Pensamientos, palabras, obras y omisiones

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Pensamientos, palabras, obras y omisiones, … tal cual es la vida.
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viernes, 9 de agosto de 2019

Trastorno negativista desafiante (TND)

En esta entrada voy a recoger parte de lo que he encontrado y lo que sé sobre el trastorno negativista desafiante (TND) o también denominado Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD); cualquiera de las dos denominaciones suena intensa, dura y que tela marinera lidiar con alguien que esté bajo la influencia de este trastorno.
El Trastorno Negativista Desafiante (TND), el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y del Trastorno Disocial (TD), están clasificados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. 

Es una entrada extensa porque el tema así lo ha requerido ; no escribir mucho de todo lo que he leído me parecía injusto para aquellas personas que están preocupadas porque o bien tienen un TND o a alguien de su entorno lo tiene (normalmente hijos). Toda información es importante siempre y cuando sea bien utilizada y algo importantísimo es saber que este tipo de trastorno existe y que no es solo cosa de un niño malcriado o un adolescente rebelde.
No sería la primera vez que un niño es tachado y calificado como intratable, impertinente, vago y mal educado por parte de progenitores, el colegio y en el barrio ; la realidad es que tienen una problemática que les hace sufrir y no saben cómo hacer de otra manera.
No sería la primera vez que unos padres son juzgados de irresponsables, negligentes e idiotas por no controlar a sus hijos ; la realidad es que tienen una problemática que les hace sufrir y saben cómo hacer de otra manera.
Detrás de cada familia hay una historia y detrás de cada persona hay una historia ; ¿Qué tal si dejamos de juzgar sin conocimiento de causa? Esto que es de perogrullo no cuesta llevarlo a cabo.

Para ir haciendo boca ; los síntomas derivados del trastorno negativista desafiante (a partir de ahora lo llamaré TND, que no es lo mismo que TNT pero que es igual de explosivo para quien lo tiene y su familia), se manifiestan con una  resistencia a la autoridad y las órdenes, repulsa total al compromiso y adquirir responsabilidades, no ceder o negociar y una terquedad persistente (luego sigo con más síntomas).

Las dos clasificaciones de los trastornos mentales más utilizadas, la CIE-10 y la DSM-IV-TR, comparten criterios diagnósticos, pero difieren en las condiciones diagnósticas; el DSM-IV-TR lo incluye en los trastornos por conductas perturbadoras y la CIE-10 que es un subtipo menos grave del Trastorno Disocial.

Según he leído, se empieza a manifestar desde la infancia y cuando llegan a adolescentes o adultos, si no se ha diagnosticado y tratado a tiempo, puede derivar en un Trastorno de la personalidad Antisocial, también conocido como Trastorno Disocial (TD) que es un Trastorno de Conducta que puede llevar a encontrarnos con personas capaces de cometer actos delictivos (violación de las leyes y derechos de los demás como agresión, robar, causar daños materiales o la naturaleza, piromanía...).

De golpe y porrazo, cuando uno lee sobre este trastorno, lo primero que piensa es que "menuda joya de personaje", pero hay que decir que son personas que por dentro llevan su drama y hay que saberlo.

Detrás de esa fachada hostil e iracunda hacia la autoridad y quién la ejerce (las faltas de respeto a las figuras de autoridad suelen afectar primero a la madre, luego al maestro, después al padre y luego al entorno), se esconde una vida complicada y difícil. El TND predomina en familias disfuncionales, donde los padres no están cumpliendo su rol adecuadamente debido a la existencia de una disfunción familiar que está afectando a las relaciones en familia. Por esta causa es probable que la educación haya pasado por distintas manos o haya sido negligente, incoherente, permisiva o dura (en separaciones una forma educativa totalmente dispar y sin consenso entre las dos partes).
También está asociada al TDAH (en un 30% al 50% de los casos), como uno de los trastornos comórbido (enfermedad adicional ) y curiosamente los tratamientos farmacológicos dan mejor resultado en este tipo de afectados.

Decir que es un trastorno gradual y suele mantenerse durante meses o años (se considera trastorno si hay un mínimo de 6 meses de conductas negativistas desafiantes). Los síntomas empiezan a manifestarse en el ambiente familiar, pero después pueden producirse en otros ámbitos, siendo en una proporción muy elevada, preludio del Trastorno Disocial (TD).
“Estas actitudes de carácter negativo, es casi imposible que no tengan incidencia en el ambiente familiar. Pero esta mala forma de proceder, no sólo se circunscribe al núcleo familiar. Suele trasladarse a otros ámbitos como la escuela o las amistades. 
Este negativismo puede hacer que, aquellos que lo perciben y padecen, muten también su comportamiento ante ese menor hostil, desencadenando reacciones igualmente negativas hacia él. 
Ante la impotencia de una solución razonada y razonable, puede caerse en la tendencia del castigo desproporcionado y las sanciones recurrentes, que lejos de paliar la hostilidad del menor, acaban por incrementarla, agravando aún más el problema. 
El sistema de mal comportamiento y el consiguiente castigo, cada vez mayor, termina por establecer un círculo vicioso en la rutina de disputas, que hacen imposible la convivencia”. pag. 47  

La teoría fisiológica-biológica dice que es más frecuente encontrar este trastorno en individuos con factores hereditarios neurofisiológicos, psicofisiológicos y bioquímicos que predisponen a manifestar conductas inmaduras y de baja tolerancia a la frustración (la conducta agresiva está relacionada con aspectos bioquímicos y hormonales).

Es más frecuente en familias donde uno de los dos progenitores tiene antecedentes tipo Trastorno del estado de ánimo, Trastorno Negativista Desafiante, Trastorno Disocial,  Trastorno por Déficit de Atención e HiperactividadTrastorno Antisocial de la Personalidad o Trastorno por consumo de sustancias.

La teoría del aprendizaje dice que aunque en el TND no existen patrones de crianza que le distinguen, es habitual que alguno de los progenitores esté preocupado en exceso por el poder y el control sobre sus hijos.
Los jóvenes aprenden técnicas negativas de los padres y figuras de autoridad (chillar, ignorar, agredir, castigar, desatender, hostigar, ...) para con ello llamar la atención, tiempo, interacción o preocupación de los integrantes de la familia.
En algunas familias se observan casos de hermanos obstinados, madres deprimidas (aunque no está claro si la depresión viene por el comportamiento del TND), padres pasivo-agresivos (no intervenir en la educación del menor pero si criticar cualquier intervención de la madre) y hogares donde las desavenencias conyugales son graves.

Es muy habitual que el TND se de en hogares donde hay una disfunción familiar y esta es considerada como como un factor de estrés que afecte a los niños de una manera importante provocando una serie de problemas familiares a nivel relacional que tienden a ser crónicos ya que los niños no siempre tienen cubiertas sus necesidades básicas de afecto, comunicación, socialización, cuidado y estatus familiar.  

Ahora que ya sabemos posibles causas, voy a seguir complementando los comportamientos y cómo los que "padecen" TND (y escribo padecen porque no están bien) han aprendido a responder ante la realidad que viven y qué pautas han quedado instauradas en su cerebro hasta que hagan tto. y aprendan a ver los recuerdos y lo que viven de otra forma .

