jueves, 8 de octubre de 2015

El pobre anhela riquezas.


El pobre anhela riquezas.
El pobre anhela riquezas. El rico ansía el cielo.
El pobre anhela riquezas. El rico ansía el cielo. El sabio aspira a una mente sosegada.

Es complicado mantener a la mente callada. Por ella se nos pasan constantemente pensamientos de todo tipo y muchas veces no son precisamente aquellos que nos vayan a hacer estar tranquilos.

Las emociones las fabricamos con los pensamientos, de ellos depende que nos sintamos alegres, enfadados o compasivos.

Tan sencillo como que somos lo que pensamos y vivimos como pensamos.

Si la mente la mantenemos con pensamientos de dolor, miedo, ira, enojo, traición, etc., nuestro mundo será así porque lo veremos así. Por el contrario si aunque nos pasen situaciones de dolor, miedo, traición, etc., procuramos pensar en otros temas que contengan buenas experiencias de vida, pasaremos esos momentos con otra paz, mucha más que si nos centramos en la mala situación.

Si tienes la mente tranquila, ocurra lo que ocurra, permanecerás mucho más estable y enfocado.
De otra manera, las circunstancias te zarandean y te llevan a no ser, dejarás de dominar la situación, pasarás de ser proactivo a ser reactivo.

La sabiduría está ahí, en mantener los pensamientos que uno quiere, no los que le vienen, de ahí que mientras el pobre anhela riquezas, el rico ansía el cielo, el sabio aspira a una mente sosegada.


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