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miércoles, 1 de febrero de 2017

El Ermitaño


Un día más cojo mi mazo de cartas de los Arcanos Mayores y pensando en lo bien que me encuentro, barajo y elijo una nueva carta para estudiarla y aprender de ella alguna enseñanza.
Alguna vez he elegido yo la carta sobre la que quiero aprender, pero esta vez dejaré que sea la salga en suerte. En esta ocasión me sale El Ermitaño, carta que no sé por qué siento que no es de las que más me gusta y acto seguido pienso que por qué no, que seguramente estudiándola descubriré por qué no me quiero enfrentar a ella.

Me resultaba como una carta triste, pero aprenderé a verla distinta cuando me moleste en descubrir que simbología y personalidad tiene este Arcano Mayor. A por ello, pero sin quedarme en la parte adivinatoria, que la voy a obviar.

Representa la búsqueda de uno mismo y de su potencial, de su verdadero yo que deja al personaje con su personalidad fuera del juego. Es el cambio de lo superficial por lo íntimo y para ello se busca el retiro y el silencio.

El Ermitaño nos indica la espiritualidad, la prudencia y la sabiduría interior que nos ayuda a ser pacientes y constantes. Es ejercer estas cualidades hacia uno mismo, es el encontrarse para amarse y así poder amar incondicionalmente al mundo.

Periodo de reflexión para encontrar el conocimiento, con distanciamiento de los demás o con recogimiento interior en los momentos que se buscan para estar solo.
Momento para olvidarse de lo material y superficial, por lo que en ocasiones puede ser que no se entienda esta actitud socialmente, ya que ahora nos movemos por un mundo de apariencias y máscaras, de potenciar personalidad y no persona.

Es un viaje hacia la sabiduría que nos deja escucharnos y descubrir a ese consejero interior al que no hacemos caso por el ruido en el que nos han enseñado a estar. Alejarse de este barullo exterior (si es necesario hasta físicamente) se impone y de esta manera llegar a lo que podemos llamar iluminación, reconocimiento interior, amor a uno mismo, sabiduría universal, consciencia de uno mismo...

El Ermitaño nos anuncia el momento para no hacer nada en concreto, para parar de estar en un continuo hacer y simplemente quedarse quieto a sentir y a observarnos para crecer ... tiempo para el disfrute íntimo. Nos dice que la soledad es una oportunidad en vez de una experiencia amarga; es darnos la oportunidad de mirar nuestra vida, nuestras emociones y sentimientos para poder entendernos y aceptarnos.

Nos sugiere estar en contacto con las emociones para que surjan de nosotros acciones constructivas meditadas y tranquilas, las que nacen desde nuestra verdad interior. Momento para valorar nuestra vida, observar quienes somos, para sentir e incluso escribir.

La labor que hacemos a través de la soledad y el reconocimiento de quienes somos nos hace valorarnos y por ende, valorar lo que nos rodea y a quien está con nosotros, incluso a la vida y la universalidad de donde procedemos.
Yo estoy bien, tranquilo y sereno consiguiendo estar de la misma forma en el exterior ; recogimiento que empodera, soledad que organiza, reserva del exterior para sacar el potencial interior para ser generoso.

En cuanto a la simbología de El Ermitaño, la linterna que sostiene muestra el camino hacia el logro.
La figura de una persona mayor simboliza sabiduría, madurez y buen juicio por todas las experiencias de vida ya tenidas, conocimientos que comparte convirtiéndose en nuestro guía interior con quien contactamos en la soledad. La barba y el reloj simbolizan lo masculino y lo femenino y la estrella de David que es amado por Dios. 
En la carta, él ya ha llegado a la cima, algo que nos dice que podemos alcanzar nosotros también.

Puede referirse a una persona o a una situación, en cualquier caso indica todo lo hablado anteriormente, bien alguien maduro en el que poder confiar por su experiencia y sabiduría o un momento para no precipitarse y tomar las cosas con calma y meditación.

También nos dice que al igual que nosotros podemos obtener la ayuda de alguien consciente y sabio, nosotros podemos ser esa misma persona para otros.

En ese mirar la vida, los acontecimientos pasados, nos abrimos a encontrar dónde están nuestras trabas para el avance. Que situaciones no resueltas interiormente nos impiden que vivamos nuestro presente libres de juicios y también de máscaras sociales, por lo tanto libres y capaces de conseguir nuestros propios logros.

El Ermitaño nos dice que lo que hagamos que nazca desde este gran momento de introspección y soledad, de conocimiento propio y sabiduría interior, será duradera, veraz y de confianza. Serán acciones orientadas a la estabilidad, la tranquilidad y la paz.

En numerología el 9 es el número de la paciencia y con sabiduría, bondadoso y amable. Se le denomina el número del maestro al igual que El Ermitaño, que transmite sus experiencias y conocimientos a aquellos que quieran escuchar que el interior de cada uno; es la gran capacidad que tenemos por descubrir.

Definitivamente, he cogido cariño a este Arcano Mayor, que pasa de parecerme serio, pesaroso o triste, a una gran persona capaz de generar bienestar, paz y tranquilidad. Un arcano amable este Ermitaño de aspecto mayor y bondadoso, con las huellas del tiempo en él que nos van dejando la sabiduría necesaria para querer conocernos y respetarnos. Me cae bien El Ermitaño y su mensaje de introspección y conocimiento propio.

Poesía sobre la figura de El Ermitaño