Síntomas y consecuencias de un TND :
Excesivamente susceptible y suspicaz con los demás.
- Fácilmente se enoja e irrita, incluso por pequeñas causas.
- Pierde la calma y entra en rabia con facilidad.
- Poca tolerancia a la frustración.
- Culpabiliza a los demás de sus errores o sus comportamientos.
- Se siente víctima.
- Discute con los que ejercen la autoridad .
- Por sistema se opone a seguir reglas.
- Falta al respeto más allá de lo esperable y admisible para el grado de desarrollo del niño o adolescente.
- Carencia de fuerza de voluntad para adquirir responsabilidades.
- Desafía a los progenitores que ejercen de educadores y se niega a cumplir sus peticiones.
- Se encoleriza y estalla (puede incluso incontenidamente golpear cosas, no personas).
- Provocan estrés familiar.
- Sabe cómo molestar porque lo hace de una manera deliberada.
- Las conductas inapropiadas van en aumento (van sobrepasando el límite anterior conseguido)
- Tiene pensamientos y actitudes rencorosas y vengativas.
- Gran deterioro de las relaciones familiares, sociales y académicas o laborales.
- No busca el diálogo y el entendimiento.
- Ni negocia ni cede ante una situación de conflicto.
- En casos, fracaso escolar y abandono de estudios.
- Tabaquismo, alcoholismo o consumo de otras sustancias a temprana edad.
- En los casos complejos no tratados pueden derivar a un trastorno de personalidad antisocial.

Me sorprende leer que son niños y adolescentes generalmente descritos como “agresivos”, pero es esa la realidad. Son fuertes y agresivos los asaltos de combate en los que pelea un TND, va al KO y si puede, en el primer asalto.

He encontrado la siguiente tabla :
PDF  
Es una pena que a pesar de que sí tienen un nivel de inteligencia adecuado, una parte de los niños y adolescentes, no consiguen desarrollar todo su potencial ya que tienen una gran resistencia a las demandas externas y encima no permiten que los demás les ayuden (quieren solucionarlo por ellos mismos porque creen que pueden y los otros solo quieren mandar y ellos hacen lo que quieren y no lo que les mandan).
Tienen buenas intenciones y hay momentos en los que saben que algo no está bien ;  al intentar hacer algo y constatar una y otra vez que no lo consiguen (responsabilizarse, cumplir mandatos, controlar la rabia, tratar mejor a los que quieren, cumplir promesas o acuerdos, ...) y por su poca tolerancia a la frustración, van perdiendo la autoestima.
Para que esto no ocurra, tienden a estar en los lugares y con las personas con las que saben que van a conseguir más lo que quieren ; como consecuencia, intentan cada vez menos hacer algo, además de ejercer una presión mayor a las personas que están más cerca de ellos y que más quieren. Por supuesto que esta actitud conlleva un deterioro aún mayor que va dejando secuelas, sobre todo familiares y en concreto, más a la madre porque es la que primera en recibir.
Cuando en las unidades familiares, las normas no están claras, y no hay una figura de autoridad nítida a modo de cabeza de familia, los menores con Trastorno Negativista Desafiante, desarrollan más su problema. 
Es fundamental que los hijos entiendan, de manera firme, los límites que se imponen para la convivencia en el hogar. Para ello es imprescindible que los demás integrantes del núcleo familiar, respeten sistemáticamente dichas normas, convirtiéndose así, en buenos ejemplos de convivencia. 
De igual forma, cuando el menor incumple las reglas impuestas y se decide aplicar una sanción o castigo, es importante no retirar el castigo, manteniéndose firme en la decisión. El niño rebelde, si aprecia síntomas de debilidad de sus progenitores, verá que éstos pierden credibilidad a sus ojos y entonces, abusará continuamente de dicha fragilidad, menoscabando la autoridad.
Se ha de acostumbrar al menor a que no siempre se va a salir con la suya, estos niños, detectan rápidamente cuando un adulto es voluble, y cuando está incontrolado y a punto de perder los estribos. La clave está en mostrarse tajante al tomar una decisión, y en no perder nunca el control, eludiendo mostrar las emociones generadas por la actitud del menor. 
Enfados o chillidos, por ejemplo, son entendidos por el afectado por este trastorno, como un éxito, ya que habrán conseguido su propósito de socavar el autocontrol del adulto.
El extremo contrario, es decir, familias excesivamente estrictas y sancionadoras, incapaces de pasar por alto ningún desvío de comportamiento en las reglas impuestas, también puede dar lugar al desarrollo de este tipo de trastornos en los niños. 
El sentimiento de castigo injusto en el menor, puede ocasionar de igual manera, una desidia en el cumplimiento normativo, pues llegan a pensar que haga lo que haga, va a estar mal, y ello fomentará la rebeldía ante cualquier límite que se le imponga.+ información


Se convierte en un hábito las discusiones y los arrebatos explosivos, incumplir normas o acuerdos establecidos, no hacerse cargo de las responsabilidades tanto personales como de convivencia... Este cúmulo de desavenencias e interacciones negativas dañan muchísimo las relaciones y refuerzan las pautas de comportamiento oposicionista desafiante.

Con este panorama, es muy fácil que los progenitores no sepan cómo hacerlo y se pase de la permisibilidad a la restricción esperando que de alguna manera haya un cambio. Nada más lejos de la realidad porque ninguno de los dos extremos es válido para educar.
Según el doctor Anderson, los individuos con TND aprenden a ser más oposicionales con las personas que conocen bien (normalmente la madre) ya que encima la comunicación está ya muy mermada y deteriorada ; saben que en ese círculo cercano dan resultado sus "pataletas" irascibles y acaban consiguiendo mucho de lo que quieren, algo que en otros círculos en un principio ni intentan (amigos, colegio, trabajo, equipo deportivo...) porque no controlan tanto y desconocen si su comportamiento va a dar los resultados que esperan.

El Trastorno Negativista Desafiante se asocia a la inmadurez, que debería haberse superado en las primeras fases de la infancia, y que provoca reacciones infantiles, ante la incapacidad de gestionar las emociones por parte de quién lo padece.
Esto establece conductas de rebeldía y contrariedad ante las normas, que pueden llegar a mantenerse hasta la adolescencia, disminuyendo con la llegada de la edad adulta. De por sí, tanto los niños como los adolescentes, se caracterizan por un acusado egocentrismo, que les lleva a discrepar de la autoridad de los adultos.
Cuando alguien no tiene una maduración emocional correspondiente a su edad física, y es incapaz de apreciar la importancia de las normas de comportamiento establecidas, aparecen exagerados ataques de ira e impaciencia, relacionados con la carencia del desarrollo del sentido de la frustración.  +información

La única manera de atajar los comportamientos es recibir un tratamiento para ir mejorando las relaciones familiares, importantísimo para una buena salud de todos los que integran la familia y para el futuro de la persona con TND ya que si no, tienen grandes probabilidades de crear relaciones con amigos, compañeros de trabajo y pareja insanas siendo rechazado continuamente, aparte del ya mencionado riesgo de derivar en un TD (Trastorno Disocial).

Curiosamente, da muy buenos resultados que los familiares del individuo con TND hagan terapia, ya que debe de haber un cambio de actitud por parte de todos ; los que conviven con un TND deben trabaja el cómo no entrar a trapo de los envistes. También marcar y sostener unas normas consensuadas aplicando el elogio si se cumplen o las consecuencias si no se cumplen, además de una serie de estrategias de entendimiento y manejo de las situaciones tan difíciles que un TND hace vivir. Es importante tener presente que lo que oigan es fruto del trastorno y no es nada personal con ellos, aunque los dardos que tiren vayan directamente al corazón.

Atajar en la infancia este trastorno evitará que llegue a la adolescencia con este problema sin resolver porque en esa edad si que son una total locura. Se pasa del "mira que gracioso que sigue enfadado todavía" cuando es niño, al " otra vez está enfadado y me la ha montado gorda en casa" cuando es adolescente.
En un poco a poco el niño o adolescente con su TND van minando las bases emocionales del progenitor/educador con desprecios, chantajes emocionales, pulsos de poder y culpabilizaciones. De niños es menos palpable pero en la adolescencia ya tienen una trayectoria de años conociendo a los integrantes familiares y saben perfectamente cómo y dónde atacar para conseguir lo que quieren.
Si los progenitores están separados, no dudarán en recurrir al desprestigio de la otra parte con tal de que sirva para, a través del victimismo y la pena, poder conseguir más réditos del progenitor con el que están en cada momento.
Harán de la convivencia un infierno y culpabilizarán al progenitor/educador de todos sus males, echando en cara cualquier episodio de vida que a ellos no les ha gustado y modificando el recuerdo de la realidad para tener una justificación para comportarse como lo hacen.

