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lunes, 2 de noviembre de 2015

Reconocerse





Reconocerse en lo que somos realmente nos cuesta y muchas veces tenemos que vernos en lo que perciben los que realmente nos quieren o leernos en escritos o libros que aparecen de sorpresa.

Lo que nos vemos se nos suele quedar corto de lo que realmente somos, sobre todo porque creemos que decir nuestras virtudes o nuestra cualidades, es un alarde de egocentrismo o de falta de humildad, en vez de hacer una simple aceptación de la parte sana que tenemos.

Un buen trabajo para nosotros mismos es hacer una lista de nuestras virtudes, sean las que sean, al margen de que sepamos reconocer también el lado opuesto de esas virtudes, ya que toda personalidad tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Potenciar unos y evolucionar en los otros es parte del trabajo de crecimiento personal, autoconfianza, empoderamiento, asertividad y otras serie de acciones a favor de uno mismo sin ir en por ello contra de los demás.

Yo hice este trabajo en su día en un taller titulado "Mujer emprendedora" que en su día hacía Lanekintza para mujeres que querían montar un negocio de autoempleo. En dicho taller me sorprendió la cantidad de cualidades que vi en mí, frente a las pocas que se vieron las demás.

Las miradas de mis compañeras de taller me reflejaron que pensaban que iba de sobrada, ya que desconocían quien era o como era. De esto hace ya unos 8 años y me percaté que tenía que explicar que sabía perfectamente que también tenía mis puntos críticos y de mejora, pero que en este ejercicio se me pedía escribir solo cualidades positivas.

El otro día di con un texto con el que me sentí identificada, no obstante, he de reconocer que he tenido ciertas reticencias en plasmar en este blog esta afirmación, por la misma razón de que quizás se interprete como una altanería o una prepotencia por mi parte.

Hoy he decidido que al margen de que me queda muchísimo por sujetar, modificar o desprenderme de actitudes complicadas hacia mi misma o hacia los demás, me reconozco como una mujer medicina, aunque a veces se me olvide.

Una mujer medicina es aquella que llena de energía, que infunde y transmite cariño, que abraza al amor con amor, que eleva sus secretos, que profundiza, que es generosa, que conoce el perdón, que vive en gracia, que enseña a saber.
Una mujer medicina es humana, compasiva, sabedora de su poder, de su inspiración, de su permanencia, de su caos y su orden, defensora de su vida, de sus necesidades, de sus sueños y de la cesta de sus olvidos







No conoce la perfección ni la imperfección, simplemente ES. Y con esa potencia ayuda a los demás a SER. Esto requiere de un llamamiento, de una pelea con sus juicios, de un conflicto con el entorno.
Porque ser mujer amor no siempre es fácil, hay mucho que pelear. Hay que pelear contra todo aquello que no permite sentir lo que cada momento transmite, que intenta manejar nuestros derechos, que intenta someter nuestros sueños, que menosprecia nuestras necesidades.
Bonito artículo en el que me reconozco en una parte de mí, algo que me ha traído más de un problema de que no se me entendiera y de no entenderme, porque no siempre es fácil moverte de una manera diferente en esta sociedad. Reconocerse a uno mismo cuesta tiempo, trabajo y reflexión, algo que no todo el mundo está dispuesto a hacer consigo mismo. Reconocerse merece la pena y sobre todo, el hacernos un refuerzo positivo de quienes somos y que queremos, porque el negativo, ya llevamos mucho tiempo con él a cuestas y ya nos lo recuerdan los de alrededor.