miércoles, 27 de diciembre de 2017

El perdón innecesario y agradecido

Aupa Eloisa:

De todo corazón te pido perdón por no haber sabido comportarme como un valiente cuando tú me has admitido en tu casa y por tanto, una vez más en tu vida.

En vez de ser un ejemplo para tu hijo, he sido un débil disculpándome en mi soledad y mi tristeza, sin coger al toro por los cuernos, sin escucharte ni coger como ejemplo tú misma personalidad luchadora, ni tus múltiples consejos, estirando tu paciencia como si en esta vida yo sería el único divorciado triste e incomprendido.

Mi dejadez en las labores de tu casa, mis salidas al bar indebidas y a deshoras, mi pereza encuevándome en la habitación, mi vagancia en hacerme mi propia comida, compartiendo contigo lo peor de mí y como no, haciéndote la vida más complicada, así gratuitamente, sin ponerme para nada en tu lugar e incluso haciéndote llorar, osea, abusando de tu cariño.

Para atrás ni se puede ni se debe ir, pero el camino hacia adelante nunca habría pensado tenerlo más fácil. Estoy donde mejor podía estar y con quien mejor podía estar y encima a Jesús lo tengo para siempre.
Y todo esto es por tí, porque eres mágica, porque te sale así de fácil, estas iluminada, eres muy fuerte.

Lo que es muy bonito es que yo pueda disculparme sin temor porque los dos sabemos que estoy más que perdonado, sin un ápice de rencor porque no cabe en tu mente hacia mí, porque sé que me quieres mucho, que somos hermanos de verdad y que si yo soy feliz...tú más.

Cuantas veces me han preguntado como he aterrizado yo en este sitio y cuantas veces me he preguntado que habría sido de mí sin este proceso.

Nunca se me podrá olvidar que has sido la artífice y protagonista de el cambio en mi vida, en mi nueva vida con Cristo, que me acompaña y me hace ver la vida de otra manera, más fuerte, más sana, más serena.

Soy muy feliz, gracias Elo.

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