Mostrando entradas con la etiqueta Inteligencia intrapersonal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Inteligencia intrapersonal. Mostrar todas las entradas

martes, 12 de noviembre de 2024

La autocomplacencia

Las cosas que tiene Eloisa

Es un término usado en todo los campos y como tal, tiene sus connotaciones positivas y negativas; hoy quiero hablar de la autocomplacencia sin más, porque hay he hecho una entrada de la autocomplacencia en la igualdad de género, que lleva peso en negativo porque favorece que la desigualdad permanezca.

LADO NEGATIVO DE LA AUTOCOMPLACENCIA 

La autocomplacencia es una actitud en la que una persona o grupo se siente excesivamente satisfecha con lo que hace, sin considerar que puede mejorar, corregir o asumir nuevas responsabilidades. Es una forma de autoelogio que puede limitar el crecimiento, ya que implica evitar la autocrítica o ignorar la posibilidad de que las cosas podrían hacerse mejor. 

Se podría relacionar con la condescendencia que tiene la persona hacia una misma, con ser indulgente con lo que hacemos y con sus consecuencias, quizás para evadir la responsabilidad de hacernos cargo de lo que nos implica. 
Es la manera que tenemos de justificarnos conductas cómodas o irresponsables al no ver la necesidad de cambiar.

Me ha venido a la cabeza unir tres términos: complacencia, condescendencia e indulgencia, y al asociarlas, encuentro que es interesante lo que sale.

La autocomplacencia, la condescendencia y la autoindulgencia se pueden relacionar porque las tres implican una forma de evitar la autocrítica y pueden convertirse en actitudes que dificultan el crecimiento personal y las relaciones con las demás personas. 

 Autocomplacencia

  • Qué es: Es sentirse excesivamente satisfecho con lo que se hace, ignorando la posibilidad de mejorar o reconocer errores.
  • Cómo se relaciona: La autocomplacencia puede llevar a la condescendencia, ya que una persona que está demasiado satisfecha consigo misma podría considerar que otras personas necesitan "ayuda" porque no están "a su nivel". También se conecta con la autoindulgencia, porque puede justificar conductas cómodas o irresponsables al no ver la necesidad de cambiar.
  • Ejemplo general: Una persona que cree que su forma de trabajar es la mejor y no considera las ideas o enfoques de los demás, incluso aunque sean más efectivos. Otro ejemplo, un profesional que se conforma con sus habilidades actuales y no busca actualizarse.

Condescendencia

  • Qué es: Es tratar a las demás personas como si fueran menos capaces o menos informadas, muchas veces bajo la apariencia de querer "ayudar".
  • Cómo se relaciona: La condescendencia puede ser una consecuencia de la autocomplacencia, porque alguien que cree que siempre tiene la razón podría menospreciar las opiniones o capacidades de otros.
  • Ejemplo general: Una persona que, en una conversación, explica algo básico a otra de forma innecesaria porque asume que no lo entenderá por sí sola. Otro ejemplo, en la familia, puede aparecer cuando alguien toma decisiones por otra persona sin consultarla, asumiendo que sabe mejor lo que necesita.

Autoindulgencia

  • Qué es: La persona se permitirse a sí misma comportamientos o hábitos que podrían ser perjudiciales, sin buscar mejorar o imponerse límites.
  • Cómo se relaciona: La autoindulgencia puede ser una forma de autocomplacencia, ya que alguien que no se siente en la necesidad de cambiar podría justificar excesos o irresponsabilidades.
  • Ejemplo general: Alguien que se da permiso para no cumplir con sus responsabilidades diciendo que "se lo merece" por lo mucho que trabaja, sin considerar cómo eso afecta a otras personas. Otro ejemplo, alguien que decide gastar más de lo que puede permitirse argumentando que "se lo ha ganado".
Socialmente, donde hay roles más rígidos de género, los hombres pueden ser más propensos a actuar con condescendencia en temas donde se les ha enseñado a verse como líderes o expertos (La socialización jerárquica) y ser autoindulgentes en ciertos aspectos relacionales al justificar excesos normalizados en lo social.
Por otro lado, a las mujeres, nos han educado para justificar el consumismo, que con cumplir el rol de mujer es suficiente o que con proyectar buena imagen vale aunque haya otras carencias. 

En fin, que estas tres actitudes nos pueden dar para el pelo a ambos géneros y con una serie de consecuencias interesantes:

Relaciones personales:
La autocomplacencia y la condescendencia pueden generar distancias emocionales, ya que la otra persona se siente menospreciada.

La autoindulgencia puede crear tensiones si alguien prioriza sus propios deseos o comodidad sobre las necesidades de los demás.

Ámbito profesional:
La condescendencia puede generar conflictos con colegas o personal al cargo, ya que se subestima y se toma por menos capacitadas a las personas.

La autoindulgencia puede llevar a una falta de disciplina o compromiso, por ejemplo porque nos decimos "ya hice el otro día de más, me lo he ganado".

La autocomplacencia puede llevar a la negligencia laboral por falta de formación continua, frenando el desarrollo profesional y con ello el crecimiento de la empresa. 

Crecimiento personal:
El crecimiento personal es un proceso continuo de aprendizaje, autoconciencia y transformación, y actitudes como la autocomplacencia, la condescendencia y la autoindulgencia pueden frenar este proceso, afectando tanto a la capacidad de mejorar como a la calidad de las relaciones interpersonales. Estas actitudes limitan la capacidad de aprender, mejorar y conectar con los demás.

Sigo con la autocomplacencia, que es el tema de esta entrada; como ya hemos visto, es esa actitud de ir sobrada/o , de no tener que aprender más ni escuchar más ni hacer caso a nadie que creamos que es inferior en cualquier tema ("qué me va a enseñar a mí ese o esa mindundi"). Es adoptar esa postura estereotipada de la cuñada/o listilla/o, pero ojo que también para los demás podemos pasar a ser "ese tonto que se cree listo" dando lecciones en temas en los que nos pueden dar por lo menos 3 vueltas.

No nos damos cuenta de que estamos en esa ignorancia atrevida que no hace rozar la falta de humildad y la prepotencia, y con ello nos convertimos en unos déspotas … aquí lo dejo caer. 


Las cosas que tiene Eloisa


La autocomplacencia a nivel personal, si no la gestionamos bien, llega a ser un freno para nuestro crecimiento y bienestar y vamos a ver el por qué. Esa sensación de estar tan satisfecha o satisfecho con cómo somos y lo bien que lo hacemos, puede ser cómodo, pero también nos engaña porque nos impide ver otras maneras de hacer y pensar

NOS ESTANCAMOS

Cuando hablamos de estancarnos, me refiero a esa sensación de que no estamos avanzando, como si estuviéramos atrapados en el mismo lugar sin crecer ni mejorar. Nos decimos cosas como "así estoy bien" o "no hace falta hacer más", pero no es todo lo bien que podemos estar.

