso. En este mundo tan complejo que nos sumerge en la competitividad, la comparativa, la exigencia a ser lo mejor o no ser vulnerables, mantener un equilibrio entre el reconocimiento de logros y la voluntad de tener una mente abierta para aceptar otras formas de hacer y de entender la vida para seguir avanzando, es una de las claves para ser felices.

lunes, 26 de agosto de 2019

Área emocional. Las mariposas del alma


En el área emocional es una de las distintas áreas de la vida  y en ella están incluidas todas las emociones que experimentamos y cuando digo todas, es todas, las denominadas normalmente buenas y las calificadas como malas, pero esta catalogación es un error ; las emociones son positivas, negativas o ambiguas (puede ser cualquiera de las dos cosas) como en el caso de la sorpresa. Es decir, que buenas son todas, además de imprescindibles, solo que unas son positivas, otras negativas y otras ambiguas.

Según la psicología del momento las emociones son una serie de sensaciones y pensamientos asociados a determinadas conductas, derivadas del sistema nervioso interactuando con el contexto. En el idioma castellano hay alrededor de 500 palabras para definir cómo nos encontramos, es decir, nuestras emociones.
También hay que diferenciar entre emoción y sentimiento ; principalmente decir que la emoción es una expresión psicofisiológica o biológica de estados mentales causado por la liberación de hormonas y neurotransmisores que impulsan una conducta, además se dan sólo en momentos puntuales y el sentimiento es la manifestación de las emociones, siendo una experiencia totalmente subjetiva y de larga duración, y más compleja al poder abarcar varias emociones a la vez.

Lo primero para poder analizar nuestra área emocional es ser valientes para reconocer que tenemos todas las emociones humanas y lo segundo tener el conocimiento de cuáles son, y aquí es donde voy a empezar a descubrirlas :
Existen emociones primarias y secundarias, estas últimas enmarcadas en las primeras. Yo hablaré de 6 emociones primarias que tenemos los seres humanos, aunque algunos expertos en el tema las definen en 5 (la película intensa mente por ejemplo)  y otros como 7.  Me voy a basar en gran parte en la teoría de las emociones básicas de Paul Ekman del año 1972 con su punto cumbre en los años 90, a pesar de ser posteriormente cuestionada por otros psicólogos (y aunque en ella no se analizaron las emociones secundarias, por lo que la complementaré).

Para nosotros, los no expertos en el tema pero si curiosos, las clasificaciones no nos afectan mucho porque lo que queremos es saber sobre qué implica cada emoción, porque la sentimos, que nos ocurre cuando la sentimos, como potenciarlas o controlarlas, etc. Por ejemplo, yo he encontrado este pdf   en el que la clasificación es distinta y me ha encantado leerlo porque me ha aportado más conocimiento y conciencia sobre las emociones.

¿Qué diferencia las emociones primarias de las secundarias? Las primarias se heredan y son innatas en el ser humano siendo posible identificarlas por señales fisiológicas concretas y específicas y estímulos que anteceden a su aparición y que son compartidos por todas las culturas.
Las secundarias dependen del contexto sociocultural (no sujetan la misma importancia en un país que en otro) y también de las relaciones interpersonales (por eso viajar y conocer otras culturas nos da un bagaje emocional difícil de adquirir de otra manera). Estas relaciones interpersonales provocan un reacción determinada y con ello ya tenemos la justificación de que alguien es el responsable de nuestras emociones.

Las emociones primarias a parte de venir precedidas por señales, también provocan cambios psicológicos, fisiológicos y psicosomáticos dependiendo de la intensidad con la que las sentimos (depende del tipo de estímulo principalmente, del estado físico y de la personalidad).