Las escenas de maltrato emocional se pueden dar sin ningún tipo de remordimiento y llega a tal punto el grado de estrés familiar que provocan, que a lo largo de los años con este trastorno sin tratar, se acumulan demasiados momentos muy tensos y de pérdida de respeto por ambos lados (porque el adulto perderá los papeles en más de una ocasión ante la altanería, chulería y prepotencia con la que son tratados; con que respondan 1 de cada 10, son demasiadas).

No, no hay otra manera de resolver un TND más que ponerse en manos de especialistas en trastornos, dar con el adecuado que pueda entender y aportar una estrategia a seguir por parte de todos.
Hay que lograr controlar las respuestas descontroladas nocivas, el cumplimiento de normas y la aceptación de límites, un desarrollo social positivo y algo muy importante también ; un desarrollo de la inteligencia lingüística (para la expresión de emociones y sentimientos).  

Algunos de los programas de intervención en este tipo de casos son :
- Programa de interacción progenitor/es e hijo (promulgar los cambios en las conductas principalmente entre madre e hijo).
- Terapia familiar (mejorar la capacidad de comunicación y fomentar la interacción entre los miembros de la familia).
- Entrenamiento de manejo de los progenitores/educadores  (promulgar los cambios en las conductas familiares y educativas. En el caso de niños y adolescentes, el objetivo común en todos ellos está basado en conseguir que los progenitores/educadores encuentre el término medio entre ser demasiado permisivos o demasiado autoritarios).
- Programa de enseñanza positiva (dictaminar normas consensuadas de una manera asertiva y no autoritaria, modificar el paradigma educativo)
- Psicoterapia individual (aprender habilidades de control de la ira, resolución de problemas, de  comunicación y utilización de las capacidades sociales e interpersonales)
- Terapia grupal con compañeros. (desarrollar la inteligencia interpersonal)

He encontrado un estudio llamado "El tratamiento congnitivo-conductual de conductas disruptivas en un niño TDAH y Trastorno Negativista Desafiante" y en el parece ser que sin la intervención en el resto de áreas del niño, probaron este tratamiento solo en el ámbito escolar con la implicación del profesorado y dio resultados. Se trabajo con el profesor, con el niño y con el grupo de clase.  
Con esta anotación quiero recalcar que no está todo perdido con un TND y si se localiza y se trata a una temprana edad, los resultados pueden ser excelentes para la vida del protagonista del problema y su familia.

* La medicación no suele ser considerada como eficaz a no ser que el TND se dé conjunto a otros trastornos como el mencionado TDAH, ansiedad o depresión, en cuyo caso los medicamentos pueden ayudar a mejorar los síntomas.

Es primordial aprender a entrenar el comportamiento del TND instaurando unas expectativas definidas y elogiar cuando las cumplen o aplicar consecuencias efectivas si no es así. Para que ello (como hemos leído anteriormente) de resultados, por parte de los progenitores/educadores es totalmente necesario que estas pautas perduren en el tiempo y no sean cambiantes; no sucumbir ante los arrebatos, no entrar en el juego de la negatividad, conservar la calma, no tomarse a personal lo que oigan o lo que hagan e importante, no culpabilizarse de lo que sucede. Evitar las luchas de poder y comunicarse de una forma asertiva pero sin atacar.
Entender que son síntomas de un TND, con una respuesta aprendida ante una situación .
“También es necesario considerar que estos niños suelen proponer una especie de lucha de poder, de batalla por ver quién puede más, como modo de desmentir la dependencia o de enfrentar los terrores que suscita en ellos la sensación de desvalimiento frente a otro poderoso y arbitrario.
Así, se hace imprescindible que los adultos sostengan las diferencias niño-adulto y no entren en la pelea.”  Pag. 51 

Todo esto sobre papel es muy fácil, lo que menos cuesta es leer o escuchar cómo hay que actuar ante una persona con TND ; la realidad es que en algún momento se entra a trapo y se montan las grandes grescas incontenibles y hay que ser conscientes de ello.
Aunque las técnicas de educación en la familia parecen de sentido común, hacerlo de una manera constante frente a la oposición no es fácil, en especial si hay más factores de estrés en el hogar, algo habitual (problemas económicos, desempleo, separación, pérdida del hogar, familia disfuncional,...).
“Una familia disfuncional con el tiempo genera personas disfuncionales, quienes van a trabajar, acuden a la escuela y se relacionan como pueden con los demás.
Los efectos negativos no sólo se observan en los hijos, sean niños o adolescentes, sino también en los padres, con múltiples repercusiones sociales y laborales que van más allá de la violencia y las adicciones.”        1.6 Familia disfuncional (pag.21)   

Expresar el amor y la aceptación del hijo, incluso en situaciones complicadas es enormemente beneficioso. La herramienta de hacer saber que son queridos a pesar de todo da muy buenos resultados aunque no lo parezca.
Es un proceso enormemente complicado y difícil por lo que los progenitores no deben ser muy duros consigo mismos ; los hijos y muchas situaciones no vienen con un manual de instrucciones a seguir, por lo que hay que aprender de cada vivencia, aceptar lo que ha ocurrido y construir del momento presente en adelante una nueva relación comunicativa y amorosa.

Lo anteriormente dicho hay que tenerlo muy presente porque para cuando se llega a un tratamiento, es demasiada la carga emocional familiar ; muchos duros desencuentros , faltas de respeto, pautas negativas acumuladas y vivencias nocivas.
Hay que tener presente que la tendencia del TND es comprobar los límites para ver si se los pueden pasar, para ello recurrirán a la provocación en cuanto tengan la oportunidad y  (y si puede, se los pasa) la única manera que hay de que entiendan que no les va a dar resultado es no entrando en las provocaciones y si en algún momento ocurre, tener la valentía de verlo para en la siguiente poder modificarlo.
Como se dice comúnmente, alguien tiene que cortar ese círculo vicioso y queramos o no, en principio un TND no tiene la capacidad de hacerlo hasta que no adquiera las habilidades oportunas o compruebe que sus estrategias no dan resultado.

Hay momentos en que los integrantes del núcleo familiar no saben que está ocurriendo, que se sienten culpables (los TND son expertos en culpabilizar a los demás) ya que las conductas negativistas desafiantes se dan en el ambiente familiar inicialmente y con la madre más concretamente. Para "los de afuera" no son personas problemáticas ya que no manifiestan el trastorno al no tener la confianza que sí existe en el hogar.
Lo más normal es que los TND no se sientan ni negativos ni desafiantes, es más, justifican su comportamiento pensando que es una respuesta normal a unos exigencias o situaciones poco razonables; hay que recordar que se sienten víctimas.
Sin embargo el adulto tiene capacidad de discernir cuando no ha sabido mantener el tipo y cuando no ha actuado de una manera correcta y coherente, por lo que la culpabilidad aflora y en muchas ocasiones es reforzada por lo que sus hijos le dicen (recordar que un TND sabe como molestar o hacer daño emocional y en ocasiones hasta de manera premeditada)

