viernes, 2 de octubre de 2015

Las creencias II

Las cosas que tiene Eloisa

Las creencias son como las ideas o pensamientos que uno tiene sobre cómo es el mundo, la vida, o uno mismo. Son conceptos, situaciones, ideales, etc. que damos por hecho sin cuestionarlo mucho. En esta otra entrada "las creencias" hablo sobre ellas, pero se me queda corta y por ello sigo con esta segunda entrada hablando del tema, sabiendo que también me quedaré corta. 

Esas creencias las vamos haciendo nuestras desde peques a través de la educación, las experiencias o lo que hemos escuchado a lo largo de la vida, y a menudo influyen en cómo actuamos, cómo tomamos decisiones, o cómo nos sentimos en diferentes situaciones. Es como el filtro a través del cual vemos todo, o unas gafas que llevamos encima y que si cambiamos las dioptrías, veríamos de otra manera.

Buscamos (nuestra mente busca) aquellas situaciones que nos confirmen que estamos en lo cierto con nuestras creencias, aunque haya mucho más, elegiremos lo que nos confirma en nuestras creencias, reforzándolas nuevamente y haciendo cada vez más difícil romperla. 

Este fenómeno recibe el nombre de sesgo de confirmación. Básicamente, cuando tienes una creencia, tu mente presta más atención a las situaciones que la apoyan y puede ignorar o minimizar aquellas que la contradicen. Es como si el cerebro "seleccionara" lo que ve para encajar en lo que ya cree. A medida que la persona sigue notando más las señales de su creencia, la creencia se refuerza aún más.

Si llegamos a entender esto, seguramente la próxima vez que algo nos toque y nos haga pensar "ves tenía razón", nos haga repensar si realmente es una creencia realista o es una creencia adquirida y reforzada que queremos seguir manteniendo, que nuestro cerebro por salvaguardarnos del cambio quiere seguir manteniendo.

Cuando pensemos, "algo en mi cabeza ya me decía que esto era así", poner la alarma, a ver si es el cerebro y sus condicionamientos por las creencias o es realmente sin los condicionamientos. Estar muy atentos, porque nuestra mente puede ser nuestro mayor enemigo y me viene una frase  "la mente es un excelente sirviente pero un pésimo amo" (se atribuye a David Foster Wallace, escritor estadounidense).

Este concepto que nos viene a decir la frase, también se ha asociado a diferentes tradiciones filosóficas, espirituales y de autoayuda, que comparten la idea de que la mente puede ser una herramienta poderosa si la controlamos, pero peligrosa si dejamos que nos domine (meditación, el estoicismo, budismo, …) 

Es el momento de preguntarnos si nosotros dominamos nuestro cerebro o es él el que nos domina a nosotros, encima haciéndonos creer en muchas ocasiones que elegimos libremente, ¿no es para pensar un poco si tenemos que cuestionarnos alguna creencia?

Cuando estás en un entorno determinado, con determinadas costumbres y creencias ¿Qué ocurre si quieres cambiar alguna de ellas? Yo te lo digo: te encuentras de entrada con la oposición de las personas de ese entorno (familia, grupo de amigos, trabajo, barrio,...). Esto sucede por varias razones:


Resistencia al cambio: Las personas suelen estar cómodas con lo conocido, incluso si las costumbres no son las mejores. El cambio genera incertidumbre y miedo a lo nuevo, lo que puede hacer que reaccionen de manera defensiva.


Conformidad social: En los grupos, la gente tiende a adaptarse a las normas y comportamientos establecidos para sentirse aceptada. Cambiar una costumbre desafía esa conformidad y puede hacer que los demás sientan que están siendo criticados o que deben cambiar también.


Costumbre y tradición: Las costumbres a menudo se ven como parte de la identidad del grupo. Si alguien intenta cambiarlas, puede parecer que están atacando algo fundamental para esa comunidad.


Amenaza al status quo: Si las costumbres están ligadas a jerarquías o formas de poder dentro del grupo, aquellos que se benefician de esas estructuras pueden sentirse amenazados y resistir el cambio.


¿Te has observado si tú de entrada pones pegas a propuestas diferentes? ¿Qué te ocurre si te dan a elegir entre varias alternativas? ¿Te aturullas? ¿No sabes elegir? ¿Te sientes incómodo? ¿Juzgas incluso a la persona que es capaz de proponer tantas cosas diferentes? ¿te sale la resistencia?