Si te dices “esto es lo mejor que puedo hacer” en lugar de buscar formas de mejorar, te pierdes el aprendizaje que viene si haces algo distinto.

La autocomplacencia nos lleva a pensar que no necesitamos cambiar ni aprender cosas nuevas. Nos quedamos con lo que ya sabemos o con lo que ya hacemos, porque nos resulta seguro y cómodo. El problema es que, aunque la comodidad a corto plazo suena bien, con el tiempo esa falta de movimiento nos pasa factura.

Es fácil detectar que nos estamos estancando por autocomplacencia; empiezas a notar que te aburres nen la rutina de la comodidad, te parece una monotonía, que a su vez puede generarte frustración porque no sabes como arrancar (esta frustración se suele poner en alguien de fuera en vez de asumirla y hacer algo) porque la idea de salir de lo conocida te da miedo.

Esa famosa frase de "siempre he sido así" cuando ves que hay situaciones complicadas para ti o para quien esta al lado tuyo que se te repiten, lo único que hace es que vayas a seguir repitiendo lo mismo y perdiéndote experimentar cómo serían las situaciones y las relaciones de una manera diferente.

El estancamiento no es el fin del mundo, pero la clave está en reconocerlo, aceptar que necesitamos movernos y dar paso hacia adelante nos puede sacar de este parón por autocomplacencia.

NOS ALEJAMOS DE LA REALIDAD

Si tienes problemas recurrentes en el trabajo o en tus relaciones, pero piensas que "el problema siempre es de los demás", quizás te estás perdiendo una oportunidad de reflexionar sobre tu parte en esas situaciones. El tirar balones fuera y responsabilizar a otra persona de lo que es propio, cuando menos esta feo ¿no te parece?

Es como vivir en una burbuja que hemos creado para sentirnos cómodas/os, pero que no refleja del todo lo que está pasando a nuestro alrededor. Puede sonar tentador, porque a nadie le gusta enfrentarse a situaciones difíciles o incómodas, pero esta desconexión tiene su precio, para con nosotros mismos y para con quienes nos relacionamos.

Te voy a comentar tres situaciones en las que se detecta este alejamiento:

Ignoramos problemas o situaciones que nos generan incomodidad, como si desaparecerlas de nuestra mente las hiciera desaparecer del mundo.

Ejemplo: Sabes que una amistad está cambiando y te duele, pero prefieres no hablar del tema ni confrontar lo que está pasando.

A veces nos contamos historias (inventamos nuestra verdad y las creemos) para justificar lo que hacemos o no hacemos, aunque sepamos que no son del todo ciertas.

Ejemplo: "No busco otro trabajo porque estoy muy ocupado/a", cuando en realidad es miedo al cambio.

Exageramos nuestra percepción de las situaciones y las hacemos más grandes o más pequeñas de lo que realmente son.

Ejemplo: "Si digo lo que pienso, todo el mundo se va a enfadar conmigo".

Nos alejamos de la realidad porque nos da miedo o nos cuesta enfrentar lo que está pasando. Es una forma de protegernos de sentirnos mal, fracasar o incluso aceptar que algo no está funcionando como quisiéramos. Es una especie de mecanismo de defensa: si no lo veo, no me afecta. Pero ya sabemos que las cosas no funcionan así.

Ejemplos hay muchos, cada persona tiene algún ejemplo de vida en el que se autoengaña para alejarse de la realidad por miedo a verla: una situación que aunque es mala, da miedo cambiarla (el famoso mas vale malo conocido), una reacción desproporcionada con un ser querido (aquí le pongo lo de la canción "y si no me acuerdo no paso"), estás pasándolas mal porque te ha dejado tu pareja pero disimulas haciéndote creer y haciendo creer que no pasa nada, etc., etc., etc.

¿Te has preguntado alguna vez qué pasa cuando te alejas de la realidad? 

Hacer una de avestruz escondiendo la cabeza de la realidad no arregla nada; ignorar las cosas no las soluciona, solo les da más tiempo para complicarse. Es como una pequeña fuga de agua: al principio no parece grave, pero si no la reparas, puede causar un desastre.

Cuando no enfrentamos la realidad, también nos distanciamos de las personas que nos rodean, porque nos desconectamos de ellas ¿Cómo van a entendernos si ni siquiera nosotros sabemos lo que pasa?

Lo queramos ver o no, perdemos oportunidades de vida al evitar ciertas verdades, dejamos pasar posibilidades de cambiar, crecer o mejorar, nos cegamos a las posibles alternativas reales.

NOS VOLVEMOS MENOS RECEPTIVOS A LAS CRITICAS 

Nos cerramos a escuchar lo que otros tienen que decir sobre lo que hacemos, cómo actuamos o qué podríamos mejorar, no aceptamos opiniones ajenas. Es como ponerse unos tapones en los oídos cada vez que alguien intenta darnos un consejo o señalar algo que podríamos hacer de otra manera. Aunque a nadie le gusta verse en error, la realidad es que metemos la pata infinidad de veces y esta actitud de poca aceptación a una crítica constructiva, puede ser un problema porque nos estanca y nos hace perder oportunidades de crecer.

No es difícil de entender en dónde estamos cuando nos ponemos como un niño en el "pues ahora me enfado y no respiro", solo es cuestión de:

El orgullo que nos mata y sentimos que aceptar una crítica es reconocer que estamos equivocadas/os o que no somos tan buenas/os como creemos. Pensamientos tipo ¿Cómo va a saber esa persona más que yo si llevo años haciendo esto?"

El miedo al rechazo, a ese que no nos quieran porque pensamos que si alguien nos señala algo, es porque no nos valora o no nos acepta o nos va a dejar por no ser suficientemente válidas/os. Aquí podríamos poner pensamientos tipo "Si me dicen que esto no está bien, es porque no confían en mí."

Y nos queda el no querer pasar por la incomodidad de la situación porque las críticas tocan fibras sensibles y a veces preferimos evitar ese mal rato, aunque sepamos que podrían ser útiles. Aquí nos metemos en pensamientos tipo "Mejor no escucho, para no agobiarme."