Frases como : "me pongo así sólo contigo", "eres tú quien me saca de quicio" (no se responsabilizan de sus actos), "todo te parece mal" "eres tú quien te enfadas por bobadas" (culpabilización), "por tu culpa he dado una patada a la puerta", "contigo no hay quien viva" "eres un/a exigente", "o se hacen las cosas a tu manera o no estás contento/a" ,"siempre tiene que ser cómo y cuándo tú digas (son las víctimas)", "ya lo voy a hacer, te pones insoportable", "no te aguanto, me estás rayando" (escasa capacidad de frustración), "no me digas que tengo que hacer, haré lo que quiera"( negativa a acatar órdenes), "en mi vida mando yo", "no me dejas vivir como yo quiero", "yo soy así, así que es lo que hay", " ya sé que dije que lo haría y no lo he hecho, no es para tanto", "contigo no se puede hablar, siempre quieres tener la razón", "si no me agobiaras no me habría ido dando un portazo", "si sigues así al final nos arrepentiremos todos, verás" (son vengativos), "me dices a mí, pero mírate tú también" (rencorosos), "no hay quien te entienda, me estás volviendo loco", "no ha sido mi culpa, ha sido porque..."(culpabilizan a otros), "yo estaba allí pero yo no he hecho nada", "ha sido "menganito" el que ha empezado", "a mí no me gusta pegarme, pero si me tocan las narices suelto una..." (hay que recordar que son muy susceptibles con los demás).
La lista de frases tipo que tienen puede ser interminable, al excusas infinitas, sus razonamientos internos para comportarse como lo hacen inagotables,... porque en el momento que ven que su estrategia no da resultado, la cambian para conseguir lo que en ese momento quieren al margen de que no les convenga.

Espero que esta entrada sirva para aquellos que han descubierto que interactúan con un ser querido con un trastorno negativista desafiante (TND) y quieran solucionar la relación ; en especial a aquellos progenitores cuyo  hijo/a (se da más en chicos que en chicas menores, aunque en la adolescencia tiende a igualarse) se aleja cada vez más emocionalmente y notan que la convivencia es cada vez más insoportable, viviendo unas conductas que, aunque en algún momento se pueden encajar dentro de la preadolescencia o adolescencia, se salen del ámbito del respeto y de una relación familiar sana.

Es importante saber que el trastorno negativista desafiante hay que tratarlo, de lo contrario se enquista y hará de la vida del niño, adolescente o adulto un calvario, ya que no saben relacionarse en la confianza de una manera sana.

lunes, 18 de enero de 2016

El conocimiento y la percepción

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Conocimiento y percepción

Hay una clara diferencia entre lo real y lo irreal, entre el conocimiento (procede del Ser) y la percepción (procede de la mente).

El conocimiento es la verdad y procede del Ser. La verdad está fuera de toda duda y es inequívoca. Se puede esconder o tapar, incluso no reconocerla, hasta es posible ignorarla con nuestros condicionamientos mentales, pero es imposible cambiarla, existe y es.
La verdad está más allá del aprendizaje que cada uno hayamos recibido, porque está más allá del tiempo y de todo proceso mental aprendido. Simplemente es.

El mundo de la percepción tiene sus condicionantes en el tiempo, los cambios personales y sociales y en la creencia que todo empieza y se acaba. Se basa en interpretaciones mentales y físicas, no en hechos.
Es un mundo de fabricar y desechar, basado en nuestra creencia de la escasez, de la pérdida, de la separación, del dolor, del sufrimiento, de la culpa y de lo bueno y lo malo.

Es un mundo que aprendemos, en vez de algo que somos y tenemos; es subjetivo, inseguro y variable, ya depende de la percepción mental individual y colectiva, por lo tanto inestable en su modo de intervenir y erróneo e impreciso en sus interpretaciones.

La percepción es una función de la mente, y, por lo tanto, supone una limitación al reconocimiento de la persona o del Ser. La percepción ve y oye a través del cuerpo, se los sentidos corporales, pasando la información a la mente condicionada y de esta manera la personalidad cambiante tiene sus respuestas limitadas, que son las que condicionan nuestras emociones.

La visión interior (la del Ser), es la que es, sin limitaciones. Energía y vitalidad, unión y amor, por lo que el miedo, la rivalidad, agresividad y la debilidad están fuera de su actuación. La visión del Ser refleja la verdad, la cual existe en cada uno de nosotros.
El Ser nos parece inexistente o difícil de percibir porque la personalidad que defiende al ego y el ego que defiende a la personalidad parecen ejercer una fuerza mayor porque nos los han potenciado social y culturalmente. Sin embargo, si empiezas a hacer caso a tu voz interior, tu Ser hablará con precisión y lucidez, algo que da tal seguridad que difícilmente podrás dejar de seguir.
A no ser que optes por continuar identificándote con tu personalidad y tus creencias, una pobre representación de quien eres.

Si algo tienes que modificar son tus creencias y tus pensamientos a través de la mente, para aunarlos con tu Ser, que es quien tiene la verdad y esta sólo se da a nivel del Ser y no de la mente que se sirve del cuerpo como herramienta. Sólo la mente tiene la capacidad de crear, en ella reside la creatividad, el cuerpo sólo es el vehículo y el Ser ya es verdad.
Y precisamente porque la mente es la que crea, la corrección de la percepción solo se puede hacer a través de los pensamientos.

El ego procura engrandecerse con lo que viene de afuera, procurando tener aceptación social, poder, dinero  y lo que supuestamente llamamos "amor".
El Ser no necesita reconocimientos, ni posesiones ni conquistas, es todo en sí mismo.
Busca compartir en vez de tener; extender en vez de proyectar y está exento de pelear para tener razón porque ya lo tiene todo. Sólo se une a otros que, como él, son conscientes de su propia abundancia y verdad.

Del conocimiento (el Ser)  y de la percepción (la mente) surgen dos formas de vivir o afrontar la vida muy distintas.
El conocimiento está libre de pensamientos. Es saber, estar seguro, sentir, es verdad, es amor. La percepción se basa en creencias, condicionantes sociales y culturales y en el conflicto continuo que existe entre todas ellas.

Lo que la percepción capta parece real porque a través de la mente sólo admite lo que le cuadra con los deseos creados mentalmente por cada uno de nosotros. Esto da lugar a un mundo irreal, al que defender constantemente ya que nuestro ego no quiere admitir que no es real y cuanto más fuerte sea la personalidad, más necesario es defender y proteger la irrealidad.
Si funcionamos con el ego y la personalidad (diferente a la persona, al Ser), más nos metemos en conflictos para defender nuestras creencias y procesos mentales.
Nuestras referencias mentales, las creencias, los deseos y las emociones que alberga nuestra mente, tan solo nos dejan ver en el exterior lo que le interesa ver para constatar que son verdad. La proyección que hacemos de nuestras ideas mentales nos hacen afianzar  nuestras creencias y elegir qué queremos ver.
Hacemos real en el afuera lo que nos conviene mediante las interpretaciones mentales que elegimos tener a la hora de valorar lo que nos rodea y a quien nos rodea.
Lo que vemos es un simple reflejo de lo que somos.

Justificamos nuestros errores con nuestras interpretaciones mentales y la única manera de salir de esta interpretación subjetiva de la realidad es reconociéndolo y aprendiendo a perdonar.
Reconocer los errores de la mente no permite ejercer el perdón hacia nosotros y hacia los demás, no por una falsa bondad, sino porque sabemos que no es real lo que interpretamos.
Modificamos lo que vemos, lo que oímos y lo que sentimos por nuestra tozudez mental y por defender nuestras ideas, cuando en realidad son invenciones propias que no existen realmente.
Al identificar nuestros errores de percepción los podemos perdonar y dejamos de darles importancia porque sabemos que se basan en nuestros propios engaños y por lo tanto, no existen sino queremos.
Mirar más allá de los errores y perdonarnos, no ofrece la ventaja de modificar el concepto también equivocado que tenemos de nosotros mismos y de esta manera ver el Ser que somos.

Sin embargo, hasta que esto no lo quieras creer con tu mente y dejes así la posibilidad de ver tu Ser, seguirás creando situaciones difíciles y relaciones conflictivas con familia, amigos, compañeros y parejas. ¿Por qué? Porque vamos buscando fuera lo que creemos que nos falta (no nos falta nada) por esta visión distorsionada de quienes somos.