Que te impulsa a sentirte así, ¿quizás el miedo a elegir algo diferente? ¿El miedo al cambio? ¿Quizás que te pongan delante que hay otra manera de hacer las cosas diferente a como tú las haces? ¿Sientes que no eres nadie porque te cambian la manera de hacer que tú tienes? ¿Incluso puede que te sientas dañado en tu autoestima? ¿Te han puesto un listón alto y te ves por debajo? ¿Te incomoda que te abran ventanas para que entre aire nuevo? ¿Te incomoda la luz que desprende el cambio y el tener más alternativas que las propias de tus creencias

Si te sientes así, cambia de creencias y experimenta, porque es probable que las creencias limitantes estén detrás de esa resistencia. Cambiar las creencias personales es un proceso gradual, pero se puede lograr si se quiere:


Identifica las creencias limitantes: reconocer cuáles son esas creencias que están generando malestar o resistencia. Pregúntate:

¿Qué pensamientos me vienen a la cabeza cuando pienso en cambiar?

¿Tengo miedo a algo concreto? (fracaso, rechazo, incertidumbre)

¿Qué suposiciones estoy haciendo que pueden no ser ciertas?


Cuestionar las creencias: empieza a cuestionarte si son verdad para debilitarlas. Pregúntate:

¿Es realmente cierta esta creencia?

¿Qué pruebas tengo?

¿Qué otras formas de ver la situación podrían ser más útiles o reales?

Cuestionar la veracidad de esas creencias es clave para debilitarlas.

Sustitución de creencias:

Después de identificar y cuestionar una creencia, busca una alternativa diferente. En lugar de pensar "no puedo adaptarme", podrías reemplazar esa creencia por algo más útil como "adaptarse es un desafío, pero puedo aprender".

Pequeños pasos hacia el cambio:

Cambiar creencias no ocurre de la noche a la mañana o por arte de magia, empieza por pequeños pasos para probar la nueva creencia. Es como entrenar al cuerpo, se empieza en un poco a poco hasta que tu cuerpo te deja cada vez hacer más cosas.

Repetición y constancia:

Las creencias se afianzan a través de la repetición. Para cambiar una creencia, necesitas practicar esta nueva forma de pensar y reforzarla con experiencias que la validen. Cuanto más vivas y pienses de acuerdo con tu nueva creencia, más fuerte se hará. No te voy a repetir el símil con el entrenar, pero ahí lo dejo.

Entorno de apoyo:

Rodearte de personas que apoyen los cambios que quieres hacer es muy útil. Ellas pueden reforzar tus nuevas creencias y darte un ejemplo positivo de cómo el cambio puede ser beneficioso.

Conócete y busca cómo hacerlo:

Adquirir inteligencia intrapersonal es parte del proceso para ser más consciente de tus pensamientos y emociones sin dejar que te dominen. Esto te da más control sobre cómo responder ante el cambio.

Está claro que cambiar creencias es un proceso que requiere reflexión, cuestionamiento, y práctica constante para reemplazar patrones mentales antiguos por otros más beneficiosos. La resistencia al cambio suele estar basada en miedos o suposiciones que pueden no ser tan reales como parecen.

Nos cuesta mucho el cambio, cuando el poder aceptar el cambio es lo que nos hace crecer, cuanto más sintamos el rechazo es cuando más podemos llegar a conocernos, a detectar que creencias son las que debemos mantener y cuales debemos sustituir. 
Este proceso requiere una evolución continua, eso o hay un acontecimiento de tal magnitud emocional que nos hace dar un cambio, normalmente es un acontecimiento que nos produce el suficiente dolor como para hacer algo diferente. Este dolor puede llevarnos a cuestionar nuestras creencias previas y buscar nuevas perspectivas que nos ayuden a procesar la experiencia.

Nuestro cerebro, que está siempre activo, hace asociaciones; son relaciones que establece nuestra mente y se deben a vivencias positivas o negativas. Las asociaciones se quedan grabadas y hacen que nuestra mente nos envíe determinada información ante determinados estímulos … Casi todas las asociaciones están en nuestro subconsciente y no sabemos por qué actuamos como lo hacemos. Por tanto si queremos dejar de actuar de una determinada manera o queremos mejorar nuestra personalidad, (dejar de tener sentimientos de culpa, dejar de ser tímidos…) debemos crear asociaciones positivas que se queden grabadas en nuestra mente y nos hagan tener reacciones positivas en lugar de reacciones negativas ante determinados estímulos. El cerebro y la mente

Ahí es donde se anidan nuestras creencias, hechas por cientos de asociaciones diferentes, en el subconsciente, llegar a él no es tarea de un solo día, es un trabajo diario y constante, sustituir conexiones negativas por conexiones positivas es la manera de lograr ser más feliz en la vida, puesto que te permite ver con otro prisma lo que te rodea y a quien te rodea, ver con otras creencias distintas lo que te ocurre y allí donde otros ven un problema, tú puedes ver una oportunidad.