Te voy a poner alguna otra situación a ver si te suenan de hacerlas o de recibirlas:

Si alguien te sugiere una forma diferente de hacer algo, en lugar de escucharlo, te justificas o lo descartas automáticamente; "Así lo he hecho siempre y funciona, ¿para qué cambiar? No sé por qué se mete en lo que no le importa"

Si un amistad o pareja te dice que algo que haces les molesta, lo tomas como un ataque en vez de una oportunidad para mejorar y en lugar de escucharle, te molestas, le ignoras o lo que es peor arremetes contra su persona. "¿Ahora todo lo hago mal? Si no te gusta, no es mi problema. Es que ya estás otra vez".

Cuando un ser querido te da un consejo con respecto a algo que cree que te puede venir bien, o te da su opinión de lo que ve, lo interpretas como una crítica a tu forma de vivir. "Ya estás otra vez diciéndome cómo debería hacer las cosas. Ya está la lista/o, la que todo lo sabe".

Es una manera como otra cualquiera de perder gente valiosa de nuestro alrededor; si siempre reaccionamos a la defensiva, las personas pueden dejar de hablarnos con sinceridad por miedo a que nos lo tomemos mal y por cómo pueden ser las reacciones, algo que a la larga les hará alejarse.

El cómo hacer, qué hacer y para qué hacer es muy sencillo de entender; no te tomes nada personalmente (uno de los acuerdos del libro "los cuatro acuerdos"). En lugar de ver la observación o la crítica como un ataque, mírala como una oportunidad para aprender. Consejito para ello, respira antes de reaccionar o de responder, te dará margen para pensar si la persona que te dice algo es para tocarte la moral o porque realmente le importas.
Te harás un favor y harás un favor a las personas de tu entorno si cambias la perspectiva con la que escuchas y reaccionas a las observaciones, opiniones o incluso críticas que recibes, porque sabes, a través de ellas: 
Aprendemos más rápido: Las críticas suelen ser atajos hacia una versión mejor de nosotras mismas/os.
Fortalecemos nuestras relaciones: Escuchar sin ponernos a la defensiva demuestra madurez y apertura.
Ganamos confianza: Al enfrentarnos a nuestras áreas de mejora, nos volvemos más seguras/os y conscientes de lo que hacemos bien y de lo que podemos ajustar.

Ser receptiva/o a las críticas no significa que tengas que aceptar todo lo que te digan sin cuestionarlo, pero sí estar dispuesto/a a escuchar y reflexionar. En vez de cerrarte, dale una oportunidad a lo que tienen para decir otras personas distintas a ti con tus pensamientos endogámicos. Nunca sabes qué cambio positivo puede surgir de una buena crítica.

NOS HACE PERDER OPORTUNIDADES 

Al cerrarnos o no estar dispuestos/as a salir de nuestra burbuja autocomplaciente, dejamos pasar cosas buenas que podrían habernos ayudado a crecer, mejorar o alcanzar algo importante. Es como si la vida te estuviera poniendo puertas abiertas delante de ti, pero por terquedad, miedo, orgullo, inseguridad o comodidad, decides no cruzarlas.

Pues que tengas suerte si lo haces así, porque a futuro te espera ese famoso pensamiento de "si hubiera o hubiese hecho/escuchado/dicho/cambiado", mientras estás en el mismo sitio mental y emocional que hace ni sé cuantísimos años.

NOS DESCONECTA DE LAS DEMÁS PERESONAS 

Si estamos cerraditas/os en nuestra postura autocomplaciente sin abrirnos a más posibilidades, al quienes nos rodean les damos a entender que sólo lo tuyo es lo válido y que lo demás importa entre poco o muy poco, aunque a veces ni nos demos cuenta de que lo estamos haciendo. 

Nos asoma esa actitud autocomplaciente que nos minimiza la empatía, nos asoma el inflas de superioridad, poniéndonos distancia con la persona que tenemos en frente y desgraciadamente nos priva de una buena comunicación, y nos añade conflictos y malos entendidos.

Por ejemplo, en una relación de pareja, insistir en demostrar que “yo siempre tengo la razón” puede terminar alejando a la otra persona.

La desconexión en muchas ocasiones se produce en un poco a poco y sin darse cuenta porque estamos tan centrados en lo nuestro que no somos conscientes de que se está produciendo y el impacto que esta actitud autocomplaciente tiene en quien está al lado

Aunque puede haber otros componentes como el miedo a mostrarnos vulnerables y el evitar conectar con las personas puede ser una forma de protegernos emocionalmente, además se puede dar el factor que damos por hecho que las personas a las que queremos y nos quieren estarán ahí y dejamos de esforzarnos. 

Hay muchos factores personales y componentes relacionales que nos llevan a mantener esa autocomplacencia que no beneficia a nadie, tantos como que somos individuales con nuestras mezclas de inteligencias; emocionales, interpersonales o intrapersonales.

Cómo se manifiesta la autocomplacencia en diferentes campos

En lo judicial

  • Manifestación: Sistemas judiciales que consideran que las leyes existentes son suficientes para garantizar justicia, incluso cuando sectores vulnerables no son debidamente protegidos.
  • Ejemplo: Creer que las leyes de igualdad de género ya están completas y no necesitan ajustes, ignorando la falta de aplicación efectiva o las desigualdades reales.
  • Consecuencias: Injusticias que perpetúan desigualdades, especialmente para minorías o grupos en desventaja.

En lo social

  • Manifestación: Sociedades que se sienten satisfechas con pequeños avances en derechos o inclusión, dejando de lado los cambios estructurales necesarios.
  • Ejemplo: Pensar que ya se vive en una sociedad "igualitaria" porque existen discursos o leyes progresistas, aunque persistan desigualdades culturales o económicas.
  • Consecuencias: Invisibilización de problemas sistémicos, como racismo, machismo o pobreza estructural.

En lo relacional (parejas, amistades, relaciones laborales)

  • Manifestación: Creer que se hace "lo suficiente" en una relación y dejar de esforzarse por comprender o atender las necesidades de la otra persona.
  • Ejemplo: Una pareja que cree que con "proveer económicamente" o hacer tareas mínimas ya es suficiente, sin trabajar en el cuidado emocional o la comunicación.
  • Consecuencias: Relaciones que se vuelven desequilibradas, con falta de empatía o conexión real.

En lo familiar

  • Manifestación: Dinámicas donde uno o más miembros se sienten satisfechos con su rol y no reconocen las contribuciones, sacrificios o necesidades de otros.
  • Ejemplo: Padres o madres que creen que por brindar sustento económico no necesitan involucrarse emocionalmente o compartir responsabilidades de cuidado.
  • Consecuencias: Conflictos familiares, resentimientos y desconexión emocional.

¿Cómo salir de la autocomplacencia?

Reflexiona sobre tus acciones: Pregúntate si realmente estás dando lo mejor de ti en cada área de tu vida, no más de lo que puedes, pero tampoco menos.

