Si es
importante entrenar con un grado de regularidad para obtener los mejores
resultados, no es menos cierto que hay que andar muy pendientes de los signos
físicos que nuestro cuerpo nos manda para evitar caer en la tan temida fatiga muscular.

La fatiga como
tal no solo se manifiesta en el cansancio que la persona pueda sentir, sino
también es su estado de ánimo, en la conducta social y en la imposibilidad que
tiene ésta de progresar en sus entrenamientos.
Una
vez de que ya tienes esta patología encima, forzar los músculos a entrenar
puede provocarte una lesión tipo distensión o rotura
fibrilar, señalando que los calambres están asociados debido a
que minerales como el calcio y magnesio no llegan de forma eficaz al músculo
por la misma fatiga que afecta a las fibras musculares.
Se
están realizando estudios sobre unos fármacos que podrían enmascarar la fatiga muscular (ricals) y hacer
de los deportistas hombres muscularmente superdotados. Se habla de que pueden
ser los sustitutos de los esteroides, pero al margen de si llegan a
considerarse sustancias dopantes o no, la señal de fatiga
muscular es una alarma de nuestro organismo para avisarnos de que le estamos
llevando al límite, y omitir esta señal, podría llevar incluso a la muerte por
no ser conscientes de hasta dónde podemos llegar sin que sea dañino el esfuerzo
deportivo.
A
parte de fármacos, de una manera natural podemos mitigar los síntomas de la
fatiga crónica y como sabemos que somos lo que comemos, os dejamos una serie de
alimentos para combatir la fatiga
muscular:
Agua: debes hidratarte
antes, durante y después de la actividad física.
Té
verde:
antioxidante, disminuye la fatiga física y mental.
Limonada: con un alto
aporte de vitamina C, antioxidantes y desintoxicantes.
Tomate: El 90% de su
composición es agua por lo que ayuda a la rehidratación y además ayuda a
reducir el ácido láctico.
Palta: ayuda
a reducir el ácido láctico (ya que la palta es alcalina), además de sus
altos valores nutricionales, controla los niveles de colesterol.
Frutos
secos en general: reducen el ácido láctico.
Almendras: aportan proteínas y
controlan colesterol e hipertensión.
Verduras
de hojas verdes: son ricas en hierro y zinc, y nos ayudan en la oxigenación del
organismo.
Cebolla
y ajo:
disminuyen el ácido láctico y aumentan la circulación del oxígeno en sangre. El
ajo también tiene propiedades anti inflamatorias.
Semillas
de calabaza: disminuye el ácido láctico tras un ejercicio intenso. Tienen
muchas calorías, pero disminuyen el colesterol y la hipertensión.

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