Las creencias I


Una creencia es el estado de la mente en el que un individuo supone verdadero el conocimiento o la experiencia que tiene acerca de un suceso o cosa, cuando se objetiva, el contenido de la creencia presenta una proposición lógica y puede expresarse mediante un enunciado lingüístico como afirmación.   https://es.wikipedia.org/wiki/Creencia

Ayer oí que nuestro cerebro nos sabotea para mantenernos en la creencia errónea de que somos lo que nos dicen nuestras creencias y que si las dejamos, dejamos de ser nosotros, pero que no es cierto, nuestras creencias no somos nosotros, es más, somos lo que queda si apartamos nuestras creencias que nos condicionan a pensar que somos ellas y que sin ellas no somos nada, que perdemos nuestra identidad como persona. 

El miedo a creer que dejamos de ser nosotros es lo que nos sigue atando a nuestras creencias y por ello lo defendemos a muerte aunque tengamos que perder por el camino a personas importantes y valiosas que ven más allá de nuestras creencias

Nos quitamos a esas personas porque nos incomodan, nos molestan, nos agitan, nos mueven al cambio y nos revelamos en contra de ellas porque nuestra mente nos dice que no, que nos quieren cambiar de lo que hacemos por nuestras creencias y por lo tanto, de lo que somos.

Resulta frustrante observar la cantidad de situaciones en las que una persona se ve sometida por su propio organismo y es incapaz de actuar de una forma totalmente consciente. Muchas situaciones y formas de actuar en las que nos vemos envueltos son resultado y están organizadas por sistemas de nuestro organismo de los cuales no tenemos control alguno. Son sistemas que se ejecutan y actúan automáticamente para salvaguardar nuestro organismo de posibles daños y perjuicios que podría llegar a sufrir. 

No en vano, estos sistemas son parte de la mayoría de los seres vivos que habitan nuestro planeta, aval suficiente para demostrar la efectividad y utilidad de estos. Sin embargo, en el caso del homo sapiens, estos sistemas han alcanzado un grado de complejidad y de capacidad de acción mucho mayor, siendo capaces de activarse en una misma situación de formas totalmente diferentes, lo que nos lleva en muchas situaciones a plantearnos si esas respuestas son en verdad las más efectivas o si realmente abríamos querido actuar de esa forma si fuese nuestro el control.

Aunque no nos haga felices lo que hacemos condicionado por nuestras creencias, aunque nos tenga a la deriva en la vida sin saber a dónde llegar, sin saber nuestro propósito (que es lo que nos hace felices), es lo conocido, es en lo que nos manejamos y dominamos, es nuestra comodidad y el cerebro tiene creadas unas conexiones neuronales que prefiere mantener que cambiar, nos domina el cerebro y su tendencia a querer mantener las creencias, (algunas heredadas genéticamente como demuestras varios estudios con animales).

Preferimos cambiar de personas que de creencias por miedo a dejar de ser uno mismo, cuando en realidad, es todo lo contrario, nunca seremos nosotros mismos si no cambiamos de creencias que vienen condicionadas por una carga genética (un 5%) y una carga de aprendizaje de nuestros padres y nuestro entorno y que se ha repetido una y otra vez, por eso se han asentado como creencias, muchas de ellas inamovibles. 

No se trata de que ahora tienes que abandonar quién eres y convertirte en quién sabe Dios quién… se trata de dejar salir a esa esencia que has guardado en tu interior.
Esa esencia la guardaste en algún momento de tu vida, poco a poco… para protegerla de no sufrir, creyendo que así realmente podías evitarte el dolor en tu vida.  Pero… ¿qué crees? con eso sólo te estás generando más sufrimiento.  Si realmente quieres dejar de sufrir, necesitas dejar salir tu esencia al exterior........  http://www.desansiedad.com/2014/10/23/no-necesitas-cambiarnecesitas-renacer-y-evolucionar/

Continua en:  http://lascosasquetieneeloisa.blogspot.com.es/2015/10/las-creencias-ii.html

Mis juicios me impiden


Mis juicios me impiden.
Mis juicios me impiden ver lo bueno.
Mis juicios me impiden ver lo bueno que hay.
Mis juicios me impiden ver lo bueno que hay tras las apariencias.