Escucha con humildad: En lugar de defenderte, trata de entender qué te quieren decir cuando alguien te da una crítica constructiva.

Busca retos: Atrévete a hacer cosas que te saquen de tu zona de confort. Aunque sean pequeñas, esos pasos pueden abrirte nuevos caminos.

Acepta el error como parte del proceso: Reconocer que te equivocas no te hace menos persona, te hace humano/a. Reconocer de verdad y no juzgarte por errores es el primer paso para mejorar.

Cuando creemos que todo lo hacemos bien y no necesitamos aprender más, dejamos de avanzar. Nos quedamos en nuestra zona de confort y evitamos retos que podrían hacernos crecer.

La autocomplacencia puede nublar nuestra capacidad de ver nuestros errores o limitaciones. Nos convencemos de que no hay nada que cambiar, aunque a veces las cosas no estén funcionando tan bien como creemos.

Cuando vivimos en un estado de autocomplacencia, cualquier comentario que cuestione lo que hacemos o cómo somos puede sentirse como un ataque. Esto nos hace rechazar opiniones o sugerencias que podrían ser valiosas.

La falta de autocrítica limita nuestra capacidad de ver todo lo que podríamos lograr si nos esforzáramos un poco más o si tomáramos un camino distinto. Nos conformamos con lo que tenemos, incluso si no nos hace del todo felices.
Si estamos demasiado centrados en nuestra autocomplacencia, podemos dejar de empatizar con quienes nos rodean. Esto puede generar tensiones, porque las personas perciben que no estamos abiertos a cambios o que no valoramos sus aportaciones.

En el corto plazo, la autocomplacencia nos da una sensación de seguridad y comodidad, porque no tenemos que enfrentarnos a la incomodidad de los cambios o de admitir que podríamos mejorar. Sin embargo, a largo plazo, no te quepa duda de que nos limita. Reconocerla y enfrentarnos a ella nos permite crecer, conectar con los demás y aprovechar al máximo nuestro potencial.

Lado positivo de la autocomplacencia

La autocomplacencia, aunque a menudo tiene connotaciones negativas, también puede tener un lado positivo cuando se maneja de manera saludable y equilibrada. En este contexto, la autocomplacencia se convierte en una herramienta para reforzar la autoestima, celebrar logros y generar una sensación de satisfacción personal que puede ser constructiva y motivadora. 
No todo va a ser malo de la autocomplacencia:

Refuerzo de la autoestima

Darnos permiso para sentirnos bien con lo que hemos logrado, sin esperar la validación externa, es un acto de autocuidado. Reconocer nuestros propios esfuerzos, incluso en pequeñas cosas, nos ayuda a construir una imagen positiva de quiénes somos. 
Sentirse satisfecha/o con logros o comportamientos puede ser una fuente de confianza. Cuando logramos algo importante o actuamos de una forma que nos hace sentir bien con nosotras/os mismas/os, nuestra autoestima se fortalece. 
Esta autocomplacencia positiva, nos recuerda que somos capaces, valiosas/os y que podemos enfrentarnos a los desafíos de la vida. Es como un impulso interno que nos dice: "¡Nena/nene, tú vales mucho!". (El empoderamiento)

Aumenta la seguridad personal al permitirnos disfrutar de lo que hacemos bien, y esto nos motiva a seguir creciendo y poder valorar lo que somos y lo que tenemos, con ello nos volvemos más amables, condescendientes y compasivos con nosotras/os y dejamos de juzgarnos (autoexigencia exagerada en la que nada es suficiente). 

El encontrarnos seguros y bien con lo que somos, potencia las buenas relaciones con las personas que nos rodean (trabajo, la familia, la pareja,...). Si yo estoy bien, todo va mejor y se ve con otras perspectivas (por ejemplo ; El estoicismo, el meliorismo).

Reconocimiento de límites 

Significa encontrar el punto justo entre sentirnos satisfechos con nosotros mismos y mantener el deseo de seguir aprendiendo y creciendo. Cuando nos damos espacio para la autocomplacencia sin caer en el exceso, estamos construyendo un marco saludable de autoconfianza y motivación que nos propicia ver nuestros límites reales, valorarlos sin complejos y decidir qué hacer.

Es una forma de aceptar hasta dónde se puede llegar sin obsesionarse con la perfección y con el cómo nos miran o nos ven las demás personas, evitando las comparaciones ya que entendemos que los logros o capacidades de ellas no limitan las nuestras. 

Entendiendo que tenemos límites, entendemos que también tenemos virtudes y por ende, entendemos que el resto de la gente que nos rodea también y dejamos de juzgar. Aprendemos que no se trata de llegar a ser la/el mejor, la/el que mejor lo hace todo, … tan sólo se trata de hacer lo que se puede (libro- Los cuatro acuerdos) y aceptar que las/os demás hacen lo que pueden o quieren.

Es una tranquilidad reconocer que se tienen límites porque te da pie a dejar esa lucha constante por andar demostrando quién eres y el valor que tienes ; en esa aceptación de quienes somos con nuestras virtudes y fortalezas, pero también con nuestras limitaciones, nos damos permiso al error y a poder reconocerlo sin que nos sintamos castigadas/os por dentro o en tela de juicio para las demás personas.

La paz personal la conseguiremos a través de ese equilibrio saludable entre el aprendizaje porque sabemos que tenemos límites, la acción para superarlos y el descanso de saber que no somos personas perfectas que tengan que hacer todo perfecto y por lo tanto, podemos delegar a las personas de al lado que sí tengas esas competencias. 

Relaciones más saludables

Cuando tenemos una autocomplacencia positiva (valoración sana de nosotros/as mismos/as), las relaciones con las personas que nos rodean tienden a ser más equilibradas y satisfactorias, nos permite reconocer nuestro propio valor, así como el de las demás, estableciendo un terreno de igualdad y respeto mutuo. 

Es que sin el respeto y sin la igualdad, toda relación se construye en un caldo de cultivo de conflictos, pero si no tenemos que demostrar nada ni nos ofendemos por nada porque la autocomplacencia positiva nos hace estar seguras de nosotras mismas, la desavenencias, las opiniones diferentes o los limites que pongamos y nos pongan, dejan de verse como conflicto.

Cuando te aceptas tal como eres y reconoces tu valor, es menos probable que toleres dinámicas tóxicas o dependas excesivamente de las/os demás para sentirte completa/o. Al estar tan unida con la autoestima, fomenta unas relaciones empáticas porque al entendernos a nosotras mismas, entendemos por lo que pueden estar pasando quienes nos rodean sin esa necesidad de imponer nuestros criterios o nuestras expectativas.

