SIPNOSIS
Sara, una mujer amable y divertida entrada ya en la ancianidad, disfruta de su nieto Gabriel cuando pasa los fines de semana en su casa.
Aún está muy capaz de vivir sola con su perra y su gato, haciendo muchas actividades en la casa y dando grandes paseos por el pueblo costero donde vive. Para ella un lugar entrañable dónde decidió quedarse a vivir cuando lo conoció en una edad madura.
Esta tarde encuentada, se antojaba parecida a este chico de 14 años, cariñoso y vital, con unos ojos grandes y una largas pestañas. Su abuela le contaba muchas historias desde siempre, motivo por el que le gustaba tanto ir a su casa a dormir y a ayudar a su "abu".
La relación entre el nieto y la abuela es de tanta complicidad que hay episodios de la vida que ella sólo ha compartido con él y esta tarde iba a ser muy especial en ese sentido, tanto para Sara como para Gabriel.
Esa tarde, el tiempo tan desapacible que hacía se alió con la memoria de Sara y con su deseo de transmitir a su nieto todo lo que sabía, ya que intuía que no le quedaría demasiadas ocasiones para compartir todo lo que aún no le había contado. El chico se estaba haciendo mayor y en breve preferiría a sus amigos y por otro lado, ella también se iba haciendo mayor y aunque no se quejaba de como se conservaba, sabía que su tiempo era de descuento hace ya unos cuantos años.
Gabriel ya tenía una edad en la que podría comprender mejor sus nuevas historias, al menos eso fue lo que pensó Sara aquella tarde.
Esta abuela intentaba contarle una forma de entender la vida que era muy distinta a la que podía estar viviendo en la ciudad su nieto. Prioridades, valores y miedos muy distintos los que absorbía en su vida ordinaria, por lo que Sara se autoimpuso la misión de darle otras maneras de ver y entender el mundo y todo ello a través de sus cuentos o ... quizás no tan cuentos.
Sara, una mujer amable y divertida entrada ya en la ancianidad, disfruta de su nieto Gabriel cuando pasa los fines de semana en su casa.
Aún está muy capaz de vivir sola con su perra y su gato, haciendo muchas actividades en la casa y dando grandes paseos por el pueblo costero donde vive. Para ella un lugar entrañable dónde decidió quedarse a vivir cuando lo conoció en una edad madura.
Esta tarde encuentada, se antojaba parecida a este chico de 14 años, cariñoso y vital, con unos ojos grandes y una largas pestañas. Su abuela le contaba muchas historias desde siempre, motivo por el que le gustaba tanto ir a su casa a dormir y a ayudar a su "abu".
La relación entre el nieto y la abuela es de tanta complicidad que hay episodios de la vida que ella sólo ha compartido con él y esta tarde iba a ser muy especial en ese sentido, tanto para Sara como para Gabriel.
Esa tarde, el tiempo tan desapacible que hacía se alió con la memoria de Sara y con su deseo de transmitir a su nieto todo lo que sabía, ya que intuía que no le quedaría demasiadas ocasiones para compartir todo lo que aún no le había contado. El chico se estaba haciendo mayor y en breve preferiría a sus amigos y por otro lado, ella también se iba haciendo mayor y aunque no se quejaba de como se conservaba, sabía que su tiempo era de descuento hace ya unos cuantos años.
Gabriel ya tenía una edad en la que podría comprender mejor sus nuevas historias, al menos eso fue lo que pensó Sara aquella tarde.
Esta abuela intentaba contarle una forma de entender la vida que era muy distinta a la que podía estar viviendo en la ciudad su nieto. Prioridades, valores y miedos muy distintos los que absorbía en su vida ordinaria, por lo que Sara se autoimpuso la misión de darle otras maneras de ver y entender el mundo y todo ello a través de sus cuentos o ... quizás no tan cuentos.