Muy cierto que nuestros prejuicios nos hacen ver de una determinada manera al que tenemos enfrente o al lado y a los acontecimientos, sin pararnos a pensar, que quizás las cosas no tengan que estar siendo como las vemos o que las intenciones que vemos no son las reales.

Cuando uno no se encuentra bien, ve las situaciones un poco más oscuras, con más carga de problema, en cambio cuando uno está bien, en la misma situación es capaz de ver más las soluciones que el problema en si.

Así somos nosotros, depende de nuestros parámetros establecidos, depende de las creencias que tengamos, de la emoción que en el momento nos secuestre, dependen de la falta de autoestima que nos induce a los miedos, depende del ego que necesitemos manifestar para protegernos de lo que nos da miedo, depende de...... múltiples factores, vemos a nuestra manera, predeterminamos que esa manera es la verdad y juzgamos impunemente a una circunstancia o persona sin parar a pensar tan siquiera que estamos errando.

Nuestro cerebro solo quiere confirmar lo que sabe, solo quiere tener la razón, no crear conceptos nuevos, hace las conexiones neuronales que tiene ya establecidas para las situaciones iguales o similares, por eso no te puedes dejar llevar por la mente, esta te sabotea las nuevas maneras de pensar para mantenerte en la razón y en tu zona de confort, aunque esa zona te haga daño y te cree conflictos.

¡Rompe creencias, cuestiona a tu mente, date la oportunidad de pensar diferente!

Prueba a preguntar primero para conocer nuevas maneras de pensar, prueba a pensar lo contrario antes de juzgar, piensa en dejar un poco de tiempo antes de juzgar a ver si desde otra emoción piensas distinto, pero ojo, sin que se te olvide que tu cerebro te quiere llevar a pensar lo que ya conoce, lo que ya tiene gravado.

Juzgamos situaciones, nos han dicho o hemos aprendido que tal situación es mala y no somos capaces de descubrir que enseñanza nos trae esa situación, no vemos que podemos sacar de provecho de ella, nos quedamos en que es mala, adquirimos el papel de víctimas y no vamos más allá, cuando de cada situación podemos ser protagonistas y no víctimas, solo con indagar que parte activa hemos ejercido en la situación, que resultado hemos tenido, asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde, aprender de la experiencia y de esta manera habremos crecido un poco más en el reconocimiento de quienes somos, que sentimos y que hacemos.

Vive experiencias nuevas, empápate de vivencias propias y ajenas, aprende de los que te rodean, indaga, pregunta, investiga, lee, escucha, observa, sal de tu zona de conocimiento y experimenta lo que es pensar diferente, luego ya decidirás lo que quieras pensar, pero ojo, sabiendo que quizás también en esta ocasión, solo es tu pensamiento, tengamos presente que mis juicios me impiden ver lo bueno que hay tras las apariencias.                      

jueves, 1 de octubre de 2015

La verdad está....


La verdad está
La verdad está en el descubrir.
La verdad está en el descubrir, no en lo descubierto.

Si te pones a pensar en la frase tiene razón; la mente se nos va instantáneamente a quedarnos con lo que hemos descubierto o encontrado, como que ese es el logro, cuando en realidad el gran logro es descubrirte con la capacidad de seguir queriendo descubrir, como los niños.

Estar abierto a la vida en un descubrir continuo.

Tener la capacidad de que la vida aún nos sorprenda con cosas inesperadas, no estar encerrado mentalmente ni emocionalmente con lo ya aprendido, de tal manera que aún descubras gentes, situaciones, emociones, buenas o malas ...... da igual lo que descubras, porque hoy descubres algo bueno, mañana algo regular y pasado algo que no te gusta nada.

Si le quitamos transcendencia a lo descubierto y se la ponemos a la acción de descubrir, nos damos cuenta que no es importante lo que vivimos, si no como lo vivimos y esa es la verdad, que como nosotros queramos vivir lo que nos pasa es una responsabilidad nuestra y no depende de nada ni de nadie de fuera.

Si queremos quedarnos en que ya pocas cosas o ninguna nos pueden sorprender, es que estamos ya obsoletos, caducos y con falta de vida, seamos como los niños que están todo el rato descubriendo y descubriéndose en sus posibilidades.