Las relaciones que se establecen entre las personalidades son destructivas, egoístas y egocéntricas y suelen partir de la necesidad de cubrir falsos vacíos y para reafirmar las creencias, entre ellas las de escasez, soledad, vacío, desamor, rivalidad . . . algo que no ocurre si se crean relaciones desde el Ser, al contrario, son relaciones plenas y satisfactorias sin esperar nada más porque en el Ser está todo.

Si vivimos las relaciones desde el Ser,  las transformamos en perfectas. Nos aportan la verdad del Ser y nos dan la oportunidad  de ver y corregir nuestros errores, haciendo más sanas y veraces nuestras apreciaciones y la percepción de lo que vivimos.
Estas relaciones que se comunican desde el Ser, nos brindan la oportunidad de conocernos más quienes somos realmente (el Ser) y a descubrir nuestros errores. Descubrimos a través de ellas como perdonarnos a nosotros mismos, perdonándoles a los demás.
Descubrirnos como perdonarnos nuestra falta de amor a nosotros mismos.

La falta de amor no es otra cosa que un error que necesita corrección y no una culpa. En vez de culparnos y no perdonarnos las consecuencias de ese error, solo tenemos que corregirlo.
Nuestra sensación de ser inadecuados, débiles y de estar incompletos procede del desproporcionado valor que le hemos otorgado a la personalidad, el ego, la mente y las creencias, entre ellas a la del "principio de la escasez" el cual rige el mundo de las ilusiones creadas por la mente y el cuerpo.

Buscamos en otros lo que consideramos que nos falta a nosotros. "Amamos" a otro con el objetivo de conseguir lo que nuestra mente piensa que no tenemos. De hecho, a esto es a lo que nos han enseñado, esto es lo que nos han dicho que es amor.
Gran error social, educacional y mental, puesto que el amor no es exigencia.

El Ser  nos brinda la posibilidad de obviar lo que la mente nos hace creer real, enseñándonos cómo cambiar la percepción y a corregir errores arraigados. La herramienta que utiliza para ello es el perdón. Con él podemos llevar a que la mente utilice su capacidad creativa para modificar sus propias falsas creaciones, que es una de las grandes cualidades de la mente mal aprovechada, la creatividad.

Es la mente la que crea porque el Ser ya está creado, ya es. Poner la mente al servicio del Ser para corregir errores con su creatividad, es otorgarle su función principal.

La mente tiene un recurso para funcionar, el cuerpo y lo utiliza para el aprendizaje, la percepción es una de sus funciones. El riesgo está en perderse en este recurso mental que es el cuerpo y otorgarle una importancia excesiva a su valor y sus capacidades.
Es una herramienta  mental que se tiende a sobrevalorar porque es algo tangible. Por otro lado, negar que el cuerpo existe y querer vivir negándolo es absurdo ya que es innecesario hacerlo para proteger al Ser de la mente.

De nada hay que defender al Ser, porque su conocimiento libera, mientras que la percepción del cuerpo es limitadora. El Ser es real y no puede ser amenazado por algo que no existe porque es una percepción no una realidad.
Sin embargo el cuerpo es el medio que tenemos para comunicarnos con otros, para beneficio de todos, ya que sin comunicarnos, perderíamos el rumbo porque en este plano físico, todos necesitamos de todos.

martes, 28 de febrero de 2017

La Luna - Arcano Mayor

Esta vez he elegido entre todos los Arcanos Mayores la carta de La Luna. De entrada me ha dado una sensación de tensión (por aquello que la recuerdo que simboliza), lo escondido o lo oscuro, incluso me vino el pensamiento de traiciones. No se si recuerdo bien o como con otras cartas del Tarot, no la conozco bien y me va a sorprender para mejor. Lo veremos enseguida.


Sí o sí es la carta que nos hace tocar con el inconsciente y todo lo que en él habita, tanto los sueños como los miedos, la ilusión o la inseguridad.

De esta carta del tarot he leído que indica un periodo de confusión con necesidad de enfrentarse a los problemas y renovarse, olvidándose del pasado. 
En principio lo de "renovarse o morir" no me parece tan desagradable, sobre todo porque hay veces que nos enquistamos en situaciones que al final te piden que salgas de ellas (por oscuras) a pesar del miedo que te de ponerte en acción.

La Luna nos avisa de las tensiones y posibles engaños o autoengaños, de nuestra incongruencia o de la de alguien cercano. Momentos problemáticos e inseguros, en el que hay que tener cuidado con los malos entendidos, las verdades a medias y con las intenciones que se esconden.

Ponemos nuestros miedos, conflictos interiores e inseguridades en los que están más cercanos y son los que nos hacen de espejo, pero cuidado, nada aparece fuera que no llevemos en alguna medida dentro para con nosotros mismos.

Si tú te traicionas no guardando respeto a quien eres, los de fuera te lo harán saber actuando de la misma manera.
Si eres deshonesto con tu persona, con lo que quieres, los demás te reflejarán deshonestidad o traiciones.
Si te autoengañas de cómo ha sido una situación y de cómo ha sido tu actuación, eso mismo te darán aquellos con los que vivas situaciones complicadas en las que el no reconocimiento y los malos entendidos estarán presentes.

No nos debe sorprender encontrarnos con situaciones inseguras, conflictivas y problemáticas debido a los miedos (tanto propios como ajenos) que hacen que lo fácil se complique y las tensiones relacionales aumenten.

La Luna es este Arcano Mayor que nos pone alerta de esta parte humana que llevamos todos de no reconocimiento de situaciones, de esconder intereses interiores, de jugar a la confusión, el desorden, la no claridad, el doble juego o la traición.

Está bien poner la alerta de que no estamos presentes en la situación, que nos perdemos en los temores pasados o en los sueños, esperanzas y miedos del futuro. El subconsciente se impone y con él sus recuerdos y grabaciones que condicionan nuestras emociones y nuestras realidades.

El objetivo es llegar a reconocer y curar esa parte oculta de ti mismo, a ese lado oscuro que nos hace ver la realidad transformada por la imaginación.

Yo con esta idea me imagino la escena de Blancanieves y los siete enanitos cuando se interna en el bosque huyendo para salvar su vida y de repente todo son sombras e imaginación que la tienen aterrada y la hacen pasar por situaciones de pánico viendo ojos, brazos y fantasmas hasta que cae rendida.

No es complicado ( o sí) poner consciencia a quien se es, para ello, observa tus reacciones presentes, sé sincero contigo mismo y si algo no te gusta de lo que ves fuera, pregúntate si lo llevas tú también.
Escucha a tu intuición o ser interior en vez de dejarte llevar por tus pensamientos y las emociones que provocan. Recuerda, todos nuestros miedos son aprendidos o vienen de nuestros predecesores, por lo que no son reales y seguramente no llegarán a cumplirse nuestras conjeturas o expectativas.

No dramatices las situaciones ni te dejes llevar por la negatividad de los demás. Mantente estable en el ser que eres realmente y que está detrás de todas esas sombras, escondites e indecisiones que condicionan la vida.

Recuerda que esas sombras a las que no quieres plantar cara se manifestarán reiteradamente con cada situación o persona necesaria para que acabes viéndolas, aceptándolas que están ahí y sanándolas una vez reconocidas.

Pasa del inconsciente al consciente todo aquello que te paraliza, te ralentiza y hace que tus relaciones contigo y con los demás se enturbien por falta de transparencia. Permanecer en la misma situación acaba por crear una confusión de la que hay que salir para tener un futuro menos inseguro e incierto.

