Conocimiento y percepción
Hay una clara diferencia entre lo real y lo irreal, entre
el conocimiento (procede del Ser) y la percepción (procede de la mente).
El conocimiento es la verdad y procede del Ser. La
verdad está fuera de toda duda y es inequívoca. Se puede esconder o tapar,
incluso no reconocerla, hasta es posible ignorarla con nuestros
condicionamientos mentales, pero es imposible cambiarla, existe
y es.
La verdad está más allá del aprendizaje que cada uno
hayamos recibido, porque está más allá del tiempo y de todo proceso mental
aprendido. Simplemente es.
El mundo de la percepción tiene sus condicionantes en
el tiempo, los cambios personales y sociales y en la creencia que todo empieza
y se acaba. Se basa en interpretaciones mentales y físicas, no en hechos.
Es un mundo de fabricar y desechar, basado en nuestra
creencia de la escasez, de la pérdida, de la separación, del dolor, del
sufrimiento, de la culpa y de lo bueno y lo malo.
Es un mundo que aprendemos, en vez de algo que somos y
tenemos; es subjetivo, inseguro y variable, ya depende de la percepción
mental individual y colectiva, por lo tanto inestable en su modo de intervenir
y erróneo e impreciso en sus interpretaciones.
La percepción es una función de la mente, y, por lo tanto, supone una limitación
al reconocimiento de la persona o del Ser. La percepción ve y oye a través del
cuerpo, se los sentidos corporales, pasando la información a la mente
condicionada y de esta manera la personalidad cambiante tiene sus respuestas
limitadas, que son las que condicionan nuestras emociones.
La visión interior (la del Ser), es la que es,
sin limitaciones. Energía y vitalidad, unión y amor, por lo que el miedo, la rivalidad,
agresividad y la debilidad están fuera de su actuación. La visión del Ser refleja
la verdad, la cual existe en cada uno de nosotros.
El Ser nos parece inexistente o difícil de percibir
porque la personalidad que defiende al ego y el ego que defiende a la
personalidad parecen ejercer una fuerza mayor porque nos los han potenciado
social y culturalmente. Sin embargo, si empiezas a hacer caso a tu voz
interior, tu Ser
hablará con precisión y lucidez, algo que da tal seguridad que
difícilmente podrás dejar de seguir.
A no ser que optes por continuar identificándote con tu
personalidad y tus creencias, una pobre representación de quien eres.
Si algo tienes que modificar son tus creencias y tus
pensamientos a través de la mente, para aunarlos con tu Ser,
que es quien tiene la verdad y esta sólo se da a nivel del Ser y no de la mente que se sirve del cuerpo
como herramienta. Sólo la mente
tiene la capacidad de crear, en ella reside la creatividad, el cuerpo sólo es
el vehículo y el Ser ya es verdad.
Y precisamente porque la mente es la que crea, la
corrección de la percepción solo se puede hacer a través de los pensamientos.
El ego procura engrandecerse con lo que viene de afuera,
procurando tener aceptación social, poder, dinero y lo que supuestamente llamamos "amor".
El Ser no necesita reconocimientos, ni posesiones ni
conquistas, es todo en sí mismo.
Busca compartir en vez de tener; extender en vez de proyectar
y está exento de pelear para tener razón porque ya lo tiene todo. Sólo se une a
otros que, como él, son conscientes de su propia abundancia y verdad.
Del conocimiento (el Ser) y de la percepción (la mente) surgen dos formas
de vivir o afrontar la vida muy distintas.
El conocimiento está libre de pensamientos. Es saber,
estar seguro, sentir, es verdad, es amor. La percepción se basa en creencias, condicionantes
sociales y culturales y en el conflicto continuo que existe entre todas ellas.
Lo que la percepción capta parece real porque a través
de la mente sólo admite lo que le cuadra con los deseos creados mentalmente
por cada uno de nosotros. Esto da lugar a un mundo irreal, al que defender constantemente
ya que nuestro ego
no quiere admitir que no es real y cuanto más fuerte sea la
personalidad, más necesario es defender y proteger la irrealidad.
Si funcionamos con el ego y la personalidad (diferente
a la persona, al
Ser), más nos metemos en conflictos para defender nuestras creencias y
procesos mentales.
Nuestras referencias mentales, las creencias, los
deseos y las emociones que alberga nuestra mente, tan solo nos dejan ver en el exterior
lo que le interesa ver para constatar que son verdad. La proyección que hacemos
de nuestras ideas
mentales nos hacen afianzar nuestras creencias y elegir qué queremos ver.