Cuantas escenas hemos visto y nos han contado de bebés que están en la cuna y se las ingenian para salir de ella sin hacerse daño, o bajar de una cama, o llegar a un objeto o....... descubren como conseguir algo que quieren continuamente, que ocurre si toco, que ocurre si pruebo, que ocurre si...y descubren, parte de su crecimiento físico, mental y emocional está en descubrir.

Y a nosotros los adultos se nos olvida que en el descubrir está el crecimiento en todos los sentidos, personal, emocional, laboral...., parece que nos atascamos y en el mismo hacer no encontraremos fórmulas diferentes de vivir,

Descúbrete descubriendo y haber como te sientes y recuerda cada vez que descubras algo que, la verdad está en el descubrir, no en lo descubierto.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

En el reconocimiento


En el reconocimiento

En el reconocimiento y aceptación.
En el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad.
En el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad es donde reside nuestra fortaleza.

Parece contradictorio sugerir que nuestra vulnerabilidad, es decir, nuestra susceptibilidad al dolor, al fracaso y a las emociones negativas, pueda ser una fuente de fortaleza, sin embargo, es todo lo contrario.

Tenemos miedo a vernos en nuestras "debilidades", creemos que nos hacen vulnerables, por eso nos cuesta hacer reconocimiento de ellas ante los demás y ante nosotros mismo.

El miedo a que nos hagan daño al conocernos y al reconocernos como seres con puntos vulnerables, nos impide obtener el beneficio que su descubrimiento conlleva, ni más ni menos que una capacidad muchísimo más válida que el miedo, la fortaleza.
La vulnerabilidad nos expone a experiencias difíciles que pueden ser dolorosas, pero también son oportunidades para crecer. Al enfrentar y superar estos desafíos, desarrollamos resiliencia, fortaleza y sabiduría.

Una de las maneras de tocar con el máximo potencial de tus capacidades, es en los momentos más difíciles en los que quizás nos sentimos expuestos y vulnerables. No sabemos de qué somos capaces hasta que no nos vemos en la obligación de serlo y estando en nuestra zona de confort, sin enfrentarnos al miedo que nos produce conocer y que conozcan nuestra vulnerabilidad, no deja margen para que salga nuestra fortaleza.

Fortaleza
nombre femenino
  1. 1.
    Capacidad de una cosa para sostener, soportar o resistir algo.
    "la fortaleza de la moneda viene determinada por la gran afluencia de capitales extranjeros"
  2. 2.
    Capacidad moral de una persona para resistir o sobrellevar sufrimientos o penalidades.
    "mostrar fortaleza ante la muerte"

La fortaleza es la que nos impulsa a distanciarnos del desánimo en los momentos duros, nos deja ver con realismo y esperanza nuestra vida y si queremos aprender donde está nuestra vulnerabilidad en cada situación, se convertirá en una experiencia de superación personal y autodescubrimiento que nutrirá de nuevo las capacidades propias como es la fortaleza.

Es una retroalimentación, descubrir tu vulnerabilidad te lleva a la fortaleza y la fortaleza te permite ver tu vulnerabilidad, por eso en algún momento hay que romper la barrera del miedo y adentrarse por dentro, en qué es realmente lo que sentimos, a qué tenemos miedo.

No hay más manera con el miedo para vencerlo que enfrentarte a él, es tu creación, es infundado y solo tú puedes hacerle frente, es tu batalla con él, si le plantas cara lo vences, si te dejas dominar por él, te vence.

¿A qué tienes miedo? Indaga realmente que pasa, porqué una determinada situación te vence, te quita las ganas de sonreír, de disfrutar, de vivir adaptándote a tus circunstancias.

Aquellos que te inspiran a pensar que son personas con una fortaleza de vida que tú no tienes, han estado en tu mismo lugar, solo que han hecho un trabajo consciente para desarrollar las actitudes necesarias para tener dicha fortaleza.

Se han enfrentado a sus circunstancias y a su propia vulnerabilidad en ellas, descubriendo de esa manera sus miedos y poniendo soluciones a todo ello, ese reconocimiento de quienes son, que sienten y donde se encuentran, le ha hecho buscar el camino real para superar la adversidad.

Mira este vídeo (1'30 minutos), ¿Qué te sugiere?