Por contra, también nos ayuda a poner límites sanos, con una comunicación abierta y asertiva, algo esencial para poder tener unas buenas relaciones en las que no existan dinámicas de poder desequilibradas porque no hacen falta. No sólo hay que hablar de lo que nos parece bien, también hablar de lo que no nos gusta de manera respetuosa es síntoma de una autoestima y una autocomplacencia sana.

En definitiva, la autocomplacencia positiva significa valorarte mientras sigues creciendo desde la humildad de saber todo lo que eres y aportas, y sin caer en la falsa prepotencia en la que vanagloriarse haciendo de menos a las personas que te rodean. Es una forma de honrar nuestro esfuerzo y celebrar los pequeños y grandes pasos que damos en la vida, cultivando una visión más amable y positiva de quiénes somos.


La autocomplacencia ¡qué bonita cuando es positiva!, pero se convierte en un problema cuando impide el cambio, la empatía o el progreso. En este mundo tan complejo que nos sumerge en la competitividad, la comparativa, la exigencia a ser lo mejor o no ser vulnerables, mantener un equilibrio entre el reconocimiento de logros y la voluntad de tener una mente abierta para aceptar otras formas de hacer y de entender la vida para seguir avanzando, es una de las claves para ser felices.

martes, 22 de octubre de 2024

Parejas y parejas

Las cosas que tiene Eloisa

En la vida una cosa te lleva a otra y así me ha pasado que del estoicismo me ha llevado al amor fati y de él a las relaciones en pareja, y aquí estoy leyendo y escribiendo sobre ello, porque al margen de las experiencias personales, está bien saber de los que saben más. 

La convivencia en pareja es toda una experiencia, que al margen de si se convive o no (hoy en día está más en auge cada uno es su casa y "Dios en la de todos"), atraviesa diversas etapas en su pasar del tiempo que implican cambios emocionales, personales y por lo tanto, también en la relación. 

Cada fase un mundo y en cada pareja otro mundo diferente, en los que se van viviendo retos y aprendizajes mutuos e individuales que, si se saben gestionar bien, pueden fortalecer la relación. 

Según he leído hay unas etapas más/menos comunes  con unas características concretas:

1. Enamoramiento y luna de miel

Esos maravillosos primeros meses, que suele ser hasta el primer año algo más, en los que la pareja vive con ilusión, admiración y pasión la relación que ha empezado. Predomina el deseo de pasar tiempo juntos y se priorizan los encuentros en común frente a las amistades o familiares, nada alarmante y natural por lo novedoso y gratificante que es. Aquí es cuando a la otra parte se la ve idealizada y cuando potenciamos todo lo bueno y amable que llevamos; en algunas personas existen esa denominadas mariposas en el estómago. Todo parece perfecto.

Pero como nada es eterno, a medida que pasa el tiempo, la convivencia empieza a mostrar "los defectos" y las diferencias de cada uno, por lo que ya no se ve a la otra parte tan guapa, alta o divertida, además de que esas cositas en el estómago van desapareciendo.

Yo la llamo la fase de la tontería, porque se permanece como en un mundo aparte en el que los defectos pasan desapercibidos o incluso son virtudes, además de que la objetividad brilla por su ausencia y se tiene en la cabeza a la otra persona todo el rato, por lo que no hay mucho margen para pensar bien.

Es como vivir en un estado alterado gracias a las hormonas que se producen o se dejan de producir, ya que transforman la percepción de la realidad y nos mantienen emocionalmente en euforia y conexión. Esas hormonas maravillosas las producimos de otras maneras también, pero en esta etapa de enamoramiento son muy responsable de todo lo que sentimos. 

Esto de las hormonas es muy curioso y está muy estudiado, así que os hago un copia/pega de lo que producen: 

Dopamina:

Es la hormona del placer y la recompensa. Se activa cada vez que tienes contacto con la persona amada o piensas en ella, generando subidones de felicidad.

Serotonina:

En el enamoramiento disminuyen sus niveles, lo que explica por qué algunas personas se sienten obsesionadas con el ser amado, sin poder dejar de pensar en esa persona.

Oxitocina:

Conocida como la hormona del amor o del apego, se libera en los momentos de intimidad física y emocional, como los abrazos, caricias o el sexo, fomentando la sensación de unión.

Adrenalina y Noradrenalina:

Son las hormonas que generan esos nervios y la aceleración del corazón al ver o recibir un mensaje de esa persona especial. También contribuyen al “subidón” de energía típico de esta etapa.

Endorfinas:

Funcionan como un analgésico natural que genera bienestar y alegría, haciendo que todo se perciba más positivo.

Feniletilamina (PEA):

Esta sustancia está detrás del "enamoramiento loco", ya que incrementa la atención hacia la persona amada y genera sensaciones de euforia.

Vamos, que lo que nos ocurre no es magia, son una serie de reacciones físicas y emocionales provocadas por estas "cositas" llamadas hormonas.

Aunque el enamoramiento puede ser el punto de partida para muchas parejas, no es indispensable y no quiere decir que los integrantes de una pareja no se quieran. Existen parejas que no experimentan ese enamoramiento intenso, y aun así construyen vínculos sólidos basados en otros factores. 

Muchas personas lo definen como un amor maduro (¿lo podríamos denominar amor fati?) en el cual se priorizan la amistad, el respeto, la admiración mutua, la compatibilidad emocional y práctica, además de la estabilidad y la tranquilidad.

2. Adaptación y negociación

Esta etapa llega más/menos hasta los tres años y es necesaria para ver como nos conciliamos y llegamos a acuerdos durante los desacuerdos que van surgiendo, porque como ya las hormonas no tienen tanto protagonismo, vemos la realidad a nuestra manera y no coincide en muchas ocasiones con la que tiene la otra parte de la pareja.

Pasamos del "que guapa eres que bonita estás" sin importar nada, al "tienes que ir a la peluquería que se te ven canas", cuando aún no te las has visto ni tú ¡Topamos con la realidad! Las mariposas, como las de verdad, tienen su periodo de vida, es lo que hay.

Aparecen los primeros roces serios, los conflictos y las diferencias sobre hábitos, rutinas o expectativas de vida. Si se convive, hay que aprender a compartir espacios, tareas y adaptarse mutuamente al estilo de vida de la otra persona. Vamos, que se topa con lo que realmente implican las relaciones humanas, sean de pareja, de familia o de amistad.

Hay que llegar a acuerdos y respetarlos; hablar de manera asertiva y clara para que no haya malos entendidos, además de escuchar asertivamente y sin juzgarse es parte importante de este proceso natural por el que pasa la pareja.