En la carta se ven dos perros o lobos (o uno de cada dependiendo de la versión y son el instinto, lo salvaje , la luna (con el reflejo de la luz de sol, ya que ella no tiene luz; de ahí el engaño de la luna) y un cangrejo (lo íntimo), aparte de dos torres (puertas para pasar a un lado mejor), un camino (el sinuoso camino de la vida hasta llegar al final de ella), un lago, como gotas de lluvia doradas,...; ya sabemos que hay más o menos elementos en las cartas de los Arcanos Mayores dependiendo de que baraja de Tarot se trate. Si te das cuenta no hay ninguna representación de una persona, por lo que está comunicando que no es lo exterior lo que tiene en cuenta esta carta, si no lo interior, lo emocional, lo no mental, lo instintivo, las sombras y miedos propios.

Un ejemplo de interpretación puede ser que, si sale La Luna como respuesta a que ocurre con una persona en su estadio final de vida (ancianidad, enfermedad,...), la respuesta sea que todo el inconsciente le está floreciendo; el miedo a como será el último tramo de vida, miedo a una nueva etapa desconocida, recuerdos de vida, personas,... 
Está en una intranquilidad interior, en un pesar, en inquietud y desasosiego, en desconfianza y angustia, en falta de aceptación de su situación e incluso irritable y hasta desagradable. 
Ante esto solo cabe llenarle de buenos momentos, de paz, dejarle hablar sin esconder y ocultar lo que siente. Tener la valentía de estar, no de juzgar o callarle por el daño que nos ocasiona escucharle. En definitiva, hacerle el tramo final fácil, tranquilo, sosegado y feliz para que esa persona pueda afrontar sus miedos y marchar con la mayor paz posible.

Que adjetivos o palabras definen a la carta de La Luna es muy significativo para tener en cuenta de qué nos alerta o en dónde pone su aprendizaje esta carta:
Depresión, inseguridad, angustia, traición, insinceridad, ocultación, subconsciente, conflicto, dificultad, miedos, decepción, problemas, inmadurez, susceptibilidad, irritabilidad, confusión, sobre imaginativo,

Yo me quedo con el concepto de que La Luna nos alerta de posibles problemas si no vemos la situación con realismo y que por esta misma razón podemos complicarnos la vida cuando la solución está en ser conscientes de nuestras limitaciones y de las capacidades que nuestro interior tiene.
Poesías de la carta del Tarot La Luna:

lunes, 2 de noviembre de 2015

Reconocerse





Reconocerse en lo que somos realmente nos cuesta y muchas veces tenemos que vernos en lo que perciben los que realmente nos quieren o leernos en escritos o libros que aparecen de sorpresa.



Lo que nos vemos se nos suele quedar corto de lo que realmente somos, sobre todo porque creemos que decir nuestras virtudes o nuestra cualidades, es un alarde de egocentrismo o de falta de humildad, en vez de hacer una simple aceptación de la parte sana que tenemos.

Un buen trabajo para nosotros mismos es hacer una lista de nuestras virtudes, sean las que sean, al margen de que sepamos reconocer también el lado opuesto de esas virtudes, ya que toda personalidad tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Potenciar unos y evolucionar en los otros es parte del trabajo de crecimiento personal, autoconfianza, empoderamiento, asertividad y otras serie de acciones a favor de uno mismo sin ir en por ello contra de los demás.

Yo hice este trabajo en su día en un taller titulado "Mujer emprendedora" que en su día hacía Lanekintza para mujeres que querían montar un negocio de autoempleo. En dicho taller me sorprendió la cantidad de cualidades que vi en mí, frente a las pocas que se vieron las demás.

Las miradas de mis compañeras de taller me reflejaron que pensaban que iba de sobrada, ya que desconocían quien era o como era. De esto hace ya unos 8 años y me percaté que tenía que explicar que sabía perfectamente que también tenía mis puntos críticos y de mejora, pero que en este ejercicio se me pedía escribir solo cualidades positivas.

El otro día di con un texto con el que me sentí identificada, no obstante, he de reconocer que he tenido ciertas reticencias en plasmar en este blog esta afirmación, por la misma razón de que quizás se interprete como una altanería o una prepotencia por mi parte.

Hoy he decidido que al margen de que me queda muchísimo por sujetar, modificar o desprenderme de actitudes complicadas hacia mi misma o hacia los demás, me reconozco como una mujer medicina, aunque a veces se me olvide.

Una mujer medicina es aquella que llena de energía, que infunde y transmite cariño, que abraza al amor con amor, que eleva sus secretos, que profundiza, que es generosa, que conoce el perdón, que vive en gracia, que enseña a saber.
Una mujer medicina es humana, compasiva, sabedora de su poder, de su inspiración, de su permanencia, de su caos y su orden, defensora de su vida, de sus necesidades, de sus sueños y de la cesta de sus olvidos







No conoce la perfección ni la imperfección, simplemente ES. Y con esa potencia ayuda a los demás a SER. Esto requiere de un llamamiento, de una pelea con sus juicios, de un conflicto con el entorno.
Porque ser mujer amor no siempre es fácil, hay mucho que pelear. Hay que pelear contra todo aquello que no permite sentir lo que cada momento transmite, que intenta manejar nuestros derechos, que intenta someter nuestros sueños, que menosprecia nuestras necesidades.
Bonito artículo en el que me reconozco en una parte de mí, algo que me ha traído más de un problema de que no se me entendiera y de no entenderme, porque no siempre es fácil moverte de una manera diferente en esta sociedad. Reconocerse a uno mismo cuesta tiempo, trabajo y reflexión, algo que no todo el mundo está dispuesto a hacer consigo mismo. Reconocerse merece la pena y sobre todo, el hacernos un refuerzo positivo de quienes somos y que queremos, porque el negativo, ya llevamos mucho tiempo con él a cuestas y ya nos lo recuerdan los de alrededor.

viernes, 30 de octubre de 2020

Ingratitud filial


Ingratitud filial
, un concepto complicado de entenderse y mucho más de asimilarse, ya que a un progenitor le cuesta mucho aceptar que tiene unos "filios" ingratos/as; la disculpa suele estar presente por aquello de que son hijos/as y hay que disculpar, entender, aceptar y tolerar lo que venga de ellos/as tanto de pequeños/as como de mayores. 
No hay que obviar tampoco ese puntito vergüenza social adquirida, porque parece que si se tiene un/a descendiente que no responde a las expectativas, los responsables primeros son los progenitores. Ya sabemos esto de que los/as padres/madres tienen la culpa de todo lo concerniente a las/os hijos.

Es curioso que cuando he ido a leer sobre este concepto, no encuentro casi información, tan solo historias judiciales y  luego en historias antiguas, como la alusión a la ingratitud filial en un libro de Shakespeare sobre el rey Lear  "La verdadera historia del rey Lear y de sus tres hijas", un drama de cinco actos en verso y prosa basado en obras de otros autores anteriores.
En esta tragedia figuran paralelamente dos historias en las cuales la ingratitud filial, la falta de bondad, la traición y la ruindad humana quedan reflejadas. Ya sabéis como era este escritor y dramaturgo; un fenómeno en pasiones y dramas.

En otro cuanto de los Hermanos Grimm (tiene varios títulos: El viejo y su nieto, El abuelo y el nieto, El plato de madera, El tazón de madera), un hijo (en versiones una hija) no trata como se merece a su padre y es el nieto pequeño el que da la lección de vida para que el ingrato descendiente se de cuenta de su error y cambie de actitud (no cuento más para no hacer spoiler).

En mi opinión, una cosa es hablar de que cuando unos hijos/as llegan a la adolescencia se olvidan o reniegan de sus progenitores por esa necesidad de crear su propio mundo y experimentar por sí mismos; les sienten como un obstáculo, como esos pesados que les impiden vivir. Nada les parece bien, son críticos, ausentes, distantes, hablan con falta de amabilidad, se enfrentan como no lo habían hecho antes, malhumorados, cambiantes, impertinentes, etc.
No ocurre siempre, pero muchas veces esas actitudes iniciadas en la adolescencia se prolongan a la madurez y entonces ya es complicado de entender. Una cosa es hablar de adolescencia y otra cosa es hablar de la ingratitud filial o del menosprecio o de la ignorancia permanente y dolorosa para los progenitores, incluso en muchos casos es hablar de violencia filial.