La fortaleza te requiere vencer el miedo a admitir la verdad, a aceptar tu parte de responsabilidad y saber perdonar. Os dejo enlace a dos entradas, la de El perdón y la de Perdonarse, misión prioritaria

Para enfrentarte al miedo tienes que buscarte la herramientas emocionales que te ayuden a ello, como es el desarrollo de unas actitudes y no hay duda de que todos podemos aprender, tan solo hay que querer trabajar en ello, tan solo hay que ser verdad con uno. 
Hay muchas maneras de despertarte, a través del estoicismo puede que sea la tuya, o no, pero conocer herramientas que puedan ayudar siempre aporta.

Las actitudes a desarrollar son la autoestima, que te hace sentirte capaz, la autonomía, que te hace no depender, la responsabilidad que te permite reconocer, el humor que te quita dramatismo, el perdón que le aporta la parte de amor y compasión, la madurez que te empuja a la solución, el optimismo que logra quitar la negatividad y para mi también la espiritualidad, que me ayuda a aceptar quien soy y que soy (un ser en si mismo perfecto en sus imperfecciones, nacido para ser y hacer feliz).

Recuerda no ver tu vulnerabilidad como tu enemigo, todo lo contrario, en el reconocimiento y aceptación de nuestra propia vulnerabilidad es donde reside nuestra fortaleza.

martes, 29 de septiembre de 2015

No solo éramos...


No solo éramos.
No solo éramos felices.
No solo éramos felices ¡Además lo sabíamos!

Es sencillo hablar de la felicidad, lo difícil es sentirla y saber reconocer y valorar en su justa medida ese sentimiento.

En distintas redes sociales colgamos frases sobre la felicidad, sobre vivir el momento, sobre ser feliz para hacer feliz a los demás, ..........se han escrito muchos libros sobre el tema e incluso hay talleres para aprender a ser feliz.

¿Dónde nos hemos perdido para no saber ser felices? ¿Qué nos ha pasado para perder un don con el que nacemos?

A mi me parece que en estas llamadas civilizaciones avanzadas, hemos dado un tremendo paso atrás en cuestión de felicidad. Quizás sea que tenemos tanto que nos dedicamos a perder la felicidad en vez de valorarla en todo lo que tenemos.

¡Tenemos motivos para ser felices! Si, ya se que también suceden acontecimientos que nos desestabilizan e inquietan la vida, ¡por eso es vida! Con lo malo y con lo bueno, que hay mucho.

Hay que desdramatizar la vida, darla un carácter positivo, ver un poco más allá del momento complicado y quedarse con todo lo demás que nos rodea y es bueno para nosotros y en nosotros, creo que la clave está en reconocernos como seres felices que viven para ser felices, algo que se nos olvida, así que recuerda cuando estés en un mal momento que, no solo éramos felices ¡además lo sabíamos!

lunes, 28 de septiembre de 2015

Perdonarse, misión prioritaria.


Resultado de imagen de perdonarse
No solo consiste estar encerrado una penitenciaría para tener una cadena perpetua ya que no es ninguna tontería el hecho de cargar de por vida con una culpa, ni es justo que no autocondenemos por un acto propio o incluso ajeno, de ahí que perdonarse sea una misión prioritaria en nuestras vidas.

Hemos normalizado la culpa en nuestras sociedades de tal manera que si algo no sale como se espera, siempre tenemos a alguien para echarle la culpa y eximirnos de responsabilidades.
Algunas religiones hasta nos dicen que ya nacemos en pecado, no sabemos muy bien que significa esto cuando nacemos, pero ya lo tenemos encima como una losa y a partir de ahí, hay que hacer constantes esfuerzos para que se nos perdonen nuestros pecados, .... vivimos en culturas del pecado y del castigo.

Luego está cuando durante nuestra educación como personitas, todo nuestro entorno nos va diciendo lindezas para hacernos hacer lo que ellos consideran que es lo bueno y si no lo hacemos somos malos, algo con lo que tendremos que lidiar también el resto de nuestra vida.

La famosa frase de la canción de Serrat, "eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca" y yo añado el "así no, malo, que eres más malo", algo que va haciendo que los niños vayan adquiriendo la cultura del soy malo,... soy tonto, no valgo para nada, parezco idiota, soy lelo, no se te puede mandar nada todo lo haces mal, serás marrano, eres un desastre, te mando con tu abuela no hay quien te aguante, ....  (¿nos suenan frases de este estilo?) y si todo eso nos ha llegado bien dentro de nosotros y nos vamos sorprendiendo en actuaciones que nos lo confirman  (ya sabemos que nuestro cerebro busca seguridad y para ello, afianza sus creencias eligiendo con que quedarse de todo lo que le llega, es la famosa memoria selectiva), ya tenemos el sentimiento de culpabilidad perpetuo por no saber hacer, decir, estar o ser lo que se espera de nosotros.