Vamos ya a ver cuales son las emociones  primarias y parte de sus secundarias con sus sentimientos (recordar que hay unos 500 términos para definirlas e incluso siguen surgiendo palabras nuevas como fluir, florecer, saborear...) :

Alegría-  amor, placer, diversión, euforia, júbilo, gozo, satisfacción, entusiasmo, gratificación, ánimo, complacencia, contento, agrado...
Tristeza-  pena, soledad, pesimismo, compasión, amargura, pesar, aflicción, quebranto, desconsuelo, desazón, decepción...
Ira o rabia- cólera, rencor, odio, irritabilidad, enfado, rabia, enojo, cabreo, indignación, exasperación, furia, impotencia...
Aversión o asco-  rechazo, antipatía, disgusto, repulsión, odio, desagrado, grima, aborrecimiento, ojeriza, encono, manía, desprecio...
Miedo- angustia, desasosiego, incertidumbre, preocupación, horror, pavor, espanto, desconfianza, recelo, pánico, nerviosismo...
Sorpresa- desconcierto, sobresalto, admiración, impresión, extrañeza, confusión, asombro, fascinación, deslumbramiento, conmoción...

No hay que tomarse a tontería que todas las emociones intervienen en cambios orgánicos cuando las sentimos. Esto es hasta tal punto que existe una ciencia que estudia las diferentes hormonas que nuestro organismo produce para afrontar esa emoción que sentimos ; la psiconeuroinmunología.

Un pequeño recordatorio;  las emociones existen en todos y están para vivirlas, por lo tanto vivámoslas pero sin que dominen nuestra vida (si prefieres, llámalo secuestro emocional,... ese es su nombre).
Nada de lo que hacemos es inamovible, incluso aquello que tenemos tan grabado por cultura o vivencias se puede modificar, para ello tiene el cerebro esa preciosa cualidad que es la plasticidad ; con ella somos capaces de utilizar las emociones en nuestro beneficio y no para que sean una carga.

Una vez de que las tenemos clasificadas las emociones que regulan nuestra área emocional, vamos a hacerlas caso una a una, tan solo por recrearnos en que significan y en qué medida hacemos uso de ellas ; cuál o cuáles gobiernan nuestra vida, cuáles queremos que pasen desapercibidas, ... vamos con ello.


ALEGRÍA 
TRISTEZA 
IRA 
ASCO /AVERSIÓN  
MIEDO 
SORPRESA 

Es muy posible que nuestro sistema emocional se haya quedado obsoleto para afrontar las nuevas situaciones de las sociedades modernas, aunque tenemos a favor frente a esto la plasticidad cerebral y con una educación al cerebro para que gestione de modo eficaz las emociones, aportaremos beneficios impagables en nuestras relaciones sociales y a nosotros mismos.
Preciosa expresión la de Santiago Ramón y Cajal denominando a las emociones "mariposas del alma", bonitas todas ellas revoloteando y a las que hay que mirar sin pudor para poder controlarlas.

Os dejo un vídeo de la película de animación estrenada en el 2015 cuyo título ya dice mucho "Intensa-mente" de Pixar y como distribuidora Walt Disney Studios (título original Inside out).
Yo la vi en su momento en el cine y me parece una bonita apuesta para que los niños empiecen a tomar contacto con el mundo de las emociones, tan importantes en nuestras relaciones interpersonales y las intrapersonales 


También os dejo un enlace en tono académico (presentado como tesis doctoral por Marta Gil Blasco) por si queréis leer algo más sobre las emociones y en concreto sobre el papel de las emociones en la vida pública (tras los agradecimientos hay bastante escrito en inglés, pero si os pasa como a mí que no sabéis, pasar a la página 31 y listo).
Esta área emocional nos da mucho para trabajar sobre ella ya que el poder conocer nuestras mariposas del alma nos acerca más a quienes somos y a entender quienes son los demás ¿Te atreves?

miércoles, 30 de septiembre de 2015

En el reconocimiento


En el reconocimiento

En el reconocimiento y aceptación.
En el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad.
En el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad es donde reside nuestra fortaleza.

Parece contradictorio sugerir que nuestra vulnerabilidad, es decir, nuestra susceptibilidad al dolor, al fracaso y a las emociones negativas, pueda ser una fuente de fortaleza, sin embargo, es todo lo contrario.

Tenemos miedo a vernos en nuestras "debilidades", creemos que nos hacen vulnerables, por eso nos cuesta hacer reconocimiento de ellas ante los demás y ante nosotros mismo.