En los casos de violencia es muy complicado tomar la decisión que hay que tomar ; denunciar y alejarse del foco de violencia. En el resto de las relaciones paterno/materno filiales, hay que intentar ver la situación con perspectiva, no dramatizar y ser realistas de lo que está ocurriendo para poder tomar soluciones de una manera empática y asertiva; entender a las hijas/hijos sin dejar de desatender a la persona que somos.

Se nos ha dicho que la familia es lo primero y que sus integrantes siempre van a ofrecer apoyo, compañía, ayuda, amor,... esto no siempre es así en todas las familias.

Tanto por control como por permisibilidad, podemos ver relaciones complicadas entre hijas/os y progenitores, y en muchos casos cuando los hijos van creciendo, tóxicas. Tenemos casos extremos que evidencian esta actitud tóxica y de ingratitud filial, como por ejemplo uno que he encontrado de un hijo que habiendo heredado en vida la casa que el padre compró, con un compromiso verbal de que este podría vivir en ella hasta su muerte, decide echar de la casa a su padre una vez la tiene a su nombre (donación paterna e ingratitud filial) …tremenda historia y tremenda vivencia para un padre.

Seguro que hay más casos de extrema ingratitud filial que nos encogerían el corazón (todas esas historias de malos tratos físicos o psíquicos a los padres), pero seguro que sin llegar a ellos, hay situaciones duras y complicadas (emocionalmente y económicamente hablando) de gestionar por parte de los padres/madres, porque cuando se produce una ausencia de las hijas/os, nadie ha enseñado a lidiar con esa ausencia injustificada, la desidia hacia la persona o el desprecio hacia el compartir las vidas una vez que se ha producido la independencia del hogar familiar (el síndrome del nido vacío es otro tema que en este artículo no voy a tocar).

Las relaciones paterno filiales son muchas y diversas, tantas que, son distintas incluso dentro del mismo seno familiar donde hay más de un hijo/a y no te digo nada donde hay familias numerosas y los primeras hermanas/os difieren en unos cuantos años con las últimas/os... Yo procedo de una familia numerosa y por experiencia personal en ello, sé que cada una/o vivimos a nuestros progenitores de una manera muy diferente por varias razones, entre algunas: época personal del padre o de la madre,  nuestro carácter y sensibilidad antes las mismas situaciones, generación a la que pertenecemos unas/os y otras/os, situaciones económicas de cada momento, …

Si que es cierto que hasta que una/o no tiene hijas/os, no se valora realmente que unas/os madres/padres han estado haciendo un gran esfuerzo vital, además de que creo que tampoco valoramos ni respetamos, ni queremos entender actitudes de nuestros/as padres/madres que no nos han gustado y mucho menos empatizamos con su momento personal vital del momento. Para los adolescentes, jóvenes o adultas/os, a los progenitores nunca les pasa nada que excuse actitudes de vida; entender, aceptar y perdonar que los progenitores se pueden equivocar (y muchas veces), parece que no es fácil.

Es evidente que este artículo sobre la ingratitud filial no va a reflejar todos los casos que existen y que muchos lectores no se van a ver reflejados en las emociones que puedo expresar en él, porque hay casos de vivencias tan distintas y algunas tan extremas de vivir por parte de los/as hijos/as, que la ausencia se hace necesaria, que la ignorancia hacia los progenitores se hace imprescindible y que lo que de fuera nos puede parecer ingratitud filial en realidad es supervivencia personal.
Me refiero a casos extremos de maltrato físico y psíquico, agresiones sexuales, ausencia de afecto, dejación de responsabilidad paterno/materna cuando aún los/as hijos/as no se pueden valer por sí mismos, manipulación, chantajes emocionales, … 

Pero también existe una ingratitud filial de "andar por casa", esa que llegados a cierta edad se identifica en mayor o menor grado y que muchas veces se disculpa porque nos han educado en que eso es lo que tienen que hacer unos buenos progenitores... disculpar, tolerar y estar aunque cueste la tranquilidad personal y emocional o el bienestar físico o económico. 
Estar para cuando una hija/o quiera;  aún cuando los hijos sean ya mayores. Ya sabemos todos que "eres madre/padre para siempre" y que no se deja de ser madre/padre nunca.

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También pienso que superar la ingratitud filial entra dentro del desarrollo personal de cada uno; aprender a agradecer lo bueno recibido y no poner el énfasis en sólo lo que hemos vivido como malo, es un grado de madurez personal que no todo el mundo adquiere. 
Yo personalmente he de decir que tuve mis años de ingratitud filial en mi adolescencia por no entender actitudes paterno/maternas; actitudes que con los años aprendí a entender (no digo compartir, pero si entender y aceptar) para liberar carga y a aceptar en tranquilidad (que no en resignación). 
Aceptar que mis progenitores no supieron hacerlo de otra manera y que contribuyeron en mi vida todo lo bien que pudieron y supieron hacerlo. Incluso he llegado a valorar que aquellas situaciones complicadas que en un momento dado me parecieron difíciles vivencias, me han formado en la persona que soy en estos momentos. 

Es más fácil culpabilizar a alguien que responsabilizarse de lo que uno es: hayas vivido lo que hayas vivido, ser feliz es una responsabilidad personal y no sólo una consecuencia de situaciones vividas.
 
Los padres/madres nunca lo hacemos todo lo bien que esperan las/os hijas/os, pero estas/os no tienen siempre la razón; equivocarse en la paternidad/maternidad entra dentro de lo previsible y es lo que ocurre: sí, nos equivocamos reiteradamente a lo largo de nuestra vida, tengamos descendientes o no. 
Si no ejerces de padre/madre, está claro que no corres riesgo de hacerlo mal, pero si ejerces, corres el riesgo y en algunos casos dentro del riesgo de aventurarse a ser madre/padre, entra la ingratitud filial.

Esto ha ocurrido desde siempre y también ocurre que en estos tiempos de rupturas de parejas, en situaciones en las que los progenitores que se quedan con la guardia y custodia de los hijos/as y les educan durante la infancia y adolescencia prácticamente en solitario y muchas veces en circunstancias complicadas. La otra parte sale ganando de todas todas porque la educación no ha recaído sobre ella; educar y poner límites es algo que no suele gustar mucho recibir cuando se es niña/o y mucho menos cuando se es adolescente, que es la etapa de romper con los límites y normas.
Alguien ejerce de poli malo si hay un poli bueno que permite y consiente, alguien pasa por malos momentos personales si la economía es insuficiente porque la otra parte no colabora en su deber económico, alguien se tiene que hacer cargo de que los/as hijos/as estén cuidados y con las necesidades vitales cubiertas, alguien tiene que educarles si la otra parte está ausente, ... Todo eso pasa una factura emocional que no siempre permite a un progenitor hacer las cosas todo lo bien que se podría con sus hijas/os. A mi me parece injusto justificar la ingratitud filial con el posicionamiento de que los/las padres/madres son los primeros y únicos responsables.

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Mi generación y alguna más, proviene de unos padres/madres salidos/as de una guerra y posguerra, a su vez con una infancia complicada llena de restricciones, con una dictadura a sus espaldas que encerraba y apagaba muchas formas diferentes de vivir en libertad. 