Otros casos ya mucho más serios son aquellos en los que por medio hay abusos de cualquier tipo y los aprendizajes han sido ya totalmente erróneos, como creer que para ser amado le tienen que dañar o tiene que dañar, si amas a alguien tienes que sentir celos, si te trato mal es porque eres la persona cercana y a la que más quiero, te grito y humillo pero luego te beso o te doy un premio, etc., etc, etc.

Hay tantas variantes para poder aprender a no perdonarnos, que lo suyo es que cada uno nos hagamos una buena reflexión de donde estamos y de donde procede lo que nosotros creemos que no podemos perdonamos.

Perdonarse requiere trabajo, a parte de localizar el por qué no sentimos culpables (es clave ya que sin este paso no pueden venir los demás), identificar las situaciones y que tipo de emociones tenemos cuando actuamos de una determinada manera (ira, miedo, duda, inseguridad, falta de compasión, desprecio,.... )https://lascosasquetieneeloisa.blogspot.com/2019/08/area-emocional.html

Le sigue que si hemos hecho algo que ha hecho daño, al margen de que para nosotros no sea en ese momento motivo para dicho daño, el pedir disculpas de corazón, el hecho de responsabilizarse de la acción cometida y el reconocimiento hacia la persona o grupo que ha recibido las consecuencias de una conducta nuestra, es parte del proceso de perdonarnos.

Para poder perdonarse tiene que aparecer por dentro la humildad, sin ella difícilmente podremos reconocernos en error, cuando lo más humano es errar y no una vez, sino muchas y muchas, como parte del aprendizaje de vida ; pero es posible aparezca el orgullo del ego agudizado por el miedo a que nos digan "nene malo tú tienes la culpa y se te va a castigar" o por la inseguridad de sentir "no se hacer nada bien, se van a burlar o aprovechar de mí" o la falta de autoestima que nos hace reaccionar con orgullo o falta de humildad para tapar nuestra vulnerabilidad.

Por eso es tan importante la reflexión personal de identificar emociones y de donde proceden esas emociones y asumirlo como parte de la vida, sin quitarle importancia, pero sin ponérsela desmesuradamente ya que, es el pasado, que es inamovible, de ahí solo nos queda reconocerlo para aprender de él ; no es más que querer aprender de lo vivido para conocerse y no repetir aquello que no queramos repetir, que tengamos libertad de elegir qué queremos hacer y no que nos lleven nuestras emociones y que controlen nuestra vida nuestras pautas erróneas aprendidas.

Perdonarse es un acto de amor propio, de quererse, de aceptarse como se es, con los aciertos y los errores, asumiendo responsabilidades en vez de castigarse, aceptando un cambio de comportamiento y adquiriendo el compromiso con nosotros mismos de que cada día nos vamos a hacer más felices a nosotros mismos y con todo ello, haremos más felices a los demás ya que entablamos (cada vez que aprendemos de un error y lo asumimos) relaciones mucho más sanas.

Para poder perdonar a los de fuera, primero hay que saber perdonarse ; lo estricto que seas en este sentido para los demás, lo eres para ti mismo (lo que es arriba es abajo, lo que es dentro es fuera, lo que es allí, es aquí).

Se pierde una gran energía estando todo el día culpabilizando y culpabilizándose, una pérdida absurda de energía, pero como nos han enseñado a vivir con ello, creemos que es normal, cuando lo normal sería emplear esa energía en fomentar las habilidades y la creatividad.

Utilizar el perdón es cerrar ya de una vez el pasado que nos hace daño y vivir el presente sin el lastre de la culpa, enfocando la vida a un cambio, al mejoramiento y desarrollo de nuevas experiencias, en vez de retenerte en un pasado inamovible.

Aunque esta reflexión resulta muy lógica, quitarse lo malo de encima para poder vivir lo bueno, no resulta fácil de hacer a muchas personas , ya que  tienen miedo a perdonarse porque les saca de su área de confort y creen perder su sentido de identidad que han construido con base en el enojo, el resentimiento y la vulnerabilidad. Por miedo al cambio prefieren vivir siendo iracundos y reactivos, capaces de sentirse resentidos por cualquier cosa que les contrarie, mermando la calidad de las relaciones sociales, empezando por las familiares.

