Aupa Eloisa:
De todo corazón te pido perdón
por no haber sabido comportarme como un valiente cuando tú me has admitido en
tu casa y por tanto, una vez más en tu vida.
En vez de ser un ejemplo para
tu hijo, he sido un débil disculpándome en mi soledad y mi tristeza, sin coger
al toro por los cuernos, sin escucharte ni coger como ejemplo tú misma
personalidad luchadora, ni tus múltiples consejos, estirando tu paciencia como
si en esta vida yo sería el único divorciado triste e incomprendido.
Mi dejadez en las labores de tu
casa, mis salidas al bar indebidas y a deshoras, mi pereza encuevándome en la
habitación, mi vagancia en hacerme mi propia comida, compartiendo contigo lo
peor de mí y como no, haciéndote la vida más complicada, así gratuitamente, sin
ponerme para nada en tu lugar e incluso haciéndote llorar, osea, abusando de tu
cariño.
Para atrás ni se puede ni se
debe ir, pero el camino hacia adelante nunca habría pensado tenerlo más fácil.
Estoy donde mejor podía estar y con quien mejor podía estar y encima a Jesús lo
tengo para siempre.
Y todo esto es por tí, porque
eres mágica, porque te sale así de fácil, estas iluminada, eres muy fuerte.
Lo que es muy bonito es que yo
pueda disculparme sin temor porque los dos sabemos que estoy más que perdonado,
sin un ápice de rencor porque no cabe en tu mente hacia mí, porque sé que me
quieres mucho, que somos hermanos de verdad y que si yo soy feliz...tú más.
Cuantas veces me han preguntado
como he aterrizado yo en este sitio y cuantas veces me he preguntado que habría
sido de mí sin este proceso.
Nunca se me podrá olvidar que
has sido la artífice y protagonista de el cambio en mi vida, en mi nueva vida
con Cristo, que me acompaña y me hace ver la vida de otra manera, más fuerte,
más sana, más serena.
Soy muy feliz, gracias Elo.
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