Procedemos de almas más o menos adiestradas y entorpecidas por creencias, costumbres y miedos, donde ser uno/a mismo/a era bastante más difícil que hoy en día,... y esto no es una excusa para justificar actitudes deleznables, es una realidad para aceptar vivencias que quizás se quedaron escasas en cuanto a expresión del amor, aceptación de libertades personales y en lo que hoy en día sería ser escasas en protecciones paterno/maternas. Por ejemplo, se empezaba a trabajar siendo un/a niño/a y se dejaban los estudios; hoy en día son obligatorios por derecho. 
Época de familias numerosas casi interminables, donde los/as mayores cuidaban de los/as pequeños/as y cuando estos se hacían mayores cuidaban de los siguientes y los/as primeros/as se ponían a trabajar para ayudar en la economía familiar; y todo esto en un intervalo de edad de entre los 5 años y los 12 o 14 años. Se iba a clase solo con muy corta edad, si daba un tortazo un profe, en casa caía otro porque "algo habrás hecho", se comía lo que se podía, se tenían carencias, ... era otra época.

Intensas vidas de esfuerzo, de compartir casas masificadas y muchas veces de hambre o más suave dicho, de ganas de comer, donde heredar los zapatos, libros y la ropa de los hermanos mayores era lo normal. Esas cosas las han vivido nuestros antecesores y algunos/as de nosotros también en algún momento de nuestra crianza.

En mi caso, yo en mis años de ingratitud filial no entendí de dónde procedían mis progenitores, no entendí que hicieron lo que pudieron con respecto a lo que eran, pensaban y les habían enseñado. 
No entendí y en mi no entender la mayor perjudicada era yo, aparte de mi padre y madre. 

Cuando entendí más cosas de la vida, más cosas de mi vida, más cosas de la vida de ellos, la ingratitud filial desapareció y la tranquilidad personal empezó a crecer. 

Tengo que dar las gracias de haber sabido entender hace tiempo, tanto que he tenido margen  para vivir muchos años de vida de mis padres en la gratitud filial y este hecho me permitió vivir hacia ellos con amor y más sus últimos años. Es curioso como cambian los conceptos; de sentir que ellos se habían quedado escasos conmigo a sentir que yo me he quedado escasa con ellos.

Este entendimiento y gratitud filial me han hecho entenderme en mi faceta materna, me han hecho perdonarme mis escaseces de cualquier tipo que haya podido haber para con mis hijos y me han hecho reconciliarme con la madre que soy, que siempre ha estado en la creencia de que podía haberlo hecho mejor. Procedo de esta educación de hacer siempre lo mejor que se puedas y si no puedes también; una educación en la continua culpabilidad de haber errado y de que eso es "pecado" o malo.

Cuantas veces me descubro en momentos en los que me acuerdo de algo de mi padre o de mi madre e interiormente sonrío y les doy las gracias porque esa vivencia me enriqueció, porque hay muchas vivencias maravillosas que las vivimos como normalizadas y que dejamos de apreciar por creerlas que están dentro de los mínimos que se deben vivir y son tesoros que no vuelven más que en el recuerdo. Momentos tesoro escondidos por otras vivencias a las que damos mayor importancia, generalmente las que consideramos malas. 
"Vivencias tesoro" hay muchas en una relación  paterno/materno filial; a mí buscar el tesoro y encontrarlo me trajo tranquilidad personal y felicidad.

Y ahora voy a empezar como las abuelas de antaño, diciendo que todo ha cambiado, que los márgenes en los que se mueve la juventud son diferentes. 
Las barreras del respeto, del agradecimiento, del reconocimiento por el esfuerzo de los padres/madres están en otros límites diferentes. Lo que antes sería extraordinario y moriríamos por poder vivir, hoy en día creen que es lo que tiene que ser. 
Las/os niñas/os,  preadolescentes, adolescentes y postadolescente están en la creencia que su vida les pertenece (que es cierto) y que pueden hacer lo que quieran al margen de a quien repercuta y qué consecuencias tenga para ellos y para los demás (cosa que no es ni cierta ni aceptable). 

En muchos el agradecimiento filial y no filial brilla por su ausencia y el respeto también. Menos mal que hay otros muchos que, salvando las diferencias generacionales, se comportan como bellísimas personas con sus padres/madres.

La falta de respeto es más acentuada quizás porque se ha perdido el miedo a la figura del progenitor como autoridad de la casa. Está claro que entre en miedo y la falta de respeto hay un término medio y creo que se nos está escapando de las manos en unas generaciones con un espléndido potencial para hacer de este mundo algo más acogedor y amable.

La ingratitud filial llega a unos términos que a muchos pilla en pañales y les saca de su confort personal para hacerles pensar cómo gestionar un montón de emociones contradictorias que se mezclan; lidiando con las creencias aprendidas y con las nuevas formas de ver la vida.

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Hoy en día ya no se sabe qué pensar; si es una pre, una adolescencia y una post de los nuevos tiempos o es algún tipo de patología (Trastorno Oposicionista Desafiante, TDAH, Síndrome del Emperador, trastornos de ansiedad, ludopatías, drogodependencias, …)  o que uno/a es un torpe o ha sido un torpe con sus "filios" y no sabe nada de la vida. 

El caso es que de una forma bastante habitual oigo a padres/madres hablar de problemas conductuales de las/os hijas/os con respecto a la relación con ellas/os; circulan unos momentos en los que amparados incluso por las leyes, los hijos/as "comen la tostada a los progenitores" y posteriormente practican la ingratitud filial y todo amparado en que tienen unos derechos como menores de edad.

La ingratitud filial produciendo ignorancia, ausencia, pasotismo, dejadez emocional, etc., no es un derecho asertivo (salvando casos), es un rechazo a la paternidad/maternidad que produce daño en los/as padres/madres.

Quizás parte de las nuevas generaciones entienden que no pasa nada y que como en el reino animal, una vez que los cachorros se hacen adultos, se marchan a hacer su vida y nunca más vuelven con los progenitores, y que no es ni siquiera cuestión de gratitud o ingratitud filial
Quizás nos falte entendimiento hacia las nuevas generaciones de hijas/os, fruto de una nueva sociedad más independiente.

En otros países el desapego entre padres/madres e hijos/as se produce pronto y pueden estar sin verse tiempo y lo consideran normal.
Tal vez ver la ausencia y el desapego como ingratitud filial sea por cultura y nos hagamos daño innecesariamente; esperamos una respuesta determinada y muchos no están por la labor de responder de esa forma y no es que exista ingratitud filial ni esas "pajas mentales que nos hacemos en la cabeza los padres/madres"... ¿o sí? 

¿Qué opinas? …. ¿debemos aceptar que las/os hijas/os hagan su vida realmente como quieren sin juzgarles y sentirnos dañados/as o por contra, debemos pedir unos mínimos relacionales, cada uno los mínimos que considere?

Siempre se ha dicho en mi generación que de las/os hijas/os no hay que esperar nada y que hay que darlo todo, ….que luego ellas/os lo darán todo sin esperar nada. 
Yo me temo que no es verdad, que por mucho que demos las/os hijas/os, jamás llegaremos a lo que nos han dado nuestros padres/madres. 
Yo así lo entiendo respecto a los míos, nunca estaré suficientemente agradecida a lo bueno y lo malo vivido, a todo lo aprendido y experimentado y partiendo del principio, ... por la vida que me han dado.

Sí, lo sé, hablo de que en la mayoría de los casos no tenemos los motivos suficientes para ejercer la ingratitud filial, hay otros en los que, como decía una conocida "más valdría haber nacido de un huevo", pero para mí la gratitud es una virtud que enriquece a la persona, da paz y satisfacciones, por lo que está reñida con la ingratitud en la vida y por lo tanto con la ingratitud filial.
Quizás al final todo consista en el grado de apreciación que damos a las personas y a las vivencias, en el grado de satisfacción personal de lo que somos, en el grado de empatía que seamos capaces de ejercer con nuestros progenitores, en el grado de crecimiento personal que podamos tener a lo largo de lo años y de esta manera evitar ejercer la ingratitud filial con nuestros progenitores... o como dice una canción de Golpes Bajos, son "malos tiempos para la lírica".