Aquí es donde hay que preguntarse ¿merece la pena permanecer en esta seguridad de vida asentada en la confrontación y el daño? ¿compensa las relaciones personales fallidas? ¿compensa no asumir el error y seguir de la misma manera? ¿se es feliz viviendo así? Ten en cuenta que la incapacidad de ejercer el perdón hacia uno mismo y los demás, proviene del resentimiento y la ira, dos emociones que a la larga provocan estragos en la salud, algo ya demostrado científicamente https://lascosasquetieneeloisa.blogspot.com/2019/08/la-ira-emocion-primaria.html.

Quizás haya que aprender a mirar el perdón y el perdonarse de otra manera, no como un sacrificio ni un esfuerzo, ni siquiera como la pérdida de la seguridad o la identidad personal, si no todo lo contrario ; mirarlo como un ganar, como una oportunidad de experimentar emociones y vivencias mucho más enriquecedoras, con más alegría, generosidad y confianza en uno mismo. Tan solo se trata de enfocar los pensamientos en lo que ganas y no en lo que pierdes (cuando encima lo que pierdes no te está beneficiando).

Amor a uno mismo eligiendo lo que me hace bien y descartando lo que me hace mal ; perdonarse es elegir el bien para nuestra vida, es asumir y aceptar quienes somos en lo menos bueno, aprender de ello, responsabilizarse y rectificar, es decidir querer vivir buenas relaciones en el presente, dejando en el pasado lo pasado.
Considera el perdón como un viaje, no un destino. Si eres propenso a pensar que no puedes "llegar" al autoperdón, es posible que estés saboteando tus opciones de empezar el viaje del perdón. 
Es recomendable aceptar que el perdón es un proceso constante y que tendrás días buenos y malos, como la mayoría de los sentimientos y las experiencias en la vida. 
Quizás sientas que has alcanzado un punto de perdón, solo para que suceda algo que te haga sentir que todo fue en vano y que estás de regreso como al principio, enojado y molesto contigo mismo. El mejor enfoque es dejar que los deslices ocurran y verlos como reveses de menor importancia en un estado de mayor capacidad de perdonar. 
Adicionalmente, ten en cuenta que el perdón no tiene un horario predeterminado.   http://es.wikihow.com/perdonarte-a-ti-mismo

Perdonar y perdonarse requiere una premisa indiscutible, que sea real, no vale fingir que pido perdón para que la otra parte se lo crea y nos perdone ; tú cargas con la consecuencias de tu acción más la de saber que has mentido (sigues llenando la saca de lo que te tienes que perdonar) y tampoco vale engañarse a uno mismo fingiendo que me perdono poniendo como cortina de humo el me olvido de ello y está perdonado (vuelves a llenar la saca con algo más que perdonarte).

No vale acumular debajo de la alfombra, eso no cura ; lo que hay que hacer es ir limpiando de verdad y si puedes con aspiradora que es más rápido y mejor, porque solo se vive una vez y el tiempo es algo que no se puede recuperar ; tiempo que no eres feliz, tiempo que se va y no vuelve, por eso hay que ser consciente (hoy mejor que mañana) de que, perdonarse es una misión prioritaria.

sábado, 26 de septiembre de 2015

El ser humano que se levanta


El ser humano que se levanta
El ser humano que se levanta, aun es más grande
El ser humano que se levanta, aun es más grande que el que no ha caído.

Es parte de la vida, tener tropiezos y el tener caídas, si esto no lo hemos entendido y pretendemos que nuestra historia este exenta de malos momentos, no somos realistas.

Caer es humano, caer muchas veces es humano, para mí significativo de mucha vida, con sus desafíos y con las enseñanzas que nos han proporcionado y con su grado más de libertad personal, ya que han permitido un crecimiento interior al hacer salir de la zona de confort, de la parcela cerrada donde estar y que no me permitía ver más allá de ella.

Se es más grande porque el aprendizaje que se tiene sobre uno mismo es más grande, porque el levantarse con lo que conlleva, nos hace saber y potenciar las capacidades interiores que quizás de otra manera no hubiéramos desarrollado.

Concepción Arenal, escritora española (Ferrol, La Coruña) nacida en 1.820 y vinculada al pionero movimiento feminista (¡valiente en aquellos años!), nos dejó bien clara esta idea con la frase "El ser humano que se levanta, aun es más grande que el que no ha caído".