Hacemos real en el afuera lo que nos conviene mediante
las interpretaciones
mentales que elegimos tener a la hora de valorar lo que nos rodea y
a quien nos rodea.
Lo que vemos es un simple reflejo de lo que somos.
Justificamos nuestros errores con nuestras interpretaciones
mentales y la única manera de salir de esta interpretación subjetiva
de la realidad es reconociéndolo y aprendiendo a perdonar.
Reconocer los errores de la mente no permite ejercer el perdón
hacia nosotros y hacia los demás, no por una falsa bondad, sino porque sabemos
que no es real lo que interpretamos.
Modificamos lo que vemos, lo que oímos y lo que
sentimos por nuestra tozudez mental y por defender nuestras ideas, cuando
en realidad son invenciones propias que no existen realmente.
Al identificar nuestros errores de percepción los
podemos perdonar
y dejamos de darles importancia porque sabemos que se basan en nuestros propios
engaños y por lo tanto, no existen sino queremos.
Mirar más allá de los errores y perdonarnos, no ofrece la
ventaja de modificar el concepto también equivocado que tenemos de nosotros
mismos y de esta manera ver el Ser que somos.
Sin embargo, hasta que esto no lo quieras creer con tu
mente y dejes así la posibilidad de ver tu Ser, seguirás creando situaciones difíciles y
relaciones conflictivas con familia, amigos, compañeros y parejas. ¿Por qué?
Porque vamos buscando fuera lo que creemos que nos falta (no nos falta nada)
por esta visión distorsionada de quienes somos.
Las relaciones que se establecen entre las
personalidades son destructivas, egoístas y egocéntricas y suelen partir de la
necesidad de cubrir falsos vacíos y para reafirmar las creencias, entre ellas
las de escasez, soledad, vacío, desamor, rivalidad . . . algo que no ocurre si se crean relaciones desde el Ser,
al contrario, son relaciones plenas y satisfactorias sin esperar nada más
porque en el
Ser está todo.
Si vivimos las relaciones desde el Ser, las transformamos en perfectas. Nos aportan la
verdad del Ser
y nos dan la oportunidad de ver
y corregir nuestros errores, haciendo más sanas y veraces nuestras
apreciaciones y la percepción de lo que vivimos.
Estas relaciones que se comunican desde el Ser,
nos brindan la oportunidad de conocernos más quienes somos realmente (el Ser)
y a descubrir nuestros errores. Descubrimos a través de ellas como perdonarnos a nosotros mismos, perdonándoles a los
demás.
Descubrirnos como perdonarnos nuestra
falta de amor
a nosotros mismos.
La falta de amor no es otra cosa que un error que
necesita corrección y no una culpa. En vez de culparnos y no perdonarnos las consecuencias de ese error, solo tenemos
que corregirlo.
Nuestra sensación de ser inadecuados, débiles y de
estar incompletos procede del desproporcionado valor que le hemos otorgado a la
personalidad, el ego, la mente y las creencias, entre ellas a la del "principio
de la escasez" el cual rige el mundo de las ilusiones creadas por la mente
y el cuerpo.
Buscamos en otros lo que consideramos que nos falta a
nosotros. "Amamos" a otro con el objetivo de conseguir lo que nuestra
mente
piensa que no tenemos. De hecho, a esto es a lo que nos han enseñado, esto es
lo que nos han dicho que es amor.
Gran error social, educacional y mental, puesto que el amor
no es exigencia.
El Ser nos
brinda la posibilidad de obviar lo que la mente nos hace creer real, enseñándonos cómo
cambiar la percepción y a corregir errores arraigados. La herramienta que
utiliza para ello es el perdón. Con él podemos
llevar a que la mente
utilice su capacidad creativa para modificar sus propias falsas creaciones, que
es una de las grandes cualidades de la mente mal aprovechada, la creatividad.
Es la mente la que crea porque el Ser
ya está creado, ya es. Poner la mente al servicio del Ser para corregir errores con su
creatividad, es otorgarle su función principal.
La mente tiene un recurso para funcionar, el
cuerpo y lo utiliza para el aprendizaje, la percepción es una de sus funciones.
El riesgo está en perderse en este recurso mental que es el cuerpo y otorgarle una
importancia excesiva a su valor y sus capacidades.
Es una herramienta mental que se tiende a sobrevalorar porque es
algo tangible. Por otro lado, negar que el cuerpo existe y querer vivir
negándolo es absurdo ya que es innecesario hacerlo para proteger al Ser
de la mente.
De nada hay que defender al Ser, porque su conocimiento
libera, mientras que la percepción del cuerpo es limitadora. El Ser es
real y no puede ser amenazado por algo que no existe porque es una percepción
no una realidad.