3. Estabilidad y compromiso

Venga, que si sigue la relación, nos ponemos sobre los 5 años mientras estabilizamos las rutinas y fortalecemos la confianza entre los componentes de la pareja, que pasa a ser más madura y realista. 

La pasión inicial desbordada suele disminuir y se profundiza la intimidad emocional, siendo clave la complicidad para evitar caer en la monotonía y el aburrimiento. Es como llegar a un punto donde sabes que puedes confiar en la otra persona, incluso con los defectos y esos momentos complicados.

En esta fase, ya no necesitas impresionar al otro cada dos por tres, y la relación se vuelve más auténtica y relajada, algo que ofrece una tranquilidad que favorece y potencia a la pareja. Es lo bonito del momento porque eliges seguir estando ahí, no porque todo sea perfecto, sino porque ambos habéis construido una base sólida. Los problemas se hablan con más calma, y cada parte entiende que la relación es un equipo y no una lucha de poderes.

A veces puede dar la sensación de que "falta chispa", pero no es que se haya perdido algo, sino que ahora la cosa va más de complicidad, proyectos a futuro y apoyo mutuo. Es donde el verdadero amor toma forma en los pequeños gestos diarios y en seguir apostando por la relación, incluso cuando las cosas no son fáciles.

Es una etapa muy gratificante porque, aunque se haya perdido esa emoción desordenada del primer año viene después de esa otra etapa de adaptación un poco convulsa y desestabilizadora.

4. Etapa de crisis o reconfiguración

Y cuando ya creíamos que estaba la historia en pareja controlada,... nos viene esta fase cuando ha pasado los años y surge algún cambio personal (trabajo, mudanza, problema físico,...). 

Sí o sí va a llegar en algún momento esta etapa y es clave en la evolución de una relación, ya que las crisis son inevitables en cualquier convivencia a largo plazo. Eso de que todo siempre son risas y buenos momentos, va a ser que no es real, no porque la relación no funcione, sino porque es lo natural en cualquier relación que se prolonga en el tiempo.

La manera en que las personas gestionen estos momentos difíciles, marcará la diferencia entre una pareja que se fortalece y una que se desgasta. Para detectar si estamos en un momento crítico es importante detectar alguno de los signos relacionales que lo indican como:

Distanciamiento emocional: Menos comunicación, menos muestras de afecto y pérdida de intimidad.

Se empieza a evitar las conversaciones profundas o ya no comparte los sentimientos como antes; si antes se contaban anécdotas sobre su día, sus preocupaciones o sueños, y de repente esas charlas se vuelven superficiales o casi inexistentes. 

Otra señal es que en lugar de buscar soluciones en pareja a los problemas, se ignoran o se evita hablar de los conflictos, dejando que se acumulen. 

Menor expresión física del afecto (como abrazos, besos, o incluso simplemente tocarse). Además, si ya no se buscan las dos partes para pasar tiempo de calidad juntos, prefiriendo estar solos o con otras personas, es un signo de que la conexión emocional está debilitándose.

Conflictos recurrentes: Discusiones frecuentes por temas aparentemente triviales.

Son problemas o desacuerdos o encontronazos o diferencias o, … llamarlo como queráis, eso sí, que se repiten una y otra vez sin llegar a resolverse completamente y surgen debido a patrones de comportamiento o dinámicas de pareja poco resolutivas. Estos conflictos interemitentes que se repiten cada cierto tiempo pueden ser de varios tipos:

Problemas de comunicación: Malentendidos constantes, no escuchar a la otra parte o interpretar las palabras de manera negativa, lo que genera discusiones sin fin.

Diferencias en expectativas: Cuando una de las partes espera algo diferente de la relación (más afecto, compromiso, tiempo, etc.), y la otra no lo cumple, esto genera frustración repetitiva que se acumula.

Distribución de responsabilidades: Discusiones sobre quién debe hacer qué en el hogar o en la vida diaria, como las tareas domésticas o la crianza de las hijas/hijos, …

Celos o desconfianza: Si hay falta de confianza o celos (pueden estar producidos por problemas comunicativos o de distanciamiento emocional, etc.), estos suelen convertirse en conflictos frecuentes.

Dinero o finanzas: Las diferencias en la forma de manejar el dinero, los gastos o las prioridades económicas pueden convertirse en una fuente de conflicto.

Intimidad o vida sexual: Si las necesidades de una parte no están siendo satisfechas o si hay una falta de conexión física, esto puede generar tensiones repetitivas.

Desinterés o aburrimiento: Falta de entusiasmo por compartir momentos en común.

Sentimiento de insatisfacción: Una o ambas partes pueden sentir que la relación ya no les aporta lo que necesitan.

Sean cuales sean los motivos de estas discusiones recurrentes, la convivencia puede volverse más tensa y es común preguntarse si vale la pena seguir, porque además añadimos que al no tener puntos en común, cada persona evoluciona de forma distinta, lo que puede generar desconexión.

La pareja debe replantearse las expectativas individuales y ponerlas en común, añadiendo un impulso por mejorar la comunicación para superar las desavenencias y los desacuerdos, de lo contrario, muchas parejas se distancian irremediablemente en esta etapa.

¿Cómo sacar algo bueno de una crisis? De entrada, desdramatizando que haya crisis en la pareja y afrontándolas con una actitud de resolver y no dejar pasar. Pensar en un "venga a por ella, que ya está aquí" porque es lo normal, es mucho más sano que pensar "no funcionamos como pareja porque de lo contrario no tendríamos crisis", ya que este pensamiento no es real.

Si partimos de ese querer reforzar la relación en una crisis, hay mucho ganado, eso sí hay que hacer algo más para resolver un conflicto como:

Comunicación sincera y abierta: Es fundamental hablar de lo que cada uno siente sin reproches. Expresar necesidades de forma asertiva y escuchar empáticamente las de la otra parte.

Aceptar el cambio como parte de la evolución: Las relaciones no pueden mantenerse igual siempre, no es posible y esa es la realidad. Lo que importa es adaptarse a las nuevas circunstancias y posiciones que se pueden variar entre la pareja.

Renegociar expectativas y roles: Con el tiempo, las responsabilidades y necesidades cambian. A veces es necesario replantear cómo se distribuyen las funciones de cada parte y qué espera cada una de la otra.

Recuperar tiempo en pareja: La rutina, la desidia, las responsabilidades o el trabajo, pueden dejar poco espacio para momentos íntimos, por lo que es importante priorizar tiempo de calidad para reconectar.

Buscar ayuda profesional si es necesario: Las terapias de pareja pueden ser la solución para resolver conflictos que parecen insalvables desde dentro de la relación. Tendemos a pensar que si se llega a eso, es que no hay amor, cuando la realidad es todo lo contrario; si una pareja decide ir a un profesional a arreglar desavenencias, es porque se importan y quieren dar todas las oportunidades. 