El miedo a que nos hagan daño al conocernos y al reconocernos como seres con puntos vulnerables, nos impide obtener el beneficio que su descubrimiento conlleva, ni más ni menos que una capacidad muchísimo más válida que el miedo, la fortaleza.
La vulnerabilidad nos expone a experiencias difíciles que pueden ser dolorosas, pero también son oportunidades para crecer. Al enfrentar y superar estos desafíos, desarrollamos resiliencia, fortaleza y sabiduría.

Una de las maneras de tocar con el máximo potencial de tus capacidades, es en los momentos más difíciles en los que quizás nos sentimos expuestos y vulnerables. No sabemos de qué somos capaces hasta que no nos vemos en la obligación de serlo y estando en nuestra zona de confort, sin enfrentarnos al miedo que nos produce conocer y que conozcan nuestra vulnerabilidad, no deja margen para que salga nuestra fortaleza.

Fortaleza
nombre femenino
  1. 1.
    Capacidad de una cosa para sostener, soportar o resistir algo.
    "la fortaleza de la moneda viene determinada por la gran afluencia de capitales extranjeros"
  2. 2.
    Capacidad moral de una persona para resistir o sobrellevar sufrimientos o penalidades.
    "mostrar fortaleza ante la muerte"

La fortaleza es la que nos impulsa a distanciarnos del desánimo en los momentos duros, nos deja ver con realismo y esperanza nuestra vida y si queremos aprender donde está nuestra vulnerabilidad en cada situación, se convertirá en una experiencia de superación personal y autodescubrimiento que nutrirá de nuevo las capacidades propias como es la fortaleza.

Es una retroalimentación, descubrir tu vulnerabilidad te lleva a la fortaleza y la fortaleza te permite ver tu vulnerabilidad, por eso en algún momento hay que romper la barrera del miedo y adentrarse por dentro, en qué es realmente lo que sentimos, a qué tenemos miedo.

No hay más manera con el miedo para vencerlo que enfrentarte a él, es tu creación, es infundado y solo tú puedes hacerle frente, es tu batalla con él, si le plantas cara lo vences, si te dejas dominar por él, te vence.

¿A qué tienes miedo? Indaga realmente que pasa, porqué una determinada situación te vence, te quita las ganas de sonreír, de disfrutar, de vivir adaptándote a tus circunstancias.

Aquellos que te inspiran a pensar que son personas con una fortaleza de vida que tú no tienes, han estado en tu mismo lugar, solo que han hecho un trabajo consciente para desarrollar las actitudes necesarias para tener dicha fortaleza.

Se han enfrentado a sus circunstancias y a su propia vulnerabilidad en ellas, descubriendo de esa manera sus miedos y poniendo soluciones a todo ello, ese reconocimiento de quienes son, que sienten y donde se encuentran, le ha hecho buscar el camino real para superar la adversidad.

Mira este vídeo (1'30 minutos), ¿Qué te sugiere?

La fortaleza te requiere vencer el miedo a admitir la verdad, a aceptar tu parte de responsabilidad y saber perdonar. Os dejo enlace a dos entradas, la de El perdón y la de Perdonarse, misión prioritaria

Para enfrentarte al miedo tienes que buscarte la herramientas emocionales que te ayuden a ello, como es el desarrollo de unas actitudes y no hay duda de que todos podemos aprender, tan solo hay que querer trabajar en ello, tan solo hay que ser verdad con uno. 
Hay muchas maneras de despertarte, a través del estoicismo puede que sea la tuya, o no, pero conocer herramientas que puedan ayudar siempre aporta.

Las actitudes a desarrollar son la autoestima, que te hace sentirte capaz, la autonomía, que te hace no depender, la responsabilidad que te permite reconocer, el humor que te quita dramatismo, el perdón que le aporta la parte de amor y compasión, la madurez que te empuja a la solución, el optimismo que logra quitar la negatividad y para mi también la espiritualidad, que me ayuda a aceptar quien soy y que soy (un ser en si mismo perfecto en sus imperfecciones, nacido para ser y hacer feliz).

Recuerda no ver tu vulnerabilidad como tu enemigo, todo lo contrario, en el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad es donde reside nuestra fortaleza.