Vemos normal que si nos rompemos un pie vayamos al traumatólogo, si tenemos un problema de corazón al cardiólogo o si tenemos una gripe al médico de primaria, sin embargo si tenemos problemas en pareja, ¿parece que ya no tiene solución con ningún profesional? Es por lo menos para pensarlo.

Las dos etapas que siguen es en el caso de que la pareja decida tener descendencia, algo que desestabiliza mucho las relaciones y más que un punto de unión, acaba siendo de desunión si no se gestionan bien esos cambios que van a llegar.

5. Expansión familiar 

Van desde el embarazo con el posterior nacimiento de las hijas/hijos hasta su independencia.

Las nuevas personitas que llegan al núcleo relacional implican una redistribución del tiempo y de las prioridades. Las responsabilidades familiares generan desgaste emocional y menor tiempo en pareja.

Es habitual que incluso durante el embarazo empiecen los cambios ya que las madres pasan por un periodo de ajuste propio tanto físico como emocional en el mejor de los casos, porque en otros, la posibilidad de un reposo parcial o total puede provocar cambios mayores. 

La única manera de afrontar estos cambios es reorganizarse de manera equitativa para mantener el equilibrio entre la vida familiar y la relación de pareja.

6. Etapa de redescubrimiento (nido vacío)

Cuando las hijas/hijos se independizan o van a realizar estudios fuera, la pareja entra en una fase más libre de responsabilidades cotidianas y todas las rutinas y acuerdos establecidos y que ya se han hecho hábitos, al no existir dejan huecos que se deben llenar de nuevo en pareja, lo que requiere de nuevo adaptación, comunicación y conexión.

Si se mira en positivo, es una oportunidad para redescubrir intereses comunes, viajar o dedicar más tiempo a disfrutar en pareja, aunque para llegar a ello, la evolución de la misma debe haber sido en común porque si se ha mantenido por las hijas/hijos y  ambas personas han evolucionado por caminos distintos, es más complicado.

7. Madurez y acompañamiento

Y si hemos llegado hasta aquí, ya nos venimos a la etapa madura e incluso de vejez, en la cual hay un acompañamiento mutuo y una comprensión real de qué necesita cada parte y quién es cada parte. La complicidad es mayor que en otras etapas y el afecto es sólido y real con el interés de hacerse la vida más tranquila y amable. Cuidarse mutuamente es la prioridad y aunque puede ocurrir que la pasión física quede en un segundo plano, no deja de haber atracción por ambas partes, pero expresada de maneras diferentes al margen de la necesidad sexual primaria. 

Generalmente, es la etapa de consolidación duradera porque se valora más la estabilidad emocional que las emociones intensas, esto no quiere decir que no existan circunstancias que hagan estar a la pareja en la fase de restructuración o cambios y que pueda romperse de la misma forma que se rompen otras a otras edades.

¡Qué recorrido más bonito! ¿no? Bueno para quien quiera estar en pareja, porque la alternativa es no tenerla y se puede vivir también perfectamente.

Pero para quien haya decidido vivir en una relación de pareja, decir que las crisis no son el fin, sino una oportunidad de crecimiento. Si ambos miembros de la pareja están dispuestos a ocuparse de los problemas y cultivar la relación, es posible reconfigurarla y salir más fuertes. 

Superar una crisis implica aceptar que cada etapa tiene sus retos y que el amor maduro requiere aceptación, paciencia, compromiso y flexibilidad para adaptarse a los cambios. Evidentemente cuanta más inteligencia intrapersonal tengamos, más posibilidades hay de no sentirnos dañados en los desencuentros. 

Con una comunicación asertiva y empática para la resolución de los conflictos, se pueden ir superando las etapas si se quiere estar en pareja, ya que muchas personas dejan una relación por creer que falta el amor y van a otra en la que les sucede lo mismo y no superan etapas de crisis.

La convivencia en pareja implica un proceso continuo de adaptación y evolución. Cada etapa trae consigo cambios naturales en las dinámicas relacionales, y superar los desafíos requiere comunicación, tranquilidad, honestidad personal y paciencia. No hay una fórmula perfecta, pero el éxito en la convivencia depende de aceptar el cambio como parte del camino, aprender de las crisis y hacer por mantener la conexión emocional a lo largo del tiempo.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Inteligencia intrapersonal

Como todo tipo de inteligencia, la Inteligencia intrapersonal es necesaria, para mí básica  porque te permite conocer quien eres y que posibilidades tienes y puedes llegar a tener, ya que según Howard Gardner, consiste en un conjunto de capacidades que permiten formar un modelo muy preciso y verdadero de nosotros mismos, para utilizarlo para desenvolvernos de manera eficiente.

Hay tres capacidades sobre las que se asienta la Inteligencia Intrapersonal, darse cuenta de las propias emociones, control de esas emociones y la capacidad de motivarse a uno mismo.

Hay un concepto que desconocía y que me parece muy interesante, la autospección. He tenido que buscar sobre ello para entenderlo y la verdad, …  me ha gustado.

La autospección es un proceso de introspección profunda (reflexión u observación profunda de una misma). Es una forma de autorreflexión que permite a la persona examinar sus propios pensamientos, emociones y experiencias internas para analizar su vida interior, sus motivaciones, deseos, creencias y comportamientos, buscando obtener una mayor comprensión de sí misma, lo que puede ayudarle a crecer personal y emocionalmente, tomar mejores decisiones y entender el origen de ciertos patrones de conducta.

La autospección tiene una serie de característica por las cuales es muy interesante para adquirir la inteligencia intrapersonal que necesitamos para hacernos felices:

Introspección consciente: Esto no se consigue por arte de magia; implica dedicar tiempo y atención a explorar el propio mundo interno de manera abierta y sincera, indagando si nos hacemos trampas a la hora de mirar quienes somos, con lo que somos y nos somos. Vernos de verdad, sin adornos que nos distorsionen en nuestra misión de saber de dónde venimos, dónde estamos y a dónde vamos. 

Autocrítica constructiva: Una vez de que somos capaces de ver nuestras virtudes y nuestros déficits, observando nuestras creencias, pensamientos y comportamientos, podremos comprendernos mejor sin el peso de algo a lo que tenemos; ser juzgados o juzgarnos. Se trata de conocer para construir, no para destruirnos.

Adquirir autoconocimiento: se utiliza para adquirir un mejor entendimiento de una misma y de cómo interactuamos con el entorno (adquiriendo también inteligencia interpersonal).

Proceso de mejora personal:  sí o sí, lleva a cambios positivos, ya que al conocerse mejor, una persona puede ajustar su vida de manera más certera a lo que realmente desea o necesita. Permite enfrentarnos a nuestras emociones y pensamientos más profundos para lograr mayor claridad y bienestar emocional, al fin y al cabo, es lo que, con una más menos buena inteligencia intrapersonal, queremos conseguir.

Percibir las propias emociones no es tarea sencilla en muchos casos; nos cuesta ponerle una emoción a un momento puntual, ya que nos enseñan más a practicar como no sentir que a sentir. Hay que darle la vuelta y emplear el esfuerzo de no sentir al de prestar atención a nuestro estado interior y no es tan complejo ya que las emociones generan también una serie de sensaciones físicas, no sólo emocionales.

Las emociones son el punto de inserción entre mente y cuerpo, ya que se experimentan físicamente siendo el resultado de una actividad mental y aprender a distinguir e identificar que emociones sentimos es uno de los pasos a dar si queremos potenciar nuestra inteligencia intrapersonal.

Hablar de nuestras emociones nos ayuda a actuar sobre ellas y a controlarlas, por lo que expresar emociones es el primer paso para aprender a actuar sobre ellas y en este punto es donde topamos con el obstáculo cultural, ya que vivimos en una sociedad que en cierto modo ignora las emociones o prescinde de ellas, romper con esta barrera cultural interior, con nuestras creencias (es interesante saber un poco el por qué de nuestras creencias; creencias I, creencias II), nos deja el camino abierto para poder empezar a reconocernos emocionalmente y observarnos en la intensidad de las emociones que sentimos.

Evidentemente, si solo observamos nuestras emociones cuando estas son ya muy intensas y ya nos tienen dominados, la vuelta atrás es más complicada, por lo que prestar atención a los primeros indicios sin esperar a que nos desborde la emoción, no deja espacio para el control personal de dicha emoción. Ahora bien, no nos es tan fácil al principio; podemos ser capaces de detectar la emoción a tiempo pero incapaces de controlarla y nos dejamos arrastrar por ella.

Todos sabemos identificar la ira, tristeza, alegría, miedo y amor como emociones básicas y no siempre ni en todas las ocasiones somos capaces de controlarlas; esto te pasa a ti, a mí y al resto de las personas en diferentes grados y medidas.

Para el psicólogo Theodore Ribot, la personalidad en su origen conlleva la gran trinidad afectiva, que son miedo, cólera y deseo, los instintos nacidos de la vida orgánica: instinto defensivo, instinto ofensivo e instinto nutricio.

Hay una diferencia entre sentimientos y emociones, pese a que muchas veces utilizamos las dos palabras para definir lo mismo.

Sentimiento es el resultado de las emociones, se refiere al estado anímico afectivo, por lo general de larga duración, como resultado de las emociones que nos hace experimentar algo o alguien.

Las emociones son expresiones psicofisiológicas, biológicas y de estados mentales, están asociadas al temperamento, la personalidad y la motivación y son el resultado de la adaptación a los estímulos provocados por personas, animales, cosas....

Los estados emocionales vienen de la liberación de hormonas y neurotransmisores, que luego convierten estas emociones en sentimientos, siendo el cerebro el encargado de esto, así que se puede decir que las emociones provienen especialmente de la forma en cómo trabaja nuestro organismo y nuestro cerebro.  Los neurotransmisores son la dopamina, serotonina, noradrenalina, cortisol y la oxitocina,

Y volviendo al control de las emociones que provocan sentimientos, si queremos dominar y que no nos dominen, implica reflexión sobre lo que estamos sintiendo, que no es lo mismo que enjuiciar lo que sentimos como bueno o malo, reflexionar implica determinar la causa, determinar las alternativas y por último actuar.

Muchas veces nos entra el enfado y la ira como respuesta, por ejemplo al miedo, a sentirse inseguro, confuso...., por eso determinar la causa es importante y no quedarse solo en el que.

Ante la misa situación puedo reaccionar de muchas maneras, al margen de una determinada emoción que provoque un sentimiento (si me entra el enfado puedo controlarlo, o pegar a quien creo que me lo provoca), aprender a plantearse alternativas y analizar sus consecuencias es determinante ya que ello nos otorga la capacidad de elegir que reacción queremos elegir la siguiente vez que tengamos una emoción y un sentimiento y lo que es más importante, nos dejará poder elegir si queremos tener esa misma emoción y sentimiento la próxima vez que nos ocurra lo mismo.

Tan perjudicial puede ser negarse a sentir, como sumergirse en la emoción y sentimiento de tal manera que nos paralicen nuestra capacidad de elegir.

Para poder ejercer este derecho personal de elección disponemos de recursos externos (ir al cine, escuchar música, leer, deporte, amigos...) e internos, que supone actuar directamente sobre nuestro proceso de pensamiento.

Constantemente estamos sintiendo al igual que mantenemos un diálogo interno, que si le prestamos atención y observamos como nos hablamos, nos daremos cuenta de que influenciamos enormemente nuestra manera de sentir y reaccionar.

Hay personas capaces de resistir contratiempos de vida inexplicablemente y otros que por una pequeña contradicción no son capaces de remontar y esto se debe a la forma de interpretar la situación, por lo que para poder hacer frente a una situación, hay que reinterpretarla y cambiar su significado, ahora bien, para poder hacer esto, hay que asumir que yo soy el creador de la emoción que siento y que mis sentimientos no son inamovibles, todos tenemos capacidad de aprender a actuar sobre nuestras emociones, eso si, requiere un periodo de práctica, no es algo mágico que venga sin más, requiere dedicar trabajo a uno mismo y para el beneficio de uno mismo, requiere amarse a uno mismo.

Y aquí es donde interviene la otra parte de la inteligencia intrapersonal, el sacar la motivación del interior para querer modificar aquellos sentimiento y emociones que en determinadas situaciones nos hacen daño.

La automotivación nos permite hacer un esfuerzo no porque nos obligue nadie, si no porque realmente queremos hacerlo así y esto sucede porque sabemos que queremos y como hacer para conseguirlo, por ello es tan importante saber que queremos y fijar objetivos. Este tema de los sueños, objetivos, metas y acciones para conseguirlo es para tratar en otra entrada, por intenso.

Así que si quieres llevar una vida más feliz en todas tus facetas, empieza a cultivar tu inteligencia intrapersonal, tan importante para tener calidad de vida emocional, dependiente de ti, no de lo que te ocurre o de quien te rodea. 

Si quieres ampliar información sobre tipos de inteligencia.
Si quieres leer sobre las emociones básicas.